Por Fausto Fernández Ponte16 noviembre 2009
“Al parecer, ser mujer es un crimen. Los varones deciden por nosotras, que somos la mayoría. "
Teresa Fourcades, doctora en medicina, teóloga y monja.
I
La doctora Fourcades, uno de cuyos aforismos es el apígrafe de la entrega de hoy, plantea con cierta frecuencia en la publicación catalana Quaderns Cristianisme i Justicia –que dorige Arcadi Oliveras-- tesis que desafían convencionalismos y prejuicios.
Y uno de esos convencionalismos es, precisamente, la relación societal, económica, cultural y política entre los conglomerados masculino y femenino. Ella se remite, metodológicamente, al contexto español-ibérico-europeo.
Mas también se refiere la doctora Fourcades al contexto mediterráneo-norafricano-Cercano Oriente de las culturas judeo-crstianas e islámica. Sus aportaciones científicas son reconocidas.
Doña Teresa –de tan sólo 43 años—adquirió notoriedad hace algunos años por sus elucidaciones acerca de la teología de la liberación, pues sustenta los enunciados de ésta sobre una base de silogismos de incontrovertible factualidad filosófica.
Nuestro personaje atizó los fuegos de los debates acerca de la teología de la liberación –marco filosófico del andar guerrillero de Camilo Torres en Colombia-- al señalar no sin vehemencia, que esa teología “debería ser por definición liberadora y feminista”.
Así, su su registro de la realidad social discernido por una mujer que además de científica es teóloga y sujeta, por añadidura, a las camisas de fuerza de la conventualidad, ha accedido al confín del debate acerca del aborto y la homosexualidad.
II
Por supuesto, ambos son asuntos diferentes, pero poseen un vínculo dialéctico ya que son parte de las luchas históricas, sin fin, por la liberación del individuo y sus comunidades encadenadas por la religión organizada con fines de poder y dominación.
Y, como nuestra Sor Juana, quien hace más de 300 años identificaba esas cadenas que la religión organizada para esos fines ya descritos –poder, dominaciòn y, añadiríanse, negocios— somete a la mujer, la doctora Fourcades ve un escenario de opresión.
Ambos personajes se insertan, ya lo habría sospechado el caro leyente, en el debate ocurrente acerca de los quehaceres del clero político –distinto del clero raso-- de México de imponerle cosmovisiones misóginas mediante chantaje al poder político.
Mas no únicamente eso. La citada Legislatura –dominada por varones, no obstante que la mayoría del electorado se conforma de mujeres-- habrá promulgado una propuesta al Congreso de la Unión para que penalizar el aborto sea ley federal.
Los promotores y agentes del empeño de penalizar el aborto son personeros panistas y priìstas (y de otros partidos cuya filosofía es la del oportunismo mercenario) del poder político del Estado mexicano en todos sus niveles e instancias, federales y locales.
Esos promotores panistas y priístas abrevan, a su vez, del aliento que les brinda el clero político que, como bien lo sabríamos los mexicanos, se han opuesto siempre al desarrollo histórico de los pueblos de México. Esto es factual.
III
Al margen del móvil filosófico, ideológico, político y grotescamente politiquero de panistas/priístas e inspiradores ensotanados y laicos afines –no pocos de unos y otros paidófilos y/o pederastas-- lo que emerge es lo siguiente:Uno, el fenómeno del aborto en México –con miles de víctimas fatales cada año— es sin equívocos un problema de salud pública de insoslayable enormidad, el cual, sin embargo, no ha sido atendido por el poder político del Estado excepto en el DF.
Otro, para salirle al paso a ese grandísimo, preocupante y doloroso problema de salud pública, los personeros del poder político del Estado imponen soluciones religiosas --subjetivas--, distintas por definición de las objetivas, las científicas.
Y uno más, el fondo subyacente real de la legislación que penaliza el aborto –en algunos casos, con severidad, pues encarcela a la abortante e implicados— es el antiquísimo conflicto de poder: la dominación de la mujer por el hombre.
¿Cómo puede el poder político del Estado mexicano atender, enfrentar y resolver un problema de salud pública de tan colosal dimensión? Ya nos lo indicó Benito Juárez en el siglo XIX y, luego, los constituyentes de 1917. El enfoque laico. Científico.
El enfoque laico tiene por nutrimento silogismos antipodales a los del religioso. La religión organizada –la Iglesia— piensa en proselitizar, no en despertar conciencias. anestesiando conciencias, precisamente. En pos de poder y para dominar.
Eso, desde luego, como bien lo intuiría cualesquier individuo, no tiene que ver con la existencia o no de una energía superior, antropomorfa, pero con atributos divinos, poseedora de atributos de creación omnímoda.
Ello es verismo. La religión organizada explota las necesidades espirituales de los humanos y de su fe. Por ello, induce a los personeros del poder político del Estado, seres corruptibles en pos de la ganancia políticamente atractiva, para tareas antisociales.
Al ignorar el enfoque científico de éste monstruoso problema de salud pública, el poder político –gobernadores, legisladores, etc.-- crean mayores conflictos. La ciencia nos dice que el cigoto no tiene aun alma.
Obliga, ademàs, a la mujer a aceptar por los motivos que fueren, incluidos los que la propia religión organizada determina, prácticas que se ejercen en el clandestinaje y sin ningún apoyo logístico del Estado. Eso sí es criminal.
ffponte@gmail.comhttp://www.faustofernandezponte.com/Glosario:Cigoto: célula resultante de la unión del gameto masculino con el femenino en la reproducción sexual de los animales y las plantas.
Lecturas recomendadas:El origen de la vida, de Oparin. Varias editoriales.