Algunos nombres de la era moderna de México que han sido verdaderos marco-sicarios, Jose Lopez Portillo, entre lo bueno y lo malo, perdura la concepcion popular de El perro de la Colina, su preferida Sasha lo saqueo (dinero nuestro) y su orgullo del nepotismo era el operador directo del Mercado Negro de Rotterdam (mercado spot del petroleo); su dos operadores filoespañoles, Jose Andres de Oteiza, ahora operando comisiones para las empresas españolas en México y America Latina; y Jorge Leipen Garay, el del gigantesco yacimiento de oro, El Barqueño que saqueo como pirata y ahora el Niño Pirata Mouriño abre todas las puertas para Repsol, ENDESA, Iberdrola, Zara,Gas Natural, La Caixa, BBVA-Bancomer, Santander, etc, Mexico es rico, inmensamente rico, con mexicanos pigmeos y dociles, otro españolito que se dice mexicano, Francisco Javier Alejo, quien vive en Austin, es el encargado de armar el entramado energetico de Norte America, para los Bush y su Petrocracia Houstoniana, todos quieren vender una parte de Mexico, como antes del Juarismo, igual y peor, hasta el mismo Juarez cometió el sacrilegio territorial del McLane-Ocampo, que fue detenido por la Guerra de Secesion en EUA.Adolfo Sánchez Rebolledo
¿España es Latinoamérica?
Para reforzar la idea de que España es el puente “natural” de entrada a Europa, más allá de las afinidades históricas o culturales, reales e imaginarias, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega puntualizó algunas ideas al partir hacia México: “Somos Iberoamérica y somos Europa, nuestra situación es única”, dijo. La frase, extraída del gran arcón de la retórica de la hispanidad, se corona con esta otra: “España es en la medida en la que es Iberoamérica”. Cuesta trabajo saber si ese cuadro pinta los sentimientos de los españoles actuales, pero una encuesta de 2004, citada por R. A. Sanhueza en Las cumbres iberoamericanas (ver sitio web de Casa de América ) revelaba que la mayoría de los consultados habían “atenuado” sus vínculos de afecto con América Latina y se sentía más semejante a Europa que al siempre criticable “tercermundismo” latinoamericano, con su cauda de atraso y violencia.
Por eso, cuando se oye hablar a los políticos de ambas orillas sobre las virtudes latentes de la gran comunidad iberoamericana surge la duda de si, más allá de los buenos deseos, ésta existe y cómo, dadas las asimetrías que determinan el peso específico de la “relación especial” establecida por España con el subcontinente o la aparición de los “liderazgos compartidos” con las potencias de la región.
La idea de comunidad, vista como resultado de la cooperación, es decir, como futuro y no como mera herencia del pasado, es una propuesta positiva en la medida que reafirma la voluntad política de sobrevivir en el mundo globalizado sin sacrificar valores culturales importantes al realismo del mercado, cincelando la realidad mediante un esfuerzo racional para estimular la educación, la economía, la política y la seguridad ciudadana, fomentando la tolerancia y los derechos humanos. Para ser viable, dicha noción de comunidad parte del reconocimiento de la diversidad de situaciones nacionales; reconoce la variada inscripción de los países en otros bloques colectivos que a su vez los condicionan, pero rechaza cualquier hegemonismo entre estados soberanos. Ésa es la condición para que el “puente” entre ambos mundos permanezca abierto sin convertirse en una alcabala que beneficie a una sola de las partes.
Sin embargo, hay ocasiones en que la “puerta” a Europa se cierra desde adentro. Y entonces la noción de “comunidad” hace agua. Allí está el caso de la llamada Operación Retorno, citado por Ciro Murayama en reciente artículo: sólo tres europarlamentarios socialistas españoles votaron en contra de la ley que permite a las autoridades europeas encarcelar a los inmigrantes hasta 18 meses antes de repatriarlos a su lugar de origen (varios millones de latinoamericanos allí viven). Y aunque Zapatero ha dicho que la ley no se ha entendido bien en Latinoamérica, es inevitable que se vea como un retroceso general, aunque nadie haya llegado a los condenables excesos de Berlusconi en Italia.
Es evidente que no hay “comunidad” imaginable si ésta no se sustenta en relaciones económicas intensas y beneficiosas para todas las partes. Finalmente, más que la caridad o la solidaridad excepcional, eso es lo que piden las naciones latinoamericanas: equidad y trato justo, inversiones productivas, reciprocidad. En esa dirección, parece lógico que los gobiernos pongan todo lo que está a su alcance para facilitar las cosas, aceitando los mecanismos de colaboración, siempre en el marco de la transparencia, la legalidad y el respeto hacia los demás. Cuando no se hace así, como ocurrió durante el gobierno de Aznar, la “comunidad” se quiebra y reaparecen los viejos y podridos aires coloniales, ahora asociados a las decandentes fuerzas del Gran Imperio estadunidense.
Por eso sorprende, por decir algo, la posición, expresada por Fernández de la Vega, figura prominente del socialismo español, al dar una clarinada a favor de la entrada de los empresarios españoles al negocio petrolero mexicano, como cansina e irresponsablemente fue a ofrecer semanas atrás el propio presidente Calderón. Resulta inconcebible que Fernández declare sin ruborizarse que España ve con simpatía la liberalización de Pemex, cuando no puede ignorar que ese tema aún está sujeto al examen del Congreso y, más allá, a la consideración de la sociedad civil mexicana, cuyas expresiones, por lo visto, le traen sin cuidado al gobierno español. Además, la funcionaria se permitió el lujo de confundir las necesidades del gobierno panista con las del Estado mexicano, pifia venial en labios de quien representa a un país comprometido con el estado de derecho y la democracia, y al que muchos ciudadanos mexicanos tienen como modelo de funcionamiento institucional.
No obstante, todo indica que ella no se equivocó pues a eso vino: a presionar por la reforma, apoyando al gobierno panista, como seguramente exigen, con sus habituales y ya conocidas voces destempladas, los arrogantes empresarios iberos. Muy pocos, salvo algunos chauvinistas de museo, se oponen a las empresas españolas en México, pero éstas no pueden pretender el trato privilegiado que el liderazgo panista (desde Fox) les ha ofrecido.
Es decepcionante que el gobierno socialista sea incapaz de distinguir entre la necesidad de construir una firme relación estratégica con México y la ruidosa, desaprensiva defensa de los intereses (o ambiciones) más inmediatos de “sus” empresas. Por desgracia, tales derrapadas injerencistas se originan en la visión que identifica, sin mediaciones, los intereses generales de España con las actividades privadas de Repsol, Telefónica o el BBV, de la misma manera que en su época la diplomacia estadunidense se definía por su capacidad de proteger los intereses de la United Fruit o las compañías petroleras que en México nacionalizó el general Lázaro Cárdenas, gran defensor de la República en tiempos de canallas. Eran otros tiempos.
CUMBRES IBEROAMERICANAS
¿Qué son, desde cuándo, para qué y por qué existen las cumbres iberoamericanas? Hace poco un analista hacía una referencia a Carlos III y al conde de Aranda para explicar el origen de las cumbres. En realidad esa posición no tiene sustento. Pudo haber existido un intento del Imperio Español para tratar de mantener unidas a sus colonias en América en el siglo XVIII, aunque así fuera, no tiene relación con lo que sucede hoy ni puede ser usado como un referente válido.
Las cumbres iberoamericanas comenzaron en 1991 y han continuado año tras año hasta el presente. ¿Por qué aparecieron en 1991 y no antes? No por problemas de democracia porque había algunas democracias en Latinoamérica ni de “democracia” en España, porque el rey franquista estaba desde 1975. Se trató del cambio operado en los años noventa (venía cocinándose desde antes) en la relación de España con los países latinoamericanos. Esa relación se sitúa en el contexto del neoliberalismo y de ahí que esas cumbres son neoliberales y poseen la estructura de cumbres neoliberales. En los noventa, saliendo de la llamada “década perdida” (agreguemos otra igualmente “perdida”, la de los noventa) nuestros países latinoamericanos, en cierta medida fueron subestimados por Estados Unidos y se encontraron con una España que había crecido, que se había fortalecido económicamente durante esas dos décadas, que había generado unas empresas ricas y poderosas. Esa es la España que comienza a mirar hacia América Latina y a planificar cómo meterse en los intersticios que dejaba la dominación imperial estadounidense.
Como la onda era el neoliberalismo de unos gobiernos serviles vendiendo a precio de gallina flaca las riquezas de sus países, entregando el petróleo, la telefonía, los bancos, las empresas de aviación, la electricidad, entregando el agua, todos esos espacios económicos que habían sido propiedad del Estado durante décadas (era “la moda” en ese entonces vender o regalar las empresas) de un lado, y del otro, los españoles con el crecimiento económico importante que estaban experimentando (se oía decir que Europa terminaba en los Pirineos o que África comenzaba en España), recordaron que ellos habían sido “los dueños” de estos países cuando eran sus colonias, se metieron en América Latina de una manera hábil e inteligente aprovechándose de los lazos culturales e históricos y montaron nuevamente la patraña mítica de “la hispanidad”, de la integridad de nuestros países. Cierto es que los países latinoamericanos pueden tener integridad y culturas cercanas; eso no es falso. Pero otra vez “encubren la realidad” mintiendo porque aquí se trata de empresas, de corporaciones, de grupos burgueses empresariales que lo que buscan es plusvalía y el saqueo de las riquezas de los países más débiles. Lo que hicieron fue exactamente eso, venir en avalancha: Repsol, la Telefónica, los bancos españoles Santander y Bilbao Vizcaya, Iberia, entre otras; todas vinieron a apoderarse de las empresas nacionales haciendo caída y mesa limpia. Un verdadero saqueo en nuestros países.
Y para respaldar a los grupos empresariales españoles organizaron las cumbres con la finalidad de volver a recuperar su influencia en América Latina. Montaron entonces un conjunto de conexiones internacionales basadas en la historia común, el lenguaje común y la religión común... (Terminada la hegemonía monárquica con la Independencia de nuestros países, nuestros pueblos han tenido que calarse, primero, a los ingleses en el siglo XIX, después a los estadounidenses a lo largo del siglo XX y desde hace unos años, a los capitalistas. La burguesía española quiere volver a su hegemonía saqueando, con otras técnicas, América Latina).
Y se trata no sólo de un proyecto neoliberal de recolonización de América Latina por esta nueva España más próspera pero sin los valores que caracterizaron a la otra España, la República de hace siete décadas, sino que se ha tratado de montar una especie de commonwealth pero español. La mancomunidad británica es el modelo que pensaron los ingleses para sus ex colonias, y particularmente con aquellas ex colonias que no se independizaron mediante dolorosas guerras de Independencia. Porque en el commonwealth británico no aparece Estados Unidos. Ni la reina de Inglaterra va a presidir una reunión del commonwealth ni se atreve a mandar a callar al presidente de Estados Unidos. Estados Unidos hizo una Guerra de Independencia corta, relativamente fácil, contra Inglaterra independizándose tempranamente y hoy son una potencia mucho más rica, poderosa y grande que Inglaterra, hoy prácticamente colonia de Estados Unidos. Pero a los países que no se independizaron con revoluciones o guerras: el caso de los países africanos y de la mayoría de los países del Caribe, incluso de países grandes como la India y Pakistán que no hicieron una guerra contra Inglaterra sino que esta finalmente les concedió la Independencia en 1947, esos son los países que forman la mancomunidad británica, presidida por la ex metrópoli, Inglaterra. La mayor parte son países pequeños y pobres que continúan recibiendo influencia e injerencia de su ex metrópoli y algunos hasta mantienen una relación de corte neocolonial.
La burguesía española ha tratado de montar algo similar a un commonwealth iberoamericano (Portugal entra un poco coleado) con sus ex colonias que, a diferencia de las islas del Caribe y de algunos países africanos no “les concedieron” la Independencia. No fue que Naciones Unidas presionó para que a nuestros países se les concediera la Independencia a sus colonias. No. Nuestra América hispanoamericana conquistó su Independencia con una guerra atroz de casi dos décadas que costó sangre, sufrimiento, vidas humanas, esfuerzos enormes, costó destrucción pero finalmente derrotamos a ese Imperio español poderoso y lo terminamos de liquidar en Ayacucho y, a partir de la Batalla de Ayacucho en 1824 aquí se acabó la dominación española y estos países pasaron a ser países soberanos y libres de España, por lo menos.
De tal manera que los países de América Latina no tienen por qué estar en una commonwealth. A nosotros nadie nos regaló la Independencia. Nosotros conquistamos nuestra Independencia de España, ¡y mucho menos ahora vamos a ser unas neo colonias o protectorados económicos de España, un país de segunda categoría!
Luchamos hoy contra el imperialismo estadounidense –el papá de todos los imperialismos: el más criminal, el más agresivo, el más violento y el más poderoso imperialismo, que mantiene subordinado a los españoles (no hace mucho vimos al canciller Moratinos pidiéndole permiso a Condoleza Rice para tomar decisiones). Así España es un país que no tiene soberanía plena frente a Estados Unidos (nosotros que sí tenemos soberanía plena como la tiene Cuba desde hace cincuenta años y como la están adquiriendo Bolivia, Ecuador y como la tuvo Nicaragua y la está recuperando ) ¿vamos entonces a estar subordinados a una potencia de segunda categoría como España, que aprovechó una “rendija imperial” para meter sus empresas saqueadoras, apoderarse de las riquezas y establecer una hegemonía económica sobre nuestros países?
En América Latina no tenemos ninguna razón para depender de empresas españolas. No quiere decir que no las haya, que no existan empresas españolas en nuestra tierra. Simplemente las aceptamos cuando respetan la ley, las aceptamos cuando sus ganancias no provengan del saqueo de nuestros distintos recursos.
Nuestros países latinoamericanos deben regular y supervisar las relaciones que mantienen con las empresas españolas. Como tienen que atreverse a hacerlo también con Estados Unidos, como lo hace Venezuela en el presente.
(En el periódico español El país apareció hace poco una información seria en la cual se decía que las empresas españolas estaban muy preocupadas por la inestabilidad política de Venezuela. ¡Como si alguien las tuviera amarradas aquí! ¡Como si Venezuela necesitara de las inversiones españolas! ¡Menos mal que el presidente Chávez respondió al día siguiente que las inversiones españolas están aquí porque quieren y tienen que sujetarse a las leyes venezolanas. No estamos amarrados de ninguna manera a esas inversiones. Si quieren venir, que vengan, pero tienen que respetar la ley y sujetar sus ganancias a las necesidades y a leyes de Venezuela. Simple y llanamente dicho: que no continúen saqueando como han hecho en toda América Latina).
¿Y QUIÉN ES EL REY JUAN CARLOS?
El heredero de Francisco Franco. Fue nombrado por Franco cuando ya se veía viejo y quiso buscar una transición para evitar reconocer el único régimen legítimo español –la República, aprobada en una consulta popular, un referéndum en 1931 y derrocada por el franquismo en 1939- por lo tanto, el régimen franquista (que durante sus cuarenta años fue ilegítimo) debía buscar una fórmula para no volver a la República. Entonces Franco buscó al nieto de Alfonso XIII para convertirlo en su heredero. Lo educó y lo formó como su heredero. Y Juan Carlos juró fidelidad a Franco y juró, levantando la mano como los falangistas, fidelidad al movimiento falangista. Así comenzó Juan Carlos en 1969 cuando fue nombrado heredero por Franco y en 1975, cuando finalmente muere el dictador, el rey pasa a ser el heredero continuador. Ahí lo que hubo –nuevamente- fue una gran componenda entre el franquismo, la gran burguesía española que veía nuevas oportunidades para seguirse enriqueciendo, la Iglesia Católica (la institución más servil, más reaccionaria y más identificada con ese franquismo), la CIA (porque Estados Unidos participó, como buen dueño del patio), y el PSOE, el viejo partido revolucionario de Iglesias convertido en un partido reformista por su nuevo líder Felipe González, quien quería llegar al poder y encontró un camino cuadrándose con esa “transición” y traicionando todos los principios de lo que había sido el Partido Socialista Español en tiempos de la República.
Así “se armó” la democracia española, así se inventó y se aprobó la Constitución española, Constitución que por cierto dice que todos los ciudadanos son iguales pero se establece que el rey, concebido bajo los principios dignos del absolutismo de los tiempos borbónicos anteriores a la Revolución Francesa, es intocable (nadie puede criticar al rey). El que toque al rey es sancionado. He ahí el ejemplo reciente de la revista Jueves con sus dos caricaturistas pagando una sanción de miles de euros por la caricatura del príncipe de Asturias y su esposa. Además según esa Constitución española, el rey es “irresponsable” (no sólo por bonchón, borracho, matón de osos, corrupto) en el sentido de la irresponsabilidad establecida en las monarquías absolutas: no es responsable de nada de lo que haga. Puede hacer exactamente lo que le da la gana y está establecido que no tiene responsabilidad por sus acciones. Nadie puede condenarlo si es ladrón. Nadie puede condenarlo si es grosero, si es borracho, porque él está fuera o por encima de la ley, una especie de dios en la tierra.
(España, que vivió una República, una hermosa lucha republicana por los derechos de las mayorías, tiene hoy una Constitución en la cual existe una persona que es inviolable e irresponsable y está por encima de la ley. Y contra toda razón España pretende, representado por sus funcionarios y sus cuadros burgueses empresariales (¡no todos los españoles son monárquicos por fortuna!), darnos hoy a los venezolanos lecciones de democracia y de respeto. ¡Vienen el PP y el PSOE a explicarnos cómo funciona la democracia en Venezuela!).
Sigo con el rey Juan Carlos. Tradicionalmente ha sido amigo de dictadores. Cuando se dieron los funerales de Franco ningún Jefe de Estado fue a España ni siquiera los más reaccionarios porque les daba vergüenza que los vieran ahí. Pero hubo uno que sí fue, Augusto Pinochet, dictador asesino de Chile. Y el rey, heredero de Franco, se retrató abrazado con Pinochet. Fue también amigo del sha de Irán, otro dictador asesino. Ha sido amigo de los reyes de Marruecos (del padre y del actual) que le han servido cual colonia para matar o meter presos a los africanos evitando que emigren muertos de hambre y llenos de falsas esperanzas a España; el rey ha sido amigo de los soberanos de Arabia Saudita, o sea, ¡ha sido amigo de verdaderos demócratas! y todos ellos lo han apoyado o le sirven de cómplices o le han dado billete.
Para terminar menciono lo siguiente sobre los orígenes de su fortuna. El rey de España cuando pasó a ser el heredero de Franco era vulgarmente un limpio. Cuando se fue a casar con la actual reina Sofía no tenía cómo pagarse una boda “real”. Entonces los ciertos empresarios españoles le prestaron dinero para que hiciera una boda digna de la nobleza¡!. Ahí empezó la corrupción del rey de España. Otro ejemplo que cita el periodista español Jesús Cacho en su investigación El negocio de la libertad sobre la fortuna del rey -y que por cierto le costó un juicio en España- cuando Juan Carlos iba a asumir como rey no tenía suficientes recursos, le escribió una carta al sha de Irán en 1977 (la Revolución de Jomenei lo tumbó un año más tarde) pidiéndole que le regalara diez millones de dólares como “una contribución para fortalecer a la monarquía española” y el sha se los envió. A los sauditas les arrancó cien millones de dólares. Sostiene Cacho que una parte de ese dinero fue utilizado en sobornos vinculados con la primera invasión de Iraq (por Bush padre) y sirvió para garantizar que los aviones estadounidenses pudieran reabastecerse en las bases españolas y en consecuencia facilitar el bombardeo a Iraq.
El rey de España asimismo ha mantenido unos negocios sórdidos con empresarios, específicamente un ladrón aristócrata llamado Manuel Prado y Colón de Carvajal, uno de sus operadores para hacer los negocios más sórdidos. Pero también ha mantenido también negocios con otro ladrón que se hizo famoso por el escándalo de la empresa española RUMASA en el que uno de los engrasados fue el rey y el dueño de la empresa, Ruiz Mateos, cuando lo fueron a juzgar, acusó al rey y, como sabía mucho, se exilió pero ya había puesto en la picota al rey de España por corrupto y ladrón. También el rey tuvo una relación especial con Mario Conde, el súper presidente de BANESTO, banco español que terminó quebrado a mediados de los años noventa con uno de los más grandes escándalos financieros de España: se encontraron dos cuentas bancarias (Cacho da hasta los números de las cuentas) dedicadas exclusivamente a operaciones del rey. El rey de España tuvo también relaciones económicas con Agnelli, dueño de la Fiat, protagonista de otro gran escándalo en Italia. Y tuvo relaciones con el presidente de la petrolera francesa ELF, quien después denunció cómo había engrasado la mano de Felipe González (otro negociador corrupto) y la del propio rey.
Así las cosas de la monarquía española. El rey de España ha estado vinculado a negocios sórdidos como queda demostrado en la investigación realizada por Cacho, y sucede que hoy ese rey –que pasa su tiempo en reuniones de negocios, fiestas, navegación, cacerías, es uno de los hombres más ricos del mundo. La revista Forbes del año pasado lo situaba como el tercer soberano más rico calculándole una cifra enorme de dólares (exprimidos -como ha quedado demostrado- de los negocios sórdidos que ha sostenido). Además este rey recibe un subsidio de ocho millones de euros mensuales para sostén suyo y de su familia. Es decir, el rey de España es un parásito, como son parásitos todos los reyes; un parásito que está por encima de la ley, como todos los reyes; un parásito que se permite insultar a presidentes electos que sí son responsables ante su Pueblo y su país.
Lo último sobre el rey, las cacerías de osos. Como él se siente borbón –recordemos las pinturas de Velásquez por ejemplo representando a Felipe IV con un arcabuz y un animal muerto a los pies- se siente un cazador. Pero un cazador cobarde porque no sale a enfrentarse solo contra un oso sino que caza osos borrachos y mata osas preñadas. Uno de sus escándalos fue lo ocurrido en octubre de 2004 en Rumania donde el rey, en un show organizado por una empresa de cacería, se dedicó a matar osos. Mató a nueve osos, mató a una osa preñada y mató un lobo además de herir a varios animales más. Esto provocó un escándalo que le costó la cárcel al periodista español que lo denunció. Pero no contento con esto, luego el rey estuvo en una región rusa donde, entre otras cosas, le prepararon una cacería con un pobre oso amaestrado que emborracharon para que el rey lo matara. Este proceder del rey de España vale la pena tenerlo en cuenta para medir el nivel al que han llegado los reyes y este rey en concreto, corrupto, sórdido, asesino de osas preñadas, se permite, primero, asistir a reuniones de presidentes electos no siendo él presidente ni electo y, en segundo lugar, se permite mandar a callar a un presidente electo como el presidente Chávez. Y siguiendo el argumento que esgrimió el propio Zapatero al defender al fascista Aznar, el rey es alguien que sobra en esas cumbres porque no es un funcionario electo.
El rey de España tiene una talla moral muy baja para calificar a nadie ni siquiera para estar presente en esas cumbres iberoamericanas dirigidas a imponer a las empresas españolas en América Latina. Bien. Dejemos hasta aquí al rey de España porque, aunque a él no le interese ni un comino, nosotros sí debemos divulgar la estatura moral y política es este rey, y no callaremos.
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