domingo, diciembre 28, 2008

Calderón: el enemigo del PAN

EL FECAL

La intromisión del presidente Felipe Calderón en la designación de los candidatos del PAN puede ser el factor determinante para que su partido pierda las elecciones de gobernador en Campeche, Colima, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora el 5 de julio de 2009, comicios concurrentes con la intermedia federal donde la disputa será sobre todo con el PRI, pues el PRD tiene una presencia menor e incluso marginal en tres de esas entidades.

De acuerdo con lo sucedido en las últimas cuatro elecciones de nivel estatal y las encuestas de preferencia electoral, es muy probable que el Partido Revolucionario Institucional conserve sin mayores problemas la gubernatura de Campeche y que el Partido Acción Nacional haga lo mismo en Querétaro y San Luis Potosí. Por lo mismo, las elecciones realmente competidas y disputadas serán las de Colima, Nuevo León y Sonora, todas actualmente en poder del PRI.Lo anterior, desde luego, sin considerar el factor Calderón, que ya tuvo una influencia importante en dos procesos estatales anteriores, una a favor y otra en contra:
En Yucatán, el PRI recuperó el Ejecutivo estatal el 20 de mayo de 2007, en gran parte gracias a la división que provocó entre los panistas la intervención de Los Pinos en la selección interna de candidato. Y en Michoacán, el 11 de noviembre del mismo año, la alianza PAN-Panal consiguió por primera vez posicionarse como la segunda fuerza electoral en la entidad: perdió por menos de 72 mil votos, equivalentes a 5% de los sufragios emitidos. Por ser la entidad de nacimiento del presidente de la República, ahí la influencia de éste fue positiva.Pero 2009 luce más complicado. A juzgar por la información sobre las contiendas internas del PAN, la intromisión de Calderón -a través de su operador político y dirigente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PAN, Germán Martínez- contribuiría a generar o agrandar las divisiones internas en al menos cuatro de estas entidades. En Campeche y Querétaro ya se aprecia también su influencia, pero sus consecuencias pueden ser menores, tanto por su impacto en las elecciones como por el tamaño de las entidades.La referencia clara es Yucatán, donde el PAN celebró su contienda interna el 17 de diciembre de 2006, cuando Calderón acababa de tomar posesión de su cargo. El presidente, a través del gobernador Patricio Patrón Laviada y del entonces jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, intervino claramente para favorecer la postulación de Xavier Antonio Sierra Abreu sobre Luis Correa Mena y Ana Rosa Payán, quien finalmente fue postulada por la coalición del Partido del Trabajo y Convergencia. La derrota ante el PRI en la elección constitucional provocó la ira del entonces presidente del CEN del PAN, Manuel Espino, quien denunció públicamente la injerencia de Mouriño y le pidió que respetara al partido. El conflicto entre Espino y Los Pinos concluyó con el cambio de la dirigencia nacional panista; el exgobernador Patrón Laviada fue recompensado con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y al excandidato Sierra Abreu con la titularidad de la Coordinación y Enlace de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, que encabeza Luis H. Álvarez.Tras la pérdida de la gubernatura, los opositores al presidente dejaron sus puestos directivos (Espino) o de plano el partido (Payán), y los cercanos a Calderón -al margen de sus malos resultados- fueron recompensados (Patrón y Sierra).Hoy todo indica que el conflicto se repetirá en varias entidades, pues los candidatos de Calderón ya se sienten amarrados. Las primeras evidencias se encuentran en San Luis Potosí, donde el PAN ya designó oficialmente como su candidato al senador con licencia Alejandro Zapata Perogordo, tras vencer en una votación entre miembros activos y adherentes a otro senador con licencia, Eugenio Govea Arcos. Éste ya denunció que hubo fraude en la elección interna celebrada el pasado domingo 7 y acusó del cochinero a Germán Martínez y al presidente de la Comisión Nacional de Elecciones, José Espina.Govea declaró que no impugnará los resultados, porque la instancia interna encargada de resolver es precisamente la autora del fraude -sería como "pedirle justicia al asaltante"-, y que no renunciará al partido, pero también anticipó que los denunciará ante el Consejo Nacional y que no reconocerá a Zapata Perogordo, porque lo considera un candidato espurio. Se queja de la afiliación irregular y extemporánea de 7 mil militantes, la intervención de alcaldes panistas para movilizar votantes, el rasuramiento del padrón y el reparto de despensas y dinero a cambio de votos.En condiciones normales, el PAN no debería tener problemas para retener la gubernatura potosina, pues la ganó en julio de 2003 con una ventaja superior a 8%, es decir, casi 54 mil votos de diferencia que se triplicaron para la integración del Congreso en 2006 por el efecto cascada de la elección presidencial. Sin embargo, la división panista puede complicar una elección que, de acuerdo con la historia de las últimas dos elecciones, debería estar casi resuelta.Sin embargo, el mayor problema para los panistas parece vislumbrarse en tres entidades en manos de gobernadores priistas: Colima, Nuevo León y Sonora, donde ya se manifiestan las reacciones internas ante las imposiciones presidenciales. Los tres precandidatos impulsados desde Los Pinos ya solicitaron licencia a sus respectivos cargos y están en la posición de salida: Antonio Morales de la Peña, hasta hace unos días Procurador Federal del Consumidor, para Colima; Fernando Margáin Berlanga, quien ya dejó la alcaldía de San Pedro Garza García, en Nuevo León; y María Dolores del Río Sánchez, exdirectora del Instituto Nacional de Educación para Adultos, en el caso de Sonora.En Colima, que ha tenido tres elecciones de gobernador en los últimos seis años, se espera una contienda cerrada. El PRI ganó la gubernatura en 2005 por poco más de 8 mil votos, pero en la elección de Congreso en 2006 la diferencia se redujo a menos de 3 mil.Morales de la Peña deberá enfrentar las aspiraciones de la exalcaldesa de Manzanillo y actual senadora, Martha Sosa Govea, quien de acuerdo con algunas versiones periodísticas cuenta con el apoyo de la primera dama Margarita Zavala, particularmente por su compromiso de darle más espacio a las mujeres; en su contra pesa que en 2005 apoyó a Santiago Creel y no a Felipe Calderón. A estos dos aspirantes se les suman, sin apoyos ni oposiciones nacionales, el diputado local Pedro Peralta Ceballos; el actual alcalde de Manzanillo, Virgilio Mendoza, el exalcalde del mismo municipio, Nabor Ochoa López.Precisamente porque son muchos los precandidatos y varios de ellos ya se han quedado en la orilla en pasadas contiendas, el PAN y, particularmente, Calderón deben tener mucho cuidado para no provocar otro cisma interno en Colima, como ya ocurre en San Luis Potosí.En Nuevo León también hay cuatro precandidatos panistas: el actual alcalde regiomontano, Adalberto Madero, quien ya parece haber renunciado a dicha aspiración aunque oficialmente todavía no se descarta; el senador con licencia Fernando Elizondo, quien ya fue gobernador durante casi 10 meses para concluir el gobierno de Fernando Canales en 2003; el exalcalde de San Nicolás y exdiputado local, Fernando Larrazábal, y el citado Fernando Margáin Berlanga. Aunque hasta el momento todos los contendientes se han manifestado muy cordiales, Elizondo y Madero se unieron el pasado sábado 13 para solicitar públicamente a la dirigencia nacional que se hagan consultas ciudadanas abiertas para definir al candidato, además del proceso normal de elección en el que participan únicamente los miembros activos y adherentes. Elizondo y Madero aparecen a la cabeza de los aspirantes panistas en las encuestas de preferencia electoral, pero el primero cuenta además con el apoyo de las tradicionales cúpulas panistas locales, si bien no goza del favor de Calderón. En cambio, Larrazábal se ha dedicado a construir una sólida estructura interna y Margáin confía en que el apoyo presidencial y del CEN equilibre la balanza a su favor. Aquí, el dedazo presidencial puede hacer la diferencia no únicamente al interior del PAN, sino también en la contienda constitucional si trascienden los conflictos.Mientras tanto, en Sonora, el senador Guillermo Padrés cuenta con las mayores preferencias electorales, pero el apoyo presidencial es para María Dolores del Río. Un tercer contendiente es el diputado local Florencio Díaz Armenta, y el cuarto aspirante, David Figueroa, se retiró de la contienda al ser nombrado cónsul de México en San José, California.Aquí también las diferencias ya se hicieron públicas. El pasado jueves 11, Padrés reunió a 31 de los 35 alcaldes panistas de la entidad para rebelarse en contra del dedazo y exigir un proceso interno transparente y democrático. Antes, Padrés había logrado el apoyo de los delegados federales, pero de inmediato éstos fueron llamados al orden y la mayoría removidos de sus cargos.Del Río Sánchez también armó un bloque con exalcaldes de Hermosillo, diputados federales y locales y el alcalde de Nogales. La batalla por sumar apoyos es tan abierta que los tres precandidatos ya han sido sancionados por el órgano electoral por realizar actos de proselitismo adelantado.Así, en las tres entidades donde el panismo podría arrebatarle la gubernatura al PRI flota el fantasma de la división interna, en gran parte alentado por la intervención presidencial que revive las viejas épocas priistas, cuando el inquilino de Los Pinos designaba a los gobernadores. Esta intervención también puede hacer perder al PAN las gubernaturas que hoy lucen seguras.

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