Por Fausto Fernandez Ponte
I
Varios leyentes han urgido a este escribidor comentar acerca de los debate de los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos Barack Obama y John McCain. El debate más reciente ocurrió el martes.
Este debate no fue diferente al realizado la semana previa, excepto en el formato, pues en cuanto a sustancia no se debatió realmente propuesta alguna. Se debatieron subjetividades.
Y lo que se trató, sin duda, fue, como hace una semana, un intercambio de descalificaciones del quehacer senatorial de cada candidato. "Tú hiciste ésto" o "Tú hiciste lo otro".
O "Tu nombre (el de Obama) no aparece en la carta que dices que se le envió al secretario del tesoro exigiéndole actuar para frenar las irregularidades en Wall Street".
O "Tu plan (de McCain) de rescate de casatenientes que propones, de que el gobierno les compre sus deudas hipotecarias, ya está desde hace años en la Ley; George W. Bush no lo aplicó".
Lo que sí hubo es, reiteradamente, la elusión de responsabilidades específicas a adquirirse, ora por Obama, ora por McCain, fuere dado el caso de su elección a la investidura presidencial.
No se debatieron esa noche las propuestas de cada uno de los candidatos. No se debatieron los méritos y deméritos reales o percibidos --supuestos-- y prospectivos de las propuestas.
II
¿Por qué no hubo debate real? Por la sencilla razón de que no hubieron (ni han habido) propuestas trascendentes, no obstante que el asunto a debatir es de la mayor trascendencia: la crisis económica.
El público --el "debate" se realizó bajo el formato de un "town meeting", costumbre instituida desde la Independencia de EU por la cual los lugareños discuten asuntos públicos locales.
Y entre esos asuntos de interés público inclúyense propuestas concretas del alcalde y/o los miembros del cuerpo gobernante cuyo equivalente en nuestra experiencia política es la del cabildo.
Pero en un "town meeting" --este escribidor ha cubierto para periódicos estadunidenses decenas de ellos, durante una treintena de años viviendo en EU-- sí se discuten méritos y deméritos.
Por supuesto, en esos encuentros de ciudadanos sí se dan situaciones de ánimos caldeados y hasta llueven descalificaciones --como las que mutuamente se hicieron Obama y McCain-- e insultos y golpes.
Pero no se evade el meollo --la esencia-- de los asuntos a discutir, fueren éstos propuestas de obra pública o sólo informativas y bajo la guisa de consulta y consenso o de decisiones ya tomadas.
Las causales de tan anchurosa y honda diferencia entre el encuentro de ciudadanos y el "debate" de Obama y McCain es determinada por lo que está en juego --la Presidencia-- y ciertos intereses.
III
Esos intereses son económicos. No débese desestimar un verismo insoslayable: el presidente de EU es el jefe de un Estado devenido en instrumento político del fenómeno del imperialismo.
Ese fenómeno, al cual solemos identificar y llamarlo "imperialismo estadunidense", es el imperio de los grandes consorcios industriales, comerciales, financieros, culturales, etcétera, de ese país.
Esos consorcios son de alcance trasnacional --trasponen a discreción fronteras territoriales y culturales y las soberanías de los Estados. Dominan, incluso, a muchos otros Estados, como el mexicano.
Las trasnacionales conforman el poder real en el mundo, el poder del dinero, que se representa en la disponibilidad móvil de vastos recursos financieros y sus distintas representaciones veras y simbólicas.
Los consorcios trasnacionales son el nuevo imperialismo, que copula con formas arcaicas, pero remozadas, de dominación y opresiones, como los tratados, las convenciones internacionales y otras.
Para sus fines estratégicos --control de mercados "de ida y vuelta" como el mexicano, que exporta materias primas e importa éstas con valor agregado-- las trasnacionales usan los logros de la tecnología.
Esos logros tecnológicos se emblematizan en los satélites espaciales y la Internet, que permiten la comunicación instantánea, la aculturación y la coacción y manipular conductas colectivas.
La tecnología --incluida la del armamento de destrucción masiva-- le otorga a las trasnacionales otro instrumento eficacísimo más de dominación e influencia.
Así, el Estado poderoso y la tecnología "de punta" que permiten la ubicuidad de potestades coactivas e inductivas y de recursos financieros le dan eficacia a viejos hábitos de dominio y opresión.
Esos hábitos son tan antiguos como el hombre mismo. Sus secuelas son terribles (e.g., pobreza, migración, etcétera). De ello no "debatieron" Obama y McCain
ffponte@gmail.com
Glosario:
Copula: del verbo copular. Juntar o unir algo con otra cosa.
Elusión: acción y efecto de eludir. Evitar con astucia una dificultad o una obligación.
Ubicuidad: de ubicuo: que está en varios lugares al mismo tiempo.
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