La que fuera sede de los Juegos Olímpicos de 1996 es hoy el mayor asentamiento de narcotraficantes mexicanos en Estados Unidos, donde son responsables de la distribución y venta de 90% de la cocaína, 80% de las metanfetaminas y 50% de la mariguana que se consumen en ese país. La DEA, el FBI y el Departamento de Justicia identifican a esa pujante ciudad como un punto estratégico para las operaciones de los cárteles del Golfo y de Sinaloa, y como una de las mayores amenazas a la seguridad nacional, según el senador Richard Durban.
WASHINGTON.- Las células de distribución y los grupos de sicarios que tienen los cárteles mexicanos del narcotráfico en Estados Unidos, y específicamente su base de operación en la ciudad de Atlanta, son la peor y más inmediata amenaza que haya enfrentado la sociedad estadunidense en los últimos cinco años, de acuerdo con un reporte de la DEA.Dentro del estado de Georgia, el epicentro del narcotráfico mexicano se encuentra en su capital, Atlanta, y sus alrededores. En este punto “están asentados criminales que operan las redes de distribución de drogas, de lavado de dinero y de eliminación de enemigos (en territorio estadunidense), pertenecientes o ligadas a los cárteles del Golfo y de Sinaloa”, afirma el reporte de 22 páginas elaborado por Rodney G. Benson, jefe de la oficina regional de la Administración Federal Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés) en Atlanta.El informe, que la DEA entregó recientemente al Congreso estadunidense, sostiene que los operadores de esas organizaciones delictivas se encargan de distribuir drogas desde Atlanta a más de una docena de estados en cantidades alarmantes.Estos narcos mexicanos “proveen alrededor de 90% de la cocaína, 80% de las metanfetaminas y 50% de la mariguana que se consume en Estados Unidos”, destaca el reporte elaborado por el agente Benson, cuya copia tiene Proceso. “Una gran proporción del dinero procedente de la venta de esos narcóticos (en Estados Unidos), que tiene como últimos destinos México o Sudamérica, fluye por las carreteras estatales e interestatales que cruzan y rodean a la ciudad de Atlanta”, anota el reporte.Sede de los Juegos Olímpicos de 1996, Atlanta es una metrópolis moderna y reconocida a nivel mundial por su pujante industria aeroportuaria y de telecomunicaciones, así como por la presencia de grandes consorcios trasnacionales.El poder económico de Atlanta, aun en plena recesión económica, la convirtió un imán para la inmigración indocumentada, especialmente la proveniente de México, que encontró empleo en la construcción, los servicios y los campos agrícolas del estado.“La presencia de los representantes de los cárteles de México en la ciudad de Atlanta es consecuencia, en parte, de la transformación y modernización de su infraestructura, que la convirtieron en uno de los centros de desarrollo más importantes del país”, indica el reporte de la DEA elaborado por Benson, y agrega: “Lamentablemente, su ubicación geográfica y su infraestructura de comunicaciones tecnológicas y del transporte aéreo y terrestre fue aprovechada por los cárteles de México, que ahora la utilizan como su satélite más importante para la distribución de droga en Estados Unidos”.De acuerdo con los registros de más de una veintena de investigaciones llevadas a cabo por agencias federales, estatales y por policías locales que fueron consultadas por Proceso, los operadores y sicarios de los cárteles del Golfo y de Sinaloa se hallan establecidos principalmente en los condados de Gwinnett y North Fulton, a tan sólo 32 kilómetros de Atlanta.En Gwinnett, por ejemplo, la población hispana en 1990 era de 8 mil 470 habitantes; pero en 2000 aumentó a 63 mil 727, de acuerdo con los registros más recientes del Buró Nacional de la Oficina del Censo.“Para 2010 se espera que la población hispana en el condado de Gwinnett sea de unas 700 mil personas”, prevé ese organismo, el cual estima que entre 70 y 85% de estas personas serán nacidas en México o de origen mexicano. Algunos de ellas, según la DEA, terminarán trabajando para organizaciones criminales mexicanas.“Los cárteles del narcotráfico de México son una amenaza directa a la seguridad nacional de Estados Unidos y estamos obligados a hacer algo lo antes posible para contener su presencia y la expansión de sus redes de operación en nuestro país”, comenta a Proceso vía correo electrónico el senador por el estado de Illinois, Richard Durbin, quien es el legislador demócrata de más alto rango en la Cámara Alta, después de Harry Reid, líder de la mayoría.“No hay duda de que Atlanta es en este momento un punto clave para las operaciones de los narcotraficantes mexicanos; por eso estamos apoyando con todo lo necesario a las agencias federales y a las autoridades locales para que desmantelen las redes de esos criminales”, asegura Durbin.
“Mina de oro”
La presencia de los principales cárteles mexicanos de la droga en más de 230 ciudades de Estados Unidos está documentada por el Departamento de Justicia (Proceso 1649). En consecuencia, el Congreso estadunidense solicitó a agencias federales, como la DEA y el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), la elaboración de reportes especiales –como el elaborado por Benson– para poder determinar qué tipo de acciones se requieren con el fin de enfrentar esta amenaza criminal.Un expediente en poder del Capitolio –revisado por este semanario– elaborado por Danny Porter, el Fiscal de Distrito del Condado de Gwinnett, sostiene que la zona “es una especie de mina de oro” para los narcotraficantes debido a las facilidades de infraestructura que ofrece para la distribución de drogas a nivel interestatal.Cocaína, mariguana y metanfetaminas llegan a la ciudad de Atlanta en camiones de carga, autobuses de transporte público y automóviles particulares que forman parte de la compleja red de distribución que manejan los cárteles del Golfo y de Sinaloa desde la frontera norte de México, especialmente desde la zona limítrofe de Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, una plaza que hasta hace un par de años estaba bajo el control del cártel de Juárez.“Antes de los Juegos Olímpicos de 1996, la cocaína era la droga de mayor demanda en Estados Unidos y se distribuía desde aquí a otros estados. Llegaba en pequeñas embarcaciones procedentes de las costas del estado de Florida y eran los cubanos quienes estaban a cargo de esas operaciones criminales, en asociación con narcotraficantes colombianos. Actualmente, los cubanos han sido prácticamente eliminados por los representantes de los narcotraficantes mexicanos”, puntualiza el expediente del fiscal Porter.La DEA sostiene que, a diferencia de los grupos cubanos que había en la zona de Atlanta, las redes de distribución de los cárteles mexicanos son más difíciles de infiltrar porque reclutan a jóvenes indocumentados que llegan a Georgia dispuestos a trabajar en lo que sea. Y como tampoco pueden resolver su situación migratoria, estos nuevos narcos son protegidos por los miembros de su comunidad.Varias investigaciones federales, estatales y locales concluyen que otra dificultad es que sus cabecillas utilizan casas de seguridad en zonas urbanas donde la población es mayoritariamente mexicana o hispana.Reportes policiales de los condados de Gwinnett y North Fulton indican que los hombres y mujeres reclutados para el traslado de drogas desde Atlanta hacia otros estados son al mismo tiempo albañiles, pintores, carpinteros, empleadas domesticas y afanadores de oficinas, empresas y hospitales, entre otras actividades. Esos trabajadores indocumentados son los que se encargan de empaquetar las drogas y llevar las cuentas de la venta de los narcóticos; son los choferes de los camiones y automóviles en los que las transportan y los encargados de recolectar dinero en efectivo que, después, envían a la frontera norte de México por vía terrestre.El reporte de la DEA elaborado por Benson asegura que Atlanta es el punto de origen de las drogas que se venden y consumen en los estados de Carolina del Norte, Carolina del Sur, Virginia, Maryland, Washington D.C., Pensilvania, Nueva Jersey, Nueva York, Illinois, Massachussets, Maine, Tennessee, Delaware, Ohio e Indiana.Otro informe, preparado a principios de este año por el agente de la DEA Terry Pelfrey, quien está a cargo de la región norte del estado de Georgia, señala que “la droga llega a Gwinnett y North Fulton en bultos de entre 50 y 100 kilos”. De estos condados, las drogas salen en paquetes de entre 20 y 30 kilos, “porque son más fáciles de esconder en compartimentos especiales de automóviles de carga comercial y privada”. Esta droga termina en manos de traficantes estadunidenses “que luego la distribuyen en cantidades que van de 20 gramos a un kilo, en ciudades como Baltimore, Nueva York, Chicago y Boston”, apunta Pelfrey.
Confiscaciones
En abril pasado, alrededor de 200 agentes federales, estatales y locales, coordinados por el FBI en el condado de Gwinnett, tomaron parte en la Operación Gran Final, con base en la cual desmantelaron 11 casas de seguridad y bases de operación del cártel del Golfo en zonas residenciales.El FBI arrestó a 17 personas y confiscó más de 3.6 millones de dólares en efectivo; 800 kilos de cocaína con un valor en el mercado negro de 20 millones de dólares; varios paquetes de metanfetaminas valuadas en 5 millones de dólares, y más de nueve toneladas de mariguana.“Fue una operación exitosa cuya investigación llevó más de un año”, comentó en un comunicado de prensa el sheriff del condado de Gwinnett, Butch Conway.El sargento David Schiralli, vocero de esa oficina, rechazó en varias ocasiones la solicitud de Proceso para una entrevista con el sheriff Conway sobre la presencia de los operadores de los cárteles del Golfo y de Sinaloa en su jurisdicción. “Los narcotraficantes mexicanos llegan a Gwinnett procedentes de otros estados, pero no se asientan aquí; esta es una zona de paso, no de asentamiento para esos criminales”, afirmó Schiralli en conversación telefónica con el reportero.Las autoridades locales en Gwinnett y North Fulton se niegan a hablar del problema porque, al hacerlo, estarían admitiendo sus limitaciones para contenerlos. Sin embargo, las operaciones antinarcóticos a nivel federal y los reportes e investigaciones llevadas a cabo recientemente en la zona confirman que Atlanta y sus suburbios son un punto clave para los cárteles del Golfo y de Sinaloa.Otros documentos oficiales del Departamento de Justicia, entregados hace unas semanas al Congreso federal, informan que durante el año fiscal de 2008 –que concluyó el 30 de septiembre del año pasado– solamente en la zona de Atlanta se confiscaron alrededor de 70 millones de dólares en efectivo, producto de la venta de drogas. En lo que va del año fiscal de 2009, la cifra asciende a unos 40 millones de dólares. Los montos decomisados en Atlanta “son los más altos que se han incautado en cualquier otra ciudad dentro de Estados Unidos y en toda la historia del país”, señala el documento del Departamento de Justicia.A lo largo del año fiscal en curso, las autoridades federales de Estados Unidos han asegurado 19 millones de dólares en Los Ángeles, California, y 18 millones de dólares en Chicago, Illinois.En contraste, la información sobre violencia asociada a las operaciones de los cárteles del Golfo y de Sinaloa en la ciudad de Atlanta es muy vaga, debido a que forma parte de investigaciones en proceso y en manos de las autoridades locales, como el sheriff Conway, o porque es información confidencial o clasificada que sólo se conoce al término de operativos como el Gran Final.De entre los pocos ejemplos de la narcoviolencia que priva en Atlanta, y a los que este semanario tuvo acceso, destaca el registrado el 16 de septiembre de 2008 ante la Corte Federal de Distrito Norte de Georgia, donde se inició un proceso en contra del joven mexicano Édgar Rodríguez Alejandro –identificado como representante del cártel del Golfo en la zona de Atlanta– bajo los cargos de conspiración para traficar cocaína, mariguana y metanfetaminas en Estados Unidos.Rodríguez Alejandro, de tan sólo 20 años de edad, fue arrestado en mayo de 2008 por la policía de Gwinnett, luego de que sus vecinos denunciaron un posible secuestro.El reporte del fiscal David Nahmias anota que, durante la detención de Rodríguez Alejandro, “la policía de Gwinnett encontró en la residencia del acusado 7 millones 650 mil dólares en efectivo, 12 kilos de cocaína y 20 armas de alto calibre”. Las agencias federales que atrajeron el caso arrestaron posteriormente a otros 15 mexicanos vinculados directamente con Rodríguez Alejandro, quienes dijeron ser albañiles en la región de Atlanta.Entre las pruebas recabadas hay varias listas escritas a mano por el propio Rodríguez Alejandro: eran los nombres de varios integrantes del cártel de Sinaloa “a quienes se debía eliminar por órdenes de los jefes en México”.Otro de los pocos casos de narcoviolencia en Atlanta que involucra a criminales mexicanos es el de Óscar Reinoso, quien fue rescatado por el FBI a finales del año pasado luego de ser secuestrado y torturado durante una semana por sicarios del cártel del Golfo. Reinoso fue confinado en el sótano de una casa en Gwinnett para obligarlo a cubrir una deuda de 300 mil dólares por droga que vendió y no pagó en el plazo convenido con los capos de esa organización. l
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