―para reflexionar en grupo―
“Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión, hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de los cuarteles, y aun dentro de los mismos; atacarlo dondequiera que se encuentre, hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite”. ―Che Guevara
LA DICTADURA DEL CAPITALISMO
1. El dolor de ciertas muertes
Siento en el alma cada vez que muere un poderoso empresario, o un enriquecido funcionario. Cada vez que se van sin recibir su merecido, entre la opulencia y la impunidad, con esa risita de Mona Lisa. ¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?
― ¡Agarren a ése que anda por la calle con esos sentimientos! ―ya los escucho.
Aléjense del odio, aconsejan los equilibrados; es parte del rencor social, explican algunos intelectuales…
2. Cuando el diálogo es una terquedad
La revolución existirá mientras haya injusticias y será una herramienta válida de liberación. Sobre todo cuando insistir en el diálogo es ya una terquedad. Revolución significa negarse a ser una pelusa de la humanidad, una simple tuerca del sistema, es reclamar la dignidad de lo humano. Pero la voluntad no basta, se interponen miedos, creencias y tumores del pensamiento que aquí queremos extirpar para que la revolución no se detenga. Es que llega un momento en que la resistencia es insuficiente y hay que pasar a la ofensiva, al contragolpe. Esto supone romper los moldes ideológicos que nos atarantan y protegen a la clase dominante; requiere sensibilidad ante los atropellos; conciencia social; organización; recursos económicos; una buena dosis de rabia, el momento oportuno… Si usted junta todo esto y lo agita, se trata de la revolución. Y añada el “sí se puede”, porque es tremenda su fuerza, es la convicción del cambio revolucionario, que acabe con el sentido común del egoísmo y dé lugar al “otro sentido común” del espíritu comunitario.1
Ver “Otro Sentido Común”, numerales 7-8. http://zapateando2.wordpress.com/2006/07/24/otro-sentido-comun/
3. Derechos humanos: lucha de unos contra otros
La mujer y el hombre siempre han luchado por la alimentación, la salud, la vida, la libertad y otras cosas que ahora llamamos derechos humanos. Necesidades naturales que se han convertido en derechos cuando otro ser humano los puede impedir. Son los derechos humanos un reclamo ante la amenaza o despojo de lo que es naturalmente propio. Y esta necesidad de reclamar es lo triste e incoherente de nuestra historia, por ser una lucha entre semejantes de la misma especie, mientras otros animales se respetan más entre sí. En efecto, aunque se luche contra un sistema de injusticias -lo que ahora se dice capitalismo-, detrás de éste hay gente que lo diseña, lo alimenta, lo fortalece y se beneficia del mismo a costa de los derechos ajenos. Por eso, la lucha contra el capitalismo es por los derechos humanos; contra personas que se los han apropiado formando una clase social, muchos de los cuales, conocemos. Todas las antiguas civilizaciones han entablado esa lucha. Y muchas religiones es lo que buscan finalmente; el cristianismo, por ejemplo, es en esencia una férrea lucha por los derechos humanos, aunque desvirtuada o atenuada tantas veces. Las grandes revoluciones, las independencias de los pueblos, la lucha zapatista… antes que una lucha por el poder popular, es por los derechos humanos.
4. El gobierno del terror
A menudo saboreo cuando el gobierno y el narcotráfico se matan entre sí, pues son la misma cosa. Pero el gustillo se pierde cuando niños y otros inocentes aparecen entre las víctimas. Es que los soldados ametrallan a cualquier vehículo que desaire un retén, sólo por eso, matando a sus ocupantes. Disparan sobre ninguna invasión extranjera, sin ser agredidos ni encontrar armas o droga entre los muertos, y sin que ésta sea su función.2 Algo así como los Estados Unidos en Irak. Dispara y después averiguas, les ordenaron. Una pariente preguntaba por qué no persiguen a los sospechosos.
― No son policías ―le dije.
¿Qué hacen ahí entonces?, una patrulla que les dé alcance, hombre, que los regañe, que los multe, pero ¿que maten? Qué disparen a las llantas, ¡qué piensen!... Qué cosas, pensé entre mí, el ejército puede matarle a usted y a mí sólo por ser sospechosos. Y aun sin serlo. Son asesinos de todo a todo, con sus propios tribunales del perdón. Es el gobierno del terror. Y la CNDH, más que una comisión, viene siendo el Cuento Nacional de los Derechos Humanos. Ejemplos sobran.
2 Sólo en medios de comunicación se han registrado 14 casos de abusos en retenes durante este sexenio de Felipe Calderón, del 2007 a junio de 2008. Y 22 personas han sido asesinadas por militares. Ver informe del Centro de DH Agustín Pro, “Abusos militares en México”, julio 2008, http://www.centroprodh.org.mx.
5. Un ejército, dos ejemplos
“El quejoso manifestó a la CNDH que estaba en su casa viendo una película cuando irrumpieron los militares. Le gritaron: Abre la puerta, hijo de tu puta madre. El agraviado abrió la puerta de su hogar y 15 soldados ingresaron a su casa, lo golpearon durante 30 minutos, le taparon la cara, lo mojaron y le dieron toques eléctricos en los testículos”. Esto fue motivo para una recomendación de la CNDH a la Secretaría de la Defensa Nacional. Y ahí quedó todo. Lo mismo sucedió en el caso de José Fausto Gálvez Murguía: “El quejoso dijo a la CNDH que estaba a punto de cruzar a Estados Unidos cuando personal de la 40 Zona Militar le gritó y lo encañonó. ¿Dónde está la mariguana?, si no aparece los vamos a madrear y matar. Gálvez refirió que esperaba a un pollero que lo pasaría hacia Phoenix, Arizona. Los soldados lo patearon y le gritaron: Mientes cabrón, estás esperando droga para pasarla, dime quién es tu pinche patrón y dónde está o te madreo. Explicó que los soldados dispararon sus armas a un lado de su cabeza, lo golpearon, le vendaron los ojos, le metieron un tubo a la boca y lo obligaron a beber un líquido con sabor a alcohol. En uñas de manos y pies le metieron pedazos de madera, después le arrancaron las uñas y cuando quedó inconsciente lo abandonaron en el desierto”. 3
3 CNDH, Recomendaciones 29 y 30/2008. Cfr. “Presenta la CNDH 8 recomendaciones a Sedena por violaciones graves de militares”, Víctor BALLINAS, La Jornada, 11-jul-08.
6. La moderna esclavitud
Se dice que esta violencia militar en realidad busca espantar la lucha social que estallará durante el 2010, contra el “orden” social del sistema capitalista. Un vecino piensa que la situación no es para tanto. Pero sí es, porque estamos atados al poder del capital, convertidos en esclavos. Una muestra es que nadie pueda desdeñar cualquier empleo a riesgo de quedarse sin comer. Un trabajador denigra las más hermosas cualidades humanas por un empleo que le explota hasta la última gota, correteando un mísero salario apenas mejor a la nada. Y miles de desempleados esperan su renuncia para abalanzarse sobre esa vacante. Por ese empleo una mujer se prostituye con el jefe, mientras un empleado alimenta la intriga y la difamación entre sus compañeros para desplazar a otro. Si el patrón le grita o le obliga con chantajes y amenazas a trabajar horas extras sin pagar, usted dice “sí patrón” y no puede renunciar porque en casa le esperan su esposa y sus hijos con la cuchara en la mano. No es usted libre.
7. La finca globalizada
Si su familia necesita una lavadora de ropa, porque nadie tiene tiempo para el hogar, o una estufa para cocinar huevos sin jamón, debe conseguirlas a crédito pues su salario es muy tímido. Y tendrá que pagar dos o tres veces su precio, así deba emplearse de noche en otra chamba, y luego el domingo, o inventar cualquier empleo que diga en la puerta curiosidades ortográficas: “SE bENDEN bOLIS”, “SE PONEN SIPERS”, “Ai poyo”, “SE RREPARAN NIÑOS DIOS”. Si empeña su anillo a la décima de su valor ―ya nadie le presta―, será para pagarle a ese otro patrón que le explota más allá de su trabajo ordinario: el banco o la tienda a crédito. Tendrá que trabajar doble jornada o triple para ellos, donde se encuentre, en un empleo o en otro. Es parte de la moderna esclavitud, la moderna tienda de raya. Ya no se encuentra atrapado en una finca porfiriana sino en el mundo: adondequiera que vaya está atrapado, dondequiera que trabaje será para esa empresa transnacional que le está explotando hasta que pague. Es la finca globalizada. Y tiene otro capataz, el tiempo, que día a día le azota con intereses para que se apure y trabaje más. Ay de usted si se atrasa un día en su pago porque vienen peores azotes. No, señor, usted no es libre.
8. Los defensores de la patria
Este sistema económico es lo que defienden los soldados con tanta violencia, aunque de cierto no lo sepan. Ustedes sólo buscan drogas y armas, les dicen. Pero se sabe que en realidad están defendiendo la esclavitud neoliberal que nos han impuesto los capitalistas, la que estamos platicando. Lejos de defender la patria, defienden los sucios negocios del extranjero. No sé si a usted le ha tocado ver a los soldados trabajando de policía bancaria, custodiando intereses de gringos y españoles… esa mañana, en el Banamex de Poza Rica, cómo deseaba una fotografía de aquel espectáculo. Es todo el poder del estado al servicio del rico invasor, lo que se debería castigar como “traición a la patria” según el artículo 123 del Código Penal Federal. Bajo la dirección del presidente de la república y con el fusil en la mano, los militares todopoderosos: violan mujeres, generan prostitución, allanan casas y predios robando pertenencias, cosechas, contaminando arroyos y agotando manantiales, obstruyendo los caminos a la escuela, a la milpa, entrenando paramilitares, dividiendo a la población, golpeando y matando gente. Son los defensores de la patria.
9. Los guardianes del orden
Y con la policía, de nuevo ese gustillo cuando muere alguno. Acaso muchos busquemos en cada noticia de matazones al policía caído, el soldado muerto y el corazón goza como si se tratara de un militar estadounidense baleado en el Medio Oriente. ¿Era un alto mando? Qué mejor. Claro, uno se pregunta si debe tener contriciones por estos sentimientos. ¿Son de una persona enferma, sanguinaria, demente? No tanto. Piensa uno en las familias de esos policías, ¿sus hijos qué culpa tienen?, cosas así, y de nuevo el gustillo desaparece. Pero recapacito, porque ellos no se preocupan por nuestras familias; y las suyas son sus cómplices, aunque resulta difícil creer que esos animales puedan sostener una familia. Pero si acaso, la muerte del policía por igual alivia a su propia gente: se fue el padre violador, el golpeador, el pederasta, adiós al borracho, al drogado, al narcotraficante. Recapacite también usted, porque vimos las golpizas y los disparos a matar en Atenco, en Oaxaca por recordar algo. Vimos en televisión aquel gorila saltando una y otra vez desde el techo de una patrulla sobre las costillas de un hombre, no con aquel gustillo nuestro, sino alocadamente eufórico; y luego tuvieron el descaro de difundir en cadena nacional que se están entrenando para torturarnos mejor. Estos son los guardianes del orden.
ESTO ES UN DELITO
10. “Moral, vida privada y paz pública”
Ahora echemos un vistazo al terreno de las leyes, diseñadas para ser interpretadas y aplicadas según la conveniencia de quienes las hacen y las administran. “Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad pueden establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública”. Esto dice el artículo 7° constitucional, y algo parecido señala el 6° sobre la manifestación de las ideas. Frente a cualquier puesto de periódicos y revistas uno se pregunta qué es “moral” para el gobierno, “vida privada” y “paz pública”, porque no se ven los límites que dicen. Las grandes editoriales manipulan, desinforman, publican pornografía, difaman y ¿no tienen delito? o lo cometen impunemente. Pero un día llega a sus ojos un panfleto como éste, apreciado lector, que le invita a tumbar el sistema social establecido, y la reacción nerviosa del gobierno le saca de dudas: este panfleto es un ejemplo contra la moral, la vida privada y la paz pública. Llamemos a los guardianes del orden y a los defensores de la patria.
11. La “moral” del capitalismo
Si entendemos que la moral regula el comportamiento de un pueblo o de una cultura, ¿de cuántas morales estamos hablando en un país pluricultural? Si la moral es el deber de la costumbre, ¿hay un deber nacional que unifica todas las costumbres?, porque lo aceptable para un pueblo puede no serlo para otro. Sí lo hay. Hay una cultura que penetra y carcome todas las culturas mexicanas, que no es ninguna declaración de derechos humanos sino esa cultura del capitalismo a la que nos hemos referido. Esa cultura, con su moral y su deber, es lo que realmente defiende la constitución para que todos la respeten. Por moral no están entendiendo la sana convivencia y dignidad de las personas, sino todo lo contrario: es la cultura de apropiarse los medios de producción y exprimir como trapeador al empleado; la cultura del poder en pocas manos, de los derechos pisoteados por la ley del más fuerte; la cultura del enriquecimiento a toda costa. Y lo que vaya contra estas “buenas costumbres” resulta inmoral, es un delito. Quienes pensaban que todas las culturas son igualmente respetables, he aquí un ejemplo de una que es aborrecible y debe ser combatida: la cultura del capitalismo.
12. ¿“Vida privada” o propiedad privada?
La moral capitalista cuida la “vida privada” de los capitalistas y su cultura de rapiña. Nadie debe publicar contra ellos, según la ley, o viene la represión. No obstante, este panfleto que estamos leyendo nos invita a terminar con los capitalistas y su sistema de gobierno, a terminar con esa cultura de enriquecimiento desigual. Pretende acabar con sus empresarios y gobernantes, arrebatarles lo que roban al pueblo, encarcelarlos. Carlos Slim figura entre ellos como representante mundial de la opulencia, entre otros grandes acaparadores; también Felipe Calderón y su corte; todos los expresidentes; casi todos los diputados y senadores, presentes y pasados. Amenaza la propiedad privada de los medios de producción, ésa que produce las desigualdades; atenta contra ésos que acaparan la riqueza y el poder nacional, lo que llaman “vida privada”. Defiende la propiedad pública, el interés colectivo y la vida de las mayorías pobres que a la ley actual no le interesan… le digo, esto es un delito.
13. ¿“Paz pública” o seguridad privada?
Es el pellejo del capitalista lo que cuida nuestra constitución política. Y de nuevo es el capitalismo lo que la ley llama “paz pública”: la seguridad de sus intereses privados, la ganancia a costa de los derechos humanos; la hambruna de miles cuando los alimentos son echados al mar para elevar los precios, o son utilizados para alimentar automóviles; la muerte de un niño cada dos minutos por falta de agua potable; decesos porque no se halla una simple medicina; la muerte de campesinos despojados de sus tierras; familias desbaratadas por la migración; el suicidio de jóvenes que no encuentran lugar; la naturaleza moribunda a causa del desarrollo industrial y turístico. Pueblos ancestrales como el kiliwa, al noroeste de México, tienen un "pacto de muerte" pues decidieron no reproducirse más ante la vergüenza de traer hijos a este mundo capitalista. “Sí, es cierto. Hemos tomado decisiones muy fuertes. Es que uno se cansa de que nadie nos escuche y a nadie le importemos”, confirma Elías Espinosa, padre de quizá la última niña kiliwa”.4 Ésa es la “paz pública” del capitalismo que nuestras leyes protegen, y arrastrar el lápiz contra ello es una libertad prohibida.
4 Así lo constató el Subcomandante Marcos en la gira de “la otra campaña”. Cfr. Nancy FLORES, “El exterminio de los pueblos”, Contralínea. Baja California. 2007.
14. El orgullo de ser “delincuente”
De hecho, muchos mexicanos ya somos delincuentes.5 Según el Código Penal Federal, merecen hasta 8 años de prisión por el delito de “sedición” miles que viven en los municipios autónomos, por resistir “sin uso de las armas” a la autoridad para impedir sus funciones; asimismo, quienes hayan repelido, agredido y hasta correteado a los policías, soldados o funcionarios públicos en alguna manifestación, por ejemplo; y hasta 15 años de prisión a quienes nos hayamos cooperado para los gastos. Merecemos hasta 7 años por “motín”, más otros 20 por “sabotaje”, quienes hemos obstruido vías de comunicación con alguna marcha o hemos presionado políticamente para que liberen a nuestros compañeros. Asimismo, el que mediante este panfleto o “por cualquier forma o medio invite a la rebelión”, recibirá hasta 20 años de cárcel. Y hasta 20 años quienes traten de abolir la Constitución “con violencia y uso de las armas”… ojalá le quitaran eso de “las armas” para que seamos unos perfectos delincuentes muchos rebeldes de “la otra campaña”.
5 Ver Código Penal Federal, Ed. Sista. México. Artículos 130-141.
15. Si usted llega a diputado
Mereceríamos –aún no- hasta 50 años de celda por “terroristas” al utilizar cualquier medio violento “para perturbar la paz pública, o tratar de menoscabar la autoridad del estado”, o presionarla a una determinación… pero no saben bien qué es eso de “violento”. Merecemos otros 9 años por “conspiración” cuando hemos resuelto cualquier sedición, motín, sabotaje o terrorismo, como se hace en todo México con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Haga usted la cuenta de su impunidad. Quien escribe ya merece 97 años en el calabozo, y con ayuda de los legisladores podría llegar a 167 por rebelde y terrorista. De suerte no viviré tanto. Hay compañeros más aguerridos ―ojalá usted sea uno― que merecen unos 400 o 500 años, rebasando la cadena perpetua aprobada en Veracruz, propuesta por el gobernador Fidel Herrera para los secuestradores, alabada por Calderón.6 Algún día encerraremos a este par de bribones y nos acusarán de secuestro. Además, la ley brinda otras ideas para ser mejores delincuentes; y hay diversos artículos que un “buen” abogado sabrá aplicar a nuestras sentencias. Si usted llega a diputado, proponga que la ley diga, “todo aquel que no alcance a cumplir su sentencia, deberá cumplirla en la otra vida, o en su reencarnación”.
6 Cfr. “Aprueba Congreso de Veracruz cadena perpetua”, Andrés TIMOTEO, La Jornada, 15 de agosto de 2008.
16. Usted puede ser cómplice
Sin embargo, leer este papel no es delito, todavía; delito es escribirlo y difundirlo por cualquier medio. Si usted paga una fotocopia y se la da a otro o se la vende, ya es nuestro cómplice porque la publica; y quien sacó la copia también si se lo demuestran. Es que el artículo 7° continúa diciendo: “En ningún caso podrá secuestrarse la imprenta como instrumento del delito. Las leyes orgánicas dictarán cuantas disposiciones sean necesarias para evitar que so pretexto de las denuncias por delito de prensa, sean encarcelados los expendedores, “papeleros”, operarios y demás empleados del establecimiento de donde haya salido el escrito denunciado, a menos que se demuestre previamente la responsabilidad de aquéllos”. Claro, el empleado responsable del delito puede decir, “esto es una fotocopiadora no una imprenta, ¿y dónde están las pruebas… la orden de aprehensión?”, defendiéndose con semejante ternura, al tiempo que los policías allanan a patadas el establecimiento.
17. El temor del pueblo hace valiente al tirano
Lo curioso es cómo la ley protege a los de arriba, porque al patrón dueño del negocio ni se le menciona, y sus medios de producción ―imprenta o lo que sea― “en ningún caso le serán secuestrados” según el citado artículo. En cambio, se van contra los empleados. Tal vez llegue el día en que por igual sea delito si le ven a usted leyendo cosas como ésta, o se las encuentran en cualquier lugar. Así es el estado fascista que ahora consolida Felipe Calderón, presidente de los que votaron por él. Su objetivo es conservar el poder a través del miedo sembrado entre la población. Amenazando la libertad, piensa él, mucha gente evitará cualquier relación con los rebeldes, olerá la rebeldía en este panfleto antes de abrirlo y no querrá ni tocarlo, o lo arrojará lejos sacudiéndose en seguida las manos. Entonces, viene la represión y la guerra, porque el temor del pueblo también huele y hace valiente al tirano.
EL DERECHO A LA VIOLENCIA
18. Para empezar a vencer el miedo
Por eso, aquí se le invita a encarar la violencia del estado, pues lo que éste más teme es que lo enfrenten y se le opongan. Ignacio de Loyola observaba: “Es propio del enemigo enflaquecerse y perder ánimo, dando huída sus tentaciones, quando la persona que se exercita en las cosas spirituales pone mucho rostro contra las tentaciones del enemigo haciendo el oppósito per diametrum; y por el contrario, si la persona que se excercita comienza a tener temor y perder ánimo en sufrir tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la haz de la tierra como el enemigo de natura humana, en su prosecución de dañada intención con tan crecida malicia.”7 Además, “¿Por qué temer a la guerra? Si se tiene que morir aplastado por la tiranía capitalista y gubernamental en tiempo de paz, ¿por qué no morir mejor combatiendo lo que nos aplasta? Es menos espantoso que se derrame sangre que conquista la libertad y el bienestar, que continúe derramándose bajo el actual sistema político y social en provecho de nuestros explotadores y tiranos”,8 reflexionaba Flores Magón en 1910.
7 Esto se aplica a la espiritualidad, de acuerdo, pero también vale contra la represión. Cfr. Juan ROOTHAAN S. J., “Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola”, Ed. Hechos y Dichos, España. 1959, numeral 325.
8 Cfr. Ricardo FLORES MAGÓN, “Regeneración”,17 de diciembre de 1910.
19. ¿Dónde empieza la violencia?
¿Pero, dónde empieza la violencia? Llega un momento en que uno se pregunta eso. Pronto se descubre que toda ella es subjetiva y depende del ser humano que la percibe y la crea. Si usted pasa de pobre a rico en un día, eso no es violento, pero quien se vuelve miserable siente un cambio violento en su vida. Una mirada puede penetrar más que un puñal, mientras un cambio de tono hace del halago una ofensa. Una coma diminuta puede trastocar completamente la ley y dejar en la miseria a millones de personas. Bueno, basta el violento golpe de un grado centígrado para caer en cama por fiebre. Son niveles diferentes de violencia, siempre presente cuando aparece la conciencia humana; no se la puede desaparecer sin pasar a traer a la humanidad. Sólo cuando la conciencia humana desaparezca de la naturaleza, el estallido de un volcán ya no será violento ni desastroso, tampoco un bello espectáculo, los fenómenos naturales serán simplemente naturales. La violencia depende de quien la quiera ver.
20. Prejuicios para mantener la sumisión
De suyo, todo en el universo es natural, incluyendo la violencia y los desastres ecológicos causados por la gente, tan naturales como el cáncer o como esa bomba biológica llamada SIDA, o la bomba atómica. ¿A quién se le ocurrió esa diferencia entre lo natural y lo artificial? A la cosmovisión indígena siento que no. El problema es cuál violencia se tolera y lo que se persigue con ella; porque no es un fin en sí mismo, sino un medio que no es necesariamente malo. Pero se la define indeseable al de abajo para proteger los intereses de arriba; y tanto se insiste en desterrarla más allá del infinito que muchos han creído que se puede. De esta manera, los prejuicios sobre la violencia pueden mantener sumiso a un pueblo ante su propia desgracia durante siglos. Y si la sola palabra resulta abominable, el tema llega a ser tabú, sonriendo aquellos poderosos que la usan para robar y protegerse. El poder aprovecha toda ocasión para manosear la consciencia de la gente y marchitarle el aliento.
21. Más vale un buen pleito que un mal arreglo
Cualquier conflicto se usa para que la violencia aparezca culpable de todo lo malo que resulte en su presencia. Nos la presentan como el diablo mismo y la gente huye de ella como si tal cosa, concluyendo que la violencia es ajena al ser humano y a la naturaleza, que debemos lanzarla fuera del universo y que no puede caber en nuestras cabezas. Su concepto no se discute ni se la quiere ver. Pero ahí está, inundándolo todo. Esta confusión es lo que faltaba para la perfecta mansedumbre: un pensamiento opacado por los políticos y la televisión, que satanizan la violencia en defensa de “la moral y la paz pública”. No necesitan arriesgar la vida por la democracia, dicen, es posible un cambio sin dolor:
― Vaya y vote. ¡Aléjese de la violencia! ―insisten los políticos.
Y repiten que más vale un mal arreglo que un buen pleito. Pero aquí le decimos lo contrario, porque no hay mejor pleito que la lucha por los derechos humanos, ni peor arreglo que el sistema capitalista. Así que una revolución exitosa pasa sin libramientos por tomar las televisoras en manos del pueblo, no sin antes agarrar a sus dueños. Es algo que debemos planear bien.
22. Tan natural como la fiebre
La Organización Panamericana de la Salud señaló en 1993 que “la violencia constituye un problema de salud pública”. Lo mismo reconoció la Organización Mundial de la Salud9, no sólo por las muertes, lesiones y enfermedades que ocasiona, también por el deterioro en las relaciones sociales. Incluso antes, el médico colombiano Héctor Abad Gómez10 ya reconocía la violencia como un asunto de salud pública, pero afirmaba que no era una enfermedad social sino un síntoma de algo más grave: la pobreza, que es la verdadera enfermedad. En este sentido afirmaba que la violencia es necesaria: “Hay condiciones de opresión, de injusticia, de enormes desigualdades económicas, en las cuales la violencia no es una enfermedad, sino una necesidad de organismo social; un poco como la respuesta del organismo biológico a la infección. Sería en este caso, como la fiebre, que es uno de los mecanismos para combatir la infección, que es la verdadera enfermedad”. Así se entienden muchos asaltos, homicidios, golpes e insultos, cuando la vida se ve amenazada por la pobreza.
9 Organización Panamericana de la Salud, Reunión XXXVII, resolución XIX, 1993. Ver también OMS, 49 Asamblea Mundial de la Salud, resolución WHA49.25, 1996.
10 Héctor ABAD GÓMEZ, médico y notable defensor de los derechos humanos en Colombia, fue asesinado por esta causa en 1987.
23. La justicia como antibiótico
Sin embargo, en México la violencia no es tratada como un problema de salud pública sino de seguridad… y más que pública, de seguridad privada. En lugar de justicia, nos han recetado una dictadura militar. Y ante el militarismo, mayor dosis de sumisión. Vaya medicinas. Así, nuevas enfermedades van apareciendo como si de medicina alópata se tratara, la de patente. Son enfermedades en cadena. Un día nos roban los bancos y a eso le hago frente con la paz… embargan la casa. Otro día nos imponen una ley y tanto hago que nos imponen otra. Mañana se privatiza la educación, la salud y yo con berrinches en nombre de la paz y la no violencia. Es esa medicina del apendejamiento. Pero cuando la pobreza carga este peso de la tiranía, se hace imposible detener la fiebre revolucionaria. Decía el Che Guevara que “La violencia no es monopolio de los explotadores, los explotados la pueden hacer servir cuando las circunstancias lo permitan”.
24. No es suficiente la razón
Porque un clavo saca a otro, dice un huapango. Como el médico homeópata que cura con el mismo veneno, me convierto en homeópata social. Y utilizaré la violencia como vacuna para combatir la misma, porque no es suficiente la razón; la paz y la mansedumbre no están funcionando, nos llevaron a una nueva esclavitud. “Si la clase oprimida no quiere aprender el arte de combatir, merece que la traten como esclavos, una clase explotada que no aspire a empuñar las armas (…) será una clase de lacayos”, decía Lenin, y sí que lo estamos viendo. Las armas, como la violencia, pueden ser una desgracia o una bendición, según quienes las empuñen, y un revolucionario no cambia su veintidós por una despensa. Claro, así como la fiebre combate la infección, puede matar al enfermo, y esto es lo que la revolución ha de impedir; debe controlarse y estar bien dirigida a los tiranos. Y a sus cómplices. Pero, no basta la violencia revolucionaria para dar fin al virus del poder que nos oprime, se necesita una buena inyección de justicia para superar la infección de la pobreza y recobrar la salud social.
¿LA VIDA NO VALE NADA?
25. Tres individuos
Una mañana, usted se encuentra con alguien que piensa y siente como persona, pero habita en un cuerpo que nació muy deforme. ¿Es esto un ser humano?, se pregunta con penosa curiosidad. Digo, porque los colonizadores de América también se preguntaban en España si aquellos que llevaron como trofeos eran humanos y si teníamos alma; finalmente decidieron que sí, pero dudaron. Caída la tarde, usted se topa con otro semoviente que, por el contrario, tiene cuerpo de persona pero su inteligencia es la de una bestia. ¿Es esto un homo sapiens? Surge entonces el concepto de policía o de soldado, que parecen humanos pero actúan como perros asesinos. Por la noche, en cama yace otro individuo que puede ser usted mismo, sin piernas ni brazos, la cara deforme y con parálisis cerebral, ni piensa ni tiene sentimientos. ¿Esta cosa qué es?, se pregunta horrorizado. Es que, si bien nos distinguimos de los demás animales por nuestros pensamientos y sentimientos, estas situaciones nos confunden a veces.
26. El concepto de policía hoy
Lo que debe distinguir al policía y al soldado no se les encuentra, no razonan, no tienen las virtudes que glorifican al hombre y a la mujer. ¿Cómo tratarles? ¿Hay en esa bestia un humano encerrado que se puede liberar? Habrá quien lo dude como aquellos españoles, y sin embargo, en ciertas condiciones no tienen remedio ni quien se encargue de tan encomiable terapia. Fueron educados para ser bestias, primero por el sistema social, perfeccionados por el tirano. En una palabra, han sido deshumanizados. “Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse”, decía José Ortega y Gasset. Irreversiblemente, añadiría yo. La única salida para el soldado y el policía que defienden al tirano es dejar esos oficios, o no habrá quien les perdone cuando se trate de defender el propio esqueleto. En esos momentos habrán perdido todo derecho a la vida, pues atentan contra la vida misma y carecen de toda dignidad humana. Sólo despedazando el sentido común una bestia puede tener los mismos derechos de un ser humano.
27. La vida puede no ser tan importante
Esto puede escandalizar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque el derecho a vivir queda relativizado por las circunstancias y no es tan universal.11 El valor de la vida también resulta relativo. Aunque el ser humano sea lo más valioso del universo y de la naturaleza, ha sido sobrevalorado frecuentemente; y su vida, idolatrada cuando muchas veces no vale la pena. Por el contrario, así la muerte sea lo más ordinario, la hemos convertido hasta en sacrilegio. Y tanto nos hemos hechos esclavos de la vida, que nació otro derecho rebelde, el derecho a morir. Es el caso del tercer individuo, que vive vegetando pero como persona es hombre muerto; sólo le queda el derecho a morir ante la falta de una vida digna de su ser humano. Es que la vida puede no ser tan importante. Usted puede colgar el pico en cualquier momento y el mundo sigue como si hubiese caído la hoja de un árbol. Pero cuando un ser humano muere a merced de una bestia, eso sí es lamentable y debe evitarse.
11 Cfr. Declaración Universal de los Derechos Humanos, ONU, 1948. Artículos 1 al 3.
28. El individuo superior a la especie
Entonces la humanidad importa mucho, sí, pero por la calidad de sus seres humanos. En cambio, una población de bestias “humanas” sería mejor que sucumbiese toda. O acaso baste uno entre las bestias, con plena dignidad humana, para que la “humanidad” entera valga la pena. De nada serviría. Recuerda uno la leyenda donde diez personas no reunieron suficiente calidad humana para evitar la destrucción de Sodoma y Gomorra.12 Tal vez algún filósofo existencialista pueda explicar si estas cosas son otra forma de decir que “el individuo único es superior a la especie”, atendiendo a su calidad, y no a su cantidad como los demás animales. Así se entiende que dos perros valgan más que uno, pero entre las personas una puede valer más que mil, sobre todo si se asemeja al dios que nos aseguran es plenamente humano. Incluso una muerte puede valer más que muchas vidas. ¿Qué importa la vida de mil bestias ante la muerte de un revolucionario? ¿Qué vale mi propia vida de “hombre-masa”,13 pasiva y apática, o bien acomodada, ante un mártir de los derechos humanos? “El tirano muere y su reino termina, el mártir muere y su reino comienza”, dice un bello pensamiento del siglo diecinueve. Pero el hombre-masa muere y no pasa absolutamente nada.
2 Gn 18, 16-19, 35.
3 Cfr. José ORTEGA Y GASSET, “La revolución de las masas”, 1929, en su versión electrónica 2004: http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Ortega_y_Gasset/Ortega_LaRebelionDeLasMasas01.htm.
29. El Artículo 3
Alguien puede deducir que sutilmente estamos colocando el cañón en la sien del policía o del soldado, cuando en verdad ya jalamos el gatillo, al menos en las ideas. Porque si las bestias están acabando con la humanidad e impiden construir la justicia, y si no tienen remedio, entonces sus depreciadas vidas podrían ser sacrificadas en pos de las libertades y la liberación nacional. Y sus creadores, que son más bestias todavía, acaso tengan la obligación de morir por el bien de la sociedad. Pero tienen en la ley el mismo derecho a la vida que una persona normal, quedando protegidas frente a la insurrección y la rebeldía. Así, mientras la revolución queda maniatada ante el juez, dichas bestias no vacilan en matar. Son las leyes un rifle de corcho para el revolucionario y un escudo para aquellos brutos animales; no están diseñadas para la libertad de los ciudadanos sino para la sumisión. “El derecho a la vida no se garantiza a las bestias en la defensa propia de un ser humano, entendiendo por bestia todo animal que ha perdido su calidad humana y fraterna, y atenta contra la vida y dignidad de una persona”, debería agregarse en el Artículo 3 de la Declaración Universal.
30. Es necesario el machete
"Hoy yo destruiría el sistema si tuviera el poder; usaría las armas más mortíferas si creyera que lo pueden destruir. Sólo me abstengo porque el uso de estas armas perpetuaría el sistema, no destruyendo más que a sus administradores", dicen que dijo Gandhi. Entonces tampoco condenaba la violencia en sí misma, más bien pensaba que no era efectiva. Pero si tan ilustre y violentísimo hombre volviera a nacer, vería que el sistema también es cosa de administradores, y que éstos son mucho más que eso. Seguramente tomaría las armas como dijo. ¿O pensaría que el sistema nació de la nada, independiente de los seres humanos? ¿Pensó que sus acciones eran pacíficas? O tal vez nunca dijo lo que dicen. Lo cierto es que era otro modo de pelear y de violencia; y que la paz no puede ser evitar la guerra o el conflicto; semejante tontería no sólo no resuelve nada, sino que agrava las injusticias. Pero muchos piensan que la paz anda en el viento y que basta detenerse para que venga al hombro como una mariposa. Hoy sabemos que la paz será un sistema diferente de relaciones sociales, cimentado en el respeto al derecho ajeno, como hacen los zapatistas. Pero a veces se necesita el violento machete para abrir tan noble camino entre la maleza.
Agosto de 2008. México.
Ver “Otro Sentido Común”, numerales 7-8. http://zapateando2.wordpress.com/2006/07/24/otro-sentido-comun/
2 Sólo en medios de comunicación se han registrado 14 casos de abusos en retenes durante este sexenio de Felipe Calderón, del 2007 a junio de 2008. Y en general 22 personas han sido asesinadas por militares. Ver informe del Centro de DH Agustín Pro, “Abusos militares en México”, julio 2008, http://www.centroprodh.org.mx.
3 CNDH, Recomendaciones 29 y 30/2008. Cfr. “Presenta la CNDH 8 recomendaciones a Sedena por violaciones graves de militares”, Víctor BALLINAS, La Jornada, 11-jul-08.
4 Así lo constató el Subcomandante Marcos en la gira de “la otra campaña”. Cfr. Nancy FLORES, “El exterminio de los pueblos”, Contralínea. Baja California. 2007.
5 Ver Código Penal Federal, Ed. Sista. México. Artículos 130-141.
6 Cfr. “Aprueba Congreso de Veracruz cadena perpetua”, Andrés TIMOTEO, La Jornada, 15 de agosto de 2008.
7 Esto se aplica a la espiritualidad, de acuerdo, pero también vale contra la represión. Cfr. Juan ROOTHAAN S. J., “Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola”, Ed. Hechos y Dichos, España. 1959, numeral 325.
8 Cfr. Ricardo FLORES MAGÓN, “Regeneración”, 17 de diciembre de 1910.
9 Organización Panamericana de la Salud, Reunión XXXVII, resolución XIX, 1993. Ver también OMS, 49 Asamblea Mundial de la Salud, resolución WHA49.25, 1996.
10 Héctor ABAD GÓMEZ, médico y notable defensor de los derechos humanos en Colombia, fue asesinado por esta causa en 1987.
11 Cfr. Declaración Universal de los Derechos Humanos, ONU, 1948. Artículos 1 al 3.
2 Gn 18, 16-19, 35.
3 Cfr. José ORTEGA Y GASSET, “La revolución de las masas”, 1929, en su versión electrónica 2004: http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Ortega_y_Gasset/Ortega_LaRebelionDeLasMasas01.htm.