Cada uno de nosotros es toda la raza humana. La humanidad es una sola y la civilización debe serlo también. Debemos evitar choques de civilizaciones y finales de la historia.
Entender lo anterior es el cimiento para construir una verdadera paz con desarrollo humano amigable con la naturaleza y hacerlo, a través de medios pacíficos no de guerras preventivas; combatiendo en su origen al modelo económico dominante generador de muertos en vida apuntalado por el aparato industrial-militar-financiero de la plutocracia mundial.
Esta magnifica ocasión que nos brinda Caracas en la celebración de la Asamblea del Consejo Mundial de la Paz y la Conferencia respectiva, nos permite aproximarnos una vez más a una visión geopolítica que es necesario acrisolar como seres humanos con inquietudes por las cosas que ocurren en este mundo, al mismo tiempo que globalizado, tan localmente concentrado en sus problemas cotidianos y también, a la relación que existe entre los dos ámbitos. Seguimos en esta línea los trabajos que hemos atendido en la Habana, Atenas, Potsdam, Hanoi, con el Consejo Mundial de la Paz.
Reconociendo que hay guerras de dominación (y también de liberación) terrorismo y una carrera armamentista que genera desperdicio económico y deterioro humano así como de los ecosistemas naturales y sociales y que las mismas tienen su origen en un modelo genocida de dominación, resulta urgente y necesario hacer frente a tal situación y por lo anterior debemos darnos respuesta a lo siguiente:
Ÿ La guerra se nos presenta como una continuación de la política y la diplomacia por otros medios, cuya causa es la violencia que subyace en la lucha por el poder, el lucro y la codicia en el reparto de los bienes terrenales de los hombres.
Ÿ Debemos por tanto elaborar una antropología de la violencia y a la par su psicosociología; así mismo un método para la unificación de conciencia en torno al propósito común de lograr la paz con acciones creativas desde las bases masivas de congéneres.
Ÿ Los conflictos son permanentes e inherentes a los procesos individuales, sociales y de la cultura. Se trata entonces de tender puentes, encontrar fórmulas y dirimirlos en el diálogo, la razón y el amor.
Ÿ La seguridad y estabilidad globales frente a las amenazas del terrorismo (tanto el de Estado como el de sus respuestas radicales) es el tema central de preocupación en un mundo de fronteras porosas y comunicación instantánea, en la que tanto la política exterior y la interior se interrelacionan más estrechamente no sólo con los vecinos sino con otras latitudes lejanas.
Ÿ Acompañan a esta preocupación la proliferación de armas de destrucción masiva, crimen organizado, enfermedades infecciosas, degradación ambiental, flujos migratorios; y se ubica a la pobreza generalizada y a la falta de oportunidades como el origen de todos los desequilibrios; de ahí que para lograr paz duradera es necesaria la prosperidad compartida en todas las regiones del globo, esto es el anhelado nuevo orden internacional de derecho y justicia.
Ÿ El fundamentalismo radical extremista que da lugar al terrorismo de respuesta retroalimenta una guerra que puede convertirse en religiosa como las que se han dado en la historia.
Ÿ Es el terrorismo de estado que impulsan las fuerzas plutocráticas del imperio para apuntalar su modelo económico depredador el verdadero origen de esta amenaza.
Ÿ A este respecto veamos los poderes que se entregan por las “representaciones populares” al los Dictadores del Mundo para combatir el terrorismo de respuesta por la vía de tribunales especiales, tortura, discrecionalidad para determinar quien es terrorista, eliminación del hábeas corpus, dinero, armas y campañas mediáticas.
Ÿ La gravitación geoestratégica se está desplazando del occidente (Europa y Norteamérica) a China, India e Indonesia en razón de su población y apropiación tecnológica y al medio oriente petrolero, y nos lleva a un cambio en el balance global del poder en el cual juegan, el conflicto del programa nuclear Iraní, la ocupación militar y la resistencia en Irak, asimismo la guerra Sirio-Palestina / Israelí.
Ÿ Todos debemos estar atentos a este delicado asunto, sea del país que sea, el continente o la región, pues la seguridad del mundo es indivisible y la pérdida de un sólo eslabón de la cadena compromete la estabilidad total. Los conflictos se ramifican, en un error considerarlos como problemas locales. El solo contemplar en la televisión la descarnada destrucción nos involucra y no podemos escapar fácilmente de tal realidad.
Ÿ Cada uno de nosotros somos el género humano, sólo hay una civilización para todo el mundo y desde compartir los mismos valores como el estado de derecho y justicia, la democracia, los derechos humanos, el buen gobierno, la transparencia y rendición de cuentas, pero sobre todo la paz y el desarrollo sustentable, independientemente de la etnia o el credo.
Ÿ El meollo del asunto es concretar los buenos propósitos ¿cuál es el papel de los Estados Nacionales y de la Organización de las Naciones Unidas en el reparto de la riqueza, de las rentas y de las oportunidades? –Los jóvenes en Europa, Asia, Latinoamérica, África y Oceanía, lo primero que reclaman es empleo. Si se consigue empleo en los lugares de origen los flujos migratorios de la desesperación se arraigaran para aprovechar los recursos locales.
Ÿ La educación, la cultura y las apropiaciones tecnológicas no son sólo un problema de transmisión del conocimiento sino de capital y dinero, de concentración del poder; en particular cuando se refieren a la información y la comunicación.
Ÿ Si algo caracteriza a nuestras sociedades es una transición vertiginosa y muchas veces errática, sin sentido ni propósito, manipulada por los medios hacia el consumismo y el hedonismo.
Ÿ Por cuanto a las mujeres, más de la mitad del género humano, todavía están muy lejos de alcanzar la igualdad de oportunidades para cultivar su talento y aplicar su inteligencia a la generación del nuevo ser humano que hará el cambio.
Ÿ La seguridad energética va más allá de los hidrocarburos y de las grandes obras hidroeléctricas; nuevas alternativas asequibles se ofrecen en el sol y el viento.
Ÿ Degradar el ambiente es un alto costo para el crecimiento. Es preciso calcular (descontando) los costos ambientales y sociales del crecimiento económico y de la innovación tecnológica concentrada en pequeños grupos plutocráticos.
Ÿ La política por sí sola no contribuye a la felicidad del pueblo, sobre todo si no es diferenciada del juego del poder.
Ÿ La ideología primigenia se encuentra en las grandes y más reconocidas religiones; ninguna de éstas en sus principios filosóficos y doctrina atenta explícitamente contra los derechos humanos; no obstante, uno es el reino de Dios, el derecho a la utopía y otro el de la política y el juego del poder.
Ÿ Son las culturas y las individualidades evolucionadas quienes son capaces de perfeccionar la democracia y sus instituciones y una mejor organización del mundo para combatir los males de la humanidad y promover la paz y el desarrollo.
Ÿ Construir una política mundial por la paz y sus respectivas políticas nacionales, vinculadas a los derechos humanos y combatientes de la criminalidad, es el desafío.
Ÿ Cuidado con los demagogos quienes cuando no pueden concretar resultados se refugian en una especie de dialéctica galáctica. Las advertencias sobre la seguridad nacional y la seguridad interior como pretexto para someter y tiranizar al pueblo cancelan las posibilidades de una paz dinámica.
Por todo lo anterior, la violencia sistémica, implícita en los desajustes estructurales, los cuales mantienen postrados en la miseria y sin oportunidades a miles de millones de congéneres, nos obliga a: integrar el Tribunal Internacional contra la Criminalidad y el Genocidio Económico, propuesta que con distintos nombres y múltiples argumentos hemos venido planteando desde la Habana en Noviembre del 2002.
En este sentido, proponemos a todos los reunidos en esta magna Asamblea del Consejo Mundial de la Paz solicitar a los Estados miembros de la Corte Internacional de Justicia el tratamiento formal de este importante asunto e integrar a un grupo ad hoc de trabajo que le dé seguimiento oficial en los términos de los artículos 65 y66 del capítulo IV de su estatuto.