Carlos Fernández-Vega
Ni a cinturón llegamos
Ya se escuchan las fanfarrias de los jilgueros oficiales y oficiosos por el “plan anticrisis” que el inquilino de Los Pinos hizo público el pasado miércoles por la tarde, pero muchos de los que lanzan loas y claveles ni siquiera se han enterado que, de ser aprobado por la Cámara de Diputados, tal programa entraría en vigor en 2009, de tal suerte que a este desequilibrado 2008 aún le restan tres meses de pronóstico reservado, porque a todas luces el zarandeo no ha concluido.
Por ello, hay que actuar con cautela y caminar con pies de plomo, porque el llamado programa para impulsar el crecimiento y el empleo (llamémoslo PICE) si bien puede paliar los efectos de la bola de nieve que se nos deja caer desde el norte, no es la panacea. Probablemente ayudará, pero difícilmente como por arte de magia borrará del escenario el triste panorama que se vislumbra para 2009, un año extremadamente difícil.
La primera muestra de que ni él mismo entendió de qué se trata la aportó el inquilino de Los Pinos en su triunfalista viaje a Nuevo León. Dijo el susodicho: “la primera medida es que en lugar de achicar el gasto del gobierno, en lugar de pedirle a los mexicanos otro sacrificio y otro, apriétese el cinturón, lo que vamos a hacer es invertir más. Si el mundo está achicando su gasto y su crédito, nosotros vamos a contrarrestar, con lo que se llaman políticas contracíclicas, esos efectos para que no afecten tanto a México”.
Se trata, en efecto, de invertir más recursos públicos, no gastar más, y en este sentido una de las notorias ausencias en el PICE es el recorte al gasto corriente del gobierno federal, que se come alrededor de 80 por ciento del presupuesto anual de egresos. Entonces, la fórmula es gastar mucho menos e invertir mucho más; lo primero se va al cesto de la basura; lo segundo genera empleo, crecimiento económico y bienestar. Y como muestra fehaciente del gravísimo error, allí están los históricos ingresos petroleros captados durante el gobierno del “cambio”, que Vicente Fox se afanó en tirarlos al bote de la basura, con las obvias consecuencias. En síntesis, menos discursos, más hechos.
Calderón debe estar tranquilo, porque más allá de su frase propagandística y por mucho que quisiera que se lo se amarren, la mayoría de los mexicanos hace mucho que perdió el cinturón, de tal suerte nada tienen que sujetarse, pero quien sí debe hacerlo, rápido y hasta el último hoyo –no es albur– es el gobierno en sus tres eficientes presentaciones: federal, estatal y municipal pues, como mencionamos, 80 centavos de cada peso presupuestal se va al bote del gasto corriente. Si los funcionarios quieren cambiar de vehículo y comprarse un modelo 2009, que lo hagan, pero con su dinero; si comen en los restaurantes de moda, que se harten, pero no con recursos de la nación; si les alimenta el ego tener un ejército de serviles, que lo paguen de su bolsillo, y así por el estilo en la inagotable relación de gastos que reportan, obvio que a costillas del erario.
El inquilino de Los Pinos sale muy mal parado de la “gripa”, pero quien sin duda se lleva la palma es el secretario de Hacienda, el doctor “catarrito” Agustín Carstens. La bola se venía venir desde hace meses, por mucho que los jilgueros oficiales y oficiosos ahora insistan en que “no había elementos” para diagnosticar una enfermedad más complicada. Los 3 mil 300 millones de dólares que en reservas internacionales para sólo los primeros tres días, han puesto a disposición del mercado el Banco de México y el gobierno federal en su intento por detener el embate contra el peso, es un costo demasiado elevado para contener un simple “catarrito” o una “gripa” de pequeño alcance, según receta del consultorio Calderón-Carstens y asociados. Así, el “peligro para México” siempre estuvo en otra parte.
Ahora que si se considera uno de los anuncios más destacados en el marco del PICE, entonces quien debe preparar maletas es la señora Georgina Kessel, secretaría de Energía, quien se pasó prácticamente todo el año asegurando que “no hay dinero” para construir una refinería. A tirios y troyanos les dijo, una y otra vez, que amén de ser “inútil”, porque tardaría muchos años en entrar en operación, que no había con qué construir una refinería. Resulta que sí había con qué y que, ahora, urge contar con una central de esta naturaleza, porque en Los Pinos ya se dieron cuenta que en 30 años no se destinó un solo centavos para tal fin, de tal suerte que ¡sorpresa!, tenemos que importar gasolinas y otros petrolíferos.
Y junto ella debería irse a la playa Luis Téllez, el administrador del negocio privado de las comunicaciones y el transporte en el país, quien a unas cuantas horas antes del PICE propuso la posposición de las licitaciones en dicho renglón “debido a la crisis financiera mundial y dada la situación de los mercados internacionales… la SCT decidió posponer la inscripción de interesados en ciertos proyectos: el tren suburbano se pospuso dos semanas para la formación de un segundo consorcio; Punta Colonet hasta finales de enero; al igual que el aeropuerto de la Riviera Maya se detuvo… dada la situación financiera actual” (El Universal).
Paralelo al PICE, el inquilino de Los Pinos tendría que remover piezas inservibles en su gabinetazo, aunque corre el riesgo de que no quede nadie para cerrar la puerta por afuera.
En vía de mientras, la Cámara de Diputados debe aprobar no sólo el PICE, sino las “reconsideraciones” que para el paquete económico 2009 el gobierno de la “continuidad” le envió, en el que sobresale la reducción del precio de la mezcla mexicana de exportación (75 dólares por barril, que resulta por demás elevada frente a la expectativa del mercado), la proyección de “crecimiento” (1.8 por ciento) del producto interno bruto y el tipo de cambio (11.20, demasiado bajo).
En manos de los legisladores, pues, está la ampliación del PICE, porque sin duda pueden ser mayores los recursos públicos a invertir en infraestructura, generar empleo, promover el crecimiento económico y paliar la crisis, mientras el doctor “catarrito” se pone el traje de baño y averigua de qué se trata: “estamos en un bache que tiene agua” (Carstens dixit).
Las rebanadas del pastel
Ahora que piden “confianza”, “calma” y “prudencia”, un lector nos informa que escuchó una frase atribuida a Woody Allen: “la confianza es como la pasta de dientes; una vez que sale del tubo es muy difícil meterla de nuevo”… Hoy a las 18 horas, en el Club de Periodistas de México, el 25 Foro Chiapas: la herida abierta, con la participación de Blanca Isabel Martínez Bustos, Diego Cadenas Gordillo y Manuel Valdivia, con comentarios de José Manuel Orozco Garibay. Celeste Sáenz de Miera modera el encuentro. La cita, en Filomeno Mata número 8, Centro Histórico. Se va a poner bueno.
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