José Antonio Rojas Nieto
Un dato para recordar. En los últimos setenta y nueve años, es decir de 1930 a 2008, la economía estadunidense sólo registró crecimientos negativos en su producto anual durante 16 años. Los otros 63 años creció. Pero en los últimos 18 años sólo cayó en uno, en 1991. Si desciende –como seguramente lo hará en todo este año 2009– sería el segundo en 19 años. Es cierto –como lo han anotado diversos analistas– que el nivel del crecimiento anual estadunidense tiende a ser menor. Pero lo cierto es que ha seguido creciendo. No lo hará en 2009. Hay nuevos datos de la marcha económica de nuestros vecinos que tienden a confirmarlo.
En el cuarto trimestre del año la economía estadunidense cayó más de lo anunciado de manera preliminar hace unas semanas. Menos 6.2 por ciento, en lugar de menos 3.8 por ciento. Esto significa que la cifra anual revisada para 2008 es de apenas 1.1 por ciento de crecimiento en su producto interno bruto. Y que la expectativa de descenso para este 2009 es más pronunciada. Ya se menciona una terrible cifra de menos 3 por ciento. En términos de dólares actuales, representa una pérdida equivalente a 428 mil millones. Muy dura. Realmente dura realidad.
Para imaginar lo que representa esto sólo pensemos que se aproximan a cerca de la mitad del producto de México. Complementemos el panorama con algunos datos más. En enero, la capacidad utilizada de la industria alcanzó el segundo valor más bajo que registra su estadística, con información desde 1967. Y es que el bajísimo nivel de 72 por ciento de utilización de la capacidad industrial total del mes pasado sólo ha sido superado por el de algunos meses del invierno de 1982-1983, en que se registraron niveles cercanos a 70 por ciento. Nuca fueron más bajos. Por eso se alcanzan ya niveles históricos de retracción industrial pues, además, esta caída todavía se ve acompañada por una capacidad industrial instalada creciente, lamentablemente y por las inercias propias del absurdo, aunque, efectivamente, a tasas ya más bajas. En enero creció 1.3 por ciento respecto de enero de 2008. Aunque –también hay que decirlo– por primera vez en muchos años su nivel ya no es mayor al del mes anterior. Pero su inercia creciente continúa. Un gran problema de las economías capitalistas es, precisamente, esta inercia. Presiona violentamente la rentabilidad. Máxime cuando hay retracción de la producción. Y es que durante un buen tiempo, se siguen acumulando activos a pesar de que baje –incluso muy drásticamente, como ahora– su utilización y, en consecuencia, su nivel de producción.
¿Qué pasó en enero con esta producción? Una vez más cayó La tasa respecto de enero de 2008 es de menos 10 por ciento. Y el nivel ya alcanza el de principios de 2004, que a su vez y por la crisis de 2001 y 2002, era el mismo de inicios del año 2000. En buen romance significa que la producción industrial está al nivel de hace nueve años. Ni más ni menos. Pero la tasa de caída no se veía desde los primeros meses de 1975. Nivel de hace nueve años y dinamismo de hace 33 años, pudiéramos decir.
Si nos vamos al derrumbe –no lo podemos llamar de otra manera– de la producción de bienes duraderos (de nuevo, automóviles, aparatos electrodomésticos, aires acondicionados, equipo de oficina, equipo de fotografía, de televisión y de cine, artículos deportivos, entre otros) el nivel de enero llega al de hace poco más de 15 años. Y su tasa de crecimiento ya ha descendido a números negativos no vistos desde la Guerra de Corea a principios de los años 50.
Estos tres números mensuales fríos dan idea del panorama desolador. Evidentemente, el nivel de satisfacción o de confianza de la población también ha descendido drásticamente. Según el de la Universidad de Michigan ya se alcanza la pérdida de confianza de principios de los 80, hace casi 30 años. Aunque la llegada de Obama ha frenado su descenso. De nuevo algo sobre nosotros, con exportaciones derrumbadas…derrumbadísimas…no sólo petroleras, sino manufactureras…. Esta dramática situación de los vecinos hace pensar a algunos analistas nuestros en una caída de nuestro producto en 2009, de menos 3 o menos 4 por ciento. Y no falta quienes vean ya niveles de caída mayores al de 1995, que fue de poco más de 6 por ciento. Sólo que entonces se atribuyó al error de diciembre. Hoy no hay más error que el mismísimo capitalismo, convertido hoy en horror social. Sin duda.
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