Ricardo Andrade Jardí
A veces ni en los días más violentos en Irak se alcanzan las cifras de ejecutados o muertos en "enfrenamientos" que alcanza el programitita del México (in)seguro implementado por el desgobierno usurpador de Fecal, el cual cada día es más claro que lo que busca, no es combatir al crimen organizado, como no lo está haciendo, sino pretextos para seguir militarizando al país, frente al miedo que le tienen los usureros prianistas, incluido Fecal, a la disidencia social, que por otro lado cada día crece. Treinta muertos en 24 hrs., es decir, a más de dos muertos por hora, es el resultado de la usurpación fecalista impuesta por la telecracia y por más que intenten distraer a la enajenada opinión pública, es imposible acallar ya la violencia del fracasado sistema que argumenta estar pegándole al crimen organizado, cuando la ciudadanía sabe que la verdadera organización criminal es la que se esconde, cobarde que es, detrás de los muros de las tan mentadas instituciones de la democracia, detrás del aparato burocrático de un sistema político que lo único que sabe hacer es repetir como lorito lo que el imperio quiere y le autoriza a decir: ¡Vender, vender, vender, vender!
Pero la culpa no es sólo de la corrupta clase política, sino de una parte de la sociedad que ha preferido callar que protestar, que ha dejado que los Sres. López y los Alatorre de la telecracia les diga qué deben pensar, cómo deben pensarlo e incluso qué pueden soñar y qué no; algunos, como los "Chuchos", incluso hasta han dejado que los seudo comunicadores les impongan su "modernidad y madurez" ideológica, los hay unos más enajenados que otros y hay los imbécilmente "Chuchos".
Pero la impunidad corrupta que caracteriza al México de la usurpación es la consecuencia de la pasividad de una buena parte de la sociedad, que como afirma Nietzsche: "Muchas veces es más fácil estar conformes que comprender" o, peor aún, muchas veces es más fácil conformarnos que cambiar la realidad, o cuando menos intentar cambiarla, una vez que comprendemos las razones o los motivos concretos que estructuran esa realidad que se tendría que cambiar. Es verdad que cada uno elige el rumbo y quien se corrompe, se corrompe fundamentalmente porque su mediocridad no le permite imaginar más allá de lo que puede o quiere comprender, la corrupción es resultado, pues, de la falta de identidad, relacionada también con la desideologización del ser y la carencia de ética, lo que las oligarquías, o su escasa inteligencia, ha comprendido y de ahí que todo en nuestro sistema esté hecho para que perdamos la identidad, para que rápidamente nos corrompamos de alguna forma, mientras se abusa de nosotros.
¿Pero qué pasa con los que no caen en el juego? ¿Con los que actúan conforme a lo que piensan? Ahí es donde la corrupción y la impunidad pierden piso y donde la violencia del Estado entra con toda su furia, pues la experiencia nos dice que un solo Espartaco puede devolverle la identidad a millones, un sólo Gandhi puede impulsar la independencia de un pueblo, un Che abrir el camino de esperanza para millones… Es ahí donde está la guerra de Fecal y sus usureros usurpadores, en militarizar el país, con su corrupta policía federal, no para combatir al "crimen organizado", sino para acallar al movimiento de resistencia civil que ha logrado el Despertar Ciudadano de cientos de miles de personas que han empezado, imparablemente, a construir ese Otro México Posible, que destierre la impunidad y la corrupción de sus formas, un México donde las inconsistencias (fraude en castellano) electorales sean inconcebibles para la convivencia pacífica, un México donde la industria chatarra no tenga la más mínima capacidad de decidir la imposición de nadie, donde los concesionario de radio y televisión no puedan ni por error plantarse una programación basura y mucho menos convertirse en poder de facto… donde cualquiera que se suponga gobernante sea obligado, por su vergüenza, a renunciar si en un día ese supuesto crimen organizado ejecuta a 30 personas frente a la incapacidad de las policías y las fuerzas armadas.
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