Jorge A. Franco Cáceres
Los rechazos sociales de los desarrollos urbanos tipo Maya Zamá-Tulum debido al alto impacto que tienen sobre los patrimonios natural y cultural, revelan que los empresarios no conceden aún que estos proyectos turísticos requieren de estudios estratégicos de reconocimiento de sus arbitrariedades de planificación urbana y sus omisiones de gestión comunitaria y comunicación social. Falta mucho trabajo profesional con las comunidades afectadas para que las autoridades dispongan la corrección de los excesos empresariales en estos desarrollos urbanos, sin que los dejen pretender que falló el respaldo de los poderes o los alienten para que se claven en el repudio a la oposición social.
Hay evidencias regionales y locales de los avances de los negocios multinacionales en el sector turístico en México a partir de proyectos turísticos residenciales tipo Maya-Zamá-Tulum en las costas peninsulares y las zonas arqueológicas de Quintana Roo. En consecuencia, nos interesa identificar las fortalezas empresariales, pero también denunciar ante la opinión pública las aberraciones ambientales y sociales de este desarrollo turístico de la Riviera Maya, ya que se trata de una iniciativa localizada en una región estratégica para los intereses capitalistas en el país como es la costa caribeña.
Validación Social de Tulum
Tulum se ubica en un ecosistema costero que tiene playas de arenas blancas y aguas cristalinas, humedales y selvas vírgenes, zonas arqueológicas y turismo cultural y recreativo, pero también asentamientos humanos marcados por la pobreza, la migración, la marginación, los saqueos, las carencias, la violencia, etc.
Con extraordinarios patrimonios naturales y culturales pero economía informal y carencia de servicios básicos, infraestructura insuficiente y calles maltrechas, etc., se trata de un nuevo municipio pobre en un Estado fanático de la implacable competencia internacional de negocios globales que, dígase lo que se diga en sentido contrario, se encuentra muy lejos de ser sostenible en el plano turístico y respetuosa de los patrimonios natural y cultural.
Entre la población de poco más de tres mil habitantes de Tulum, hay cientos de personas que, a pesar de las dificultades para pagar el boleto de camión de primera clase o que utilizan los servicios más baratos con tal de no quedarse en el pueblo, concurren a diario a buscar empleo a las ciudades de Cancún y Playa del Carmen. El nuevo municipio de Tulum, Quintana Roo es un caso ejemplar de la desigualdad económica y la marginación social que prevalecen en la geografía peninsular a pesar de los recursos naturales y los legados culturales.
Ubicado junto a dos municipios prósperos del estado de Quintana Roo: Solidaridad y Cozumel, únicamente superados en crecimiento económico y desarrollo urbano por Benito Juárez, las comunidades de Tulum reclaman un modelo de desarrollo sostenible del ecosistema costero a partir del manejo turístico de los patrimonios naturales y culturales, que sirva para impulsar a sus pobladores a salir de la austeridad en que viven y la ignorancia que padecen.
La batalla por un modelo comunitario de desarrollo sostenible del turismo costero está sustentada en que la mayoría de los tres mil habitantes de Tulum permanece durante la semana y se dedica a actividades empresariales o comerciales que algo tienen que ver con el turismo ecológico o cultural. En el proceso científico de validación social del empeño empresarial por rescatar al relegado Tulum como alternativa de negocios globales para el desarrollo turístico de la costa caribeña, el recorrido por las calles y las consultas a los habitantes del nuevo municipio sirven para llegar a la conclusión de que muy pocos aspectos de la vida económica y social están mal dispuestos y son terribles desilusiones para el futuro turístico sostenible a partir de los patrimonios naturales y culturales en este asentamiento costero.
El pueblo de Tulum es literalmente un asentamiento vivo a pesar de los problemas económicos y sociales; hay movimiento económico y social en este nuevo municipio porque hay niños jugando en las calles, mujeres trabajando en las casas, ancianos conversando en las deterioradas plazas, es decir, hay vida infantil, juvenil y adulta en todos los espacios y momentos del pueblo. Incluso los sábados y domingos hay más habitantes en las calles y las casas, pues vienen los que van a trabajar a Cancún o Playa del Carmen. Son los días en que se ve muy habitado el pueblo y en los que mejor puede reconocerse y validarse lo que sucede en él.
Si seguimos el recorrido más allá del asentamiento urbano, notamos que no hay muchos lugares con patrimonios naturales y culturales de enorme interés turístico, a donde puede irse a pasear o descansar a pesar de que menos del 50% de las calles de Tulum están pavimentadas y la mayoría de los caminos a las zonas municipales están en lamentable estado. La marginación económica pero no la desesperación social campea en Tulum, Quintana Roo debido a que la falta de oportunidades laborales y servicios básicos en el municipio. Por esta razón, sus habitantes permanecen firmes en la batalla por un modelo comunitario de desarrollo sostenible del turismo costero y no sucumben al canto de las sirenas del proyecto residencial Maya Zamá.
Enfoque crítico del desarrollo turístico Maya Zamá-Tulum
La importancia empresarial de los desarrollos urbanos tipo Maya-Zamá-Tulum radica no sólo en las posibilidades de disfrute sensorial de los ecosistemas regionales y las culturas locales, sino también en que son uno de los principales instrumentos de dominio privado de la esfera financiera y comercial. Bajo estas premisas, los intereses ecológicos y culturales de los pueblos ancestrales se manejan en estos proyectos residenciales como si fueran propiedades de consorcios internacionales. Es así porque estas empresas multinacionales imponen usos patrimoniales ajenos a las leyes y las instituciones, intentando despojar de las identidades culturales y las propiedades comunitarias a sus creadores históricos. Más allá del alto impacto sobre los patrimonios natural y cultural de las comunidades mayas y tal como es el caso del proyecto Maya-Zamá-Tulum, se conjugan intereses financieros con tecnologías ambientales y consumo elitista para instrumentar crecimiento económico artificial.
Los desarrollos turísticos de tipo residencial, desde la concepción del mercado global y el marco de la integración comercial, son negocios urbanos lucrativos, pero también bastante codiciosos de los patrimonios natural y cultural. Es decir, así como el Maya Zamá-Tulum representa la posibilidad de inversiones extranjeras y movilidad de capitales nacionales, puede servir también para la especulación financiera y las transacciones irregulares de atractivas áreas costeras y zonas arqueológicas. En otras palabras, estos proyectos no representan ninguna oportunidad determinante de crecimiento regional o local debido a que no intentan gestiones integradas y sostenibles frente a las demandas sociales y los desastres ambientales. No tratan de ser congruentes en sus formas de inserción regional y de manejo comunitario y de aportar beneficios económicos y políticos a las iniciativas nacionales y locales.
Hechos observables del desarrollo turístico que actualmente es Maya-Zamá-Tulum entre las comunidades establecidas en el nuevo municipio de Tulum, Quintana Roo, indican que los nuevos grupos de consumidores de estos servicios son gente adinerada y poderosa que, debido a que se informa y comunica a través de redes mediáticas, lenguas extranjeras y servicios exclusivos, casi nada tiene en común con las generaciones de habitantes mayas que acaso se distraen mediante la televisión y los periódicos y se comunican en lenguas tradicionales. Más allá de las oportunidades inmediatas de empleo en servicios personales o labores de baja calificación en el nuevo municipio, este desarrollo turístico elitista en los litorales costeros de Quintana Roo, sirve a los intereses del Grupo Maya Zamá para remarcar las diferencias sociales que comparten con la elite empresarial y hacer más evidente los rezagos educativos y culturales que padecen las poblaciones regionales y locales.
Al margen del enfoque estratégico y la metodología de planificación del desarrollo sostenible del Gran Ecosistema Turístico, el actual desarrollo urbano de la Riviera Maya que es Maya Zamá-Tulum, ha significado la destrucción de los sistemas naturales y el deterioro de las formas de vida regionales y comunitarias desde el uso del suelo y el proyecto urbano-arquitectónico. Esto es así porque su concepto turístico rector implica el consumo intensivo de una serie de placeres sensoriales y servicios exclusivos que a su vez tienen impactos personales sobre quienes los facilitan o sociales sobre los que están cerca de ellos. El nuevo turismo de elite del Maya Zamá en el nuevo municipio de Tulum usa y abusa de patrimonios naturales y consume y subsume servicios culturales que el mercado global ofrece, pero que no le interesa restituir en condiciones ordinarias y menos bajo circunstancia extremas.
La relación entre el desarrollo turístico y los patrimonios natural y cultural ha sido debatida en diversos foros internacionales donde los expertos del Gran Ecosistema y la Identidad Cultural han desempeñado papeles determinantes, sin dejar de lado los documentos de los expertos que nutrieron esas discusiones y que ahora sirven también para los estudios de los casos críticos como el Maya-Zamá-Tulum. Para efectos de la investigación sobre este proyecto, es relevante lo expresado en la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible, celebrada en Lanzarote en 1995, cuando se declaró que "el turismo es una actividad ambivalente, dado que puede aportar grandes ventajas en el ámbito socioeconómico y cultural, mientras que al mismo tiempo contribuye a la degradación ambiental y a la pérdida de identidad local, por lo que debe ser abordado desde una perspectiva global". En esta declaración es evidente la alerta mundial sobre los impactos negativos de los desarrollos turísticos tipo Maya-Zamá-Tulum y la necesidad de pensar el turismo que impulsa este proyecto público-privado en el marco de la gestión integral de la sostenibilidad del Gran Ecosistema.
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