28 agosto 2009
"Las tormentas sociales se gestan silenciosamente, a contracorriente del sentido común de los llamados "formadores de opinión", y estallan cuando menos se les espera".
Adolfo Sánchez Rebolledo.
I
DALLAS, Texas (Tejaztlán para los chicanos/mexicanos).--Antes de abordar el tema que se enuncia en el título de la entrega de hoy, respóndase a una misiva del caro leyente Enrique Hurtado González quien, informa, léenos en El mexicano, de Tijuana, Baja California.
El leyente Hurtado escribe: "Usted usa el vocablo compuesto "chicanos/mexicanos", cuando me consta que los chicanos realmente no se sienten mexicanos (...) de hecho, me consta también que son opuestos a lo mexicano y a México..."
Respetable la opinión de don Enrique, al igual que los sentires y pareceres de todos los leyentes. Es posible que su opinión reflejare experiencias personales, pero aquella no resiste, desde los prismas vivenciales del escribidor, el cotejo elemental que anula toda generalización.
Y es que, en efecto, generalizar desestima realidades evidentes: no todos los chicanos son opuestos, existencialmente, a la noción de vínculos étnicos y culturales con lo mexicano y con México como abstracción identitaria. Hay un todo, pues, variopinto y plural.
Por otra parte, el vocablo compuesto en la usanza de éste escribidor denota una realidad insoslayable aun para el leyente Huerta: la condición de mexicano --la nacionalidad, que puede ser también ciudadanía-- no se pierde nunca. Para el Estado mexicano eso es factual.
Un mexicano --haya nacido doquiera extramuros del territorio del Estado y no hable ni entienda el castellano o alguna lengua originaria-- es legalmente un connacional. Los requisitos para la ciudadanía mexicana son administrativos. Bástele ser hijo o nieto de un mexicano.
Dada la respuesta al señor Huerta, entremos en materia acerca del tema a tratarse hoy aquí: el deceso de Eward M. Kennedy, Ted, ocurrido hace un par de días, y sus empeños y desempeños por la relación bilateral con México y los chicanos/mexicanos en Estados Unidos.
II
En las muchas entrevistas que a Kennedy éste escribidor le hizo a lo largo de su carrera como corresponsal del periódico Excelsior en la ONU primero y, luego, en Washington (que comprendió un lapso de varias décadas), nuestro personaje cinceló una imagen contradictoria.
Por un lado, Ted se mostraba intransigente con aquello que al parecer socavaba sus premisas y silogismos filosóficos y sus convicciones ideológicas y políticas; pero por otro practicaba un pragamtismo de conveniencia personal o de clase y grupo, antipodal a sus propias ideas.
Ello, desde luego, no era óbice para abanderar posturas liberales --opuestas a las conservadoras-- en lo político o en lo económico. Sabía, como su hermano Robert y, pensaríase, su fraterno John, de las conductas hegemónicas históricas del Estado estadunidense.
Y, al igual que su hermano Robert (quien fue aspirante a la postulación del Partido Demócrata a la Presidencia de EU en 1968), Ted caminó siempre por la cuerda floja de las incongruencias de la correlación entre intereses e imperativos morales y éticos. Ese era el vero Kennedy.
Éste escribidor recuerda un episodio, durante una entrevista, en la cual las preguntas llevaron a Ted a explciar la dicotomía entre el interés accionario de él y su familia en la trasnacional United Fruit, de trágica memoria en Centroamérica, y su defensa, en abstracto, de América Latina.
La pregunta incomodó a Ted, pese a que respondió que United Fruit ya no era tal, sino United Brands, cambiando de nombre para lavar su pasado de golpes militares, subversión, represión, explotación y saqueo en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua y dirigir sus economías.
De allí deviene la expresión "república bananera", aplicada hoy también a México, por su vergonzante dependencia económica, financiera y comercial y política de las trasnacionales de EU. La United Fruit quitaba y ponía gobernates. En Honduras todavía se incurre en ello.
III
Muy Irritado por esa entrevista, Kennedy la desmintió a contrapelo de la grabación. Empero, no fue la última charla con éste escribidor, pues se dieron más encuentros, durante los cuales se abordaron temas como la relación bilateral de México y EU y, en ese contexto, la migración.
Kennedy, al igual que Robert (a quien él escribidor entrevistó siendo éste usufructuario de un programa de maestría en Periodismo en The World Press Institute), reconocía la "monstruosa injusticia" del despojo territorial de EU a México. Toda mutiliación tiene consecuencias.
Sin embargo, Ted no veía ese despojo como un proceso propio de la dialéctica del imperialismo estadunidense --"ese no existe; es propaganda comunista", dijo en una de las entrevistas con éste escribidor-- ni sus corrosivas consecuencias en Nuestra América.
Empero, admitía que la emigración mexicana hacia EU era consecuencia de las políticas estadunidenses hacia México. "Siempre hemos vivido obsesionados por conrtrolar a México", dijole al escribidor. "Controlar equivale a dominar, a someter", precisó en una ocasión.
Sustentaba, en la misma vena, que EU --como Estado nacional-- debía compensar a mexicanos y afroestadunidenses por los agravios históricos. Pero eso lo decía en privado o sólo en entrevistas para periódicos de otros países, no en los medios difusores estadunidenses.
Inquirido una vez acerca de por qué no actuaba en el Senado para compensar --desagraviar-- a mexicanos y afroestadunidenses y "otras minorías, como la de los japoneses" en EU--, Kennedy reconoció: "No es políticamente relevante a los intereses de nuestro país; a nadie beneficiaría".
Pero la emigración sí, según lo afirmó reiteradamente en discursos, entrevistas y en acciones legislativas. Reformar el marco jurídico de la migración (emigrantes e inmigrados) o, de plano, diseñar uno nuevo era afán caro para él. "Hacer esa justicia conviene a todos", dijo en 2004.
En esa ocasión (ya era presidente George W. Bush), díjole también a éste escribidor: "Ayudemos a prevenir el estallido de un vendaval, un huracán en México que inevitablemente se derramaría sobre EU". Esas palabras podrían ser proféticas.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Adolfo Sánchez Rebolledo.
I
DALLAS, Texas (Tejaztlán para los chicanos/mexicanos).--Antes de abordar el tema que se enuncia en el título de la entrega de hoy, respóndase a una misiva del caro leyente Enrique Hurtado González quien, informa, léenos en El mexicano, de Tijuana, Baja California.
El leyente Hurtado escribe: "Usted usa el vocablo compuesto "chicanos/mexicanos", cuando me consta que los chicanos realmente no se sienten mexicanos (...) de hecho, me consta también que son opuestos a lo mexicano y a México..."
Respetable la opinión de don Enrique, al igual que los sentires y pareceres de todos los leyentes. Es posible que su opinión reflejare experiencias personales, pero aquella no resiste, desde los prismas vivenciales del escribidor, el cotejo elemental que anula toda generalización.
Y es que, en efecto, generalizar desestima realidades evidentes: no todos los chicanos son opuestos, existencialmente, a la noción de vínculos étnicos y culturales con lo mexicano y con México como abstracción identitaria. Hay un todo, pues, variopinto y plural.
Por otra parte, el vocablo compuesto en la usanza de éste escribidor denota una realidad insoslayable aun para el leyente Huerta: la condición de mexicano --la nacionalidad, que puede ser también ciudadanía-- no se pierde nunca. Para el Estado mexicano eso es factual.
Un mexicano --haya nacido doquiera extramuros del territorio del Estado y no hable ni entienda el castellano o alguna lengua originaria-- es legalmente un connacional. Los requisitos para la ciudadanía mexicana son administrativos. Bástele ser hijo o nieto de un mexicano.
Dada la respuesta al señor Huerta, entremos en materia acerca del tema a tratarse hoy aquí: el deceso de Eward M. Kennedy, Ted, ocurrido hace un par de días, y sus empeños y desempeños por la relación bilateral con México y los chicanos/mexicanos en Estados Unidos.
II
En las muchas entrevistas que a Kennedy éste escribidor le hizo a lo largo de su carrera como corresponsal del periódico Excelsior en la ONU primero y, luego, en Washington (que comprendió un lapso de varias décadas), nuestro personaje cinceló una imagen contradictoria.
Por un lado, Ted se mostraba intransigente con aquello que al parecer socavaba sus premisas y silogismos filosóficos y sus convicciones ideológicas y políticas; pero por otro practicaba un pragamtismo de conveniencia personal o de clase y grupo, antipodal a sus propias ideas.
Ello, desde luego, no era óbice para abanderar posturas liberales --opuestas a las conservadoras-- en lo político o en lo económico. Sabía, como su hermano Robert y, pensaríase, su fraterno John, de las conductas hegemónicas históricas del Estado estadunidense.
Y, al igual que su hermano Robert (quien fue aspirante a la postulación del Partido Demócrata a la Presidencia de EU en 1968), Ted caminó siempre por la cuerda floja de las incongruencias de la correlación entre intereses e imperativos morales y éticos. Ese era el vero Kennedy.
Éste escribidor recuerda un episodio, durante una entrevista, en la cual las preguntas llevaron a Ted a explciar la dicotomía entre el interés accionario de él y su familia en la trasnacional United Fruit, de trágica memoria en Centroamérica, y su defensa, en abstracto, de América Latina.
La pregunta incomodó a Ted, pese a que respondió que United Fruit ya no era tal, sino United Brands, cambiando de nombre para lavar su pasado de golpes militares, subversión, represión, explotación y saqueo en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua y dirigir sus economías.
De allí deviene la expresión "república bananera", aplicada hoy también a México, por su vergonzante dependencia económica, financiera y comercial y política de las trasnacionales de EU. La United Fruit quitaba y ponía gobernates. En Honduras todavía se incurre en ello.
III
Muy Irritado por esa entrevista, Kennedy la desmintió a contrapelo de la grabación. Empero, no fue la última charla con éste escribidor, pues se dieron más encuentros, durante los cuales se abordaron temas como la relación bilateral de México y EU y, en ese contexto, la migración.
Kennedy, al igual que Robert (a quien él escribidor entrevistó siendo éste usufructuario de un programa de maestría en Periodismo en The World Press Institute), reconocía la "monstruosa injusticia" del despojo territorial de EU a México. Toda mutiliación tiene consecuencias.
Sin embargo, Ted no veía ese despojo como un proceso propio de la dialéctica del imperialismo estadunidense --"ese no existe; es propaganda comunista", dijo en una de las entrevistas con éste escribidor-- ni sus corrosivas consecuencias en Nuestra América.
Empero, admitía que la emigración mexicana hacia EU era consecuencia de las políticas estadunidenses hacia México. "Siempre hemos vivido obsesionados por conrtrolar a México", dijole al escribidor. "Controlar equivale a dominar, a someter", precisó en una ocasión.
Sustentaba, en la misma vena, que EU --como Estado nacional-- debía compensar a mexicanos y afroestadunidenses por los agravios históricos. Pero eso lo decía en privado o sólo en entrevistas para periódicos de otros países, no en los medios difusores estadunidenses.
Inquirido una vez acerca de por qué no actuaba en el Senado para compensar --desagraviar-- a mexicanos y afroestadunidenses y "otras minorías, como la de los japoneses" en EU--, Kennedy reconoció: "No es políticamente relevante a los intereses de nuestro país; a nadie beneficiaría".
Pero la emigración sí, según lo afirmó reiteradamente en discursos, entrevistas y en acciones legislativas. Reformar el marco jurídico de la migración (emigrantes e inmigrados) o, de plano, diseñar uno nuevo era afán caro para él. "Hacer esa justicia conviene a todos", dijo en 2004.
En esa ocasión (ya era presidente George W. Bush), díjole también a éste escribidor: "Ayudemos a prevenir el estallido de un vendaval, un huracán en México que inevitablemente se derramaría sobre EU". Esas palabras podrían ser proféticas.
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www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Kennedy, John Fitzgerald (1917-1963): trigésimo quinto Presidente de EU. Fue asesinado en Dallas. Durante su administración se intensificó la Guerra de Vietnam y realizó la invasión de Bahía de Cochinos (hoy Playa Girón) en Cuba.
Kennedy, Robert Francis: (1925-1968): hermano de John F. y Edard M. Kennedy. Procurador de justicia en los gobiernos de su hermano John y Lyndon B. Johnson; luego senador por Nueva York y precandidato a la Presidencia de EU. Fue asesinado en Los Angeles, Cal.
Lecturas recomendadas:
Santa Anna: espectro de una sociedad, de Agustín Yáñez. Océano.
Capitalismo en el siglo XXI, de Robert Heilbroner. Nueva Imagen.
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