La senadora Piedad Córdoba permanece en Caracas ante las inminentes liberaciones
El gobierno colombiano descarta operativos militares; reitera que no interferirá en el proceso
Uribe, obligado a buscar fórmulas para alcanzar un canje humanitario, consideran analistas
Jorge Enrique Botero (Corresponsal)
Bogotá, 23 de diciembre. En medio de un clima de expectativa generalizado, que crece al paso de las horas, Colombia recibirá la Navidad con los ojos puestos en Venezuela, donde se espera que suceda el principal acontecimiento del año que termina: la liberación de Clara Rojas, su pequeño hijo Emmanuel y la ahora ex congresista Consuelo González, en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde hace más de cinco años.
La inminencia de este episodio, considerado por analistas y políticos locales como clave para el futuro del largo pulso que sostienen el gobierno del presidente Álvaro Uribe y las guerrillas, fue confirmada a La Jornada por la senadora Piedad Córdoba. “Iba a regresar hoy a Colombia, pero recibí informaciones que me hicieron tomar la decisión de quedarme en Caracas”, dijo Córdoba a este diario, dando a entender que la aparición de las tres personas ocurrirá en las próximas horas.
Durante tres meses la senadora colombiana fue facilitadora entre el gobierno de Uribe y las FARC para lograr un acuerdo que permitiera la salida de las cárceles de centenares de guerrilleros a cambio del regreso a casa de 41 rehenes en poder de la insurgencia, algunos de ellos desde hace 10 años. Sin embargo, su gestión y la del presidente Hugo Chávez, quien servía de mediador para el mismo propósito, fueron abruptamente suspendidas por el mandatario colombiano el pasado 21 de noviembre, alegando que Chávez estaba inmiscuyéndose en asuntos internos de Colombia.
La decisión de Uribe no sólo generó una crisis binacional de grandes proporciones, sino que hizo esfumar las esperanzas de los familiares de los cautivos de ambas partes, quienes confiaban en el éxito de la gestión de Chávez y Córdoba.
Parte del trabajo del mandatario venezolano y de la senadora colombiana se vio recompensado hace cuatro días, cuando la comandancia guerrillera emitió un comunicado en el que anunció la liberación de Clara Rojas, su hijo y la congresista González. En el documento las FARC señalan que harán dichas liberaciones unilaterales para honrar su compromiso con los mediadores.
La noticia fue recibida con auténtico alborozo en Colombia, sobre todo por la llegada a la libertad del niño Emanuel, nacido en las duras condiciones del cautiverio y fruto de una relación entre su madre y un guerrillero. El país supo de la existencia del niño en abril de 2006 tras la publicación del libro Últimas noticias de la guerra, escrito por este corresponsal. Desde entonces, la atención principal se ha concentrado en su liberación, así como en la de su madre, Clara Rojas, fórmula vicepresidencial de la candidata Ingrid Betancourt, con quien fue secuestrada en abril de 2002 en una carretera del Caquetá, al sur oriente del país.
De acuerdo con revelaciones hechas por la senadora Córdoba, las FARC se comprometieron con ella y con Chávez a liberar a madre e hijo, así como a las personas más enfermas, lo que hace temer por el estado de salud de la congresista González, en poder de las FARC desde el 11 de septiembre de 2001.
Ante los temores expresados por los familiares sobre eventuales operaciones militares de gran envergadura ordenadas por el gobierno, voceros oficiales descartaron dicha posibilidad. “El gobierno no interferirá en la liberación de los secuestrados”, aseguró esta tarde el Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo.
No obstante, los familiares se declararon en alerta máxima y recordaron que hace un mes, comandos del ejército y funcionarios de la Fiscalía interceptaron en Bogotá a dos correos humanos de las FARC que llevaban consigo pruebas de vida de 17 retenidos con destino al presidente Chávez. Las pruebas fueron decomisadas y entregadas fragmentadamente a los familiares, mientras que las mensajeras fueron remitidas a la Cárcel del Buen Pastor en Bogotá, donde agentes de la FBI las amenazaron con ser extraditadas a Estados Unidos si no colaboraban con información sobre la ubicación de los rehenes. Entre los 41 “canjeables” que las guerrillas tienen en su poder figuran tres estadunidenses contratistas del Pentágono.
En reciente visita a Washington, la senadora Córdoba –quien junto a Chávez sigue actuando en el tema por cuenta de un “mandato” que le otorgaron los familiares de los rehenes– se entrevistó con tres congresistas demócratas quienes le enviaron cartas al presidente Chávez y al máximo jefe de las FARC Manuel Marulanda. En su misiva al comandante insurgente, los congresistas James McGovern, William Delahunt y Gregory Meeks hacen saber su satisfacción por la entrega de pruebas de vida de los tres ciudadanos estadounidenses y dan la bienvenida al anuncio de las FARC de liberar a tres personas. También reclaman por el pronto regreso a sus hogares de los tres contratistas, que cayeron en poder de la guerrilla cuando el avión en el que realizaban espionaje cayó en un remoto paraje de la amazonía colombiana, en abril de 2003.
Según analistas locales, la liberación en ciernes cambiará radicalmente el escenario político, dejando a las FARC a la iniciativa y obligando al gobierno a buscar fórmulas que permitan la realización de un intercambio de prisioneros, tema que se ha internacionalizado y que genera una gran presión sobre la Casa de Nariño.
Mientras tanto, centenares de personas desafían el tremendo frío que invade a Bogotá por estos días, realizando una vigilia en la Plaza de Bolívar para pedir por un feliz desenlace de las liberaciones en camino y por el pronto regreso de todas las personas en poder de la guerrilla.
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