“Después de años de haberse endeudado en demasía, los norteamericanos no podemos endeudarnos -y no lo haremos- pidiendo prestado para asegurar la prosperidad del mundo”, dijo al concluir la cumbre el presidente estadounidense, Barack Obama.
“Ninguna nación puede considerar que su camino a la prosperidad está allanado por las exportaciones hacia Estados Unidos”, agregó.
Las polémicas sobre políticas de incentivos versus ajustes fiscales o sobre tasas bancarias y flexibilización monetaria son alimentadas tanto por la preocupación de una nueva recesión como por la de saber quién está en condiciones de asegurar en adelante la demanda, motor del crecimiento.
Los más solicitados son los países emergentes, que ostentan tasas de crecimiento envidiables para los europeos, obligados por la crisis de la deuda griega a buscar ante todo la recuperación de la confianza de los mercados mediante ajustes sin precedentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Pero el ministro brasileño de Finanzas, Guido Mantega, advirtió el sábado que esos ajustes, sobre todo si vienen de países fuertemente exportadores -y tal es el caso de Alemania- podrían tener serias consecuencias para los emergentes.
Los recortes significan que los países desarrollados en crisis apuestan a “ocupar los mercados de los emergentes que están creciendo más”, declaró.
Las trincheras no oponen sólo a emergentes con industrializados.
China, que en 2009 se convirtió en el primer exportador mundial, flexibilizó la semana pasada su tipo de cambio, despegando el yuan del dólar.
Pero del dicho al hecho, puede haber un largo trecho. Por eso Mantega instó el sábado a las autoridades chinas a acelerar el proceso de apreciación del yuan y Obama dijo este domingo que esperaba que China tome “en serio” su promesa de dejar fluctuar su moneda.
“Mi expectativa es que ellos sean serios respecto a la política que ellos mismos anunciaron”, afirmó.
La declaración final de la cumbre de Toronto insta a los miembros los países emergentes con superávit de cuenta corriente a flexibilizar sus monedas, fortalecer el gasto social e incrementar el gasto en infraestructura.
La vicepresidenta del gobierno español, Elena Salgado, refirió que en las discusiones se preconizaron reformas estructurales no sólo en los países avanzados, sino también en los emergentes, como la creación “de redes de protección social que pueden estimular la demanda interna y en ese sentido estimular también el crecimiento y el comercio internacional”.
El G20 se convirtió el año pasado en el principal foro de coordinación de políticas macroeconómicas, y trata de mantener ese papel, en la búsqueda constante de posiciones de consenso.
Los expertos coinciden en señalar que uno de sus mayores logros fue evitar, hasta el momento, un repliegue proteccionista y una guerra comercial, contrariamente a lo ocurrido para responder a la Gran Depresión de 1929, que aceleró la carrera del mundo al despeñadero.
Con información de AFP