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MÉXICO, D.F., 26 de agosto (apro).- Como cada mes, desde 1998, el pasado domingo 22 se celebró una ceremonia religiosa en Acteal.
Los presidentes de las 12 naciones suramericanas se reunirán en pocas horas más en Bariloche. Una porción ínfima de la ciudadanía conoce la trascendencia del tema a debatir en esta reunión de emergencia.
Hay motivos para la ignorancia. La historia registrará la conducta en esta coyuntura de políticos, analistas y medios de comunicación, como un caso sobresaliente de irresponsabilidad y enajenación. Arrastrados por intereses inmediatos, el grueso de ellos o bien ha guardado silencio, o bien se ha prestado a burdas maniobras diversionistas que ocultan la magnitud del problema: Estados Unidos avanza por el camino de la guerra en América Latina y el Caribe.
Ya no es un mandatario brutal quien habita la Casa Blanca. Ya no gobierna en Estados Unidos el partido identificado públicamente con el complejo militar-industrial. Pero Washington amenaza sistemática, inexorablemente, con la guerra en nuestros países. Eso es la reactivación de la IV Flota de la US Navy en las aguas del Caribe. Eso es el golpe de Estado en Honduras. Eso es la instalación de siete bases militares en Colombia. De modo que queda claro: la dinámica belicista en la que Estados Unidos ha embarcado al mundo en los últimos años, con aceleración irracional desde fines de 2001, no tiene como motor a tal o cual presidente, sino a la crisis estructural del sistema, que les estalló en las manos un año atrás. Queda claro que el capitalismo imperialista nos lleva a la guerra.
De esto se discutirá en Bariloche. El resultado dependerá de la posición que adopten gobernantes hasta ahora indefinidos, ambiguos. Los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador ya se han expedido sin rodeos exigiendo que Unasur se pronuncie contra la instalación de las bases en Colombia. Los de Perú y, naturalmente, Colombia, siguen el dictado de Washington. Los restantes navegan en el estrecho espacio de la complicidad, la perplejidad y el temor. Excepto en los tres primeros países mencionados, la ciudadanía no ha sido informada por sus gobernantes; tanto menos convocada a analizar y debatir tamaña encrucijada histórica. Ése ya es un dato por demás elocuente acerca de convicciones y metodologías de quienes ocupan los más altos cargos. Dicho sea de paso, la elección de una pequeña ciudad del extremo austral argentino, repite la táctica de otras cumbres que huyen de lugares poblados y de fácil acceso para impedir la participación ciudadana. Cabe temer que las sesiones de debate no sean televisadas siquiera para los periodistas acreditados. Si así ocurriera, el escamoteo sería total. Y el crimen perfecto.
Por eso cobra especial relevancia una propuesta lanzada como piedra de David por el presidente boliviano Evo Morales: “¿por qué no ir a un referendo en Suramérica?”, propuso ante una concentración de pobladores de Coipasa, en el sur andino boliviano. El argumento es llano: “que los pueblos digan sí o no; que el pueblo decida y no que el imperio imponga sobre las bases militares”.
Se trata de una reivindicación estrictamente democrática, que nadie comprometido con el republicanismo y los propósitos de Unasur podría negar: ¿cómo en una Unión de Naciones se podría admitir que un gobierno ceda el territorio de su país para la instalación de bases militares extranjeras, tanto menos estadounidenses? ¿cómo oponerse a una resolución democrática de la ciudadanía involucrada?
Una de las incógnitas que quedará aclarada en Bariloche, por tanto, es si los participantes de esa gran conquista histórica que es Unasur conciben efectivamente una unión suramericana. La otra, dirá acerca del compromiso de cada quién con la democracia allí donde ésta cuenta.
Quedará dirimido igualmente, positiva o negativamente, un tercer aspecto clave de la coyuntura histórica: el alineamiento geopolítico y estratégico de cada gobierno. Los tiempos de la demagogia y la prestidigitación se han agotado. Nadie podrá hablar de paz, crecimiento, democracia, soberanía y justicia, si no suma su voz a la de quienes condenan las bases en Colombia, el golpe de Estado en Honduras y la descontrolada agresividad mediática del imperialismo con todo su dispositivo hemisférico, pero además de condenar verbalmente, toma medidas efectivas para impedir esta carrera hacia el abismo.
Los y las presidentes de Unasur deben asumir una responsabilidad que no admite dilación ni subterfugios. Pero allí no acaban las exigencias de la hora: partidos, sindicatos, organizaciones sociales de todo género y dimensión, periodistas, intelectuales, estudiantes, trabajadores, tenemos la obligación de observar con lupa lo que ocurra en Bariloche, transmitirlo a cientos de millones de compatriotas, acompañar a los gobiernos que salgan en defensa de sus pueblos y, desde las raíces mismas de la sociedad, con la participación de todos, llevar a cabo la gran tarea de unión suramericana, con prescindencia de los gobiernos que defeccionen en esta hora crucial.
- Luis Bilbao es Director de América XXI. Estará presente en la cumbre de Bariloche y en las manifestaciones programadas para condenar las bases estadounidenses en Colombia
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La nueva Cámara de Diputados se instala el 1 de septiembre. ¿Se espera mucho? Se esperó mucho sin plantear nada al electorado; había que dejar pasar las elecciones, nada que dañara el empeño del PAN por evitar que el PRI obtuviera la mayoría; la presidenta del PRI, reacia a inquietar a nadie para cosechar flotando. Calderón, concentrado en mover ineficaces falanges armadas por todos lados y salvar a la humanidad de la pandemia. Mientras, el país pasó del “catarrito” al “shock” de Carstens: estado potencialmente fatal. Nadie explicitó un plan, pero urge terapia intensiva.
Carstens revela un déficit enorme, anuncia recortes. Suponiendo que los hagan en donde quede carne, que no es en la mayoría de los mexicanos ni en sus famélicos servicios, la propia iniciativa privada dice que no alcanza. Sólo queda una reforma fiscal real, suprimir regímenes especiales, privilegios, devoluciones, un régimen progresivo, más a quienes más tienen. Dejar de ser un paraíso fiscal. El petróleo no puede seguir supliendo a los grandes capitales que no pagan.
Frente a la pobreza inaudita exhibida recientemente, sólo funcionaría una reforma fiscal redistributiva y un presupuesto para recuperar los servicios sociales desmantelados. Esa es la responsabilidad de la nueva cámara. Pero ya están los intereses presionando. Beatriz Paredes se entrevistó con el dirigente de la Coparmex, quien declaró: no se habló de reforma fiscal, “sólo de incorporar a la legalidad… la economía informal”.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado afirmó que “se requiere profundizar las reformas estructurales”, que el Congreso no apruebe “reformas populistas que impidan desplegar nuestro potencial”. Advirtió: dependemos de Estados Unidos, la economía está ligada a la exportación y serán cautelosos en comprarnos; olvidó las medidas proteccionistas que adoptaron allá: obligación de comprar productos estadounidenses. La Canacintra protesta, no hay política industrial, estamos en desventaja en México frente a la competencia extranjera. Gurría, quien entregó la banca al extranjero, secretario general de la OCDE, premiado, nos condena: saldremos cuando salga Estados Unidos, no hay remedio, somos dependientes.
Pemex en la ruina y Calderón regresa del Brasil excitado por aliarse con Petrobras; ahora sí la reconoce como empresa privada en 61%, justo cuando Brasil cierra sus reservas petroleras al extranjero y crea una empresa totalmente brasileña para explotarlas. ¿Ignorantes Calderón, Labastida que secunda, Claudio X. González, de Kimberly-Clark, del Consejo de Hombres de Negocios?
Cercana la instalación de la Cámara de Diputados, los planteamientos dominantes apuntan a reforzar el modelo actual. Recortes, cero impuestos, dependencia intocable, libre mercado pese al proteccionismo desatado, reformas estructurales, la antilaboral por delante. Senadores del PRI atentos a lo que proponga Calderón, incluso el IVA en medicinas y alimentos, plantean un acuerdo económico, incluyendo los “cambios estructurales”; una segunda reforma energética, capitaneada por Labastida, las petroleras extranjeras (y la Coparmex) están incómodas con la Constitución, hay que satisfacerlas.
Autismo interesado, el desastre es producto del modelo neoliberal. No viene de afuera, lo construimos empobreciendo cada vez a más mexicanos y enriqueciendo escandalosamente a pocos, desmantelando los servicios de salud, educación, empleo; enajenando la soberanía económica y política. Restaurar ese modelo es apuntalar el sistema que destruye la cohesión social y diluye a la nación. En estas páginas de EL UNIVERSAL, columnistas se preguntan ¿quién gobierna a México? La catastrófica situación de la nación y la grotesca desigualdad desde antes de la crisis lo explican: nos gobierna una oligarquía. ¿A quién representará la nueva Cámara de Diputados?
mbartlett_diaz@hotmail.com
Ex secretario de Estado