22 septiembre 2009
“¿Por qué hemos llegado a nuestra triste situación actual? Por más que le busco sólo hallo una respuesta, la de que estamos así Porque lo hemos permitido”.
Pedro González Pabón.
I
El sentir del caro leyente González Pabón, quien lee éstos pergeños en periódicos de varias ciudades de nuestro ancho (y cada día más ajeno) país, que constantemente recorre como ejecutivo de ventas itinerante de un consorcio trasnacional español.
Más allá de lo consignado en el epígrafe de la entrega de hoy, el leyente González Pabón cincela su parecer: “Nuestra irresponsabilidad e inconsciencia nos ha llevado a ésta situación; corresponde a nosotros mismos resolverla de una vez por todas.
Nada de medias tintas. Resolver la situación “de una vez por todas” antójasele a muchos una solución práctica, aunque a otros –no pocos, por cierto— les intimida, si no es que atemoriza e incluso paraliza, tan sólo pensar en cambios profundos, de fondo.
Más las expresiones “cambios de fondo” y “profundos” parecen hoy desacreditadas, pues el propio Presidente de Facto de México, Felipe Calderón, le ha propuesto a su interlocutor político, el PRI, emprender con él esas transformaciones.
Y si el jefe del Espuriato ocurrente plantea sus propuestas al PRI –de la bancada “pejista” ¡ni pensarlo en Los Pinos!-- es por las evidentes coincidencias filosóficas, ideológicas y políticas y de los intereses de poder con el “tricolor”.
Los jerarcas del partido del tartufismo y la simulación históricas de la otrora dictadura perfecta –nos referimos, una vez más, al PRI-- dejan que don Felipe flirtee con ellos, que use su de por sí burda seducción política. Ello, al PRI lo hace sentirse deseado.
Más no nos engañemos los ciudadanos con esa finta pugilística del señor Calderón de que el PRI le auxilie a realizar esos “cambios profundos” y “de fondo”. Es en realidad la invitación a una negociación faccional, sin consulta social, en torno al poder.
II
Incluso, esa invitación del Presidente de Facto –no olvide el leyente que don Felipe fue impuesto por un tribunal electoral que desestimó flagrantemente el mecanismo del recuento de voto por voto de la elección de 2006— ha sido reiterada. En público.
En público, al día siguiente de haber enviado con su secretario de despacho de Gobernación, Fernando Gómez Mont, su III Informe de Gobierno, el señor Calderón dijo un discurso en Palacio Nacional proponiendo sus cambios “profundos” y “de fondo”.
Y, a partir de entonces, ha reiterado su propuesta en foros diversos, simultáneamente a acciones privadas de la bancada panista en la LXI Legislatura para hacerle la oferta a Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, Francisco Rojas y Enrique Peña Nieto.
Del ofrecimiento estaría enterado, a no dudarse, el ex Presidente Salinas, quien ejerce una variante de maximato político en el PRI que se extiende mediante tentáculos de influencia a ciertos cenáculos copulares del PAN y el PRD.
Cierto. Don Felipe, sabido ya de que en 2012 su partido, el PAN, tiene una caballada de aspirantes muy flaca y sin untos –parafraseando a Rubén Figueroa, el viejo y más inteligente que su vástago del mismo patronímico-- parece querer negociar la sucesión.
En el lenguaje codificado que usan las facciones de los personeros del poder político del Estado cuando hablan de arreglos en lo oscurito, don Felipe parece haberle dicho al PRI: “No interferiré en tu retorno a Los Pinos, pero sácame ya de éste atolladero!”
Quid pro quo. Por supuesto, don Felipe no está en condiciones de interferir, pero él cree que sí o, al menos, sueña que puede engañar a los priístas, duchos como han sido y continúan siendo en el engaño, la perfidia, el fariseismo y el uso de espejos de humo.
III
Es probable que los Beltrones-Paredes-Rojas-Peñanietos y, sobre todo, Carlos Salinas, hayan registrado la falsa oferta del señor Calderón, quien, en realidad, no tiene nada qué ofrecer. Una vez más, los arreglos se están signando en la cúpula. Sin el pueblo.
¿Qué nos indicaría ello? Que al leyente González Pabón y a muchos otros como él --tal vez unos 15 ó 20 millones-- les asiste la razón: estamos permitiendo esos transvestismos de los personeros del poder político a espaldas del pueblo.
Y si eso el pueblo –al través de su ciudadanía, la que vota— lo permite por las razones que se quieran identificar y esgrimir, objetivas y/o subjetivas, pues que pague el precio de nuestra indiferencia y pasividad con la pérdida de México.
Esa pérdida no es un peligro futuro ni amenaza potencial, sino presente, que transcurre rápidamente a una condición pretérita porque los personeros panistas y priístas, han vendido México a unos cuantos particulares y a consorcios trasnacionales extranjeros.
Perder al país pudiere ser aceptable a los mexicanos apáticos e indiferentes, los de alfeñique espíritu, los medrosos, los cobardes, los insensibles, los irresponsables, los ignorantes de la historia. Pero pudiere no ser herencia aceptable a nuestros hijos.
A éstos –nuestros descendientes— les estamos ya, de hecho, heredando la opresión de los más por los menos; éstos esgrimen valores que son, por definición, antivalores, como la simulación, la componenda, la corrupción, el abuso del poder.
Mas no sólo les heredamos ese legado gravoso --nuestra triste, por trágica, situación--, sino otro adicional, tal vez más pesado: el de aceptar pasivamente, de conformidad, la opresión. Les heredamos nuestro temor al cambio.
Quizá, en la parte más abisal de nuestra psique e idiosincrasia, optamos ya por la comodidad de saber, tres años antes, quién será el próximo Presidente de la República, pensando que de allí surgirá la tricolor panacea –más de lo mismo-- a nuestros males.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Abisal: del abismo.
Quid pro quo: una cosa por otra.
Maximato: estado de cosas en la que un ex mandatario o gobernante manda sobre sus sucesores o influye en uso de los instrumentos del poder del Estado.
Panacea: cúralototodo.
Lecturas recomendadas:
La política, de Nicolás Tenzer. Edición en castellano de Presses universitaires de France.
Estado, gobierno y sociedad, de Norberto Bobbio. Fondo de Cultura Económica.