Narran sacerdotes enfrentamiento entre agentes federales y presuntos responsables de la matanza en Creel
Luis Alonso Fierro
Jueves, 18 de Septiembre de 2008
Creel, Mpio. Bocoyna.- “Se toparon de frente en la carretera, casi chocan con ellos, los tuvieron y los dejaron ir”, con coraje el párroco de esta comunidad, Héctor Martínez, denuncia que un comando de agentes federales permitió que escaparan los sicarios que dieron muerte a trece personas hace un mes.
“La gente de la región, sobre todo los indígenas, ubicó a los asesinos y le informó a los federales, sabían en dónde estaban y hasta se les dijo a qué hora y por dónde iban a pasar, no hicieron nada”, agrega el sacerdote.
De acuerdo con su versión, los sicarios no abandonaron el municipio luego de la múltiple ejecución ocurrida el 16 de agosto, se refugiaron en Panalachi que está a unos 40 kilómetros de Creel, incluso en varias ocasiones desde entonces han bajado a Bocoyna y San Juanito a comprar víveres.
La semana pasada “levantaron” a un taxista a quien le ordenaron que les consiguiera caballos, ya que su intención era escapar por la sierra a lomo de animal; sin embargo, al parecer desistieron de esa vía.
Posteriormente, secuestraron a una enfermera, a quien obligaron a llevarles medicamentos, se desconoce si alguno de ellos estaba enfermo, o bien, si resultó herido el día del ataque.
Existe otra versión de que fueron secuestrados tanto la enfermera como un doctor, para atender a un herido por bala, pero el médico logró escapar.
Luego de ser dejada en libertad la mujer dio aviso a los agentes federales y al Cipol, con esa declaración y la de algunas personas que tuvieron contacto con ellos al venderles mercancías se supo que abandonarían el poblado el miércoles a las 15:00.
Los federales instalaron un retén entre Sisoguichi y Bocoyna para esperar a que pasaran, tenían conocimiento de la marca y color de las camionetas en que viajaban.
A las 17:00 aún no ocurría nada, de tal forma que el comandante encargado del retén tomó la decisión de ir a buscarlos. Partieron las tres camionetas de la PF, en las que viajaban una veintena de elementos armados. Minutos más tarde se toparon de frente con los sicarios, les marcaron el alto pero éstos hicieron caso omiso y les pasaron por en medio.
En la carrera se descompuso una de las camionetas de los sicarios, así que la abandonaron y siguieron en una sola, una Avalanche.
“Un grupo de sacerdotes estábamos en Sisoguichi, nos tocó ver parte de la persecución. Ellos (sicarios) pasaron ‘volando’, su camioneta iba destrozada, con una llanta ponchada pero no se detenían. Los federales no iban tan rápido, hasta parecía que se cuidaban de no agarrar los baches”, relata el padre Martínez.
La banda de delincuentes dejó su vehículo en un puente a la entrada de Panalachi y escaparon a pie hacia un cerro. “Llegaron a la camioneta (los federales) y la arrojaron al arroyo, pero en lugar de subir al monte detrás de ellos los buscaron en el pueblo, se metieron a casas y negocios, pero los asesinos iban en dirección contraria”.
Desde entonces la indignación entre la población de Creel ha ido en aumento, considera el párroco, ya que a un mes del crimen los responsables siguen libres, a pesar de haber estado todo el tiempo a unos kilómetros del lugar, y de que los agentes federales los tuvieron “al alcance de su mano”, pero no pudieron detenerlos.
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