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Sumario:
I. ¡Ebrard, amarra a tus perros!
II. Reporta La verdad sea dicha la aprobación de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. “En nuestro territorio mandamos nosotros y decidimos nosotros y esto ya está decidido”, señalan en La Parota.
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¡EBRARD, AMARRA A TUS PERROS!
El día de ayer, con motivo de la inauguración de la exposición Epopeya mural, de Diego Rivera, en el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, el actual habitante de Los Pinos, Felipe Calderón, se animó a salir a la calle para asistir a tal evento cultural. Puntual como lo han sido desde hace ya más de un año, contingentes de la resistencia civil pacífica contra la usurpación estuvieron ahí para darle una probadita de resistencia. Así lo reseña, oportuno como siempre, el blog La lámpara de Diógenes (http://lamparadediogenes.blogspot.com), en donde además del texto que aquí reproducimos, podrán ver las fotografías del caso.
Una vez más la resistencia civil pacífica se dio cita alrededor del Palacio de las Bellas Artes en la Ciudad de México para obligar al presidente usurpador a entrar y salir a escondidas y por la puerta de servicio.
Al acostumbrado circo de siempre cuando el presidente espurio intenta dar un paso fuera de Los Pinos, cientos y cientos de elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP) más cientos y cientos de miembros de la Policía Federal Preventiva (PFP), se le sumaron en esta ocasión cientos y cientos más de granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del Gobierno del Distrito Federal (GDF).
La resistencia civil pacífica se había agrupado frente a las diversas entradas a través de las vallas metálicas resguardadas por el EMP. En el costado poniente, el público “B” se formaba en hilera esperando entrar a la inauguración de la exposición “Diego Rivera. Epopeya Mural”, mientras que el público “A” intentaba ingresar por un punto de acceso a unos sesenta metros. Algunos de ellos, sintiéndose a salvo tras vallas, elementos del EMP y la PFP, miraban las protestas curiosos.
Otros dos puntos habían sido cubiertos por la resistencia civil pacífica sobre Av. Juárez: uno cercano a la entrada al estacionamiento y otro casi al frente del edificio del Palacio. Sorpresivamente, elementos del agrupamiento de granaderos de la SSP del Gobierno del Distrito Federal rodearon al primero de estos grupos, impidiéndoles salir del “encapsulado” formado por los escudos.
Cuando llegó Gerardo Fernández Noroña, se ubicó frente a la entrada principal del Palacio de las Bellas Artes, sobre Av. Juárez. Rápidamente fue semirrodeado por granaderos de la SSP del GDF. Desde ahí lanzó varias consignas en contra de las políticas inflacionarias del régimen usurpador y puso en evidencia, una vez más, el ridículo despliegue de fuerza para intentar callar una protesta ciudadana.
En un momento dado, Fernández Noroña, seguido por varias decenas de miembros de la resistencia civil pacífica, corrieron hacia la esquina de Eje Central con Av. Juárez, al tiempo que elementos del EMP corrían cargando vallas metálicas e intentando evitar que la resistencia civil pacífica pasara. Fue algo violento, ya que lanzaban las vallas a quien intentara colarse; aun y así, la mayoría los sorprendió y rebasó, dando vuelta hacia el norte sobre el Eje Central hasta llegar a la entrada que está frente a la Av. 5 de Mayo, donde ahora granaderos de la PFP violentamente bloqueaban con sus escudos el paso de la gente.
Dos grupos de la resistencia civil pacífica se posesionaron a los lados de la entrada de servicio en el costado oriental del Palacio de las Bellas Artes, mismos que rápidamente fueron retenidos por las vallas metálicas del EMP y los granaderos de la PFP de un lado, mientras que, del otro, granaderos de la SSP del GDF “encapsulaban” a los grupos aislándolos. De tal manera que en un grupo quedó el compañero Molina, mientras que en el otro Gerardo Fernández Noroña y una veintena más permanecimos sin poder salir del cerco por transcurso de más de una hora.
El presidente usurpador entró rápidamente por la entrada lateral, entre gritos y consignas de ambos lados de la entrada, a bordo de un automóvil genérico color blanco.
Cuando Fernández Noroña quiso salir del cerco de granaderos de la SSP del GDF, fue violentamente rechazado con los escudos; al protestar, un oficial le respondió diciendo que no nos iba a dejar salir.
Varios minutos más pasaron, el acto en el interior del Palacio de las Bellas Artes había acabado y los invitados se retiraban. El presidente espurio tuvo que salir rápido y a escondidas por la puerta trasera del teatro. Gerardo Fernández Noroña intentó salir de nuevo del cerco junto con la veintena que lo acompañábamos. La agresión por parte de los granaderos de la SSP del GDF fue mayor, lastimando a varias compañeras.
De manera igualmente inexplicable, los granaderos del SSP del GDF tomaron la decisión de cerrar la circulación del Eje Central, creando un fuerte embotellamiento con los vehículos que transitaban en esos momentos por la avenida y por Av. 5 de Mayo. Otra escaramuza de empujones y de palabras altisonantes por parte de Fernández Noroña lograron el efecto esperado y nos dejaron salir del cerco.
Sin embargo, la línea de granaderos que seguían bloqueando la circulación del Eje Central nos impedía llegar hasta donde estaba el otro grupo de miembros de la resistencia civil pacífica. Gerardo Fernández Noroña les habló clara y contundentemente: no había razón para impedirnos el paso y anunciábamos que en tres minutos íbamos a pasar a reunirnos con los demás.
La fila de granaderos de la SSP del GDF reculó varios metros, hasta permitirnos acercarnos con los demás. En ese momento, el oficial a cargo comprendió que era idiota mantener una línea de granaderos entre nuestros compañeros y nosotros y rápidamente hicieron mutis. Gerardo Fernández Noroña tomó nuevamente el altavoz para denunciar la irresponsable actuación de los granaderos de la SSP del GDF y recordó que a nadie, ni al gobierno federal ni al gobierno de la Ciudad de México, se les va a permitir pasar sobre los derechos de los ciudadanos.
Al final, se entonó el Himno Nacional y todos nos fuimos contentos de haber logrado nuestro cometido de recordarle al presidente espurio que para él no habrá ni perdón ni olvido y de que nos veremos el próximo lunes, como cada inicio de mes, en la residencia oficial de Los Pinos para recordárselo una vez más.
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REPORTA LA VERDAD SEA DICHA LA APROBACIÓN DE LA DECLARACIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
“En nuestro territorio mandamos nosotros y decidimos nosotros y esto ya está decidido”, señalan en La Parota
A dos décadas de debates y lucha del movimiento indígena internacional, el 13 de septiembre de 2007 fue aprobada la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en la 61 Asamblea General de las Naciones Unidas. Votaron a favor 143 países; en contra sólo cuatro: Canadá, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda; y 11 países se abstuvieron: Azerbaijan, Bangladesh, Bhutan, Burundi, Colombia, Georgia, Kenya, Nigeria, Federación Rusa, Samoa y Ukrania.
La Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas beneficiará a 370 millones de indígenas en 70 países del mundo, al establecer derechos tanto individuales como colectivos: el derecho a la cultura, la identidad, el idioma propio, el empleo, la educación y la salud. La declaración acentúa el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus propias instituciones, cultura y tradiciones para lograr un desarrollo en función de sus propias aspiraciones y necesidades.
En México, más allá de lo que hoy la legislación internacional reafirma, cabe destacar luchas y frutos recientes en la materia, como la cristalización del proyecto de creación de la Universidad Intercultural de los Pueblos del Sur (Unisur), cuyo objetivo fundamental es la recuperación del pensamiento indígena y la promoción de una educación que surja de las comunidades, para que conserven sus valores culturales y la formación de intelectuales capaces, desde su propio universo cultural, de generar soluciones a los problemas de su comunidad (véase al respecto el servicio de noticias ISA núm. 194).
Asimismo, resalta la reciente victoria de los habitantes de La Parota, al oponerse a la construcción de una presa que inundaría sus comunidades destruyendo no sólo físicamente, sino cultural e históricamente ese patrimonio indígena.
En este contexto, el programa televisivo del gobierno legítimo de México La Verdad sea dicha del pasado martes 25 de septiembre abordó este tema.
La emisión televisiva indicó que “resulta ofensivo que, mientras la legislación internacional reconoce por primera vez en la historia plenos derechos a los pueblos indígenas del mundo, en México los gobiernos neoliberales continúan el genocidio indígena iniciado hace 500 años. Cada día se atropellan sus garantías, se les relega a la marginación y la miseria, se les despoja de sus recursos y se les somete a un régimen de injusticias”.
Rodolfo Stanvenhagen, relator especial para los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas por la ONU, señaló al respecto: “el día de ayer fue reafirmado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, al aprobar después de 20 años de debates y de luchas, la Declaración de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas; un instrumento más de lucha y defensa de los derechos humanos”. Enfatizó que no existe razón alguna para que un Estado miembro de la ONU, que ha suscrito todos esos instrumentos internacionales y que declaró su intención de cumplir con ellos, no tome en cuenta los derechos de la población afectada.
Stanvenhagen se refería a que, en su artículo 10, la declaración de la ONU establece que los pueblos indígenas no serán desplazados por la fuerza de sus tierras o territorios, no se procederá a ningún traslado sin el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas interesados.
Por eso, fue importante que el programa La verdad sea dicha ligara este acontecimiento con el caso de La Parota, pues, como ahí se señaló, con el pretexto del progreso se despoja a los pueblos indígenas. En la actualidad en nuestro país hay 22 proyectos hidroeléctricos que amenazan los derechos de miles de ellos.
Para Felipe Flores Hernández, vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras al Proyecto de La Parota, lo que está ocurriendo ahí se reduce a que el gobierno federal y el gobierno estatal han querido imponer un proyecto que las comunidades nunca solicitaron y nunca desearon, por lo que apuntó: “hemos descubierto que ese proyecto no nos trae desarrollo a las comunidades. Lo único que trae es desplazamiento de 25 mil personas, afectaría a cinco municipios pero el más afectado es el nuestro, que es Acapulco, donde pretendían inundar 17 mil 500 hectáreas; son 36 comunidades que desaparecerían; se perdería nuestra cultura, nuestras raíces, nuestro pueblo. Hemos ido a varias hidroeléctricas y nunca encontramos lo que ellos llaman desarrollo. Por eso nos hemos opuesto a ese megaproyecto”.
La investigadora Patricia Ávila expresó que por parte del Estado se promueve un proyecto de desarrollo con altos costos sociales, económicos y ambientales que pone en riesgo la paz social y la estabilidad política en una región rural de México.
Según el investigador Mario Gómez, hasta ahora los gobiernos federal y estatal, y la Comisión Federal (CFE) no han demostrado que el proyecto aumentará el beneficio colectivo de los mexicanos, incluido el de todos y cada uno de los desplazados y afectados por la presa.
Además, Felipe Flores Hernández planteó que “acabamos de darnos cuenta de que ayer tuvimos un amparo definitivo hasta que no se resuelva el caso, donde la CFE no puede entrar a nuestro territorio; de por sí ya habíamos tenido cuatro amparos anteriores. Pero el gobierno y la CFE no han respetado la decisión del Tribunal, la decisión de los magistrados. Creo que hoy vamos a obligar al gobierno, que respete esa decisión que ha dado la jueza”.
Stanvenhagen afirmó que si no está vinculado el desarrollo a los derechos humanos de la gente, no se puede llamar desarrollo. Esto lo ha decidido la ONU en varias resoluciones y México como otros países está obligado, por su pertenencia a la Organización, a cumplir con esta nueva manera de ver el desarrollo.
Con respecto a La Parota, Felipe Flores Hernández concluyó que “hay resistencia y que los pueblos han tomado esa decisión de decir no al proyecto, y esto lo tiene que respetar, tiene que respetar la voluntad de los pueblos de las comunidades, porque nosotros somos los dueños de las tierras. En nuestro territorio mandamos nosotros y decidimos nosotros y esto ya está decidido. El proyecto no va a pasar a menos que quieran implementarlo a sangre y fuego, pasarían por encima de nuestros cadáveres.
“Después de la decisión de la ONU, México debe reconocer los Acuerdos de San Andrés y aprobar una ley indígena acorde con las leyes internacionales; es una deuda que debemos como nación a los pueblos originarios: derechos plenos y justicia” fue la conclusión del programa La verdad sea dicha sobre este tema.