lunes, junio 21, 2010

Plan B. El país que merecemos





21 junio 2010
No podemos equivocarnos, nadie en su sano juicio puede creer que Felipe Calderón entiende o sea capaz de controlar la ira y la violencia que se han desatado en el país; ni sabe a ciencia cierta quién es quién entre los suyos.

Es intolerante pero no ignorante. Él sabe que nuestro sistema de justicia pende de un hilo. Sabe que la Suprema Corte obedece a las costumbres del poder, que García Luna, Chávez y sus jueces actúan por consigna. Él sabe que se equivocó al creerle al PRI, sabe que negociar con Mario Marín y Ulises Ruiz resultó en unas elecciones que nos llevan de vuelta al pleistoceno antidemocrático. Porque el Presidente hace oídos sordos, pero ciego no es y puede ver que el país se desmorona ante sus ojos, o al menos el país que él se creyó llevaba entre las manos.

Nadie espera de él ni de su debilucho gabinete que sean capaces de darnos la respuesta, de restaurar al país por designio. Es cierto que Calderón es simplemente humano. Cuando analizamos lo que dice, criticamos lo que hace y rebatimos lo que nos pide, no lo hacemos porque le creamos causante de todas nuestras desgracias, ni porque consideremos que es todo poderoso. Cuando hablamos, además de ejercer nuestro derecho a la libre expresión, exigimos respeto a nuestras vivencias colectivas a lo que sí hacemos quienes no somos criminales, que somos mayoría. Ya Lula da Silva dijo que sin sociedad civil no hay buen gobierno, y por eso escucha.

Está claro que en este momento todas y todos tenemos más preguntas que respuestas y que la reconstrucción de México pasará necesariamente por una rehabilitación de la ética pública, de la cual es responsable toda la sociedad.

Sin embargo Calderón eligió el poder, él se apropió del liderazgo nacional haiga sido como haiga sido. Él acordó con George W. Bush lanzar al país a una guerra sin cuartel para la que tardíamente admite no estaba preparado porque la magnitud del problema resultó “inimaginable”.

Lo que medio México ha intentado decirle al Presidente, yo me incluyo, es que el país sobrevivió a 70 años del PRI y a la corrupción de Estado, a seis años de un tibio y corrupto foxismo, gracias a una sociedad civil fuerte, solidaria que no se arredra, que sale a las calles por sus hijos e hijas, que rescata a la infancia de la calle, que protege a las víctimas, que señala a los mafiosos, que recuerda a los desaparecidos, que cuando la Corte le ignora vuelve con la esperanza de lo posible. Una sociedad en que intelectuales, científicos, mineros y trabajadoras de maquila, así como activistas de derechos humanos, maestras y estudiantes exigen respeto a la dignidad humana.

Nadie ha creído que el Presidente sea todopoderoso, acaso sólo él y sus seguidores. Ya nadie considera que Calderón pueda hacer nada antes de que el PRI y sus mafias nos gobiernen de nuevo. Sería ingenuo. Lo que pedimos es que mire aquí abajo, porque cuando él se vaya, aquí seguiremos, millones cada día reconstruyendo el país, poco a poquito, con amenazas, huérfanas o con hijos muertos. Trabajando, hablando, exigiendo porque merecemos un país que nos merezca. Ni más ni menos, y en silencio nunca lo tendremos.

EDITORIAL. Problema mundial.

Año 8, número 3387
Lunes 21, junio del año 2010

“La situación:

La incapacidad de la Corte para resolver los problemas de la sociedad es desalentadora, solo sirve para habilitarle los afanos y atropellos, que hace al honesto y trabajador.

Respecto a la inseguridad, difícilmente el ciudadano obtendrá algún servicio útil de esta Corte genuflexa y cobarde, lo único que se puede esperar, es que se vayan muriendo de a uno y que el reemplazo sea más racional que los actuales”.

Y se pone entre comillas, porque lo anterior, amables lectores, no se refiere a nuestro México (o lo que queda de El) sino que llegó a esta redacción desde Argentina.

Más abajo en el escrito se quejan amargamente del “maldito orate y su mujer”. Haciendo referencia al ex Presidente Néstor Kirchner, que tuvo el mal gusto de dejar a doña Cristina en su lugar; y los argentinos en aceptarla.

Y se trae a colación, porque parece ser que en el mundo, incluyendo por supuesto a nuestro México, la Justicia más parece haberse convertido en un problema, que en una solución a los problemas; que es lo que debiera ser.

Los últimos sucesos relacionados con la Justicia acaecidos por estas latitudes, han decepcionado a la sociedad en general. Que no esperaba, sino clamaba Justicia en los casos de la pequeña Paulette, a cuyos asesinos protegió Peña Nieto.

Y los de los niños que murieron quemados en la Guardería de Hermosillo, a quienes la Justicia literalmente también abandonó. Toda vez que los argumentos esgrimidos por la Corte (ya no es Suprema ni de Justicia) podrán estar muy apegados a Derecho, pero nada tienen que ver con la Justicia.

Pero a diferencia de nuestros hermanos argentinos que esperan la muerte a sus Ministros para que sean sustituidos por gente de más racional, nosotros podemos esperar que el Poder Judicial se democratice.

Para que de esa manera quienes nos juzgan no tengan otro compromiso que no sea con el pueblo que los eligió. Pues aceptando que todo lo malo que nos sucede proviene de la injusticia, tal vez esa sería la solución a todas nuestras desgracias.

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El poder oculto: de donde nace la impunidad de Israel

Los dueños del sistema

La gran complicidad internacional con las masacres periódicas israelíes no se gestan por miedo a Israel, sino por miedo a lo que representa el Estado judío. Israel es el símbolo más emblemático, la patria territorial del sionismo capitalista que controla el mundo sin fronteras desde los directorios de los bancos y corporaciones trasnacionales. Israel, básicamente, es la representación nacional de un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos. Y que controla el planeta desde los bancos centrales, las grandes cadenas mediáticas y los arsenales nucleares militares.


El poder oculto

Israel, es la más clara referencia geográfica del sistema capitalista trasnacionalizado que controla desde gobiernos hasta sistemas económico productivos y grandes medios de comunicación, tanto en los países centrales como en el mundo subdesarrollado y periférico.

El Estado judío, más allá de su incidencia como Nación, es el símbolo más representativo de un poder mundial controlado en sus resortes decisivos por grupos minoritarios de origen judío, y conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.

Con una población de alrededor de 7,35 millones de habitantes, Israel es el único Estado judío del mundo.

Pero cuando hablamos de Israel, hablamos (por extensión) de la referencia más significante de un sistema capitalista globalizado que controla gobiernos, países, sistemas económicos productivos, bancos centrales, centros financieros, arsenales nucleares y complejos militares industriales.

Cuando hablamos de Israel, hablamos antes que nada de un diseño estratégico de poder mundial que lo protege, interactivo y totalizado, que se concreta mediante una red infinita de asociaciones y vasos comunicantes entre el capital financiero, industrial y de servicios que convierte a los países y gobiernos en gerencias de enclave.

El lobby sionista que sostiene y legitima la existencia de Israel, no es un Estado en el lejano Medio Oriente, sino un sistema de poder económico planetario (el sistema capitalista) de bancos y corporaciones trasnacionales con judíos dominando la mayoría de los paquetes accionarios o hegemonizando las decisiones gerenciales desde puestos directrices y ejecutivos.

Quien se tome el trabajo de investigar el nombre de los integrantes de los directorios o de los accionistas de la grandes corporaciones y bancos transnacionales estadounidenses y europeos que controlan desde el comercio exterior e interior hasta los sistemas económico productivos de los países, tanto centrales como «subdesarrollados» o «emergentes», podrá fácilmente comprobar que (en una abrumante mayoría) son de origen judío.

Los directivos y accionistas de las primeras treinta megaempresas trasnacionales y bancos (las más grandes del mundo) que cotizan en el indice Dow Jones de Wall Street, son mayoritariamente de origen judío.

Megacorporaciones del capitalismo sin fronteras como Wal-Mart Stores, Walt Disney, Microsoft, Pfizer Inc, General Motors, Hewlett Packard, Home Depot, Honeywell, IBM, Intel Corporation, Johnson & Johnson, JP Morgan Chase, American International Group, American Express, AT & T, Boeing Co (armamentista), Caterpillar, Citigroup, Coca Cola, Dupont, Exxon Mobil (petrolera), General Electric, McDonalds, Merck & Co, Procter & Gamble, United Technologies, Verizon, son controladas y/o gerenciados por capitales y personas de origen judío.

Estas corporaciones representan la crema de la crema de los grandes consorcios trasnacionales judeo sionistas que, a través del lobby ejercido por las embajadas estadounidenses y europeas, dictan y condicionan la política mundial y el comportamiento de gobiernos, ejércitos, o instituciones mundiales oficiales o privadas.

Son los amos invisibles del planeta: los que manejan a los países y a presidentes por control remoto, como si fueran títeres de última generación.

Quien investigue con este mismo criterio, además, los medios de comunicación, la industria cultural o artística, cámaras empresariales, organizaciones sociales, fundaciones, organizaciones profesionales, ONGs, tanto en los países centrales como periféricos, se va a sorprender de la notable incidencia de personas de origen judío en sus más altos niveles de decisión.

Las tres principales cadenas televisivas de EEUU (CNN, ABC, NBC y Fox) , los tres principales diarios (The Wall Street Journal, The New York Times y The Washington Post) están controlados y gerenciados (a través de paquetes accionarios o de familias) por grupos del lobby judío, principalmente neoyorquino.

Asimismo como las tres más influyentes revistas (Newsweek, Time y The New Yorker), y consorcios hegemónicos de Internet como Time-Warner (fusionado con América on Line) o Yahoo, están controlados por gerenciamiento y capital judío que opera a nivel de redes y conglomerados entrelazados con otras empresas.

Colosos del cine de Hollywood y del espectáculo como The Walt Disney Company, Warner Brothers, Columbia Pictures, Paramount, 20th Century Fox, entre otros, forman parte de esta red interactiva del capital sionista imperialista.

La concentración del capital mundial en mega-grupos o mega-compañías controladas por el capital sionista, en una proporción aplastante, posibilita decisiones planetarias de todo tipo, en la economía, en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc., y representa el aspecto más definitorio de la globalización impuesta por el poder mundial del sistema capitalista imperial.

El objetivo central expansivo de este capitalismo sionista trasnacionalizado es el control y el dominio (por medio de las guerras de conquista o de «sistemas democráticos) de recursos naturales y sistemas económico - productivos, en un accionar que sus defensores y teóricos llaman “políticas de mercado”».

El capitalismo transnacional, a escala global, es el dueño de los estados y sus recursos y sistemas económico- productivos, no solamente del mundo dependiente, sino también de los países capitalistas centrales.

Por lo tanto los gobiernos dependientes y centrales son gerencias de enclave (por izquierda o derecha) que con variantes discursivas ejecutan el mismo programa económico y las mismas líneas estratégicas de control político y social.

Este capitalismo transnacional «sin fronteras» del lobby sionista que sostiene al Estado de Israel se asienta en dos pilares fundamentales: la especulación financiera informatizada (con asiento territorial en Wall Street ) y la tecnología militar-industrial de última generación (cuya expresión máxima de desarrollo se concentra en el Complejo Militar Industrial de EEUU).

El lobby sionista internacional, sobre el cual se asientan los pilares existenciales del Estado de Israel, controla desde gobiernos, ejércitos, policías, estructuras económicos productivas, sistemas financieros, sistemas políticos, estructuras tecnológicas y científicas, estructuras socio-culturales, estructuras mediáticas internacionales, hasta el poder de policía mundial asentado sobre los arsenales nucleares, los complejos militares industriales y los aparatos de despliegue militar de EEUU y de las potencias centrales.

A ese poder, y no al Estado de Israel, es al que temen los presidentes, políticos, periodistas e intelectuales que callan o deforman a diario los genocidios de Israel en Medio Oriente temerosos de quedar sepultados de por vida bajo la lápida del «antisemitismo».

El lobby imperial

El lobby sionista pro-israelí, la red del poder oculto que controla Casa Blanca, el Pentágono y la Reserva Federal no reza en las sinagogas sino en la Catedral de Wall Street. Un detalle a tener en cuenta, para no confundir la religión con el mito y el negocio.

Cuando se refieren al lobby sionista (al que llaman lobby pro-israelí) la mayoría de los expertos y analistas hablan de un grupo de funcionarios y tecnócratas, en cuyas manos está el diseño y la ejecución de la política militar norteamericana.

A este lobby de presión se le atribuye el objetivo estratégico permanente de imponer la agenda militar y los intereses políticos y geopolíticos del gobierno y el Estado de Israel en la política exterior de EEUU.

Como definición, el lobby pro-israelí es una gigantesca maquinaria de presión económica y política que opera simultáneamente en todos los estamentos del poder institucional estadounidense: Casa Blanca, Congreso, Pentágono, Departamento de Estado, CIA y agencias de la comunidad de inteligencia, entre los mas importantes.

Por medio de la utilización política de su poder financiero, de su estratégica posición en los centros de decisión, los grupos financieros del lobby ejercen influencia decisiva en la política interna y externa de EEUU, la primera potencia imperial, además de su papel dominante en la financiación de los partidos políticos, de los candidatos presidenciales y de los congresistas.

A nivel imperial, el poder financiero del lobby se expresa principalmente por medio de la Reserva Federal de EEUU, un organismo clave para la concentración y reproducción del capital especulativo a nivel planetario.

El corazón del lobby sionista estadounidense es el poderoso sector financiero de Wall Street que tiene directa implicancia y participación en el nombramiento de funcionarios claves del gobierno de EEUU y de los órganos de control de política monetaria e instituciones crediticias (nacional e internacional) con sede en Washington y Nueva York.

Los organismos económicos financieros internacionales como la OCDE, el Banco Mundial, el FMI, están bajo directo control de los bancos centrales y de los gobiernos de EEUU y de las potencias controladas por el lobby sionista internacional (Gran Bretaña, Alemania, Francia, Japón, entre las más relevantes).

Organizaciones y alianzas internacionales como la ONU, el Consejo de Seguridad y la OTAN están controlados por el eje sionista USA-Unión Europea cuyas potencias centrales son las que garantizan la impunidad de los exterminios militares de Israel en Medio Oriente, como sucedió con la última masacre de activistas solidarios con el pueblo de Gaza.

Las principales instituciones financieras del lobby (Goldman Sachs, Morgan Stanley, Lehman Brothers, etc) y los principales bancos (Citigroup, JP Morgan y Merrill Lynch, etc), influyen decisivamente para el nombramiento de los titulares de la Reserva Federal, el Tesoro, y la secretaría de Comercio, además de los directores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

El mito del «antisemitismo»

A este fenómeno de «poder capitalista mundial» judío, y no a Israel, es lo que temen los presidentes, políticos, periodistas, e intelectuales que evitan puntillosamente condenar o nombrar los periódicos genocidios militares de Israel en Gaza, repitiendo lo que ya hicieron durante la masacre israelí en Libano en el 2006.

La gran complicidad internacional con las masacres periódicas israelíes no se gestan por miedo al Estado de Israel sino por miedo a lo que representa el Estado de Israel.

No se trata de Israel, un Estado sionista más, sino del «Gran Israel», la patria del judaísmo mundial (con territorio robado a los palestinos), de la cual todos los judíos del mundo se sienten sus hijos pródigos desperdigados por el mundo.

No se trata de Israel, sino de las poderosas organizaciones y comunidades judías mundiales que apoyaron en bloque el genocidio militar de Israel en Gaza, que utilizan su poder y «escala de prestigio» (construida mediante su victimización histórica con el Holocausto) para convertir en un leproso social al que se atreva criticar o a levantar la voz contra el exterminio militar israelí en Gaza.

Los gobiernos del mundo capitalista, los periodistas, intelectuales, organizaciones sindicales y sociales no le temen a Israel, sino a su lapidación social como «antisemita» (mote que se le otorga al que enfrenta y/o denuncia al sionismo judío).

No le temen al Estado de Israel, sino a los hijos de Israel camuflados en los grandes centros de decisión del poder mundial, sobre todo económicos-financieros y mediático-culturales.

Los políticos, intelectuales y periodistas del sistema no temen a Israel, sino que temen a los medios, organizaciones y empresas judías, y a su influencia sobre los gobiernos y procesos económicos-culturales del sistema sionista capitalista extendido por todos los países a escala planetaria.

En definitiva temen que las empresas, las universidades, las organizaciones y las fundaciones internacionales sionistas que financian y o promocionan sus ascensos y puestos en la maquinaria del sistema los declaren "antisemitas" y los dejen sin trabajo, sin vacaciones y sin jubilación.

Esa es la causa principal que explica porque los intelectuales, académicos y periodistas del sistema viven elucubrando sesudos análisis de la «realidad» política, económica y social sin la presencia de la palabra judío o del sistema capitalista que paga por sus servicios.

Si bien hay un grupo de intelectuales y de militantes judíos de izquierda (entre ellos Chomsky y Gelman, entre otros) que condenaron y protestaron contra el genocidio israelí en Gaza, la mayoría abrumante de las comunidades y organizaciones judías a escala planetaria apoyaron explícitamente la masacre de civiles en Gaza argumentando que se trataba de una «guerra contra el terrorismo».

A pesar de que Israel no invadió ni perpetró un genocidio militar en Gaza con la religión judía, sino con aviones F-16, misiles, bombas de racimo, helicópteros Apache, tanques, artillería pesada, barcos, sistemas informatizados, y una estrategia y un plan de exterminio militar en gran escala, quien cuestione esa masacre es condenado por «antisemita» por el poder judío mundial distribuido por el mundo.

A pesar de que el lobby judío sionista que controla Israel, tanto como la Casa Blanca, el Tesoro y la Reserva Federal de EEUU no reza en las sinagogas sino en la Catedral de Wall Street, el que lo critique es tildado de inmediato como «antisemita» o «nazi» por las estructuras mediáticas y culturales controlados por el poder judío mundial.

Las campañas de denuncia de antisemitismo con las que Israel y las organizaciones judías buscan neutralizar a las criticas contra la masacre, abordan la cuestión como si el sionismo judío (sostén del estado de Israel) fuera una cuestión «racial» o religiosa, y no un sistema de dominio imperial que abarca interactivamente el plano económico, político, social y cultural, superando la cuestión de la raza o de las creencias religiosas.

El lobby sionista no controla el mundo con la religión: lo maneja con bancos, trasnacionales, hegemonía sobre los sistemas económicos-productivos, control sobre los recursos naturales, control de la red informativa y de manipulación mundial, y manejo de los valores sociales a través de la publicidad, la cultura y el consumo estandarizado y globalizado por los medios de comunicación.

En definitiva, el lobby judío no representa a ninguna sinagoga ni expresión racial, sino que es la estructura que maneja el poder mundial a través del control sobre los centros económicos-financieros y de decisión estratégica del sistema capitalista expandido como civilización «única».

Antes que por la religión y la raza, el lobby sionista y sus redes se mueven por una ideología política funcional: el sionismo capitalista-imperial que antepone el mercado, la concentración de riqueza, la «política de negocios», a cualquier filosofía que roce las nociones del «bien» o del «mal» entendidos dentro de parámetros sociales.

Entonces: ¿De qué hablan cuando hablan de «antisemitismo» o de «anti-judaismo religioso? ¿En que parámetros referenciales se basa la condición de "antisemita»? ¿Quién es antisemita? ¿Quién critica a los judíos por su religión o por su raza en las sociedades del mundo?

A lo sumo, a los judíos, como está probado en la realidad social de cualquier país, no se los critica por su religión o condición racial sino por su apego excesivo al status del dinero (también cultivado por otras colectividades) y a integrar estructuras o jerarquías de poder dentro de un sistema injusto de opresión y de explotación del hombre por el hombre, como es el sistema capitalista.

Salvo los grupos minoritarios de fanáticos y racistas que sólo se representan a sí mismos, en las sociedades (salvo el nazismo alemán y algunas excepciones) casi nunca hubo «persecución religiosa o racial» del judío, si no que hubo una asociación del judío con la «peor cara del capitalismo», representada en el sistema económico-financiero especulativo.

En resumen

El lobby sionista que protege al Estado de Israel (por "derecha" y por "izquierda) esta conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.

Sus redes se expresan a través de una multiplicidad de organizaciones dedicadas a promover el actual modelo global, entre las que se cuentan principalmente: The Hudson Institute, The RAND Corporation, The Brookings Institution, The Trilateral Commission, The World Economic Forum, Aspen Institute, American Enterprise Institute, Deutsche Gesellschaft für Auswärtigen Politik, Bilderberg Group, Cato Institute, Tavestock institute, y el Carnegie Endowment for International Peace, entre otros.

Todos estos think tanks o «bancos de cerebros», reúnen a los mejores tecnócratas, científicos y estudiosos en sus respectivos campos, egresados de los las universidades de EEUU, Europa y de todo el resto del mundo.

El lobby no responde solamente al Estado de Israel (como afirman los analistas de la «cara derechista» de los neocons) sino a un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos.

El lobby no solamente está en la Casa Blanca sino que abarca todos los niveles de las operaciones del capitalismo a escala trasnacional, cuyo diseño estratégico está en la cabeza de los grandes charmans y ejecutivos de bancos y consorcios multinacionales que se sientan en el Consenso de Washington y se reparten el planeta como si fuera un pastel.

Ni la izquierda ni la derecha partidaria hablan de este poder «totalizado» por la sencilla razón de que ambas están fusionadas (a modo de alternativas falsamente enfrentadas) a los programas y estrategias del capitalismo trasnacional que controla el planeta.

Por lo tanto, y mientras no se articule un nuevo sistema de comprensión estratégica (una «tercera posición» revolucionaria del saber y el conocimiento) el poder mundial que controla el planeta seguirá perpetuándose en las falsas opciones de «izquierda» y «derecha».

Y el lobby judío de «derecha» de los republicanos conservadores seguirá sucediendo al lobby judío «de izquierda» de los demócratas liberales en una continuidad estratégica de las mismas líneas rectoras del Imperio sionista mundial.

Y las masacres del Estado de Israel seguirán, como hasta ahora, impunes y protegidas por las estructuras del sistema de poder mundial sionista capitalista que lo considera como su «patria territorial».

Armada de EEUU y buques de guerra israelíes avanzan hacia Irán

La Armada de EEUU y buques de guerra israelíes avanzan hacia Irán

Red Voltaire


Más de doce buques de guerra de EE.UU. e Israel, incluido un portaaviones, pasaron por el canal de Suez el viernes y se dirigen hacia el mar Rojo. «Según testigos presenciales, los acorazados de EE.UU. son los más grandes que han cruzado el canal en muchos años» informaba el periódico con sede en Londres Al-Quds al-Arabi el sábado.

El periódico israelí Haaretz informó de que los miembros de la oposición egipcia criticaron al gobierno por la cooperación con los EE.UU. y las fuerzas israelíes y por permitir el paso de los barcos a través las aguas territoriales egipcias. El mar Rojo es la ruta más directa hacia el Golfo Pérsico desde el Mediterráneo.

El general egipcio Amin Radi, presidente de la Comisión de Asuntos de Seguridad Nacional, dijo al diario que «la decisión de declarar la guerra a Irán no es fácil, e Israel, debido a su naturaleza salvaje, se puede iniciar una guerra justa para seguir siendo la única potencia nuclear en la región», según el diario Yedioth en Internet, un sitio de noticias israelí.

El paso de un buque de guerra de la armada por el canal de Suez rumbo al golfo Pérsico e Irán es suficientemente importante como para ser comunicada por los medios corporativos de los Estados Unidos.

Egipto rechazó recientemente una solicitud israelí para evitar que los barcos de ayuda de Gaza pasen por el canal de Suez. Según un informe de al-Jazeera, Israel apeló a los egipcios para pedirles que impidan el paso de barcos iraníes por el canal de Suez. Los egipcios respondieron que, debido a los acuerdos internacionales sobre el movimiento a través del canal de Suez, Egipto no puede evitar que los buques pasen por el canal a menos que pertezcan a un estado que está en guerra con Egipto. Irán y Egipto no están en guerra.

Los Estados Unidos e Israel, la única potencia con armas nucleares de Oriente Próximo, no han descartado un ataque militar para destruir el programa nuclear de Irán.

Las amenazas de Israel de usar armas nucleares han aumentado significativamente desde que se descubrió en 2002 que Irán estaba construyendo instalaciones de enriquecimiento de uranio.

Una advertencia

A principios de este mes se filtró a la prensa que Israel tenía permiso de Arabia Saudí para utilizar su espacio aéreo para atacar a Irán. «En la semana que el Consejo de Seguridad impuso una nueva ronda de sanciones a Teherán, fuentes de la defensa en el Golfo de Riad dijeron que han accedido a permitir que Israel utilice un estrecho corredor de su espacio aéreo en el norte del país para acortar la distancia en caso de ataque a Irán» según informó el Sunday Times el 12 de junio. El 14 de junio el embajador de Arabia Saudí en el Reino Unido, príncipe Mohammed bin Nawaf, desmintió categóricamente el informe.

El 17 de junio el parlamento de Irán advirtió que responderá a la inspección de sus buques en virtud de una cuarta ronda de sanciones impuestas al país por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. «Si un buque iraní es detenido para su verificación, nosotros vamos a actuar de igual forma e inspeccionar a fondo cualquier buque occidental que pase por el golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz» dijo el miembro del Parlamento Nacional de Seguridad iraní y la Comisión de Política Exterior, Hossein Ebrahimi.

También el sábado, Irán acusó a Estados Unidos de «engaño» e insistió en su programa de misiles es en defensa propia después de que un alto funcionario de EE.UU. afirmara que Irán tenía capacidad para atacar Europa. «La República Islámica dispone de misiles con capacidad para defenderse contra cualquier agresión militar y no amenaza a ningún país» dijo el ministro de Defensa Ahmad Vahidi en un comunicado difundido por la prensa estatal.

Vahidi anunció el 10 de abril que Irán utilizará todas las opciones disponibles para defenderse si el país sufre un ataque militar. «Los estadounidenses han dicho que utilizará todas las opciones contra Irán, anunciamos que vamos a utilizar todas las opciones para defendernos» dijo Vahidi al [diario] Tehran Times.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article165966.html