12 enero 2010
“El náufrago se resiste a creer que está solo y abandonado en mitad del océano, se nutre de una huidiza esperanza y empieza a ver visiones”.
John Conrad, en su novela “Rescue”.
I
Algunos caros leyentes han aludido a cierta parrafada de la entrega de ayer, en la cual se sustenta la tesis de que en el corriente recambio de élites del poder en México, la que encabeza Carlos Salinas ha abandonado a su suerte cual naúfrago a Felipe Calderón.
Ese aserto tiene origen --como también se dijo ayer aquí-- en ciertos cenáculos priístas y panistas del poder político del Estado y del gran empresariado: se habla, al parecer informadamente, de que el barco calderonista ha sido abandonado al temporal.
Dicho de otro estilo, a don Felipe se le está dejando morir solo, como consecuencia de sus obvias brevedades intelectuales y evidentísimas cortedades políticas y carencia, sin duda espectacular y dramática, de sentido de los tiempos políticos e ignorancia.
“(Calderón) ya no sirve al proyecto neoliberal”, nos dijo no ha mucho, allá por diciembre del ya ido muy aciago 2009, un prominente legislador priísta que bien yantaba en lugar público con un colega suyo panista y un empresario de nota.
Ese mismo legislador afirmó también que “Felipe está muy desesperado; por eso es tan errático”. Mientras el priísta hablaba, su colega panista y el empresario asentían con la cabeza y la mirada. “Está muy claro. Ya llegó a un punto de no retorno”, añadió.
II
Ese tipo de conversaciones con personeros del poder es privilegio de los periodistas, pero ello, desde luego, tiene limitaciones. Si el priísta en cuestión fuese alguien sin importancia, sus palabras no merecerían ser recogidas por ningún comentarista.
Los periodistas abrevamos en esa alfaguara de informaciones privilegiadas que no se pueden consignar en una nota informativa simple, sino situarlas en contexto en algún artículo de opinión y análisis de la realidad, como en éste pergeño cotidiano.
Pero la confidencialidad y una relación profesional-personal cultivada por mucho tiempo con los hombres y las mujeres del poder son centrales en el acceso a esos personeros. Algunos de éstos intentan, a veces, manipular al periodista confidente.
Y la manipulación tiene por coyuntura cuando el periodista, rompiendo su código de ética, solicita o acepta favores de un personero del poder. Pero ese tema es ajeno al de la entrega de hoy y tiene que ver más que nada con la moral y la ética periodística.
Pero éstas alusiones son atañederas a la inquietud de los leyentes acerca de que el señor Calderón marcha a la deriva y sin más flotadores que el Ejército y la Armada –desinflados por el narco y descontentos con su comandante supremo— y muy expuesto.
III
En ese contexto se da, menciónese, que un notable de la guerrilla salvadoreña como Joaquín Villalobos defienda a don Felipe en la revista Nexos; ésto no mueve a sorpresa dados los términos crematísticos de un acceso triangular del exguerrilero a Los Pinos.
La desesperación del Presidente de Facto –así considerado por la mayoría de quienes votaron en 2006-- lo lleva a contrasentidos y sinsentidos aberrantes. Puede comprar el alma de notables de la izquierda ideológica para camuflarse de una pátina progresista.
Esto nos lleva por inferencia válida a otra vena de simulación: el señor Salinas, que ejerce un maximato de hecho en ciertas rías priístas, panistas y, sábese, perredistas también, estaría contemplando hacer, ¡agárrese usted, una “revolución”.
Para paliar el descontento y la irritación societales, el “Gran Facilitador” don Carlos influiría en sus coimes para convertir al señor Calderón en el proverbial pagano por los platos rotos, blanco de la ira social y presentar al PRI como el “salvador” de la patria.
Escenario posible: salvar a la patria mediante una pseudo revolución encabezada por un partido pseudo revolucionario, el PRI, para aparentar cambios para que nada cambie, según la filosofía salinista. Esas visiones no las ha tenido aun el náufrago desesperado.
ffponte@gmail.com
John Conrad, en su novela “Rescue”.
I
Algunos caros leyentes han aludido a cierta parrafada de la entrega de ayer, en la cual se sustenta la tesis de que en el corriente recambio de élites del poder en México, la que encabeza Carlos Salinas ha abandonado a su suerte cual naúfrago a Felipe Calderón.
Ese aserto tiene origen --como también se dijo ayer aquí-- en ciertos cenáculos priístas y panistas del poder político del Estado y del gran empresariado: se habla, al parecer informadamente, de que el barco calderonista ha sido abandonado al temporal.
Dicho de otro estilo, a don Felipe se le está dejando morir solo, como consecuencia de sus obvias brevedades intelectuales y evidentísimas cortedades políticas y carencia, sin duda espectacular y dramática, de sentido de los tiempos políticos e ignorancia.
“(Calderón) ya no sirve al proyecto neoliberal”, nos dijo no ha mucho, allá por diciembre del ya ido muy aciago 2009, un prominente legislador priísta que bien yantaba en lugar público con un colega suyo panista y un empresario de nota.
Ese mismo legislador afirmó también que “Felipe está muy desesperado; por eso es tan errático”. Mientras el priísta hablaba, su colega panista y el empresario asentían con la cabeza y la mirada. “Está muy claro. Ya llegó a un punto de no retorno”, añadió.
II
Ese tipo de conversaciones con personeros del poder es privilegio de los periodistas, pero ello, desde luego, tiene limitaciones. Si el priísta en cuestión fuese alguien sin importancia, sus palabras no merecerían ser recogidas por ningún comentarista.
Los periodistas abrevamos en esa alfaguara de informaciones privilegiadas que no se pueden consignar en una nota informativa simple, sino situarlas en contexto en algún artículo de opinión y análisis de la realidad, como en éste pergeño cotidiano.
Pero la confidencialidad y una relación profesional-personal cultivada por mucho tiempo con los hombres y las mujeres del poder son centrales en el acceso a esos personeros. Algunos de éstos intentan, a veces, manipular al periodista confidente.
Y la manipulación tiene por coyuntura cuando el periodista, rompiendo su código de ética, solicita o acepta favores de un personero del poder. Pero ese tema es ajeno al de la entrega de hoy y tiene que ver más que nada con la moral y la ética periodística.
Pero éstas alusiones son atañederas a la inquietud de los leyentes acerca de que el señor Calderón marcha a la deriva y sin más flotadores que el Ejército y la Armada –desinflados por el narco y descontentos con su comandante supremo— y muy expuesto.
III
En ese contexto se da, menciónese, que un notable de la guerrilla salvadoreña como Joaquín Villalobos defienda a don Felipe en la revista Nexos; ésto no mueve a sorpresa dados los términos crematísticos de un acceso triangular del exguerrilero a Los Pinos.
La desesperación del Presidente de Facto –así considerado por la mayoría de quienes votaron en 2006-- lo lleva a contrasentidos y sinsentidos aberrantes. Puede comprar el alma de notables de la izquierda ideológica para camuflarse de una pátina progresista.
Esto nos lleva por inferencia válida a otra vena de simulación: el señor Salinas, que ejerce un maximato de hecho en ciertas rías priístas, panistas y, sábese, perredistas también, estaría contemplando hacer, ¡agárrese usted, una “revolución”.
Para paliar el descontento y la irritación societales, el “Gran Facilitador” don Carlos influiría en sus coimes para convertir al señor Calderón en el proverbial pagano por los platos rotos, blanco de la ira social y presentar al PRI como el “salvador” de la patria.
Escenario posible: salvar a la patria mediante una pseudo revolución encabezada por un partido pseudo revolucionario, el PRI, para aparentar cambios para que nada cambie, según la filosofía salinista. Esas visiones no las ha tenido aun el náufrago desesperado.
ffponte@gmail.com