Koldo Campos Sagaseta
La eliminación por parte del congreso español de 2 artículos del Código Civil que permitían a padres y tutores “corregir razonable y moderadamente” a los niños, ha convertido en ilegal el popular bofetón con el que tantos adultos enseñaron a la infancia, especialmente en el pasado, respeto y obediencia.
A partir de ahora, quienes pretendan levantar la mano contra un niño, deberán recordar primero que semejante acción puede conducirlos a la cárcel, no importa el parentesco o los motivos que aleguen en favor de su delito, porque no hay justificación alguna que ampare la violencia contra la infancia, así se trate de un simple guantazo, un sopapo o una torta.
Pero antes de resignarse o renunciar a la virtud del golpe y hacer entrar la letra con moderada y razonable sangre, quienes todavía no acepten semejantes disposiciones o sigan creyendo en los valores terapéuticos de la bofetada aplicada a la infancia, sólo deben esperar a que el niño se desarrolle, crezca y se convierta en joven, en un joven, por ejemplo, como el vasco Gorka Lupiáñez detenido por alegada y preventiva sospecha recientemente por la Guardia Civil, para poder entonces mantenerlo desnudo e incomunicado durante cinco días, propinarle toda clase de puñetazos y patadas, o simular su asesinato de un tiro en la cabeza, aplicarle la “bañera” y provocar su asfixia, violarlo introduciéndole un palo por el culo, entre otras torturas y aberraciones, que tampoco excluyen las bofetadas.
Y todo ello sin que la justicia se interese en el caso, el Estado condene o la ciudadanía se alarme.
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