Para los analistas de la derecha en México, ésta aparece en su inicio como un archipiélago de grupos políticos, por cuyos canales se mueven élites regionales que aspiran a influir en la integración del poder en México por los dos medios que reconoce el sociólogo alemán Max Weber: por medio de los mecanismos electorales previstos por las leyes ad hoc, y por medio de la integración soterrada a los equipos del poder de miembros de las élites ahora rebasadas por la nueva burguesía de los negocios ilícitos.
Felipe Calderón Hinojosa alcanzó la presidencia de la república por la acción de grupos elitistas descritos en el libro Cuba 88 obra de Luis Calderón Vega, grupos nacidos en la Unión Nacional de Estudiantes Católicos que entre 1937 y 1939 intervinieron en la formación de la organización secreta denominada la Base, como se revela en la comparación de los nombres de quienes intervinieron en la UNEC con los de los cuadros medios panistas activos hasta los años sesentas. Sus herederos siguen siendo el motor del PAN y de la nueva variable del neopanismo ligada al CMAI, que acaba de reinstaurar Felipe Calderón para preparar la privatización de los energéticos.
Las élites panistas han dejado de confrontarse con las que el partido oficial (PRI) en sus distintas etapas formó en los años transcurridos de 1929 fecha de su fundación hasta 2000, cuando el PAN ganó la presidencia de la república. El nuevo establishment ha abierto el camino al modus operandi de élites priistas que conviven muy a gusto con las impulsadas por el PAN, aunque en el inner circle del presidente Felipe Calderón se mueve una élite de estructura clánica, que va de José María Basagoiti, de quien se rumorea que es el empresario fundador del Yunque, a César Nava, ex secretario particular de Calderón y desde hace unas semanas flamante secretario general del PAN.
Este nuevo entreveramiento elitista ha podido surgir porque su contraparte, la socialdemocracia latinoamericana, la mexicana en especial, ha quedado dliluida en el social liberalismo, lejos aún de la fórmula democrática, fragilizada además por la debilidad de la clase obrera y de las organizaciones sindicales y deslegitimada por su renuncia a la transformación social. La Fundación Friedrich Ebert en México, por ejemplo, se dedica a dar lecciones a los sindicatos mexicanos sobre como ser buenos movimientos globalizadores en lugar de fomentar al menos el espíritu reformista entre la alta burocracia sindical.
Con su izquierda mediatizada por la corrupción, que está mucho más generalizada en México que en los países del norte, como dice José Vidal-Beneyto, la derecha mexicana encuentra el campo propicio para manejar las cosas a su antojo. De tal mamera y a falta de una opción política más servil frente a los intereses anglosajones, la derecha mexicana prepara el terreno para privatizar los energéticos, para poner los sistemas de seguridad y los dispositivos de defensa de la nación a merced de la estrategia de seguridad norteamericana y del Comando norte, y para reprimir a propios y extraños dentro de las fronteras nacionales. Los pactos secretos en los que se consagra el sometimiento de la élite política norteamericana tiene cada día más agujeros porque la mística mentirosa del combate al terrorismo (un terrorismo que sólo existe en la mente perversa de la familia Bush y los suyos) será abatida con un gobernante de nuevo tipo, incapaz de ver en las élites derechistas mexicanas a cómplices en potencia.
Conformación de las élites reaccionarias
En los altos cargos de la administración pública mexicana, en cualquier etapa de la historia moderna, han sido inevitables ciertos apellidos, como De Teresa, Legorreta, Ortiz Monasterio, Sodi, Reyes Retana, Ruiz de Chavez, Vicencio, cuyas figuras actuantes jamás alcanzarían el poder por la vía electoral, pero que en cambio aseguran sus vías de acceso por los mecanismos exclusivos de las élites. Estas pululan en las sociedades de ideas, numerosas aún aunque sus ideas sean escasas, en los partidos políticos de todos los tamaños y en los grupos de presión que si bien la teoría política los diferencia de manera tajante de los partidos políticos, esa diferencia tiende ahora a hacerse invisible. Esta clasificación de los grupos de derecha mexicanos que figura en wikipedia es la que mejor expresa las ambiciones diseñadas bajo la forma de principios y valores:
* La derecha conservadora, interesada en la preservación de ciertos valores morales de la tradición católica, tal como eran reivindicados por las corrientes influidas por los conservadores españoles como Ramiro de Maeztu, Juan Vázquez de Mella, Juan Donoso Cortés, José Antonio Primo de Rivera. Bajo estas vertientes ideológicas fueron emplazadas en México las organizaciones católicas, secretas o no.
* La derecha liberal, defensora del liberalismo económico y generalmente opuesta a la acción del Estado como regulador de la actividad de los particulares; a esta corriente pertenecen los nuevos grupos secretos unificados de 1968 en adelante bajo el auspicio de ideólogos como Leo Strauss, satanista nietzscheano importado del bunker neoliberal bushista. El Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, lobby sionista de México, es el mayor tentáculo del bushismo en México para la privatización y para comprometer a la nación en los engranajes "antiterroristas" de los straussianos. Al respecto se recomienda la lectura del artículo citado de Pierre Hillard, aparecido en el Réseau Voltaire.
* La ultraderecha es el término peyorativo usado por militantes de izquierda para describir a grupos que sostienen versiones extremas de los dos anteriores puntos y esfrecuentemente acusada de influir y orientar en los gobiernos panistas en términos caracterizados por las "teorías de la conspiracion". La corriente hispanista se ha debilitado en beneficio de la que deriva de los animadores de la Sociedad Mont Pélerin, formada en México bajo el auspicio del gobierno Ernesto Zedillo (1988- 1994).
La wikipedia expresa, no obstante, que esta clasificación es insuficiente porque no incluye a todos los grupos mexicanos de derecha. Por ejemplo, a conservadores mexicanos célebres como el hispanista Lucas Alamán, que fueron partidarios en el periodo inicial del México independiente del proteccionismo económico y de un sistema financiero al servicio de la acumulación racional de riqueza. La derecha mexicana como categoría social es, en parte, una construcción histórica que obedece a la asunción del poder por los liberales del siglo XIX y que se consolidó durante las primeras décadas del siglo XX con el presidencialismo posrevolucionario. No ha hecho escuela Alamán entre los derechistas del momento si bien hay uno que otro por allí que se reclama de su causa.
Contundente es el psicoanalista Fernando González al situar esta diversidad en su libro vital para la comprensión de la guerra cristera (Matar y morir por Cristo Rey, editado por la UNAM en 2001) como cultura: "...son, pues, distintas culturas católicas funcionando, pero también entreverándose. Cultura(s) católica(s) que permite(n), al mismo tiempo las catacumbas y la vida pública, de la cual se ha hablado y escrito muy poco hasta la fecha". El también sociólogo doctor González explica por primera vez en un libro el origen de las organizaciones católicas de carácter secreto que localiza en la U (Unión de Católicos Mexicanos), fundada por el sacerdote Luis María Martínez -que en 1936 sería ungido arzobispo primado de México-, y por Alberto Abascal, padre de don Salvador abascal, quien habría de ser un fundador de la Unión Nacional Sinarquista. A ella perteneció también Mauro González, padre de Efraín González Luna, futuro integrante del equipo de fundadores del PAN, entre otros.
Del monarquismo al republicanismo conservador
Cuando la rebelión independentista de corte popular (por la extracción social de su tropa más que por su orientación política, afín a los realistas autonomistas por lo menos en el principio), los mismos grupos referidos apoyaron la lucha independentista como es el caso de Los guadalupes protegidos por el cura José María Morelos en cuanto la Constitución de Cádiz fue ratificada en España para aplicarse también en sus dominios. Al ver amenazados sus privilegios en la medida que la constitución gaditana era bastante liberal en comparación con el estado anterior de la ley, la élite aristocrática novohispana se mostró favorable a separar a la colonia de la metrópoli. Por ello, cuando la revolución popular (cada vez más radical, como lo muestran los documentos producidos por José María Morelos y Pavón y los diputados del Congreso de Chilpancingo) estuvo a punto de desaparecer (1813), algunos de aquellos que en un principio habían combatido a los insurgentes adoptaron la bandera independentista.
Organizaciones de derecha en el México moderno
El pensamiento animador del militantismo católico sobrevive un siglo y desemboca en la guerra cristera de 1926 a 1929. Las asociaciones secretas fundan la verdadera naturaleza de la insurrección y de quienes la prepararon, como es el caso del eminente jesuita que algunos dicen que es francés y otros belga, Bernardo Bergöend. De tal manera, por la ingerencia jesuítica se explica la continuidad entre la insurrección cristera y la formación de la Unión Nacional Sinarquista en México en 1937 "por la Falange Española, al servicio de los nazis", quienes, según la ciencia ficción política de Mario Gill, aparentemente tiraban de los hilos; por la compañía de Jesús, opino yo porque sólo ésta podía aspirar a que sus acuerdos jesuítico - masónicos trazados con el gobierno no fuesen alterados por una nueva sublevación cristera. La nueva sublevación después de esos acuerdos aún secretos de 1929 era un riesgo que los jesuitas no deseaban afrontar. De allí que fuese necesario mediatizar a los cristerios no sin antes delatar al gobierno a sus reductos más radicales que fueron sometidos a una gran represión y al asesinato. Motivo por el cual en 1937 fueron arincanados en la UNS, donde el apostolado de la oración sustituyó al apostolado de las armas.
Los cristeros intransigentes se habían negado a aceptar la política de reconciliación ordenada por el Vaticano. A los empecinados insurrectos los encabezaba nada menos que Bernard Bergöend, quien había sido el arquitecto sinarquista de la insurrección cristera. Él había fundado en los años veintes la Liga la OCA (Organización–Cooperación–Acción), que en los treintas se convirtió en la Base secreta de la Unión Nacional Sinarquista y del PAN, partido que ahora tiene en sus manos la presidencia de México.
De 1933 a 1934 se creó el Consejo Falange–Iglesia, a partir de la OCA, también conocido como el Consejo de la Hispanidad, o simplemente como La Base. Según Jean Meyer, la Unión Nacional Sinarquista era la Sección 11 de La Base. La sección obrera se llamaba Operarios Guadalupanos, controlada por Antonio Santa Cruz, a quien el historiador Meyer se refiere como el jefe de La Base. Entre 1934 y 1938 ocurrió en México otra insurrección cristera menos intensa, y en 1937, en medio de esta guerra, se formó oficialmente la Unión Nacional Sinarquista.
El puente ideológico - religioso entre los cristeros y la Unión Nacional Sinarquista se deja ver claramente en dos libros. El primero, escrito por el sacerdote benedictino Alcuin Heibel, publicado en febrero de 1943, titulado Sinarquismo: La esperanza de los pobres de México. Esta es una apología del sinarquismo y un encubrimiento de los nexos entre el sinarquismo, los nazis y la Falange Española; pero por otro lado, destaca el vínculo entre el sinarquismo y los elementos franquistas en la Iglesia.
Heibel caracteriza al sinarquismo mexicano como un movimiento social cristiano. "El sinarquismo ha sido un acontecimiento natural y cristiano". Es un "movimiento completamente cristiano y mexicano". Como tales, "los sinarquistas no están conectados con ningún ’ismo", de Rusia, Alemania o España". "Los sinarquistas no son antiestadounidenses, y ciertamente no son nazis ni falangistas". "De 1935 a 1940, la mano de hierro implacable de Cárdenas, en estrecha alianza con la izquierda totalitaria parecía querer extinguir la vida mexicana (sic). El pueblo, que se negó a perecer, reaccionó con toda la fuerza de su alma, procurando algo que le pusiera fin a la anarquía revolucionaria. El 23 de mayo de 1937, fundaron el sinarquismo". Este es el período de la segunda insurrección cristera, o "la Segunda" que de 1934 a 1938 combatió a la educación denominada socialista", sobre la que sólo hay un libro especializado, que fue editado por la Universidad Autónoma de Puebla.
El otro texto es Sinarquismo: ¿un fascismo mexicano? de Jean Meyer, quien a diferencia de Heibel, sí caracteriza como fascista a la Unión Nacional Sinarquista, concluye que los sinarquistas eran fundamentalmente "populistas nacionalistas y católicos".
¿Qué es el sinarquismo?
Sinarquismo es el nombre que adoptó en el siglo 20 una secta francmasónica conocida con el nombre de martinista, que se basaba en el culto del emperador Napoleón Bonaparte. Lo que significa que el martinismo aportó el capitulo esotérico del fenómeno sociopolítico que sería reconocido con el nombre de bonapartismo, la concepción fascinante del gobierno. En sentido contrario a lo que han supuesto de buena fe muchos estudiosos, el sinarquismo mexicano, obra fundamental del jesuitismo, no es una derivación del proyecto martinista, tal como se deduce de los vínculos sucesivos que van del fascismo tecnocrático francés a la UNS. El nivel limitado de las investigaciones historiográficas hasta el momento no permite decir otra cosa, si bien la convicción de la maestra Marivilia Carrasco es en favor de que esa relación histórica sinárquica con la UNS sí existe.