Carlos Fernández-Vega
Aprobada en lo general y en lo particular, el país ya tiene ley de ingresos 2008. Dos billones 569 mil 450.2 millones de pesos es lo que pretende ingresar la Federación en el próximo año, para que más de la mitad se destine a nómina burocrática, deuda pública (interna y externa), débito no reconocido como tal –aunque si de patos se trata éste es más cua cua que todos los demás, como los Pidiregas– y otras gracias que reducirán la inversión productiva a su mínima expresión, como en cada ejercicio fiscal.
Legislativo y Ejecutivo quedaron satisfechos por el monto, algo así como 234 mil millones de dólares, que incluye los poco más de 152 mil millones de pesos que los diputados obtuvieron de diferentes modificaciones fiscales y el precio de la canasta petrolera (49 contra los 46.6 dólares propuestos por el inquilino de Los Pinos), entre otros elementos. Eso sí, la perspectiva de crecimiento económico (3.7 por ciento en 2008, cálculo oficial) no se mueve, aunque todo indica que en los hechos será menor.
Ni un peso más, aunque posibilidades existen muchas. Una de ellas es la relativa a la venta (léase regalo) de los bienes nacionales, como en el caso de Aeroméxico, que pudo dejar mucho más al erario y no a los “hombres de negocios” y el banco trasnacional que la adquirieron. Y sobre qué tanto más pudo haber dejado esa reprivatización, da luz el escrito que gentilmente a México SA envía Francisco A. Servin de Alba (fsda@att.net.mx), que retomó en su parte medular:
Hasta hace dos años, Cintra mantenía en sus estados financieros a Mexicana de Aviación y Aeroméxico, pero en diciembre de 2005 el Grupo Posadas adquirió la primera de ellas por 165.5 millones de dólares (que se redujo a 154 por una devolución que se le hizo), y con ello el papel de Cintra salía sobrando. Por ello, el gobierno decidió el cambio de razón social. Paradójicamente, en el acta de nacimiento se anunciaba la defunción, pues el cambio de nombre se debía exclusivamente a estrategia impositiva. Un pago de facturas en forma de (falsa) subasta.
Tocó el turno a Aeroméxico, y muchos expertos y analistas han calificado de ganga la venta de la aerolínea, en tan sólo 249 millones de dólares. En sentido contrario, varios funcionarios se han dado el lujo de calificarla como ejemplar y transparente. No se explica de dónde sacan esos calificativos, si dos años atrás pudo venderse en más de lo que ahora se recibió por ella. Pero, si uno se mete a los intestinos de los números, se dará cuenta que algunos no son tan expertos, menos analistas.
Aprovecho la experiencia adquirida en más de 25 años en el sector financiero para decir que los números estudiados fueron la preparación adecuada para una venta de garaje. Así, nos doran la píldora diciendo que la compañía del caballero águila se vendió a cuatro veces el valor contable y con los adeudos incluidos; por lo cual, la empresa salió en cerca de mil millones de dólares. Puras falsedades. En primer lugar, se vendió un negocio en marcha, una cajita registradora que todos los días hace clic y entra dinero para ir pagando las deudas. Lo más triste del asunto es ver la manera que instrumentan el daño a la nación sin tener un mínimo de recato. Más allá de los números, está la intención tan baja de repetir lo que hasta ahora ha sido el deporte nacional: terminar con las riquezas del país. ¿Sabe cuánto pagaron por la línea aérea del caballero águila aquellos que colaboraron en las campañas antidemocráticas de las pasadas elecciones presidenciales? Nada, esa es la respuesta. Esos elegidos del Dios de la codicia, fueron premiados por los servicios prestados.
Lo que a continuación escribo, es una compilación de lo mucho publicado por la compañía aérea, tanto en su portal como en la Bolsa Mexicana de Valores: el 1 de marzo de 2006 la empresa pública recibió la sentencia favorable y definitiva en el amparo interpuesto para la aplicación de pérdidas fiscales por enajenación de acciones (juicio promovido en mayo de 2003). Esas pérdidas tuvieron su origen en 2002, en la reestructuración corporativa que se llevó a cabo, como preparación para la venta de sus activos. El monto actualizado a junio de 2005 era de 13 mil 400 millones de pesos. Debo imaginar que se utilizó alguna parte pues posteriormente baja esa cifra.
Actualmente esas pérdidas fiscales tienen una vigencia de seis años, y los nuevos dueños de la aerolínea pueden aplicarlas contra cualquier utilidad fiscal que obtenga su nueva propiedad. No es de extrañar, pues, que de repente comiencen a desmantelar la empresa para vender todo lo posible. De esa manera se lograrán ingresos que pasarán fiscalmente libres a las manos de los accionistas.
Además, Aeroméxico tiene en una cuenta llamada CUCA (Cuenta de Capital de Aportación Actualizada) la nada despreciable suma de 20 mil millones de pesos, que los afortunados nuevos propietarios podrán sacar libres de polvo y paja, mediante la figura de reembolso de capital. No termina aquí la lista de regalos. En su informe 2006, Aeroméxico reporta que consolida sus resultados para efectos fiscales, lo que le ha generado pérdidas fiscales; éstas, actualizadas al cierre de 2006, sumaron 12 mil 384.27 millones de pesos, con vencimientos de 2012 a 2015, de tal suerte que la CUCA del corporativo sumó 20 mil 166.49 millones al 31 de diciembre de 2006.
Mientras a los millones de mexicanos que luchan por sobrevivir se les carga la mano con más impuestos, a un grupito, el de siempre, se le regala el patrimonio nacional, en la forma que puede verse sin sombra de duda. Le obsequian 33 mil 303 millones de pesos de franquicia fiscal, que nos da la bonita cantidad efectiva de no pago de impuestos de 9 mil 325 millones de pesos, algo así como 860 millones de dólares. Entonces, ¿bien vendida?
Las rebanadas del pastel
Ya tenemos “Iniciativa Mérida”, “Plan México” o como quieran llamarle. Así comenzó Estados Unidos su “presencia” en Vietnam: “sólo “asesores” y “sin tropas” para “combatir amenazas comunes”. ¿Habrá versión mexicana del Golfo Tonkin?
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