Antonio Gershenson
Si vemos algo de la prensa internacional, resulta que lo que aquí se presenta como reforma energética, allá lo ven como una posible solución a la insuficiencia mundial de petróleo crudo y a sus precios más y más altos. En Estados Unidos en especial, al gobierno ya llegó el momento en que le preocupa cada vez más el aumento a los precios del petróleo.
Antes, este reiterado aumento no les preocupaba. Las compañías petroleras, con las que, como es sabido, tienen excelentes relaciones, han obtenido utilidades enormes, y esto no se ha frenado. Pero ahora hay otro elemento. Las encuestas en el vecino país llegaron a un nivel sin precedente: alrededor de 80 por ciento de los encuestados considera que la política vigente no es la adecuada. De por sí había ya una mayoría, del orden de 60 por ciento, y el motivo principal era la guerra de Irak. Ésta, obviamente sigue, pero con el ingrediente adicional del principio de la recesión o crisis, con el que estaría relacionado el tramo adicional de descontentos.
La recesión empieza a ser visible con la crisis de las propiedades inmuebles. Se ha extendido. Y el petróleo muy caro se ha reflejado también en gasolina más y más cara, y ésta en mayores costos de transporte, y éstos en mercancías más caras. Por eso el petróleo caro molesta al gobierno estadunidense, cuando están de por medio las elecciones presidenciales y legislativas del próximo noviembre.
En varias ocasiones ha habido declaraciones echando la culpa a la OPEP, exigiendo a los países de ese organismo que aumenten su producción, pero hasta el momento sin resultado. Y es que ese mismo gobierno, observan dirigentes de países del organismo petrolero, no ha tomado medidas locales para reducir el consumo de gasolina, o para bajar sus precios, ni ha dejado de comprar petróleo para la reserva estratégica, ni ha tomado otras medidas a su alcance.
Entre las causas del petróleo caro, se ha mencionado en esos medios internacionales la reducción, o estancamiento, de la producción de los principales países productores del hidrocarburo que no están en la OPEP. Desde su producción más alta en 2001, Noruega la ha visto bajar en 25 por ciento. En Gran Bretaña, la baja en la producción petrolera fue de 43 por ciento en ocho años. La producción en el principal yacimiento de Alaska bajó en 65 por ciento desde su mayor nivel hace unos 20 años. Y Rusia, principal productor y exportador fuera de la OPEP, aunque no está en el agotamiento de reservas, ha anunciado que no seguirá aumentando su producción de crudo. En la OPEP, aun con un aumento en la producción en Arabia Saudita en los próximos años, en el monto que ese país considera posible, no podría afrontar el aumento en la demanda y la reducción en la producción en la gran mayoría de los productores importantes.
En cuanto a la demanda, decían que con la crisis o recesión en Estados Unidos bajaría la demanda y, por lo tanto, los precios petroleros. Pero no ha sido así. Los principales aumentos en el consumo de petróleo se han dado en China, India y el llamado Medio Oriente. Se pronostica un aumento de 35 por ciento en la demanda mundial, porque el consumo del llamado tercer mundo sube más que lo que pueda pesar el estancamiento o incluso reducción en el gasto de los llamados países industrializados. Y los llamados países en desarrollo consumirían ya más petróleo que éstos.
No podemos dejar de señalar que el petróleo caro es producto, en mucho, de la guerra de Irak y de sus efectos acumulados.
Y, claro, llega el caso de México, que lo dejamos para el final para poderlo analizar con más detalle. Se sigue publicando en los medios citados que entre la producción en bajada (14 por ciento en el primer trimestre de 2008, frente al año 2004) y el aumento en la demanda de derivados del petróleo, sobre todo gasolina, cuyas importaciones se acercan a la mitad del consumo total, en unos cinco años ya México no será un exportador neto de petróleo. Se agrega que la inversión extranjera podría ayudar a México a explotar las aguas profundas, pero que es una propuesta muy impugnada porque en nuestro país se considera al petróleo como parte del patrimonio nacional.
En realidad, las aguas profundas no resuelven este problema, que es de hoy, y en el mejor de los casos se podría empezar a producir en las aguas profundas del Golfo en 10 años. Lo que parecen indicar esas señales del exterior es la intención en explotar, sobrexplotar las reservas reales, las que ya tenemos, para elevar de nuevo la producción y las exportaciones, y contribuir a que haya más petróleo y éste sea más barato. Lo de las aguas profundas es una cortina de humo, para luego decir que ahí van a estar las reservas para sustituir a las que se estarían acabando con la sobrexplotación.
Algunas trasnacionales privilegiadas obtendrían de ahí petróleo no sólo para exportar, sino para sus refinerías privadas, que también quiere imponer la “reforma”. Podrían transportar en sus ductos –que también se les permite instalar– el crudo a la refinería y los refinados a los depósitos de Pemex. Y estarían muy agradecidos con quienes hicieron eso posible.
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