jueves, diciembre 16, 2010
Detrás de la Noticia. Por eso estamos como estamos
Por Ricardo Rocha
16 diciembre 2010
Como aquel danzón, columna dedicada a quienes lo tachan a uno de catastrofista.
Pero sí, estoy convencido de que después de la marcha de Apatzingán lo que sigue es la multitud empujando a los federales, echándolos fuera de sus ciudades y pueblos en todo el país. Como aquellas mujeres chiapanecas plantándoles cara y pecho a los soldados en esa imagen perpetuada por la lente de mi fraterno Pedro Valtierra. Eran comunidades de apoyo zapatistas; ahora hablaríamos de comunidades de apoyo narquistas.
Y déjenme que insista. A ver: ¿alguien se atreve a curiosear en Badiraguato?, ¿algún insensato cuestionaría siquiera con la mirada a los narcos en la calle principal de San Luis Río Colorado?, ¿a quién se le ocurriría hablar —aunque fuera a media voz— de los narcotraficantes en cualquier restaurante de Culiacán? Son narcoterritorios y punto. El problema es que ahora se añade el hartazgo de la violencia y la muerte con la frase contundente: “Estábamos mejor antes de esta guerra”.
Pero no es un escenario que surgió de un día para otro. Se ha venido incubando hasta llegar a datos tan duros como incontrovertibles: a pesar de ser la economía 14 del planeta, tenemos el lugar 71 de esperanza de vida, con 76 años; nuestros niños se mueren todavía más pronto, porque ocupamos el lugar 110 en mortalidad infantil junto a la Franja de Gaza; en Índice de Desarrollo Humano estamos en el sitio 56, por debajo de Cuba; en el Coeficiente de Desigualdad de Distribución del Ingreso somos el número 28 y nos supera Sri Lanka; de nuestros 47 millones de pobres —casi uno de cada dos mexicanos—, 23 millones padecen hambre; el salario mínimo actual representa apenas el 25% del poder adquisitivo del que se tenía en 1976; hay 13 millones de autoempleados o subempleados en el comercio informal, 14 millones de trabajadores sin contrato y 29 millones sin acceso a la salud pública; somos el lugar 66 en competitividad, el lugar 98 en corrupción con la peor calificación en 10 años, y el 51 en factibilidad para hacer negocios. Y si alguien piensa que este rosario de penalidades fue elaborado por algún amargado extremista de saco de pana, lo siento mucho. Son todos datos contenidos en el más reciente reporte del Tec de Monterrey; un trabajo denominado Fortalecimiento del Mercado Interno-Un Proyecto de Nación, coordinado por el doctor José Luis de la Cruz y auspiciado por los maestros María Fonseca y Carlos Machorro. Un documento que todos los mexicanos —especialmente nuestros ineptos funcionarios públicos— deberíamos leer. En donde se concluye que sí, que estábamos mejor antes, lo que explica —aunque no sea su propósito— la aparentemente extraña fenomenología social del narcotráfico en México.
P.D. La renuncia de Emilio Gamboa a su legítima aspiración de presidir su partido no es sólo un beau geste, que dirían mis paisanos, sino la más sólida contribución a la unidad del PRI. Que obliga además al señor Moreira a jugar limpio, a no cargar todos los dados a favor de Peña Nieto. Aguas, que ahí está Beltrones.
Pero sí, estoy convencido de que después de la marcha de Apatzingán lo que sigue es la multitud empujando a los federales, echándolos fuera de sus ciudades y pueblos en todo el país. Como aquellas mujeres chiapanecas plantándoles cara y pecho a los soldados en esa imagen perpetuada por la lente de mi fraterno Pedro Valtierra. Eran comunidades de apoyo zapatistas; ahora hablaríamos de comunidades de apoyo narquistas.
Y déjenme que insista. A ver: ¿alguien se atreve a curiosear en Badiraguato?, ¿algún insensato cuestionaría siquiera con la mirada a los narcos en la calle principal de San Luis Río Colorado?, ¿a quién se le ocurriría hablar —aunque fuera a media voz— de los narcotraficantes en cualquier restaurante de Culiacán? Son narcoterritorios y punto. El problema es que ahora se añade el hartazgo de la violencia y la muerte con la frase contundente: “Estábamos mejor antes de esta guerra”.
Pero no es un escenario que surgió de un día para otro. Se ha venido incubando hasta llegar a datos tan duros como incontrovertibles: a pesar de ser la economía 14 del planeta, tenemos el lugar 71 de esperanza de vida, con 76 años; nuestros niños se mueren todavía más pronto, porque ocupamos el lugar 110 en mortalidad infantil junto a la Franja de Gaza; en Índice de Desarrollo Humano estamos en el sitio 56, por debajo de Cuba; en el Coeficiente de Desigualdad de Distribución del Ingreso somos el número 28 y nos supera Sri Lanka; de nuestros 47 millones de pobres —casi uno de cada dos mexicanos—, 23 millones padecen hambre; el salario mínimo actual representa apenas el 25% del poder adquisitivo del que se tenía en 1976; hay 13 millones de autoempleados o subempleados en el comercio informal, 14 millones de trabajadores sin contrato y 29 millones sin acceso a la salud pública; somos el lugar 66 en competitividad, el lugar 98 en corrupción con la peor calificación en 10 años, y el 51 en factibilidad para hacer negocios. Y si alguien piensa que este rosario de penalidades fue elaborado por algún amargado extremista de saco de pana, lo siento mucho. Son todos datos contenidos en el más reciente reporte del Tec de Monterrey; un trabajo denominado Fortalecimiento del Mercado Interno-Un Proyecto de Nación, coordinado por el doctor José Luis de la Cruz y auspiciado por los maestros María Fonseca y Carlos Machorro. Un documento que todos los mexicanos —especialmente nuestros ineptos funcionarios públicos— deberíamos leer. En donde se concluye que sí, que estábamos mejor antes, lo que explica —aunque no sea su propósito— la aparentemente extraña fenomenología social del narcotráfico en México.
P.D. La renuncia de Emilio Gamboa a su legítima aspiración de presidir su partido no es sólo un beau geste, que dirían mis paisanos, sino la más sólida contribución a la unidad del PRI. Que obliga además al señor Moreira a jugar limpio, a no cargar todos los dados a favor de Peña Nieto. Aguas, que ahí está Beltrones.
Plan B. Rescatada de un secuestro
Por Lydia Cacho
16 diciembre 2010
La joven de 15 años conoció por Facebook a un supuesto joven que deseaba hacerse su amigo. Luego de un par de meses de ciberamistad, él le propuso que se encontraran en la estación de autobuses. Ella no le dijo a nadie lo que haría; al llegar a la cita, tres sujetos en una camioneta la levantaron y ella logró enviar a su hermano un mensaje de su celular. Éste, a su vez, pidió ayuda a una organización civil que defiende mujeres. La búsqueda desesperada comenzó. Un nuevo mensaje del celular advirtiendo que había tomado carretera hacia Tulum inspiró al hermano a leer el correo y las cuentas de redes sociales de su hermana; localizaron la identidad de uno de los secuestradores.
Las abogadas de la asociación acudieron con el hermano a la Fiscalía para Delitos Sexuales y Trata de Personas de Cancún, a la cual solamente han sido asignados y capacitados dos policías judiciales en el tema de trata para fines de explotación sexual comercial. Unas horas después, la adolescente fue rescatada por la Procuraduría y está de vuelta con su familia.
El Ministerio Público, el policía, la fiscal, la familia de la víctima y las abogadas tienen algo en común: la preocupación de que a pesar de existir una ley contra la trata de personas, de tener detenidos a los hombres que se llevaron a la joven, de contar con un móvil delictivo, no logren detener y desactivar de manera efectiva a esta red de tratantes de adolescentes.
Tienen mucho en su contra: un sistema penal obsoleto, la corrupción de otros miembros de la Procuraduría y el poder de las mafias, la falta de capacitación de ministerios públicos para documentar adecuadamente los delitos, y la falta de conocimiento de la nueva ley por parte de los jueces locales. Sin embargo, esos policías, esa fiscal, ese Ministerio Público y esas abogadas seguirán insistiendo en que éste y otros casos similares se persigan. Lo harán, en sus propias palabras, porque “así se construye el estado de derecho”, porque “salvar la vida e integridad de una persona concreta es lo más importante”; porque “vamos creando cultura de legalidad y capacitándonos para cuando ya esté en efecto la reforma de justicia penal y tengamos un sistema penal acusatorio en lugar de este que es inquisitivo y de probada inoperancia”, “porque debemos demostrar que hay policías no corruptos que van contra la impunidad, sin abuso de poder”.
Después de tantos años como reportera, debo confesar que hace tiempo no me sentía tan inspirada por un grupo tan lleno de convicciones; sin gran presupuesto, con exceso de trabajo y en apariencia con todo en contra, dos policías, una fiscal, una abogada que trabaja sin fines de lucro y un hermano valiente que no se resignó ante el destino trágico, no solamente salvaron una vida, lo hicieron con legalidad y practicando para un futuro posible donde imperen la ley, la seguridad y la justicia. Cada una de las personas involucradas en esta historia afortunada está cambiando al país. Nos recuerdan que nada evoluciona por sí solo, que las transformaciones son procesos a veces lentos y accidentados, pero siempre posibles cuando hay congruencia y honestidad.
Las abogadas de la asociación acudieron con el hermano a la Fiscalía para Delitos Sexuales y Trata de Personas de Cancún, a la cual solamente han sido asignados y capacitados dos policías judiciales en el tema de trata para fines de explotación sexual comercial. Unas horas después, la adolescente fue rescatada por la Procuraduría y está de vuelta con su familia.
El Ministerio Público, el policía, la fiscal, la familia de la víctima y las abogadas tienen algo en común: la preocupación de que a pesar de existir una ley contra la trata de personas, de tener detenidos a los hombres que se llevaron a la joven, de contar con un móvil delictivo, no logren detener y desactivar de manera efectiva a esta red de tratantes de adolescentes.
Tienen mucho en su contra: un sistema penal obsoleto, la corrupción de otros miembros de la Procuraduría y el poder de las mafias, la falta de capacitación de ministerios públicos para documentar adecuadamente los delitos, y la falta de conocimiento de la nueva ley por parte de los jueces locales. Sin embargo, esos policías, esa fiscal, ese Ministerio Público y esas abogadas seguirán insistiendo en que éste y otros casos similares se persigan. Lo harán, en sus propias palabras, porque “así se construye el estado de derecho”, porque “salvar la vida e integridad de una persona concreta es lo más importante”; porque “vamos creando cultura de legalidad y capacitándonos para cuando ya esté en efecto la reforma de justicia penal y tengamos un sistema penal acusatorio en lugar de este que es inquisitivo y de probada inoperancia”, “porque debemos demostrar que hay policías no corruptos que van contra la impunidad, sin abuso de poder”.
Después de tantos años como reportera, debo confesar que hace tiempo no me sentía tan inspirada por un grupo tan lleno de convicciones; sin gran presupuesto, con exceso de trabajo y en apariencia con todo en contra, dos policías, una fiscal, una abogada que trabaja sin fines de lucro y un hermano valiente que no se resignó ante el destino trágico, no solamente salvaron una vida, lo hicieron con legalidad y practicando para un futuro posible donde imperen la ley, la seguridad y la justicia. Cada una de las personas involucradas en esta historia afortunada está cambiando al país. Nos recuerdan que nada evoluciona por sí solo, que las transformaciones son procesos a veces lentos y accidentados, pero siempre posibles cuando hay congruencia y honestidad.
EDITORIAL. Testigos de la Historia.
Año 8, número 3565
Jueves 16, diciembre del año 2010
Jueves 16, diciembre del año 2010
Casi sin darnos muy cuenta, ahora sí que de la noche a la mañana, la potencia bélica más grande del mundo, con porta-aviones, bombas atómicas, submarinos nucleares y misiles de largo y corto alcance.
Capaces de hacer volar en pedazos cualquier ciudad en cualquier parte del mundo, han sido derrotados por un grupo de hackers que se hacen llamar ANONYMUS, además, sin disparar un solo tiro.
Después de evidenciarlos ante el mundo entero como terroristas, el señor Julian Assange, fundador de WikiLeaks, no fue extraditado a Suecia como pretendían los EEUU que se hiciera, para de alguna manera impedir que el desprestigio hacia ellos continúe con la publicación de los mensajes de sus espías diseminados por todo el mundo a los que llaman Embajadores.
Bastó con que ANONYMUS (así con mayúsculas) amenazara a los verdaderos dueños del mundo (las poderosas trasnacionales) con poner de cabeza sus sistemas computacionales, incluyendo al Pentágono y a la Casa Blanca, como lo hicieron con Mastercard, Visa y el Banco Suizo que congeló las cuentas del australiano, para que el Departamento de Estado norteamericano cediera.
De nada le sirvieron a los EEUU su poderío bélico y económico ante un puñado de hombres que lucharon por la Libertad de Expresión y vencieron.
Dándole de esa manera a las naciones una nueva posibilidad de defenderse ante estos bandoleros internacionales que llegaron a sentirse dueños del mundo y que si se llegaron a erigir como los amos del mundo, fue por poco tiempo.
Así como Gandhi logró derrotar al Imperio Británico utilizando las mismas armas de la economía (el boicot es la contra-economía) así ANONYMUS logró derrotar al imperio del consumismo a través de la Red que ellos mismos construyeron.
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Diario Libertad
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