Carlos Fernández-Vega
Si alguien diera crédito a la forma tan sesgada en la que muchos medios de comunicación presentaron la información contenida en los Indicadores petroleros enero-agosto 2008 que ayer divulgó Petróleos Mexicanos, entonces la única acción consecuente sería poner flores sobre el féretro de la paraestatal, y fríamente aceptar que la “única solución” para Pemex es la privatización.
Por una casualidad de la vida, dicho sesgo va de la mano con la versión oficial de que sólo con la intervención del capital privado Petróleos Mexicanos “puede salir adelante” y “modernizarse”. Sin embargo, si se analizan correctamente las cifras contenidas en dichos Indicadores, entonces se ratifica lo dicho en infinidad de ocasiones: Pemex es una gran empresa, con un enorme potencial, a pesar de que el gobierno afanosamente trabaja en su contra.
La referida versión sesgada se limita a subrayar que de enero a agosto de 2008 la exportación de crudo mexicano cayó 19 por ciento; que en igual periodo la producción de petróleo descendió 9.2 por ciento; que la extracción en Cantarell resultó 29.2 por ciento menor a la registrada en el mismo lapso, pero de 2007; que durante agosto pasado la producción en esta zona se situó por debajo del millón de barriles por primera vez desde 1995, y así por el estilo. Con este tratamiento informativo, la única conclusión válida sería que Gayoso ya tomó cartas en el asunto.
Qué depresión. Justo en la temporada en la que, más insistente que nunca, la tecnocracia neoliberal pretende abrir las puertas de par en par en el sector energético (aún) nacional, prácticamente todo se desplomó en Petróleos Mexicanos, de tal suerte que lo único que falta, si la intención es “recuperar” y “modernizar” a la paraestatal, es entregarla al capital privado, de preferencia extranjero y a la brevedad posible.
Pues bien, sí, ha caído el volumen de exportación, algo que no debe alegrar a nadie; sí, ha descendido la producción petrolera, lo cual es preocupante; sí, se ha reducido el potencial de Cantarell, pero a pesar de todo las arcas nacionales han captado alrededor de 16 mil millones de dólares adicionales a los originalmente estimados en los Criterios Generales de Política Económica para 2008, y cerca de 15 mil millones de más si se considera el “ajuste” al alza del precio promedio del barril mexicano de exportación autorizado por el Congreso para el mismo ejercicio. Entonces, ¡viva el sesgo!
Lo realmente dramático de todo esto es que a pesar de esa carretada de billetes verdes, que supera por mucho ambas estimaciones (la de los Criterios y la del Congreso), la Secretaría de Hacienda no quita el dedo del renglón: se queda con todo, mantiene la política de asfixia en contra de las finanzas de Pemex y por ninguna parte se ve la inversión en exploración para reponer reservas, en la construcción de refinerías o en cualquier otra decisión que oxigene a la paraestatal.
Lo que no se toca en la referida información sesgada es que de enero a agosto de 2008, con todo y la reducción en el volumen de exportación, Petróleos Mexicanos captó alrededor de 35 mil millones de dólares por las ventas de crudo allende nuestras fronteras. Si se mantiene el ritmo, al cierre del presente año ese monto se incrementaría a 52 mil millones de billetes verdes.
En los Criterios Generales de Política Económica para 2008, el gobierno calderonista estimó un volumen de exportación de un millón 678 mil barriles diarios, con un precio promedio anual de 46.6 dólares, lo que de cumplirse hubiera implicado la captación de poco más de 19 mil millones de dólares de enero a agosto. Felizmente no se cumplieron dichas estimaciones: el volumen exportado cayó 14.2 por ciento, pero el precio de la mezcla se incrementó 113.33 por ciento, de tal suerte que el ingreso por el concepto descrito se aproximó a 35 mil millones, alrededor de 84 por ciento por arriba de lo que tales Criterios proyectaron con mayor envío foráneo de crudo.
La propuesta gubernamental que fijó en 46.6 dólares el precio promedio del barril mexicano de exportación no convenció a los legisladores, quienes decidieron elevarla a 49 dólares, sin alterar la plataforma de exportación. Con esta fórmula, calcularon los de San Lázaro, el erario recibiría cerca de 30 mil millones de dólares en todo 2008 (20 mil millones de enero a agosto). De la misma manera que el cálculo calderonista, el de la Cámara de Diputados resultó equivocado, aunque felizmente, con todo y caída en la plataforma de exportación, las arcas nacionales captaron cerca de 35 mil millones, pero en sólo ocho meses, que se incrementarían a 52 mil millones al cierre del año, monto 73 por ciento superior al “ajuste” que hicieron en el Congreso.
Con el cálculo calderonista original (Criterios de Política Económica), el país hubiera captado 78.2 millones de dólares diariamente; con el “ajuste” de los diputados 82.2 millones (en ambos casos con una plataforma de exportación de un millón 678 mil barriles). En los hechos, las arcas nacionales han recibido 143.05 millones cada 24 horas, con menos volumen exportado (un millón 439 mil barriles por día).
Eso sí, de esa carretada de dinero ni un centavo para que Pemex pueda ver la luz del día. Ni uno solo para construir una refinería.
Las rebanadas del pastel
Una verdadera catarata de fuego es la que George W. Bush hereda a su remplazo en la Casa Blanca. En ocho años, el Fox texano demostró fehacientemente que no sirve para nada, salvo para negocios privados desde un cargo público. Además de la invasión a Irak y su voluminoso costo (político, económico y social), el junior deja de regalo un cuestionadísimo cuan multimillonario “rescate” financiero de negocios privados con fondos públicos, que ha puesto a sus posibles sucesores al borde de un ataque de pánico: “nunca antes en la historia de nuestro país se había concentrado tanto poder en manos de una sola persona; este acuerdo me hace sentir muy incómodo; la falta de supervisión y responsabilidad fue la que metió al país en este lío”, dijo el republicano John McCain, mientras el demócrata Barack Obama advirtió que el “rescate” es “una muestra de la avaricia e irresponsabilidad” de Washington y Wall Street. “No se le puede dar un cheque en blanco a la Casa Blanca sin supervisión ni responsabilidad”. El hecho, sin embargo, es que el “rescate” va viento en popa.
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