MÉXICO, D.F., 13 de mayo (apro).- Este domingo 16 arranca la definición de autoridades en procesos electorales que abarcan a casi la mitad del país. La primera elección será en Yucatán, donde se renueva el Congreso local, con 25 diputaciones, así como autoridades de 106 municipios.
Yucatán es el primer laboratorio donde se pondrá a prueba la temida vuelta del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Hasta el momento de escribir esta columna, la situación era tensa y las acusaciones incluían la preparación de un fraude.
En el centro del escenario, como seguro sucederá en otros espacios electorales de 2010, están varias mujeres: la gobernadora, Ivonne Ortega Pacheco; dos candidatas para el gobierno de Mérida: Angélica Araujo Aragón, por el PRI, y Beatriz Zavala Peniche, por el PAN, además de la presidenta estatal de Acción Nacional, Magaly Cruz Nucamendi.
En Mérida, capital del estado de Yucatán, el análisis político habla de “pugna encarnizada”. Van y vienen las acusaciones de la probable manipulación de los votantes. A 40 grados de temperatura, se habla de un gobierno estatal lleno de descaro, cinismo, impunidad, frivolidad y terror. Preside una mujer gobernadora, la primera que, a pesar de todas las demandas y tradiciones, promovió el cambio constitucional para dar capacidad jurídica al feto.
En Yucatán, dicen los analistas, se juega el futuro del país. Y fue en esa entidad donde anidó el avance histórico de las mujeres, donde se legalizó el aborto por razones económicas en 1923, donde floreció el proyecto del partido Socialista del Sureste, donde las mujeres se reunían todos los lunes para aprender cómo controlar sus cuerpos y sus vidas, donde hubo la primera diputada local del país –Elvia Carrillo Puerto– y, en esa península mexicana, Alma Reed llevó a las mujeres el libro de Margaret Langer, relativo a los métodos anticonceptivos.
Ivonne Ortega Pacheco, sobrina de un cacique político, está al frente para garantizar lo que la dirigencia del PRI considera “ganar de todas”, como declaró el 10 de mayo la dirigente priista Beatriz Paredes Rangel.
Estas mujeres, en estos escenarios de la realpolitik, son la viva prueba de la degradación de la política en México, de cómo hombres y mujeres se vuelven, por el poder, espejos y reflejos del deterioro que vive México.
Las mujeres políticas, algunas promotoras de diversas iniciativas, que hablan de las mujeres como víctimas, que retratan su ternura y su “debilidad”, quieren estar en el centro del “chiquero político”; otras inocentes, acompañadas de las primeras, creen que en esta terrible crisis aún vale la pena luchar, ellas luchan por la paridad, es decir, porque en los procesos políticos se considere a mujeres en la misma medida que a los hombres, han comenzado una campaña por el 50%.
En Yucatán se verá hasta dónde las mujeres, arrastradas por el deseo de poder, pueden llegar a acciones y ofensas, a respuestas políticas tan antidemocráticas como lo hacen los hombres. Las mujeres en el poder son capaces de admitir todos los tamices, adoptar acciones contra todas las otras mujeres, como el caso de la gobernadora de Yucatán. Pero lo más grave es que las mujeres, en un sistema político de fraude y trampa, se enlodan como cualquier otra persona.
Lo más terrible es que en Yucatán, para las elecciones del domingo, se usará el hambre, la tristeza, la desgracia nacional de los migrantes para engordar las listas electorales del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que los utilizaría para generar más votos a su favor. La “estrategia” fue cambiar sus domicilios en las credenciales de elector, y se les llevará el próximo fin de semana para que voten, luego volverán a los campos de cultivo o a los peligros de los desiertos, a arriesgar sus vidas en Estados Unidos.
Esta pérdida total de valores no sé donde la aprendió Ivonne, tal vez, dicen, de su tío el cacique de Yucatán, Víctor Cervera Pacheco.
Recuerdo que Ivonne fue entrenada por algunas de las políticas que quieren regresar al escenario, cuando Rosario Robles y otras mujeres crearon una empresa llamada El Sostén; lo que es claro es que Ivonne no fue capaz de aprehender la tradición de su propio partido, de su tierra liberal, de sus ancestros socialistas.
En Mérida, Josefina Vázquez Mota, diputada federal y exsecretaria de Educación, dijo que el 16 de mayo “se juega no sólo esa ciudad, el municipio de Mérida, sino el destino de muchos territorios del país”.
En Mérida, dos señoras, de las que eran de antes, con honorabilidad y no sólo pragmatismo, Dulce María Sauri Riancho, otrora gobernadora y también dirigente nacional del PRI, y Ana Rosa Payán, dos veces alcaldesa de la capital yucateca, lograron diálogo plural y respetaron las elecciones. Ahora la alumna de El Sostén, doña Ivonne, está dispuesta a violar todas las leyes para que el PRI regrese al poder, a pesar de que no gobierna Mérida hace 20 años.
Así las cosas y las mujeres, confundidas entre las feministas, quieren entrar a este juego y arrastrar a inocentes y a interesadas. La transformación hoy es más clara que nunca, no viene a través de los procesos políticos tradicionales en México, mientras no haya democracia y reforma del Estado o una nueva Constituyente.
saralovera@yahoo.com.mx