viernes, agosto 14, 2009

Zedillo es imperdonable. Los ministros, además, son despreciables

María Teresa Jardí

Con los paramilitares pasa como con las sectas. Echeverría permitió —obedeciendo a la CIA, evidentemente— la entrada del Instituto Lingüístico de Verano y cuando se dio la voz de alerta sobre lo que buscaban los gringos, la ruptura del tejido social de las comunidades indígenas ya había cooptado a suficientes lugareños para que los rubitos

pudieran retirarse dejando sembrada la semilla del mal que, en manos de los propios vecinos del lugar, iba a convertirse en mucho más destructora y de casi posible exterminio. Entrenados, en la Escuela de las Américas, mejor conocida como Escuela de los Asesinos, militares y otros altos mandos policiacos, por decisión de Zedillo, volvieron a crear asesinos escuadrones paramilitares en Chiapas usando, en términos de lo aprendido, del quehacer de la Escuela Lingüística de Verano, escuadrones paramilitares asesinos con los propios habitantes vendidos y comprados de los lugares que querían que fueran agredidos. Por eso los paramilitares, acusados como autores materiales de la masacre de ACTEAL, hoy perdonados por los ministros, tienen las mismas características, incluso de abandono a su suerte, por lo que a sus juicios toca que los propios agredidos.
Pero ACTEAL es un crimen de Estado que involucra directamente a Zedillo, a su secretario de Gobernación y al entonces Gobernador chiapaneco y también a ellos, los ha perdonado la impresentable Corte de Injusticia a modo de la corrupción imperante en México como regla del sistema política que, con la pata de la impunidad, también se apoya.
Qué monos los ministros declarando que ellos tan “probos”, tan “dignos”, tan bien comprados, prefieren dejar a los paramilitares culpables libres, que mantener a un paramilitar “inocente” preso.
Inservible cabeza de un Poder Judicial inexistente, desarmada que ha sido del todo la estructura ética que a todo Poder Judicial le da sentido como impartidor de Justicia, ante, e incluso como controlador, de los excesos del Poder Ejecutivo.
Es muy aleccionador seguir vía Cable, en la televisión abierta no pasan las aburridas sesiones, no vaya a ser que a la sociedad le dé por seguirlas en lugar de ver telenovelas. Muy aleccionador es seguir las soporíferas sesiones de la Corte, cuando las pasan en vivo, si de discutir ACTEAL se trata, entonces meten en el canal a las aún más soporíferas sesiones del Poder electoral. Perdido el interés o acreedores, vendidos, del generoso pago otorgado por mantener el interés escondido en el fondo de la gaveta destinada a la basura, por las ramas resuelven todos los asuntos sin pasar nunca de la ausencia de legitimidad de quien denuncia una grave violación que, en cualquier otro país, ameritaría el análisis a fondo del asunto de fondo.
De una mediocridad que espanta, nada justifica que la Corte no se ocupe de resolver, en ningún caso; es muy ilustrativo darse el gusto de seguir sus sesiones, como personalmente llevo haciendo desde hace un tiempo, para que no quede ninguna duda de que no están interesados los ministros, aunque finjan alguna vez algunos que sí, a sabiendas de que, en el mejor de los casos, por un voto en contra o a favor el asunto se va a resolver siempre en términos de lo que a la derecha fascista le convenga.
Resoluciones todas, sin entrar nunca al fondo de ningún asunto por más relevante que sea. Lo único que les interesa, queda claro, es la lana que cobran a cambio de fingir que saben mucho del rollo procesal. Aberrante la Luna Ramos, encargada siempre del rollo procesal, impresentable ministra que carga en su haber con dos hermanos magistrados. El nepotismo, como mala semilla necesaria para que nada cambie.
Procedimiento nunca entendido por la victima. Victima, que, por no ser jurista, hasta pretende que la Corte le entre al fondo de lo que salta a la vista: que las más elementales garantías de la persona se violan en México con impunidad absoluta.
Excepto cuando de soltar a paramilitares se trata, claro queda. No iban a dejar para siempre en la cárcel a paramilitares, creados desde y por el poder Ejecutivo con el aval de Legislativo y del Judicial. Y menos aún, si son, además, el recordatorio de que los autores intelectuales de la masacre de ACTEAL siguen libres a pesar de tratarse de un genocidio la brutal masacre.
La derecha necesita reventar al país y de eso se trata el mandar a esos asesinos, a desplazar, si bien les va, en el supuesto de que la excarcelación no sea entendida como el permiso para asesinar nuevamente a las victimas. Zedillo es imperdonable. Los ministros de la Corte, además, son despreciables.

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