Julio Hernández López
Nuevas formas de dominación
Reprimir, en lugar de solucionar
Ningún proyecto de mejoría educativa puede ser considerado auténtico si es propuesto o sostenido por el mismo grupo caciquil que durante décadas ha sido culpable y beneficiario del decaimiento grave de la actividad docente nacional. Sin embargo, se ha pretendido instaurar la especie de que la llamada Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) es un patriótico intento de restauración del sistema de enseñanza, que sin doble intención ni intereses perversos han planteado dos personajes políticamente asépticos y genuinamente preocupados por impulsar “cambios”: la jefa del sindicato magisterial, cuya influencia corporativa pasa por el control de un partido bisagra y el alquiler de brigadas de defraudación electoral, y el ocupante actual de Los Pinos, que entre otras deudas con la jefa Gordillo tiene la correspondiente a los comicios de 2006.
La Alianza Calderón Elba (la auténtica ACE) es un proyecto de “modernización” que, bajo el control estricto de la cacique sindical, pretende remover cuanto le sea posible para establecer nuevas formas de dominación laboral y, siempre bajo la supervisión redituable del aparato sindical gordillista, abrir puertas a privatizaciones del rubro educativo que coloquen el trabajo de aulas al servicio de las necesidades empresariales. La patrona Elba Esther es punta de lanza de las añejas pretensiones derechistas de aminorar y desplazar el auténtico sentido de la educación pública, cerrando escuelas normales, adecuando los planes de estudios a las necesidades del mercado y el sentido de “competencia” y convirtiendo a los profesores en meros empleados desechables, más preocupados por conservar su chamba que por mantener vigentes en los educandos algunas chácharas del pasado, como la historia patria, la soberanía nacional, el poder popular, la auténtica solidaridad social, los derechos constitucionales y demás bisutería que debe ceder paso a las específicas capacidades técnicas que deben alcanzar quienes servirán como mano de obra calificada, sin mayor esperanza de capilaridad social.
El voraz proyecto elbista, al que el débil e indolente aliado y deudor Calderón ha dado luz verde, ha generado de inmediato oposición hasta ahora focalizada en el estado de Morelos. Contra ese movimiento social organizado, que ha ido más allá de los intereses laborales específicos de los profesores, y que ha logrado la adhesión de poblaciones campesinas y de padres de familia ajenos a los membretes derechistas mediatizados, se ha levantado una muralla sorda y ciega que en la entidad tiene como representante al confesional gobernador Marco Antonio Adame, miembro de la agrupación secreta El Yunque y conocido organizador de peregrinaciones y actos públicos de extrema fe católica, y en el plano nacional al atribulado Felipe Calderón, que a la crisis financiera global y el reto desbordado del narcotráfico suma ahora el nacimiento y desarrollo de un movimiento magisterial que pone en peligro su relación de dependencia agradecida con la jefa Gordillo y le coloca en la disyuntiva, acotada por sí mismo, de repetir acciones represivas como las que a cargo de Vicente Fox se realizaron en Atenco y Oaxaca, o permitir que el ejemplo de la irrupción morelense pueda prender en la pradera aún más seca que a fines del sexenio anterior.
Hasta ahora, la apuesta de la Alianza Calderón Elba ha sido por la desatención y la represión. Nadie ha hecho verdadero caso de lo que a lo largo de meses han venido planteando y demandando los profesores morelenses. La nulidad apellidada Vázquez Mota y el huidizo gobernador Adame sólo han hecho declaraciones burocráticas, mientras la manipulación mediática facturada ha pretendido centrar el incendio social en una simplona defensa de plazas que los profesores en lucha estarían haciendo para poder heredarlas a sus hijos, como si todo lo que hoy se está viviendo en aquella entidad fuera un fenómeno de hipnosis colectiva que llevara a tanta gente, en situaciones tan difíciles, a enfrentar al poder sólo por conservar legados personales a unos cuantos “manipuladores”.
La fuerza y el crecimiento del movimiento magisterial morelense han producido ya enfrentamientos en los que soldados y policía militarizada (la PFP) han arremetido contra profesores y ciudadanos en protesta (lo sucedido en Xoxocotla muestra el tamaño de la desesperación oficial). Lo sucedido en estos días, sobre todo en este poblado, muestra que la franja de ejercicio sobrio y sano del poder se ha reducido aceleradamente en ese equipo pinolero, frívolo, insensible y dado más bien a los negocios, al que las circunstancias cada vez más adversas van dejando atrapado, resentido, golpeador. Morelos y el país, sin embargo, están en condiciones distintas a las que en Oaxaca permitieron a Ulises Ruiz sostenerse en el poder y sortear el jaque de la APPO. Hoy, la desesperación social y el enojo por las diarias torpezas gobernantes en todos los niveles han creado condiciones que no permitirán asfixiar el movimiento morelense en sus límites geográficos ni observar en silencio la represión militarizada. Calderón quiere sostener sus alianzas de deudor con Elba Esther, pero su fuerza apenas le es suficiente para tratar de equilibrarse y reforzarse a sí mismo. Elba Esther, enredada entre tantos hilos de poder manejados con autoritarismo enfermizo, tiene enfrente el riesgo de un levantamiento nacional que la envíe al mismo cesto donde quedó la figura de su mentor, Carlos Jonguitud Barrios.
Y, mientras F.C. enviaba un mensaje por televisión que ya no pudo ser abordado aquí, por razones de tiempo, y su secretario de Agricultura, el Caballo Negro Cárdenas, echaba rollos desastrosos de demagogia frente a diputados, y el procurador chilango Mancera se echaba porras ante asamblea legislativa amable, aunque siempre con el fantasma del caso Martí “resuelto” con maquinaciones insostenibles, ¡feliz fin de semana, con el avance a marchas forzadas de la maquinaria legislativa de aprobación ¿negociada? de la reforma petrolera descafeinada!
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