Alfredo Jalife-Rahme
Bajo la lupa
En el contexto del neo-pinochetismo hipócritamente tolerado por Washington en Honduras, ahora resulta que la proyectada instalación de siete bases militares de EU en Colombia, que provocó un masivo repudio en Latinoamérica, constituye la “actualización” de “un nuevo acuerdo de seguridad” mediante el “arrendamiento” de las bases colombianas existentes con el fin filantrópico de combatir a la narco-guerrilla fronteriza, según una ingeniosa interpretación de Obama expuesta a un grupo de reporteros “hispanos”(Reuters;7.8.09), en vísperas de la desarticulada cumbre del ASPAN en Guadalajara, donde México no tiene nada que hacer ni debió participar desde su calamitosa génesis.
Nadie aprende en cabeza ajena y EU repite los mismos errores de la URSS, con “una tríada de consecuencias devastadoras: sobrextensión imperial, guerra perpetua e insolvencia, que llevan a un probable colapso similar al de la anterior Unión Soviética”, a juicio de Chalmers Jonson (“Diez Medidas para Liquidar las Bases Militares de EU”; Asia Times; 4.8.09).
Chalmers Johnson (CJ), profesor emérito de la Universidad de California (San Diego) y prolífico autor de libros notables, coloca en relieve “el imperio global potencialmente ruinoso de bases militares” que acompasa “la larga dependencia en el imperialismo y el militarismo” de EU en sus relaciones con otros países, además de “su hinchado establishment militar”.
En paralelo, Floyd Norris (FN) analista financiero y económico del The New York Times (1.8.09), devela que el embarque de bienes duraderos civiles de EU se derrumbó más del 20 urante la recesión, lo cual hubiera sido peor de no ser por “la creciente producción de armas” que se disparó 123 ¡súper-sic!) por encima del promedio del año 2000” (inicio del militarismo bushiano que ha incrementado Obama con su máscara de cordero secuestrado por los lobos del Pentágono).
FN comenta que “todavía EU es primariamente una economía civil”, cuando “el rubro militar representa alrededor del 8 e todos los bienes duraderos (en el año 2000 fue el 3 pero, a nuestro humilde entender, va que vuela a una “economía preponderantemente militar”, ya que muchos segmentos de su actividad ci(vil) se entrelazan con su consubstancial belicismo, como ha demostrado SIPRI, el excelso instituto pacifista sueco.
Según el inventario del Pentágono en 2008, citado por CJ , ”el imperio de EU consiste en 865 instalaciones en más de 40 países” con “un despliegue de más de 190,000 soldados en más de 46 países y territorios”.
CJ expone el caso singular de Japón y la base de Okinawa (por cierto, plagada de escándalos sexuales de los disolutos militares estadounidenses que llevan 64 años ininterrumpidos de ocupación).
Las siete bases militares adicionales de EU en Colombia elevarán su total planetario a 872, lo cual no tiene equivalente con ninguna potencia pasada y presente: ¡EU invadió literalmente al mundo!
Lo más relevante radica, a juicio de CJ, en que tal despliegue es innecesario para la genuina defensa de EU, amén de provocar fricciones con otros países y su dispendioso mantenimiento global (US $250,000 millones por año, según Anita Dancs Foreign Policy in Focus): “Su único propósito es brindar a EU hegemonía, es decir, control o dominio sobre el mayor número ‘posible de países en el planeta”.
A juicio de CJ, Obama “no se ha percatado de que EU no tiene más la capacidad de ejercer su hegemonía global” mientras exhibe su lastimoso “poder económico lisiado” cuando “EU se encuentra en una decadencia sin precedente”.
Expresa “tres razones básicas” para liquidar el imperio estadounidense: 1- “Carece los medios para un expansionismo de post-guerra”; 2-”Va a perder la guerra en Afganistán, lo cual abultará más su quiebra”; y 3- ”Acabar el vergonzoso secreto del imperio de nuestras bases militares”.
Propone diez medidas:
1- “Poner fin al severo daño ambiental causado por las bases” y el cese del Acuerdo sobre el Estatuto de los Ejércitos (SOFA, por sus siglas en inglés) que previene a los países anfitriones ejercer su jurisdicción sobre los crimines perpetrados por los soldados estadounidenses eximidos de toda culpabilidad (en particular, la epidemia de violaciones sexuales en los paraísos militares).
2- Liquidación del imperio y aprovechar el “costo de oportunidad” para invertir en campos más creativos.
3- Indirectamente frenaría el abuso a los derechos humanos, ya que “el imperialismo engendra el uso de la tortura” tan pletórico en Irak, Afganistán y la base de Guantánamo.
4- “Recortar el inacabable listado de empleados civiles y dependientes del Departamento de Defensa”, dotado de su lujoso hábitat (albercas, campos de golf, clubes, etc).
5- “Desmontar el mito, promovido por el complejo militar-industrial, de su valía en la creación de empleos y en la investigación científica”, lo cual “ha sido desacreditado por una investigación económica seria”.
6- “Como país democrático que se respeta a sí mismo, EU debe cesar de ser el mayor exportador de armas y municiones del mundo y dejar de educar a los militares del Tercer Mundo (v.gr. militares de Latinoamérica en la Escuela de las Américas de Fort Benning, Georgia) en las técnicas de tortura, golpes militares y servicio como instrumentos de nuestro imperialismo”.
7- “Debido a las limitaciones crecientes del presupuesto federal, se deben abolir programas que promueven el militarismo en las escuelas como el Entrenamiento del Cuerpo de Oficiales de Reserva”.
8- “Restablecer la disciplina y la rendición de cuentas en las fuerzas armadas de EU, disminuyendo radicalmente la dependencia en los contratistas civiles, empresas militares privadas y agentes que trabajan para el ejército fuera de la cadena de mando y el Código de Uniforme de las Justicia Militar”.Cita al respecto el libro de Jeremy Scahill sobre “Blackwater: El Ascenso del Ejército Mercenario Más Poderoso (sic) del Mundo”; Nation Books, 2007). A propósito, el holandés-estadounidense Eric Prince, fundador dimisionario de Blackwater y neo-cruzado de la extrema derecha “cristiana” del partido Republicano (muy cercano al bushismo), acaba de ser implicado en un asesinato (The Nation; 4.8.09).
9- “Reducir el tamaño del ejército de EU”.
y 10-“Cesar la dependencia inapropiada en la fuerza militar como medio principal para intentar conseguir objetivos de política exterior”.
Su conclusión es realista: ”Desafortunadamente, pocos imperios en el pasado abandonaron voluntariamente sus dominios para permanecer como entidades políticas independientes y auto-gobernables. Los dos importantes y recientes ejemplos son los imperios británico y soviético. Si no aprendemos de ellos, nuestra decadencia y caída estarán predeterminadas”.
¿Tendrá curación la adicción de EU al militarismo por más de un siglo?
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario