lunes, enero 26, 2009

La izquierda en el campo de lo político

Por Erandi Villavicencio*.

La política es algo que nace cuando nos relacionamos con los otros hombres, mismos que tienen la potencialidad del razonamiento, pero también poseen la capacidad de asesinar, de robar y de inculpar al otro para apropiarse de sus bienes.

La política va más allá de buscar los medios para conseguir los fines, tampoco es sólo dominación del hombre por el hombre. La política es la relación que se genera entre todos aquellos interesados en transformar su medio social.

Haciendo una revisión histórica de la experiencia humana podemos concluir al menos dos cosas: una es que la política es aquello que consiste en tomar las decisiones que implican mover voluntades sobre todos los que habitan en un territorio determinado y la segunda que ésta puede ser colectiva, ya que los pocos que dominan se coaligan para defender el aparato de poder que les permite mantener sus privilegios.

En el siglo XIX las grandes ciudades implicaron un problema aún mayor por resolver para los intelectuales al servicio del estado: las grandes concentraciones de personas que las fábricas habían requerido, comenzaban a pugnar por derechos que antes no se habían diseñado en el derecho. Los movimientos sociales comenzaron a tener triunfos socialistas, ello implicó precisamente que el intelectual se cuestionara el poder y la violencia que radica en esos aparatos anticuados y al sistema explotador que defendía. Nadie tenía porque respetarlos si estos mismos sistemas eran los generadores de la explotación y la ignominia de los pueblos, así que se dio un nombre a toda una clase de hombres que recorrían a todo el planeta, para que tuvieran un rostro político, dotados de poder por la fuerza de la unión, este sujeto político se llamó: los proletarios.

Este nuevo sujeto colectivo llamaba a todos los proletarios a mirar a sus compañeros de clase como eso, como fraternos compañeros en contra del opresor. El marxismo interpelo a los hombres que no se decidían a hacer uso de la política. De ahí hasta nuestros días las largas y cruentas luchas se enarbolaron por los movimientos sociales que enfrentaron al estado y a los explotadores para fundar con autoridad el nuevo derecho de la soberanía popular, el poder del pueblo.

La autoridad que siempre se ha fundado en la violencia del estado en contra de todos sus súbditos ahora debía tenerla el pueblo y no una élite. Fue así que se "universalizó" el voto y los derechos sociales conquistados se declararon en actas mundiales de papel. Pero, ¿se ha acabado la explotación en el mundo? Basta con mirar cada país pobre del mundo, cada barrio proletario y pueblo marginado para mirar la desigualdad. Los derechos sociales siguen siendo de papel cuando los pueblos marginados no fundan su poder en firmes propuestas de hacer política.

Así pues, debemos comprender que la política sólo se convierte en poder, en hecho, en obligación, en autoridad, cuando ha logrado aglomerar grandes cantidades de fuerza, de voluntades, de militantes y trabajadores de la comunidad política a la que se pertenece. No basta con ser una fuerza social si no sabe colocar sus intereses en el campo de lo político para luego desarmarlo.

¿Qué implica pertenecer al campo de lo político en la actualidad?

Queremos referirnos a la idea de "campo de lo político" para decir que la política no sólo es el Estado (como gobierno) sino que el aparato político requiere de muchas otras fuerzas para subsistir, por ejemplo, una cuadrilla de periodistas y medios masivos de comunicación, instituciones escolares y universitarias que alimenten la ideología dominante, así como líderes de sindicatos y comunidades que manipulen la cultura, la educación, la organización social de acuerdo a los intereses del campo político, que son en primera instancia mantener el poder.

Por tanto para entrar en este campo primero hay que tener las condiciones sociales que se requieren para incorporarse a él y obedecer las reglas del juego de dicho campo político. Los políticos "profesionales" luchan contra sus adversarios por el monopolio de la manipulación legítima del poder sobre el Estado. Pero en su lucha requieren de una complicidad entre poderes políticos, mediáticos, encuestadores de opinión, la academia internacionalizada y los capitales del mercado, ajustando valores morales a una visión que genere una ideología, una creencia, (lo que ahora llamamos la cultura neoliberal) para mantener dicho poder. Por ejemplo, las mutaciones del derecho de rebelión donde primero se reconoce a los revolucionarios como héroes de la patria, pero cuando los agentes usurpadores del poder requieren de "orden" se les define ya no como rebeldes sino como delincuentes. Todos hemos visto como en la actualidad los revolucionarios pasaron a ser narco-guerrilleros y las comunidades organizadas son llamadas células terroristas, por una ideología avalada por todo el campo político mundial controlado por el imperio Yankee.

¿Pero es posible que los líderes de la "izquierda" participen en este campo? ¿o que la izquierda en general deba aparecer en este campo de lo político?

Cuando las condiciones sociales que otorgan el acceso a la política, se reducen al dinero, la educación y el sexo (por ser varones), la política deja afuera a las personas poco instruidas, a la gente pobre y a las mujeres que quedan en la posición más débil para defenderse en este campo de lucha. Para paliar esta contradicción se han generado otras condiciones donde la primera acumulación de capital político y el excedente económico puede ser obtenido mientras por una clase privilegiada que se da el lujo de distraerse de las actividades productivas. Por ejemplo, en las organizaciones sindicales debe dotarse al representante de un excedente económico para que éste pueda deslindarse de ciertas actividades y dedicarse a hacer política, pero debe ganar beneficios para todo el sindicato y demostrar que es capaz de retribuir con fuerza política y mediática. Todos los que son representados en un grupo de acción política delegan su autoridad (su capacidad violenta de hacer efectivos sus derechos), a un representante que sabrá moverse en el campo político de su institución o empresa y en el campo social. Sin embargo, cuando el campo de lo político lo absorbe este debe saber jugar el juego de la corrupción o perderá el reconocimiento de los políticos "profesionales" que avalan su prestigio. Otra forma de relaciones de fuerza es el Partido que requiere de una burocracia que trabaje para dar "legitimidad" a sus dirigentes, y la fuerza de un dirigente depende de la fuerza del partido en general.

Así pues desde estas condiciones para entrar en el campo de lo político y acumular capital político debe uno comenzar utilizando el lenguaje, los trucos, las relaciones de fuerza, aprender a tratar a los adversarios, toda un cultura que si no se domina no se juega. No se trata de hablar o decir la verdad, de socializar productos académicos, sino de saber-hacer fuerza dentro del campo.

Es por todo esto que un movimiento revolucionario o transformador debe cuestionar las fronteras, cambiar la cultura y las leyes del campo, pero sobre todo cambiar a los que detentan la ley del campo. Debe convencer, con la acción política y cultural, que la pobreza es en sí un fenómeno político, no natural ni resultado de la escasez sino de la violencia y de la usurpación. Debe cambiar los principios de pertenencia, a las personas, para rehacer una estructura de principios colectivos, socializarlo todo, legitimarlo con la fuerza del pueblo. Y es que un grupo de acción política revolucionaria es una "voz racional propia siempre colectiva" y sobrevive siempre fuera de las instituciones políticas. Sin embargo la pregunta que siempre llega es el ¿Cómo? ¿acaso, arrebatando los símbolos de legitimidad?

No podemos olvidar que el Estado trata de reproducir las formas en las que se expresa "la unidad" aunque no sea más que la unidad del pillaje a través de los símbolos "patrios": los presidentes, sus elegantes vestidos, la escenografía, los escudos y las banderas que los revisten de "poder". Su lenguaje, tonos y acentos, todo ello se afirma como práctica del saber profesional. Al pueblo se le da como limosna, el símbolo de poder en las elecciones.

Pero el sistema electoral no es una forma de acción política, sino que tiende a ser desmovilizador. Sirve para analizar tendencias pero no para transformar una situación nacional. Es por esto que las relaciones de diálogo y las acciones políticas deben ser superiores a la mediación del voto para contrarrestar procesos de decadencia social y política.

Así pues, para enfrentar esta complejidad social y cultural entramada en el campo político, un grupo de acción revolucionario debería por lo menos: a) Generar opinión colectiva y que esta sea el ámbito central de decisión; b) Rotar la autoridad; c) Mantener vivos los instrumentos de estrategia colectiva y de acción concertada; e) Mantener condiciones de responsabilidad compartida a través de estructuras condensadas y no filtros manipulables para ingresar o expulsar militantes y d) Rotar la administración de sus medios de comunicación, ya que la libre prensa adquiere también un capital político, por ello toda organización debería manifestarse en uno o varios periódicos.

De los caudillos y líderes revolucionarios

El representante que ha logrado autoridad, suele serlo porque tiene mucha capacidad de movilizar. Sin embargo, un representante es imposible que tenga la suficiencia de organizar si la organización entera a la que representa no tiene la aptitud de proponer mecanismos para la acción concertada. Aunque el representante, o movilizador manejen contenidos comunicativos esto no significa que las personas se comuniquen desde un grupo de acción política, mucho menos si no opinan diferente y lo plantean en los espacios de discusión. El trabajo colectivo, es un paso más importante que la búsqueda de nuevos lideres, ya que consiste en la búsqueda de la opinión común, donde el voto es superado por el intercambio de discusión y crítica. ¿Quién tiene la palabra más legítima, el que habla desde lo que nos incumbe a todos ó el que crea condiciones para que todos nos involucremos en la palabra?

Mientras se mantenga la lucha ideológica entre dirigentes solo podrá observarse en el campo de la "izquierda" una lucha de simbolismos que no tienen fuerza porque no hay estructura que haga florecer las ideas de verdad y justicia con fuerza política.

De los militantes

Como todo grupo de acción política revolucionaria que nace desde la exclusión del sistema, siempre debemos mantenernos en esa exterioridad que nos funda como pueblo, y ante la ideología de individualización (que sólo nos colectiviza a través del fútbol, los centros comerciales y los espectáculos), debemos ejercer el estudio y la praxis comunitaria como fundamentos de la comunidad política.

Hasta aquí algunas ideas relativas al olvidado y esquivado campo de lo político, esperando que generen nuevas respuestas y discusiones.


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