jueves, septiembre 02, 2010

Columna Asimetrías ¿Peña Nieto? ¿Fidel? ¡El Chapulín Colorado!

Por Fausto Fernández Ponte




02 septiembre 2010
ffponte@gmail.com

“En ausencia del Estado, las delincuencias (…) se apoderan de instituciones, de regiones territoriales y de sectores económicos”.
Pedro Miguel.

I
En el epígrafe de la entrega de hoy, el señor Miguel alude a las delincuencias y, en un texto de su autoría del cual fue tomado el aforismo, identifica a éstas como “la callejera, la de las drogas, la empresarial, la electoral, la financiera, la patronal”.

¿Y la delincuencia política? Ésta, pensaríase, es incontrovertible y, por lo mismo, insoslayable. La delincuencia política está organizada y sus actuaciones ocurren fedetariamente en un contexto ventajoso, alevoso, premeditado…

Actúa de esa guisa bajo el manto protector de las condiciones contextuales, pues siendo delincuencial y, a la vez, elemento constitutivo del Estado aun en el caso de la ausencia orgánica de éste, dispone de privilegios criminógenos para depredar.

El papel del poder político como ente delincuencial es axial; es decir, se desempeña pivotalmente con respecto a las demás delincuencias, incluyendo la financiera y la de las drogas y, acusadamente, una insospechada: la delincuencia societal.

¿Delincuencia societal? Sí, la de la sociedad o, a fuer de específicos, la que se refiere a la que prevalece en los estratos dominantes de las capas sociales improductivas, pero que se alimentan de las que sí producen y crean riqueza material y plusvalía social.

II
Ese es el caso en México, escuetamente dicho. A ésta descripción aséptica, incolora, inodora e incluso insípida podríale agregarle el caro leyente cualesquier eufemismos, pero ello no ocultaría en lo absoluto su crudeza. El Estado se ha colapsado.

O, por mejor decir, el poder político del Estado ha llevado a éste al colapso en virtualmente todos sus ámbitos, incluyendo el mismísimo confín histórico. La historia de México tal cual la relata el poder político del Estado antójase falsificada.

En el colapso --éste crea su propia idiosincrasia y su acervo experiencial, ergo, cultural--, la gobernabilidad cede potestades a la ingobernabilidad, manifestada con dramática espectacularidad en el caos y la anarquía, así como en la confusión.

Y como bien lo afirma el señor Miguel, sin el Estado --como en México-- la delincuencia general y particular prevalece bajo su propia dialéctica y sus contradicciones y equilibrios y sacatamiento a leyes universales del desarrollo histórico.

Por supuesto, los personeros de esas delincuencias callejera, de la droga, empresarial, electoral, financiera, patronal y de la política ignoran las leyes del desarrollo histórico y las de la dialéctica, y se conducen con arreglo a su naturaleza y al contexto.

III
En ese yermo, la delincuencia política –la del poder político del Estado— piensa en Enrique Peña Nieto, gobernador mexiquense como su abanderado presunto en la liza electoral por la Presidencia de México. ¿Les causa ello escalofrío? ¿O les da risa?

Si eso le causa espeluzno o le provoca carcajadas, hágase a la idea de que don Enrique sí sea el elegido por la vertiente priísta de la Mafia en el Poder, la que enfrenta a la otra vertiente, la panista, cuya caballada carece de untos.

La vertiente panista de la Mafia en el Poder opondría a la priísta un abanderado sacado de la manga --¿el glamoroso Marcelo Ebrard?— para enfrentarlo a otro de igual hechizo, el señor Peña Nieto. ¿No sería mejor El Chavo del Ocho?

Más la vertiente priísta tiene un establo de potenciales sustitutos de don Enrique, entre los cuales se ha asignado Fidel Herrera Beltrán a sí mismo el papel de contendiente. No pocos piensan que El Chapulín Colorado sería mejor opción.

O, quizá, La Chimoltrufia –una mujer Presidente-- y hasta Doña Márgara Francisca podrían ser mejores candidatos que don Enrique y don Fidel, pues su mérito mayor es el de que no pretenden ser serios ni estar preocupados por el bienestar de los demás.

Esas son manifestaciones de un Estado en colapso y, por ello, ausente, propiciador por omisión –o por “default”— de la existencia de las delincuencias que han llenado la oquedad abisal creada por un poder político sin contrato social y, por tanto, delincuente.

Detrás de la Noticia. Mexicana y “La Barbie”: huele a podrido

Por Ricardo Rocha




02 septiembre 2010

Son dos asuntos muy distintos, pero tienen calificativos en común: la opacidad, el engaño y la sospecha. A ver: hace menos de un año, el 19 de octubre de 2009, el Banco Mexicano de Comercio Exterior les prestó a los entonces dueños de Mexicana de Aviación —encabezados por Gastón Azcárraga, también de Grupo Posadas— 991 millones 967 mil pesos. El crédito, apalancado en Nafin, era a 24 meses de plazo con seis de gracia a una tasa preferencial de TIE + 5. Se han pagado 110 millones 219 mil pesos. Faltan por cubrir 881 millones 748 mil pesos a Bancomext.

Aquí lo interesante es que estamos hablando de dinero de usted y de mí, prestado por entidades crediticias públicas a una empresa privada, a la que, por cierto, a lo largo de su historia, estos organismos financieros le han destinado más de 10 mil millones de pesos en rescates.

Pero lo relevante ahora es que tan sólo el préstamo reciente justificaría cabalmente la intervención del gobierno federal más allá de las declaracioncitas de sus secretaritos: quién nos va a garantizar a los mexicanos la devolución de esos cientos de millones; por qué se permitió el pudrimiento de una empresa que fue un ícono de orgullo nacional y en su momento muy productiva; por qué se la vendieron a Grupo Posadas a precio de ganga de 165 millones de dólares; por qué no se han atrevido a hacerle una auditoría para determinar cuánto retiraron en ganancias y si, como se especula, desviaron fondos de Mexicana de Aviación a Click y Link para quedárselas y tirar el cascarón de la matriz; por qué nadie del gobierno calderonista supervisó la venta a un grupo embozado que ahora aplasta los derechos laborales, quiere correr a 8 mil empleados, suspende vuelos, jode a miles de pasajeros y nos pone en el más grande de los ridículos adentro y afuera.

Recuerdo a Gastón Azcárraga cuando con Adolfo Aguilar Zinser, Jorge Castañeda y, con Federico Reyes Heroles a la cabeza, fundamos la revista Este País. Lo tengo por hombre de bien. Pero francamente, creo que le debe algunas explicaciones, precisamente, a este país.

Como también sería bueno que los del gabinete de seguridad nos respondieran algunas interrogantes elementales sobre la extraña captura del sicario ascendido a capo, Edgar Valdez Villarreal La Barbie. El que, por cierto, no dejó de prodigar sonrisas mientras fue presentado en el llamado “búnker” de la Secretaría de Seguridad Pública que encabeza Genaro García Luna, uno de los consentidos del presidente Calderón: a propósito, ¿por qué no tuvieron nada que ver ni la Sedena ni Marina? ¿Y la PGR? ¿Ya la SSP se maneja sola?; por qué no se han aclarado todos los detalles de la captura; cómo explican la diferencia con las matazones recientes de Arturo Beltrán Leyva y Nacho Coronel; cómo es posible que el más sanguinario mochacabezas se entregara sin disparar un solo tiro. ¿Es una entrega pactada? ¿Qué papel jugó la DEA? ¿Lo van a deportar fast track?; qué más le han preguntado aparte de lo que mostraron; Ah… y ¿Es casualidad o causalidad que lo agarraron dos días antes del Informe?

Los dos casos huelen muy mal.

Plan B. Políticos lavadores de dinero

Por Lydia Cacho





02 septiembre 2010

Durante mi investigación para Los demonios del edén, varios ex trabajadores del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) me aseguraron que casi el 45% de la inversión en Cancún podía considerarse producto del lavado de dinero, según parámetros internacionales. La construcción y operación de hoteles y servicios turísticos cuya finalidad es ocultar tanto el origen del dinero obtenido ilícitamente como la identidad de su propietario, es un asunto silenciado. Hay un fino entramado que une a políticos y lavadores de dinero que pueden estar involucrados con narcotráfico, trata de personas y contrabando.

Felipe Calderón entiende las complejidades de hacer efectiva una persecución del lavado de dinero en México. No solamente deberá investigar a los narcotraficantes y sus complejas redes comerciales de blanqueado de recursos; tendría que seguir la pista a cientos de políticos poderosos que se han enriquecido gracias a actos de corrupción con abogados, banqueros y empresarios que precisan reciclar millones de dólares, producto de permisos ilegales, compraventa de justicia y de prácticas monopólicas, entre otras.

Por eso el presidente, con frases sutiles, ha dicho en sus entrevistas de la semana que no será fácil, que hay quienes se oponen a la persecución del delito. Él sabe que son senadores y diputados, alcaldes y gobernadores, quienes durante años se han negado a reforzar estas leyes que transparentarían su verdadero negocio. ¿Se atrevería la PGR a llevar a juicio a políticos propietarios de cuartos de hotel con valor de 200 millones de dólares? (que Calderón inauguró hace meses), ¿a revisar los registros contables de marinas que cobran la mitad de sus servicios en efectivo?, ¿a conocer a los prestanombres de los tiempos compartidos de megayates (con valor de un millón de dólares cada uno)? Está claro que el procurador Chávez no desempolvará las viejas investigaciones que involucran a poderosos priístas, ni activará las nuevas denuncias sobre Cancún, Riviera Maya, Vallarta, Acapulco, Holbox y Los Cabos, donde perredistas y panistas aparecen.

Calderón enfrenta la misma disyuntiva que todos los gobiernos que pretenden perseguir el lavado de dinero de la delincuencia organizada y el terrorismo. Una verdadera política antilavado desataría la ira de empresarios y políticos coludidos, que argumentarían una persecución que dañaría la economía nacional. En el dudoso caso de que Felipe Calderón se atreviera a evidenciar los tres casos más obvios y emblemáticos de lavado político-empresarial-criminal de Quintana Roo, los otros cuyo negocio es ético y legal, habrían de tomar partido.

Nadie ha dicho que las salidas son fáciles, pero estamos en un momento clave en el cual, mientras más poder se tiene (político, económico, mediático, cuidadano), hay una mayor responsabilidad para alzar la voz y tomar una postura. No estoy hablando de enfrentar a los zetas, sino a quienes, con sus prácticas, dificultan cada vez más definir las fronteras entre lo que nos destruye y nos hace progresar.

EDITORIAL, De la sonrisa de “La Barbi”.


Año 8, número 3460
Jueves 02, septiembre del año 2010


Versiones con relación a la misteriosa e inexplicable sonrisa de Edgar Valdez Villarreal, “La Barbi”, por el momento una sonrisa más famosa que la enigmática sonrisa de La Mona Lisa (que también recibe el nombre de Gioconda) han sido emitidas por montones.

Y cada cual da su personalísima versión, que va desde problemas psicológicos, según los poco confiables psiquiatras, hasta nerviosismo incontrolado, pasando por cinismo, prepotencia, desvergüenza y todo lo que quiera agregársele.

Sin poder soslayar que, por lo que se pudo apreciar, a diferencia de los que presenta la honorable Policía Federal de don Genaro Productions, el norteamericano no estaba golpeado, ni tampoco se veía muy preocupado que digamos.

De recordar a aquella “Güera” que apenas podía caminar por la golpiza que le dieron; y a la que seguramente torturaron para que se confesara culpable del secuestro y posterior homicidio del infortunado joven Fernando Martí, para que así quedara libre su compañerita “La Lore”, todavía tras de las rejas.

Pero no es para nada extraño que se estuviera riendo, pues sabido es que Edgar era informante de la DEA, que fue precisamente la que dio el “pitazo” para que don Genaro lo detuviera (no el Ejército, lo que da a entender que hay complicidad) aunque en el fondo fue para rescatarlo, pues ya le pisaban los talones.

Por lo que en cuanto sea posible lo enviarán de regreso a los EEUU, donde seguramente le darán otra identidad y podrá vivir tranquilamente.

Pero eso no quiere decir que habrá fuertes represalias a muy alto nivel, y más de alguna cabeza rodará, pues es de entenderse que debe tener mucha información.

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