Antonio Gershenson
Es fácil decir que la recuperación empieza en este verano. Pero luego nadie les cree. Esta afirmación sigue a otra serie, que dicen que en 2009 el producto interno bruto (PIB) va a bajar sólo uno por ciento, otros sostienen que un poquito más.
No fue necesario esperar al verano para tener una probadita de la realidad: una institución oficial, el Inegi, reporta que en el cuarto y último trimestre de 2008 el PIB bajó 1.6 por ciento. Como indican muchas cifras parciales, como es la baja de 31.5 por ciento en las exportaciones frente al mismo mes del año anterior, esto siguió de bajada en enero. ¿Cómo se sostiene lo de la baja anual de uno por ciento o por ahí? ¡Recuperación en verano! Así, si en el primer trimestre la baja fuera de 2 o 3 por ciento, y poco menos en el segundo, con esta recuperación a lo mejor se salva ese promedio anual, a pesar de la caída de finales de 2008.
Pero sale otra probadita de la realidad. El presidente de la Reserva Federal estadunidense (FED, por sus siglas en inglés) dice que podría ser hasta 2010 cuando las acciones del gobierno de ese país se traduzcan en recuperación, y eso sólo si se puede restaurar una cierta estabilidad financiera. Agregamos: si no hay recuperación allá, acá menos. Ya vimos con el ejemplo de la industria automotriz la tremenda baja en la producción y, sobre todo, de las exportaciones. Si allá no se compran más coches, acá tampoco se van a exportar más.
Entonces, lo de la recuperación en verano aquí no se sostiene. Veamos algo en relación con las medidas para contrarrestar la crisis.
Un ejemplo muy claro: el gobierno anuncia que va a apoyar a empresas que tengan que pagar deudas en dólares o hacer pagos relacionados en el comercio exterior. Además de que no hay apoyo a la gente, especialmente a las multitudes, que pudieran mejorar el mercado interno y restablecer las caídas de ventas por acá y por allá, ese anuncio tiene sus problemas. No hay inversión que pudiera incidir en una recuperación económica. Sólo se evita o retrasa el cierre de las empresas beneficiadas, pues no se han eliminado las causas de su difícil situación.
Un caso que se anunció con mucha propaganda, que sí implica inversión, es el dinero para la nueva refinería. Pero no quieren anunciar el sitio, comprar el terreno y empezar la obra civil. Quieren dejar las inversiones para dentro de un año, en especial la obra que implicaría empezar a ejercer la inversión en una cantidad que se note. Por lo pronto, han sido puras palabras, para variar.
Ya citamos un ejemplo de que esto es posible: una de las cinco refinerías del plan de cinco años de Petrobras, que se anunció hace poco en Brasil, la de Río de Janeiro, que además es parte de un complejo petroquímico, ya inició los primeros concursos que incluyen la destilación primaria, y anuncia la terminación de las obras de aplanado del terreno y conexas para fines de este mismo año.
Pero hay otro elemento que debería tener todo plan de recuperación: de dónde va a salir el dinero. El gobierno de Obama está trabajando en el plan para reducir el déficit, en concreto, reducir gastos y aumentar ingresos. Una de las reducciones de gastos viene del retiro de tropas de Irak. Uno de los principales ingresos adicionales, de aumentar impuestos a las personas de muy altos ingresos. Expresamente no se aumentan los impuestos a las empresas para no frenar la recuperación sino a los individuos, aunque éstos sean dueños, accionistas o altos funcionarios de las empresas. Otro ingreso adicional viene de eliminar exenciones de impuestos a las compañías petroleras y gaseras, que gobiernos propetroleros anteriores les hayan concedido.
Aquí, en México, López Obrador ha presentado desde hace tiempo un programa de reducción de los gastos del gobierno de 200 mil millones de pesos, para que de ahí salgan medidas contra la crisis y en defensa de los más afectados por ella. Esto incluye la reducción, en algunos casos drástica, de los ingresos de altos funcionarios de los tres poderes. También la eliminación o reducción de gastos superfluos, y otros.
Los altos funcionarios prefieren voltear hacia otro lado. No se oye. No sólo rechazan en los hechos las propuestas de López Obrador, tampoco les hacen gracia los posibles precedentes en Estados Unidos. ¿Los soldados a sus cuarteles de nuevo? ¡Jamás! ¿Que en ese país se hizo, por las autoridades civiles, una operación contra el cártel de Sinaloa, de 21 meses, 755 detenidos y grandes cantidades de dinero y bienes capturados? No nos pidan hacer algo así, podrá decir alguien cercano al gobierno; aquí, antes de dos meses ya lo saben todo.
¿Más impuestos a los multimillonarios? Y reflexiona el cercano: ni siquiera los hacemos cumplir con los impuestos que ya deberían estar pagando. Y todavía, sigue reflexionando, de allá nos dicen que aquí hay corrupción e impunidad en todos los niveles de gobierno. ¡Tan bien que iban las cosas con Bush!
El hecho es que el gobierno federal no plantea de dónde va a salir el dinero para una recuperación que no se ve que aquí se vaya a impulsar de manera real. Da la impresión de que esperan a que venga la recuperación en Estados Unidos y que rebote aquí. Pero, ¿cuándo y cómo? Si Estados Unidos negocia, por ejemplo, con China, que le preste más dinero para la recuperación (ya es el mayor propietario en el mundo de bonos del Tesoro del vecino país), ¿eso va a incluir comprarle más automóviles y otros bienes? A ver si los discursos resuelven esa situación.
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