Carolina Gómez y Gabriel LeónProtesta contra la apertura comercial en la República de El Salvador Foto: Afp
Organizaciones campesinas se solidarizaron con las acciones propuestas para el primero de enero, en protesta por la entrada en vigor de la plena liberalización de productos como maíz, frijol, caña de azúcar y leche en polvo.
Apuntaron que desde que arrancó –hace más de una década– el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo único que ha traído al campo nacional han sido “calamidades” y “desastres” y, en suma, lo ha “descuartizado”.
Max Correa, dirigente de la Central Campesina Cardenista (CCC), señaló en entrevista que la agrupación que dirige, así como el Consejo Nacional de Organizaciones Rurales y Pesqueras (Conorp), están en contacto con las organizaciones que encabezarán las protestas, con el propósito de que esa acción sea la primera de muchas y hacer entender así al gobierno que hay que “renegociar” el capítulo agropecuario del acuerdo.
Añadió que el Conorp y la CCC encabezarán, por lo pronto, una gran concentración campesina el próximo 31 de enero en el Distrito Federal. “Sabemos que el primero de enero se ha convertido en un símbolo, pero no hay que olvidar que todas las calamidades y el desastre que existen en el campo, y que hoy padecemos, prácticamente las sufrimos desde hace 14 años, al entrar en vigor el TLCAN”, expresó el dirigente.
Apuntó que se espera que más de lo mismo siga ocurriendo ante la situación de asimetría entre el agro nacional y el de Estados Unidos y Canadá.
Por su parte, el presidente de la Unión Nacional Integradora de Organizaciones Solidarias y Economía Social (Unimos), Javier López Macías, sostuvo que el agro mexicano está “descuartizado”, particularmente porque “no nos asociamos ni nos integramos para producir, como en Estados Unidos y Canadá, y no podemos ser competitivos frente a los agricultores de esos países en el marco del TLCAN”.
El dirigente campesino mencionó que dicho convenio comercial sólo ha beneficiado a una minoría de grandes productores.
Detalló que el TLCAN ha favorecido a “250 mil productores que tuvieron los instrumentos, la tecnología y la infraestructura para competir”, y no ha sido benigno con “750 mil pequeños productores y los 3.5 millones más que viven en el nivel de la subsistencia, los cuales no tienen ninguna posibilidad de competir”.
Agregó que pese a esto, dadas las “condiciones del mercado global”, los efectos de la apertura “no serán tan drásticos”. Dijo que en el caso del maíz, el precio se ha elevado debido a que Estados Unidos utilizó sus excedentes para producir etanol.
Ello “generará oportunidades para México durante los próximos tres o cuatro años para reorganizar el sistema-producto, porque vender maíz ha vuelto a ser negocio”, pero reconoció que sólo lo será para aquellos que produzcan más de 4 toneladas por hectárea.
Señaló que en el caso de la leche el precio internacional ha subido. Respecto del frijol, dado que Estados Unidos “dedica ahora más hectáreas al cultivo del maíz, está reduciendo sus niveles para producir la leguminosa”.
Puntualizó que en lo relativo a la caña de azúcar se avizoran malos tiempos para los productores nacionales, debido a que “los precios internacionales están bajando, y en México nuestra producción promedio por hectárea es de apenas 70 toneladas, cuando la de nuestros competidores es de 130”.
Subrayó que las condiciones globales no serán suficientes para beneficiar al agro mexicano si no se construyen “políticas de largo plazo que permitan generar competitividad en el campo para aprovechar esas condiciones de mercado”.
Correa fue mucho menos optimista y refirió que todas las cifras del campo demuestran que el TLCAN ha hecho del agro nacional un “campo perdedor”, muy lejano de la imagen que quiere dar la Secretaría de Agricultura mediante su campaña publicitaria respecto de que el campo nacional es “ganador”.
Ayer por la noche, la dependencia emitió un comunicado en el cual expuso que tiene “sus puertas abiertas” para “encontrar coincidencias y resolver cualquier diferencia, por mínima que sea, para enfrentar unidos la apertura comercial del TLCAN”.
Para Correa, las “calamidades” que trajo el tratado son evidentes: “Los datos nos dicen que todo lo que se ofreció no se cumplió; se dijo que los alimentos serían más baratos, que iba a haber empleo y que habría mejores ingresos. Lo cierto es que todo eso no ha sucedido, sino que sido al contrario”.
Manifestó que “en 1994 empezamos con 12 millones de pobres y hoy hay 50 millones. De ellos, añadió, casi 20 millones, en extrema pobreza, están viviendo en el campo. Ese año se reconocía una migración hacia Estados Unidos de 26 mil mexicanos por año y ahora tenemos casi 600 mil. Un campesino pierde la vida diariamente tratando de cruzar la frontera”.
De igual forma, siguió, “tenemos a lo largo de estos años de TLCAN 70 mil millones de dólares en importaciones de alimentos y hemos perdido casi 5 millones de empleos en el medio rural, pues antes teníamos alrededor de 9 millones 900 y ahora sólo 4 millones 900 mil”.
Correa manifestó: “Lo único que tenemos con el TLCAN es desempleo, pobreza, dependencia alimenticia, migración y encarecimiento de productos alimentarios. Un caso es el de la tortilla, cuyo precio aumentó 730 por ciento en los pasados años”.
Condiciones “muy adversas”
Por su parte, el Partido Alternativa Socialdemócrata sostuvo que los sectores productivos enfrentarán 2008 en condiciones muy adversas por la apertura comercial, sobre todo los pequeños productores, debido a que en los años recientes no se generaron políticas públicas ni hubo apoyo para brindar capacitación e incorporar tecnologías, otorgar financiamiento y generar condiciones para el desplazamiento de los productos.
En un análisis de la dirección del partido se advierte que una situación diferente vivirán los medianos y grandes productores, sobre todo los del norte del país, porque han sido los principales beneficiarios de los grandes financiamientos públicos.
Alberto Begné, presidente de ese instituto político, afirmó que su partido ha sostenido la posición de que la presente y las pasadas administraciones federales debieron impulsar programas de apoyo para el campo.
En entrevista, dijo que al no haber sucedido esto se deben crear esquemas que permitan paliar los efectos –en el corto plazo– de la apertura comercial, acciones que, a su vez, darán viabilidad a la producción y comercialización de los productos agropecuarios.