lunes, mayo 24, 2010

Columna Asimetrías. La Fórmula de Juan Pablo





24 mayo 2010
“Hoy estamos perdidos sin remedio y sin saber qué hacer”.

Arnaldo Córdova.

I

El celebrado académico citado en el epígrafe de la entrega de hoy, el (ya varias veces) doctor Córdova, autor del clásico “La formación del poder político en México”, acierta, a nuestro ver, acerca de lo que ocurre en el país.

Estaríamos, pues, perdidos, o así parece. Antójase ello silogismo devenido de los vectores variopintos de la premisa mayor del enunciado de que no sabemos qué hacer. No saber qué hacer, pues, nos pierde en el sentido de que no sabemos dónde estamos.

Así perdidos, desconocemos los puntos cardinales, aunque nuestra condición no es la de oscuridad total. El sol podría indicarnos si ir hacia donde aparece o dónde se oculta o, hacia el lado, el este, u otro, el oeste. O ir a la derecha o a la izquierda o quedarnos en el centro.

Quedarnos en el centro. Inmóviles. Desorientados. Paralizados. Indiferentes –sin conciencia de nuestra propia condición--, mellada nuestra intuición, desajustados los mecanismos del instinto. A la espera, víctima de nuestra cerrazón, de un improbable rescate providencial.

En nuestra ignorancia –jamás se nos enseñó a discernir, por inferencia histórica, el norte del sur y viceversa y el este del oeste o el envés del revés--; no sentimos siquiera de dónde vienen los vientos que golpean nuestra piel colectiva y los ruidos que nos ensordecen.

Quizá la única vertiente faccional en México que no parecería perdida es la priísta de la élite del poder político del Estado, representada por los expresidentes de la República, los gobernadores, algunos legisladores… Esa vertiente priísta sí sabría qué hacer.

II

Cierto. Sí sabría qué hacer y, de hecho lo está haciendo, pero sólo para sus intereses creados, los propios y los que representan, económicos, políticos y culturales –la cultura del poder político al servicio del poder real, el del dinero— ajenos a los intereses veros del país.

La vertiente panista de la élite del poder político está tan perdida como la ciudadanía, si no es que más, atrapada en sus contradicciones, su inepcia, su cleptomanía compulsiva y su depauperación experiencial y vivencial y fiel, eso sí, a su misión histórica antiMéxico.

Una muestra monstruosa de esa vocación antiMéxico es la de destruir una empresa pública, la de Luz y Fuerza del Centro, para eliminar a su sindicato, el Mexicano de Electricistas, de un derecho a participar en el mercado de la fibra óptica, reasignada ya a consorcios particulares.

Socios de esos consorcios particulares serían –son, sospéchase-- los propios personeros de la vertiente panista de la élite del poder político del Estado que encabeza Felipe Calderón. Dejar sin empleo, por fiat, a unas 50 mil familias es un acto de lesa patria y lesa humanidad.

En ese sentido, las vertientes priísta y panista y sus adláteres (PRD, etc.) sí sabrían qué hacer, pues no parecen perdidos desde la perspectiva de sus intereses –los de ellos y de los que les son subrogados--, pero se aprovechan de la desorientación y parálisis ciudadana general.

Quizá por ello, a veces parezca que los políticos –los de impúdico modus vivendi y maliciosa y descocada vocación crematística— estén perdidos y no sepan qué hacer. Pero ello es ilusorio. Sí saben qué hacer: preservar ese statu quo de no saber qué hacer y aprovecharse.

III

Y es que hasta éste momento, ningún candidato a gobernador a alcalde y a diputaciones locales nos ha dicho a la ciudadanía qué hacer para orientarnos, hallar el rumbo y encaminarnos hacia un puerto seguro. No nos lo han dicho porque no les conviene.

No esperemos, pues, de ellos las soluciones; esas tendrán que ser concebidas, diseñadas y aplicadas por nosotros mismos, sin ellos. Reitérese: sin ellos, sin los políticos de siempre. Es decir, sin los personeros de las vertientes priísta, panista et al de la élite del poder político.

Más la percepción de no pocos mexicanos pensantes --como el eminente don Arnaldo, conocido también por otra de sus obras, “La ideología de la Revolución Mexicana”— acerca de que estamos perdidos sin saber qué hacer, puede ser revertida. ¿Cómo?

Entra en escena Juan Pablo Fernández Trujillo, un experto en gestión social --con diplomados en el ramo-- quien en un libro publicado años llegado ha poco a éste escribidor, intitulado “¡Suben en Paso del Macho!”, desarrolla una vía para volver a orientarnos y saber qué hacer.

Nuestro personaje nos remite, en su libro, a la experiencia del ejido piloto de Nativitas, puesta en marcha durante en 1967 en aquella circunscripción delegacional del mismo nombre en el Distrito Federal. Los intereses clericales locales hicieron abortar dicho experimento.

Pero la moraleja ha sido legada. Se trata de crear un modelo de desarrollo económico y social piramidal y programático de asociaciones –o sociedades— diversas de producción. El marco jurídico para ello ya existe, afirma don Juan Pablo, el de las sociedades cooperativas.

Por supuesto, éste gestor social veracruzano tiene en mente no sólo a su tierra, Veracruz –que renovará poderes en julio--, sino en el país, pues la autogestión para el desarrollo solidario propio de cada comunidad puede neutralizar los terribles efectos de la globalización.


ffponte@gmail.com

Plan B. Adiestrados para matar





24 mayo 2010
En los retenes a lo ancho de la geografía nacional los soldados mexicanos perciben un cambio de actitud en la gente que detiene sus vehículos para revisión. Cuando los militares suben a los autobuses, las mujeres abrazan a sus pequeños, las parejas se toman de la mano con ansiedad y nadie sonríe.

En las universidades privadas, donde hasta hace un año los jóvenes de altos recursos celebraran la presencia del Ejército en las calles para deshacerse de “los otros”, esos delincuentes que aparentemente no se rozaban con su clase social, ahora marchan en contra de la violencia militar y acusan de asesinos a algunos soldados.

Muy lejos están los días en que la sociedad mexicana miraba al Ejército como ángeles guardianes en terremotos e inundaciones, porque ese papel jugaron en general hasta que el presidente Calderón, a falta de policías capaces y honestos, los mandó a las calles.

Los soldados lo saben 26 mil muertos después. Para ellos tampoco es fácil este subrepticio cambio de papeles que se les ha impuesto al otorgarles el papel de policías antinarco. Sus enemigos no son solamente los delincuentes que buscan a toda costa darles plata o plomo; vivir a diario las amenazas o los ofrecimientos para rendirse ante la corrupción o mirar al otro lado es algo para lo que las tropas no están preparadas. Esta guerra no estaba planeada y por eso parece tener poca importancia que las tropas vivan hacinadas en pequeños campamentos sin servicios de agua y luz, durmiendo casi nada y comiendo mal. Lo cierto es que son pocos los soldados de élite que han sido capacitados para vivir bajo altos niveles de presión y estrés.

Recientemente en Estados Unidos el Pentágono ha admitido que las tropas que combaten en Irak y Afganistán llenan los hospitales con enfermedades sicoemocionales que son resultado de estrés postraumático. No son las heridas de bala, ni las explosiones las que causan más bajas, sino las reacciones síquicas para enfrentar el miedo, el peligro y para manejar la ira. Soldados que vuelven de la guerra y que sufren insomnio, ataques de llanto e ira y que no solamente han golpeado a su esposa e hijos, sino algunos incluso les han asesinado en arranques de rabia. A diferencia de los estadounidenses, los mexicanos combaten a sus hermanos, no al enemigo de otra tierra del que, según expertos, sería más fácil desapegarse.

David Grossman, teniente coronel del Ejército de Estados Unidos especializado en pedagogía militar, ha demostrado que contra lo que se supone no es nada fácil enseñar a matar al prójimo. La educación para la violencia que brutaliza al soldado exige un intenso y prolongado adiestramiento para perder la sensibilidad hacia el dolor ajeno. Sedena imparte cursos de derechos humanos a los soldados, cierto, pero al mismo tiempo les ordena hacer tareas policiacas que no pueden cumplir porque la Constitución se los prohíbe. Paralelamente la sociedad exige que los soldados que violen derechos o que asesinen gente, aunque sea “por error”, sean juzgados en tribunales civiles. Entre las tropas mexicanas permean el miedo y la inseguridad, las nuevas generaciones nunca más les verán como héroes, sino como enemigos potenciales. Una arista más sobre esta fallida guerra antinarco es el daño colateral dentro del propio Ejército.

EDITORIAL. Tiran la piedra y esconden la mano (mensaje a

Año 8, número 3359
Lunes 24, mayo del año 2010

Acorde a su costumbre, como cuando en Las Cruzadas concedían “indulgencia plenaria” (pasaporte al cielo sin necesidad de visa, por llamarlo de alguna manera) a quien matara a un musulmán.

Hoy los cura$ católicos cubanos, quienes desde las sombras han apoyado a las “Damas de Blanco”, hacen hipócritamente su aparición, dizque apoyando a las susodichas.

Pero en el fondo cumpliendo el acuerdo que en su tiempo llevaron a cabo Ronald Reagan y Juan Pablo II para desestabilizar las naciones por donde anduvo dizque en “viajes pastorales”. Entre ellas Cuba.

Por cierto que difícilmente beatificarán al polaco después de los escándalos de pederastia que han estallado por todo el mundo, y de los cuales, probado está, Wojtyla fue indiscutible cómplice.

Al igual que lo es el actual Pontífice alemán, a quien, a querer o no, finalmente se les desmoronará entre las manos el Imperio de la charlatanería, o sea, el Vaticano.

La rebelión de los legionarios, la aprensión y encarcelamiento de curas, y el que la igle$ia Vetero-católica haya nombrado una sacerdotisa, son un claro ejemplo de que la igle$ia judía de Roma se viene abajo estrepitosamente.

Lo que debe de ser perfectamente sabido por Raúl Castro, quien es de esperarse les esté dando “atole con el dedo”; pues de no ser así, Cuba seguirá el camino que siguieron todas las dictaduras donde Juan Pablo II finalmente rodó su “papamóvil”.

Vehículo blindado, que por cierto salió peor que el caballo de Atila, del que decían que no volvía a crecer ni el pasto por donde pisaba.

--------------------------------------------------------------------------------
http://www.diariolibertad.org.mx/diario/index.php
Diario Libertad
Av. Manuel Ávila Camacho N° 90-11
Jalapa, Ver. Centro
Tel. 01 22 88 17 24 80