miércoles, abril 09, 2008

Manual de miedo para privatizaciones rápidas o cómo robar a la sociedad con la ley en la mano

Enrique Montalvo Ortega

Desde los tiempos de Salinas hasta los actuales de Calderón, los gobernantes neoliberales han adquirido experiencia en la construcción de estrategias encaminadas a entregar la riqueza nacional a personajes o grupos privados, agenciándose una buena tajada a cambio, ¿o usted es de los que creen que los miles de millones que los Salinas tienen almacenado en la banca Suiza son producto de su trabajo honrado?
Pues bien amigo lector, trataré de darle forma a lo que podría considerarse el “Manual para privatizaciones” que el gobierno actual está aplicando para despojarnos de PEMEX:

Uno: tómese una importante empresa del Estado, exitosa, estratégica y con grandes utilidades, si es PEMEX o la CFE, mejor.
Dos: despójesele de recursos, o sea, que no pueda emplear sus utilidades para reinvertir, y asígnele sólo el presupuesto mínimo indispensable, para que así comience a fallar y surjan en ella muchos problemas. Ello permitirá crear la idea de que está quebrada y que por lo tanto los únicos capaces de gestionarla son los grandes tiburones capitalistas.
Tres: nómbrese un funcionario inepto, corrupto y neoliberal al frente.
Cuatro: favorézcase a los líderes sindicales más corruptos y manipuladores, para evitar cualquier tipo de oposición organizada en el interior.
Cinco: que tanto el presidente, como los funcionarios del ramo dejen bien claro y repitan cuantas veces puedan que la privatización no será una privatización, que se trata sólo de fortalecer a la empresa. Hay que construir un lenguaje que confunda a la gente. Digan que se trata sólo de alianzas, de utilizar recursos que no tenemos, para poder beneficiar al pueblo. Ah, y no se olviden de insistir en que es urgente, si nos demoramos el pueblo sufrirá las consecuencias. Recuerden la eficacia que tienen las campañas del miedo, todos deberán repetir que si no privatizamos sucederá una catástrofe, y los que estén en contra, recuerden el 2006, serán declarados un peligro para México y para la democracia.
Seis: utilícese una suma cuantiosa de los propios recursos de la empresa, más de doscientos millones si se trata de una como PEMEX, para una campaña publicitaria encaminada a mostrar a la sociedad que esa empresa necesita urgentemente capital. Para ello se deberán emplear todo tipo de medios y de espacios, incluso las telenovelas y los programas de chismes que aparentemente no tienen nada que ver con la política. Hágase también un spot en el que se hable con cierta cursilería del tesoro que alcanzaremos si logramos privatizar. De esta manera se obtiene un doble efecto, los dueños de los medios apoyarán con mayor “convicción” y la sociedad quedará convencida.
Siete: repártanse contratos y dinero entre todos los intelectuales, escritores, y conductores de medios que se pueda, así se multiplicará la campaña privatizadora, pues por unos cuantos pesos se encargarán de repetir los argumentos a favor de la venta de la empresa.
Ocho: realícense alianzas con los diputados y senadores de la oposición que acepten votar a favor. A cambio se pueden ofrecer desde recursos hasta posiciones de poder en sus mismos partidos, contratos y múltiples beneficios posteriores, y si se ponen difíciles hasta algunas acciones de la empresa privatizada.
Nueve: previamente a todo esto ya se deberán haber realizado convenios y pláticas secretas con grandes empresas transnacionales del ramo, interesadas en comprar o en invertir. Así ellos comenzarán ya a invertir en la compra de políticos, empresarios e intelectuales para que favorezcan la privatización.
Diez: Para enfrentar a la izquierda y a los nacionalistas hay que construir un código que difundirán y repetirán intelectuales orgánicos y conductores de medios. Las ideas centrales girarán en torno a la necesidad de modernizarnos y a sembrar el miedo por la catástrofe que sobrevendría si no privatizamos ya. No olviden agregar que quienes se oponen a la privatización están anclados en las viejas ideas de la soberanía y se resisten a la globalización inevitable. Son los representantes de un nacionalismo superado. Además hay que insistir en que México necesita una izquierda moderna, que no se oponga al progreso y al desarrollo.

Si este manual le suena parecido a lo que estamos viviendo ahora, ya sabe cuál es el método que está empleando el gobierno y sus aliados para saquear, una vez más, a México en favor de unos cuantos. Seguramente usted también ya se percató de que ese cuento de que los multimillonarios extranjeros son tan generosos que se van a arriesgar para entregarnos el supuesto tesoro, no es más que eso, un cuento para hacernos tontos. No se deje y súmese a algún comité para la defensa del petróleo, o si le es posible cree uno junto con sus vecinos o amigos. Esto, claro, si a usted en realidad le preocupa el futuro de sus hijos y de la nación.

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