“Es un honor estar con Obrador!”
Es un honor estar con Obrador, se escuchó la voz femenina en solitario que salió del lado de las curules del PAN en el recinto del Senado.
Habían pasado los primeros cinco minutos de la llegada del presidente Felipe Calderón, quien acudió a la sesión solemne para la entrega de la medalla Belisario Domínguez, que se entregó al periodista Miguel Angel Granados Chapa.
Calderón escuchó el tono del grito popular, como lo definió la locutora Andrea Fernández, hija del extinto cronista deportivo Angel Fernández —quien ocupó un lugar de la primera fila en los invitados de honor—, justo en el momento en que concluyó el Himno Nacional.
El silencio y la sorpresa se apoderó de los senadores de PAN, PRI, PRD y Verde Ecologista, porque el grito salió del lado en que se ubica el albiazul, y porque se tenía el compromiso del líder de los perredistas Carlos Navarrete de conducir a su bancada con civilidad en la ceremonia solemne.
Pero también vino la confusión, y durante unos minutos no faltó quien dijera que la senadora petista Rosario Ibarra era la autora del grito, quien mantuvo el puño de la mano izquierda levantado mientras se entonó el Himno.
A diferencia del estudiante galardonado Andrés Gómez Emilsson, quien fue conducido a la agencia 33 del MP, a Andrea dos elementos del Estado Mayor Presidencial le retiraron su gafete de invitada.
Andrea permaneció en el recinto hasta que concluyó la sesión, fue el único incidente de la ceremonia que se prolongó 46 minutos. En la bancada perredista no estuvieron presentes los senadores más cercanos a Andrés Manuel López Obrador, entre ellos el vicecoordinador de la bancada Ricardo Monreal y la senadora Rosalinda López.
Ataviada con un blusón azul rey, Andrea participó en el convivio que ofreció el Senado en el patio de la vieja casona de Xicoténcatl y salió del recinto junto con el galardonado Miguel Angel Granados Chapa.
Antes de retirarse relató convencida que expresó “un grito público en un lugar público”, que se trató de “un grito popular que abandero en muchos lugares y que manifesté aquí”.
Después del grito, la ceremonia continúo como si nada hubiera pasado, pero se sentía la tensión. En ese momento, Calderón estaba de pie, a la izquierda de Granados Chapa, a la derecha del presidente del Senado, Gustavo Madero.
En el salón de plenos, los acompañantes del mandatario, ubicados muy cerca de Andrea parecían no dar importancia al segundo desaguisado de los últimos cuatro días.
Calderón llegó acompañado por su esposa Margarita Zavala; el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y su secretario particular, César Nava.
La sesión se inició en punto del mediodía con sólo 79 de los 128 senadores; la propia presidenta de la comisión de Cultura, la perredista María Rojo, fue cautelosa en su discurso, en el que no se refirió explícitamente a Calderón, sino a “los señores titulares de los Poderes de la Unión”.
Andrea afirmó que al igual que su tocayo está convencida de que el triunfo de López Obrador no se trata de “una cuestión política, sino matemática”.
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