“Es lo que merecen los jueces por no proteger a los niños”, dijo la actriz Jesusa Rodríguez
Mientras éste sea “un país de violadores, nadie puede ser orgullosamente mexicano”, señala
Merry Mc Masters y Gabriel León
Integrantes de organizaciones civiles, durante la protesta frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ayer, durante la cual rompieron piñatas con las fotografías de los seis magistrados que consideraron que no se violaron los derechos de Lydia Cacho Foto: María Meléndrez Parada
En protesta por violentar los derechos de la niñez mexicana, así como por el reciente fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre el caso Lydia Cacho, media docena de piñatas, con el retrato de los ministros que consideraron que no hubo violación grave a las garan-tías individuales de la periodista, fueron abatidas ayer por niños afuera del recinto.
En seguida, representantes de diferentes organizaciones de la sociedad civil lanzaron huevos podridos y puré de jitomate contra las puertas de entrada de la institución, para mostrar así “la clase de porquería que hay allá adentro”, según dijo la actriz Jesusa Rodríguez, quien encabezó el acto.
Una tras otra, las seis piñatas se despanzurraron. Primero, las de Margarita Luna y Olga Sánchez Cordero; luego las de Mariano Azuela, Salvador Aguirre Anguiano, Sergio Valls y Guillermo Ortiz Mayagoitia. Los asistentes a esta “posada” en plena calle coreaban: “¡La Suprema Corte tiene caca, tiene caca, tiene caca de a montón. La Suprema Corte tiene cola, tiene cola, tiene cola y pisotón!”.
Al grito de “¡dale, dale, dale!”, Jesusa expresó: “Así se acaba con la corrupción, así se termina con la impunidad. Que sepan los magistrados que los niños de México los repudian. Nunca más un niño violado, ya estuvo bueno”.
Cuando le tocó su turno a la piñata de Ortiz Mayagoitia –la última– , una mujer gritó: Es “el mero, mero”. “¿Es el presidente de la Suprema Corte?”, preguntó Jesusa. Sí. “Ah, pues qué ‘jijo de su Mayagoitia progenitora. Es el que se rió y se carcajeó el día después de que se dio el fallo contra Lydia Cacho”.
En cierto momento, siete unidades de la policía se pararon frente a la SCJN porque les tocó el alto. La actriz saludó a “todo el apoyo policiaco, pero aquí no necesitamos protección de nadie. Nos protegemos solos”. Algunos policías devolvieron el saludo.
Mientras tanto, ya se habían repartido huevos entre los asistentes. A continuación, Jesusa “clausuró” la Suprema Corte en forma simbólica, al hacer en la puerta principal un tache con dos papeles blancos, donde escribió “clausurada-corrupción”. Arriba fueron colocados los retratos de los seis magistrados y abajo los restos de las piñatas. En seguida, los huevos llovieron sobre el inmueble, que también fue bañado con puré de jitomate.
Otro impreso hacía alusión al mural que José Clemente Orozco pintó en las paredes interiores del edificio en 1941. “No han cambiado las cosas en nuestro país –acotó la actriz– . Van para peor. Nos toca a nosotros conseguir un cambio”. A modo de resumen, expresó: “hoy venimos a señalar que estos jueces deben haber tenido una infancia muy mal educada. Debieron ser unos niños que nunca tuvieron amor por su patria ni amor por la justicia. Nadie les enseñó lo que a estos niños que están aquí se les enseña hoy: a no dejarse al primer cañonazo de 50 pesos. A no agacharse tampoco.
“A no dejar que un país que se está haciendo pedazos, carga con nosotros mismos y en silencio. Hoy queremos decir: se acabó la cultura de la mansedumbre atávica de este pueblo. No somos mansos, no somos mensos, somos un chingo y seremos más.”
Mientras éste sea “un país de violadores –siguió la actriz– nadie puede ser orgullosamente mexicano. Nos da vergüenza vivir en una nación que está viviendo la violación de sus niños y niñas, por eso estamos aquí”. El acto de arrojar “huevos podridos” es para que vean “lo que son por no proteger a la niñez de este país. Es así como queda la Suprema Corte, pero está mucho más podrida por dentro”.
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