martes, octubre 26, 2010
Trasfondo.Limpieza social: aquí no pasa nada
Horizontes del sur se suma a la larga lista de masacres acontecidas en Ciudad Juárez a partir de la despiadada y cada vez más absurda “guerra contra el narco” declarada por el gobierno federal y acatada servilmente por el estatal y municipal. Primero los ataques a los centros de rehabilitación de usuarios a drogas, luego la matanza de Villas de Salvárcar; ahora Horizontes del sur.
El viernes 22 de octubre cerca de la media noche, un comando armado acribilla a las y los asistentes de una fiesta particular dejando hasta el momento 14 muertos y una cantidad similar de heridos; entre las víctimas se encuentran jóvenes, mujeres y niños. El acontecimiento viene a opacar el resto de asesinatos que se dieron ese fin de semana, mas no así la incompetencia del Estado, totalmente rebasado y a la vez cómplice de estas tragedias por su incapacidad para brindar protección a su sociedad.
Todo parece indicar que estamos ante una política de exterminio social tolerada y estimulada a través de escuadrones de la muerte, como sospecha el senador Ricardo Monreal, pues "estos grupos actúan al margen de la ley con complicidad, reconocimiento o tolerancia del Estado mexicano" (“Ven limpieza social, no narcoguerra”, El Universal, 18/10/10) al hacer un balance sobre las cerca de 30,000 muertes violentas desde que inició la famosa “guerra”. Esta es una sospecha grave, por eso el Senado estudia la relación de los hechos bajo este criterio, tomando en consideración declaraciones y actuaciones de varios alcaldes del país, así como las estrategias de las operaciones policiaco-militares del gobierno federal.
Regresando al caso de Juárez, hoy convertida en la capital de la impunidad, pareciera que es un experimento donde se pone a prueba los límites de la tolerancia social al llevarla a extremos de violencia: desde el inicio de los desaparecidos Operativo Conjunto Chihuahua y Juárez en 2008 para combatir el narcotráfico, el general Felipe de Jesús Espitia, coordinador de los mismos, declaraba cosas como “son enemigos menos” o “se están matando entre ellos mismos” cuando empezaban a aumentar escandalosamente el número de asesinatos a raíz de dichos operativos. Luego vendrían las grandes matazones en Creel, Chihuahua, el Valle de Juárez y Ciudad Juárez; los abusos y desapariciones con los militares; los secuestros y extorsiones con la llegada de la PFP, la persecución y asesinato a activistas sociales, científicos, derechohumanistas, artistas, estudiantes…
La misma actitud de los gobernantes refleja esa sensibilidad indolente que tanto repulsa a la sociedad: a la mañana siguiente de la masacre en Horizontes del sur, el alcalde de Juárez, Héctor “Teto” Murguía, daba inicio a una más de sus audiencias públicas rodeado de policías y sólo ante la insistencia de las y los periodistas fue que pudieron sacarle un comentario sobre el hecho; es decir un tácito “aquí no pasa nada”. Un día antes, el viernes al mediodía, una marcha y mitin convocada por el gremio médico entregaba a representantes del municipio y el estado, pero con la ausencia de alguien del gobierno federal, un pliego petitorio de exigencia de acciones contra la violencia; por la noche tuvieron su respuesta.
El rasgo común de quien muere violentamente en Juárez, según el criterio gubernamental es por estar involucrado en el crimen organizado, lo cual es una descalificación prejuiciada que ya le costó fuertes criticas al gobierno federal en boca de Calderón cuando la matanza de Villas de Salvárcar a principios del 2010. Pero un rasgo muy común del que casi no se habla, indica que la gran mayoría de las víctimas pertenecen a estratos pobres de la población.
Doblemente victimizadas, la justicia está ausente en nueve de cada diez casos de asesinato; estamos en presencia de un genocidio selectivo de personas consideradas indeseables o desechables para el Estado mexicano, pero por otro lado asistimos al colapso ético de las instituciones: no sólo es una política de desgobierno, como apunta el sociólogo Alfonso Herrera, también es una situación abiertamente provocada por la clase política en el juego del poder partidista y del alineamiento con las nuevas políticas de vecindad de Estados Unidos con nuestro país.
Esta nueva faceta del neoliberalismo en su etapa policiaca, indica claramente su tendencia exterminadora: países como México hacen el trabajo sucio de países como Estados Unidos al implementar diversas medidas de limpieza social en los segmentos más bajos de la sociedad, como sucede en Juárez o también con las y los indocumentados de Centro y Sudamérica que pasan por nuestro país rumbo al norte, como si con eso se evitara el colapso de la economía capitalista en su crisis actual.
Pero aquí no pasa nada. Ciudad Juárez sufre una especie de locura colectiva muy cabrona; una enajenación que es a la vez nuestro escudo y escape de una realidad que no alcanzamos a comprender en una guerra con enemigos invisibles y autoridades que no se ven. Nos vamos acostumbrando sin reaccionar a la violencia, como zombies, ante la mirada recelosa de los vecinos del norte y ante la incomprensión del país, que no se quiere mirar reflejado en el espejo de Juárez.
visite: http://carmugosociologico.blogspot.com/
Carlos Murillo González
carmugo6699@hotmail.com
---------------------------------------------------------------------------
Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.
Detrás de la Noticia. “Ninis”: bomba de tiempo
Es obvio que la secuencia de las tres “notas de ocho” no fue premeditada. Pero la suma es escalofriante. Y sintetiza la terrible realidad que viven siete millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan. A los que este país ha ignorado y minusvaluado. A quienes ha violentado el presente y cancelado el futuro.
Todavía no se acallan los ecos de la masacre de Salvárcar hace ocho meses —16 jóvenes asesinados y falsamente acusados— cuando otra vez los disparos destrozan la vida de 14 muchachos más, también en Ciudad Juárez. Ahora con el agravante de que los asesinos, según testigos, “eran unos mocosos de entre 16 y 21 años”.
Es brutal: ¿en qué hemos convertido este México nuestro de todos los días? ¿Qué clase de país hemos hecho que los jóvenes se matan unos a otros? ¿Cómo es que han llegado a esta violencia despiadada? ¿Qué les hemos quitado? ¿Por qué los hemos empujado a este extremo? ¿A quién le importa realmente la sangre derramada entre quienes empiezan a vivir apenas? ¿De veras creen que son suficientes las condenas… que ayuda en algo la tristeza… que consuela la indignación… que reconfortan las condolencias? ¿De verdad no vamos a hacer nada aparte de condolernos, de entristecernos y de indignarnos?
¿Qué hemos hecho como sociedad? ¿Qué como gobierno? ¿Dónde fue que perdimos nuestra capacidad de asombro? ¿Cuándo diremos ya basta? ¿O vamos de plano a matar desde ahora a los años que vendrán? ¿Cuántos miles de muchachos necesitan morir para que hagamos algo?
Porque eso es lo que significa el descuido criminal de una generación no sólo perdida sino también explosiva. A la que la falta de cupo en las escuelas, las puertas en las narices cuando busca empleo y la exclusión están aventando a la migración, la prostitución o la delincuencia.
Lo peor del caso es que el mismo estudio de la UNAM citado por EL UNIVERSAL establece contundentemente que “no se advierten signos de que el Estado mexicano haya comprendido y asumido las dimensiones y costos, en toda su magnitud, de que esta situación se mantenga en el futuro”. Los precios serán impagables en desigualdad, enfermedades y violencia.
Así que urge que, desde el Congreso, desde el gobierno, desde la sociedad, hagamos algo ya por darle sentido y rumbo a esta nación. Porque mientras tanto, qué vergüenza.
EDITORIAL. A propósito del cólera.
Martes 26, octubre del año 2010
Por si fuera poco lo que les sucedió a los haitianos hace diez meses, lapso de tiempo que para ellos debe de estar siendo eterno, pues la ayuda que tan arrebatadamente brindaron en un principio todas las naciones (por lo visto las fotos de presencia en las desgracias son importantes a nivel nacional e internacional) ya hace rato que se suspendió.
Ahora a los descendientes de Papa Doc. Como cariñosamente conocían a Francois Duvalier, “les ha caído” el cólera, enfermedad propia de la miseria que supuestamente ya había sido erradicada de Haití; pero que de nueva cuenta está cobrado vidas.
Cabiendo recordar, a propósito de las epidemias, que Hipócrates, el llamado Padre de la Medicina, cuando lo mandaban llamar se apersonaba en las epidemias…
Y no solo estudiaba a los que se enfermaban para ver qué hacía para ayudarles; sino que también estudiaba a los que no se habían enfermado; precisamente para saber qué habían hecho, o en su defecto qué no habían hecho para no enfermarse.
Contrastando con sus seguidores, los Médicos sin Fronteras, que al parecer se dedican también a las fotos y a hacer política, pues no se han aparecido ni por asomo.
Y ante una indolente ONU cuyo Presidente ha de considerar más importante andar dando discursos por los 65 años de tan inútil Organismo, que atender el nuevo desastre que se cierne sobre la de por sí devastada Haití.
Aunque quizá hagan algo si la epidemia llega al otro lado de la Isla, en Dominicana donde lo mismo y hay modo de hacerse más propaganda.
--------------------------------------------------------------------------------
http://www.diariolibertad.org.mx/diario/index.php
Diario Libertad
Av. Manuel Ávila Camacho N° 90-11
Jalapa, Ver. Centro
Tel. 01 22 88 17 24 80
¿Y para qué diablos sirve la ONU?
COMUNIDAD INTERNACIONAL CONDENA EL BLOQUEO A CUBA EN VOTACION EN LA ONU
2 votos en contra -- EE.UU e israel
3 abstenciones -- Miconesia, Palau e Islas Marshals (colonias norteamericanas en el Pacifico)
La mayor parte de los países del mundo se disponen a condenar, por décima novena vez consecutiva, el bloqueo unilateral que Estados Unidos ejecuta contra Cuba hace más de cincuenta años, y,principalmente, a pedir su inmediato levantamiento. Obama tiene la oportunidad de evitar el genocidio del que es víctima un país cuyo pueblo ya ha dado ejemplos reiterados de que no renunciará a su plena independencia.
Al triunfar la revolución cubana el 1 de enero de 1959 —la primera de carácter socialista en América Latina—, desencadenó la furia más grande que imperio alguno jamás tuvo en la historia de la humanidad. Han pasado más de cincuenta años desde aquel histórico día y Estados Unidos no ha cesado de aplicar todas las medidas, aún las más inimaginables, contra un pueblo y gobierno que no dan señales de doblegarse y que —como diría Fidel Castro— convierte los reveses en victorias, ante lo que hoy puede calificarse, sin exageraciones de ninguna naturaleza, como un verdadero genocidio.
Entre todas las medidas ejecutadas contra la Isla —invasión a Bahía de Cochinos en 1961, guerra bacteriológica, acciones de terrorismo, expulsión de la OEA, cerca de 600 intentos de asesinato de su líder histórico y otras—, un bloqueo económico y comercial oficialmente declarado por John Kennedy en febrero de 1962 a través de la Proclama
Presidencial 3447, casi un año después de que Cuba declarara el carácter socialista de su revolución en respuesta a la agresión mercenaria de Playa Girón, donde el imperio sufrió su primera derrota militar en América Latina en menos de setenta y dos horas, le ha costado a Cuba un total de 751.363 millones de dólares.
Empero, la implacable lógica reproductiva del capital se enfrentaba sin éxito, como hasta ahora, a las ansias de emancipación del trabajo y una parte de la humanidad.
Pero ese enorme monto, estimado a partir de la cotización del oro en el mercado internacional a precios que se han reducido en más de 30 veces desde 1961, llegaría a ser una cifra bastante fría para un economista de Wall Street si detrás de ella no estaría acumulada una serie de afectaciones a la economía de un país y, sobre todo, a una
población de un poco más de 11 millones de hombres y mujeres que en su cotidianidad sufren una serie de privaciones atribuibles a la rabia imperial y a la sola decisión cubana de no renunciar a su soberanía e independencia plenas.
El imperio, a través de su poderoso aparato mediático, ha pretendido construir en el imaginario colectivo mundial, sin lograrlo, la idea de tener una “causa justa” al mantener el embargo comercial contra Cuba, cuya dimensión supera el antagonismo capitalismo vs. socialismo, para convertirse en un verdadero genocidio que pone en primer plano la
contradicción entre humanidad —personificada en un pueblo cuya solidaridad se abre paso en medio de las más grandes dificultades— y barbarie, a la que el imperio pretende condenar al mundo.
De acuerdo a la Convención para la Prevención y Sanción del delito de Genocidio, adoptada por las Naciones Unidas en 1948 —a tres años de concluida la II Guerra Mundial—, lo que Estados Unidos hace con Cuba se inscribe en el artículo II que reconoce como genocidio las acciones perpetradas “con intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal”.
La medida unilateral adoptada impunemente por Estados Unidos y que será condenada por décima novena vez por la mayoría absoluta de los países del mundo este 26 de octubre en las Naciones Unidas, le ha provocado a Cuba afectaciones en todas las áreas. En la salud, donde existe una prestación de servicios universal y gratuita que goza de reconocimiento mundial por su calidad, entre mayo de 2009 y abril de 2010 se ha registrado un impacto negativo de 15,2 millones de dólares, lo que genera sufrimiento y desesperación en miles de pacientes cubanos que es imposible de cuantificar. Otros ejemplos, hay varios, según da cuenta el gobierno de la Isla. De los más importantes
mencionar que por el bloqueo no se tiene acceso al Temozolamide, un medicamento para atacar a tumores del sistema nervioso central que afectan a cerca de 250 pacientes al año y de los cuales treinta son niños.
Pero si de niños se trata, la criminal medida estadounidense —reforzada por las leyes Torricelli (1992) y Helms Burton (1996)— encuentra en los menores de edad a sus principales víctimas. Estados Unidos lo sabe, el Premio Nobel de La Paz que hoy conduce los destinos de un país que ha hecho de la guerra su razón de ser, no lo ignora. El
Departamento del Tesoro de los Estados Unidos incluyó en 2007 al Cardiocentro Pediátrico “William Soler” en la categoría de “hospital denegado” para la adquisición de productos de fabricación estadounidense. A eso, imposible no sumar la imposibilidad cubana de adquirir el equipo necesario para habilitar sesenta aulas terapéuticas para niños con discapacidades motoras.
De la lectura del informe 2010 sobre el impacto del bloqueo en Cuba, no es una exageración afirmar que Estados Unidos se ha propuesto, a través de su política genocida, tratar de impedir el derecho que tienen los cubanos a acceder a una alimentación buena y de calidad, en una suerte de condena a reproducir en la Isla la situación de millones de humanos en amplias zonas del África. Lo hace cuando, al afectar a la empresa importadora de alimentos ALIMPORT por el orden de 102 millones de dólares, impide la compra de 337 mil toneladas de trigo, o 451 mil toneladas de maíz o 109 mil toneladas de pollo a precio promedio de 2008. También se ha afectado a la producción de arroz y la crianza porcina.
El impacto negativo se registra también en los ámbitos de la educación y la cultura. Contrariamente a lo difundido, el bloqueo estadounidense es el que impide el acceso de profesores y estudiantes al internet. La prohibición a varias empresas de Estados Unidos que tienen el monopolio de tecnología para prestar servicios de Internet es clara y
contundente, lo cual no solo afecta al comercio.
Cuba cuenta con un reconocimiento mundial a la calidad de su cine y de otras manifestaciones artísticas. Sin embargo, varias expresiones culturales han tenido que enfrentar los efectos del bloqueo al dejar de recibir un total de 10 millones 575 dólares entre mayo de 2009 y abril de 2010. El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) está entre uno de los mayores perjudicados al no poder participar en el American Film Market o comercializar con mayor soltura sus excelentes producciones.
Sin embargo, a pesar del crudo bloqueo, en Cuba —parafraseando al desaparecido líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz—, no hay un niño que no vaya a la escuela, hombre y mujer que no tengan techo, alimentación y educación.
Una política de no acabar
Estados Unidos va por el décimoprimer Presidente desde el triunfo de la Revolución cubana y, salvo algunas modificaciones insustanciales que se dictan más por razones aparentes que reales, ninguno de ellos ha sido capaz de marchar en dirección contraria a los mandatos de un sector de ultraderecha, cubano-estadounidense, que controla a republicanos y demócratas, en una constatación muy clara de la orientación “monopolítica” de una democracia que se presenta como ejemplo ante el mundo.
Desde Eisenhower, con quien en 1959 comenzó el bloqueo no oficial con una serie de restricciones al comercio estadounidense con Cuba, hasta Obama, que ha tomado otras medidas que endurecen la aparente flexibilidad, todos los presidentes del imperio más poderoso que haya conocido antes de la humanidad, no han renunciado a ver algún día sometida a una nación que se alzó valiente hace más de dos siglos ante las pretensiones estadounidenses de controlar la Isla.
Pero esos deseos propios de un imperio, al cual Simón Bolívar y José Martí ya pusieron al desnudo con su pensamiento y su lucha por la independencia de Nuestra América, quedaron frustrados, a pesar de gobiernos entreguistas como el de Estrada Palma —impuesto por Estados Unidos en 1902— y Fulgencio Baptista, —que dio un golpe de estado en marzo de 1952—, por la resistencia del pueblo cubano cuya victoria estratégica se conquistó en la Sierra Maestra para entrar triunfante en La Habana en 1959 y convertir a la mayor de las Antillas en un ejemplo de dignidad que ahora, en el siglo XXI, continúa alimentando —sin que Cuba quiera exportar la revolución y Estados Unidos pueda impedirla, como diría Fidel en 1984—, los profundos sentimientos de emancipación de millones de seres humanos en América Latina y el mundo.
El imperialismo reacciona con furia ante ese símbolo y no tiene la menor vergüenza para incluso tomar medidas extraterritoriales contra ciudadanos y empresas que se atreven a impulsar diversas formas de comercio e integración con la Cuba de los mambises. Las leyes Torricelli y Helms Burton prohíben a las subsidiarias estadounidenses
y a empresas de terceros países, incluidos obviamente bancos, cualquier tipo de transacciones comerciales con la Isla, salvo el riesgo de ser sancionadas —por no menos de seis meses y dependiendo del caso— para hacer negocios con y dentro de Estados Unidos.
Así por ejemplo —lo que curiosamente ignoran muchos que hablan o escriben sobre el fracaso del “modelo cubano”—, el imperio ha caído con inusitada dureza, entre mayo de 2009 y abril de 2010, a empresas españolas, mexicanas y de otras nacionalidades que intentaron hacer negocios con la mayor de las Antillas. El bloqueo ha sido ejecutado por los Estados Unidos con tal impunidad que las Naciones Unidas no han podido impedir las sanciones extraterritoriales contra empresas y ciudadanos de países como Australia, Reino Unido, Canadá, Brasil, Países Bajos, Suecia, España, Finlandia, Japón, México, Suiza, Noruega e Italia de manera directa e indirectamente a cerca de otra veintena de países.
Obama, el gran derrotado
En enero de 2009, luego de una previsible derrota republicana, el demócrata Barack Obama asumía la conducción del gobierno de los Estados Unidos, en medio de grandes expectativas internas alentadas por las primeras señales de crisis económica del país emblemático del capitalismo. Pero también su ingreso a la Casa Blanca despertaba algún grado de confianza en que el imperio iba a retirar sus tropas de Afganistán e Irak, así como flexibilizar el bloqueo a Cuba para “reencontrarse —como dijo el primer presidente negro estadounidense— con América Latina.
Incluso el 29 de abril de ese mismo año el ex jefe del Comando Sur, general James Hill; el ex director de la Oficina Nacional de Control de las Drogas, general Barry MacCaffrey; el ex jefe del Estado Mayor, Colin Powell, y otros nueve ex altos miembros de las fuerzas armadas de ese país reconocieron que “la política actual de aislamiento de Cuba ha fracasado en cuanto a alcanzar nuestros objetivos”. No era Cuba sino los intereses estadounidenses lo que alentaba la conclusión terminante de quienes formaron parte activa del aparato y complejo militar-industrial.
No hay medida que los gobiernos de Estados Unidos —demócratas o republicanos— no hubiesen tomado para derrotar a la Revolución cubana. Desde operaciones militares —abiertas y encubiertas— hasta económicas, comerciales y tecnológicas, pasando por las políticas y terroristas, el imperialismo ha agredido ininterrumpidamente durante más de medio siglo a un pueblo decidido a construir su propio destino, en un claro
desconocimiento a la libre autodeterminación y la preservación de la paz mundial establecidas en la Carta constitutiva de las Naciones Unidas.
Pero así como ha actuado, le ha ido a los Estados Unidos. A partir de 1992, de cincuenta y nueve votos a favor de levantar el bloqueo, la comunidad internacional, conformada en su mayoría por gobiernos de corte ideológico distinto al vigente en la tierra de los mambises y de Martí, ha sido parte de la cadena de victorias cubana en ese foro
mundial al dejar cada vez más solo a los Estados Unidos: 179 en 2004, 183 en 2006, 184 en 2007, 185 en 2008 y 187 en 2009.
A la Asamblea de este 26 de octubre, Cuba llega con una América que, independientemente del carácter de la mayor parte de los gobiernos de la región, expresa una voluntad, casi unánime, de alcanzar mayores niveles de autonomía frente a los Estados Unidos. Ese resurgimiento del latinoamericanismo explica, en gran parte, el respaldo a la demanda cubana de condenar el bloqueo imperial y exigir su inmediata suspensión. De ahí que no sea una casualidad que Cuba haya recibido un total respaldo en la triple cumbre en Brasil —Unasur, Mercosur y CALC— a fines de 2008, en la V Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago en abril de 2009 y en la cumbre preparatoria de la comunidad de estados latinoamericanos y caribeños sin la presencia de Estados Unidos y Canadá, en febrero de 2010 en Rivera Maya, México.
Pero tampoco pasa por alto la molestia estadounidense ante esos procesos de integración en la región, ya que es un dato inobjetable encontrar sus orígenes en la constitución del ALBA, en diciembre de 2004, cuando de la voz y la pluma de los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez empezó a escribirse otro capítulo de este tercer momento
emancipatorio en América Latina y el Caribe.
Solidaria como nadie
Pero el bloqueo genocida no ha sido capaz de doblegar la resistencia cubana. Todo lo contrario, si bien hay que estar en ese país para darse cuenta de la criminalidad del bloqueo, el espíritu internacionalista y la fortaleza política y moral, así como las incontables muestras de solidaridad con el mundo, han convertido a Cuba en ese “yo colectivo” sin cuya práctica de solidaridad millones de personas no hubiesen dejado de ser analfabetas o no habrían salvado la vida o recuperado la vista, así como el apartheid hubiese continuado oprimiendo a millones de personas en Sudáfrica.
En Bolivia, por ejemplo, hasta el 20 de octubre pasado, la misión médica ha realizado más de 42 millones de atenciones desde que llegó en febrero de 2006 para asistir a los afectados por las inundaciones y ha salvado la vida de cerca de 40 mil hombres y mujeres de todas las edades, así como ha llegado con la “Operación Milagro” a 600 mil
operaciones de la vista.
Pero la solidaridad cubana no tiene ni color ni olor preferidos. Estados Unidos ha recibido el ofrecimiento de ayuda cubana cuando los atentados terroristas en septiembre de 2001 o cuando Fidel Castro dijo estar dispuesto a enviar en 2005 a 1.600 médicos y toneladas de medicina al sur de los Estados Unidos, donde miles de personas fueron
afectadas por el huracán Katrina. De hecho, cientos de estadounidenses han roto el bloqueo al viajar a Cuba en busca de atención médica y para participar de encuentros internacionales en las que el ser humano, y no el capital, ocupa el centro de atención.
Por eso, la Asamblea General de las Naciones Unidas es más una prueba para Estados Unidos que para Cuba. De continuar el imperio en la posición de mantener una política fracasada —como fracasada ha sido su invasión a Afganistán e Irak, así como fracasada será su intervención militar a Irán si decide hacerlo—, solo contribuirá a su mayor soledad en su laberinto de acciones condenadas por la inmensa mayoría del planeta. Pero, sobre todo, es un nuevo desafío para Obama, quién está a tiempo de dejar de ser el testimonio viviente de la inmoralidad con la cual fue designado Premio Nobel de la Paz.
A menos de 100 millas del imperio, Cuba no se moverá ni un milímetro y seguirá siendo ejemplo de soberanía, independencia y dignidad.
El bloqueo más criminal de la historia
El imperio muestra cada día su auténtico rostro, bárbaros repetidos en el siglo XXI (Teutones y Godos, con sus dioses Odín de la tempestad y de la muerte y Thor, el del trueno; Atila y Nerón; Hitler, Pinochet e, incluso, la inquisición), fueron celestiales angelitos, en comparación con el genocida corrupto dispuesto a realizar los actos más abominables, con el único objetivo de mantener su hegemonía sobre un mundo al que le ha decretado holocausto.
Tal es el caso del bloqueo más criminal de la historia, a la vertical república de CUBA, la Patria nuestra, la de todos las colectividades y países decentes, que repetidamente, a lo largo de cinco décadas, le han expresado su solidaridad y rechazo frontal al bloqueador y sus políticas criminales que globalizaron la miseria, hambruna y enfermedades, terrorismo de Estado, guerras con falsas excusas, xenofobia, discriminación, rechazo y maltrato a los inmigrantes, racismo y otras funestas caretas de un monstruo en franca decadencia.
El militar gobernante de turno de la época, tiene el nada honorable mérito de haber iniciado esta infame medida, el 19 de octubre de 1960, contra un pueblo que se puso de pie y con la heroica Revolución Cubana y su líder indiscutible FIDEL CASTRO a la cabeza, se negó a vivir de rodillas, esclavizado, a ser el burdel de mafiosos capitalistas y a cumplir, cual perro fiel, sus directrices e imposiciones.
Los capitanes de ese Titánic que, más temprano que tarde, se hundirá irremediablemente, porque lleva en su seno las bacterias de su propia destrucción, no sólo han mantenido el bloqueo, sino que, a lo largo de cincuenta años, han multiplicado las sanciones, la mayoría violatorias del Derecho Internacional y los Derechos Humanos. Hoy, por undécima vez, se repite la historia, a pesar y por encima de promesas electorales demagógicas y, sobre todo, con descarado irrespeto a países, organizaciones y personas de todo el planeta, que exigen el cese de este bloqueo criminal, todo ello al servicio y para perpetuar –dentro y fuera de cuerpo del minotauro- beneficios y privilegios de su establisment socio-económico-militar y político.Cabe señalar que quien le niega a un pueblo –CUBA- en el presente caso, legítimos derecho, entre ellos, a la auto determinación, a la libertad y a dictar sus propias reglas del juego, a promover el crecimiento sostenible de su espacio geográfico, con calidad de vida para su pueblo, cae en la esfera de pensamiento de uno de los pocos Estadistas que ha tenido el imperio, Abraham Lincoln (12-02-1809/15-04-1865), que sentenció:“Los que niegan la libertad a los demás, no se la merecen ellos mismos”El bloqueo anula esa sagrada libertad y derechos universalmente consagrados, conculcados durante cincuenta años, y no sólo impacta funestamente a CUBA como país y a un pueblo hermano, sino que rebasa fronteras, viola el derecho internacional y cae en la esfera individual, como es la afrenta e injusto encarcelamiento en las entrañas malévolas del minotauro, durante 12 años, de los CINCO HEROES ANTITERRORISTAS CUBANOS, sin cuya acción patriótica mayores hubiesen sido los muertos y/o flagelados, naturales de la isla y foráneos, ataques a instalaciones cubanas, desprestigio, entre otros frutos sangrientos, todo ello causado por auténticos terroristas, que hoy circulan libremente por el mundo, valga el ejemplo de Posada Carriles .
Para cuando se escriba la historia real del bloqueo y el bloqueador, allí están registradas las 187 voces que dijeron ¡BASTA!, el 28 de octubre de 2009, en el pleno de la ONU, a través del voto que reiteró, por décimo octavo año consecutivo, la condena a tan infame medida contra la hermana república de CUBA, por el grave pecado de pensar y actuar libre de injerencia foránea y edificar un sistema que, a pesar de todo, y para dolor y escarnio del bloqueador, genera calidad de vida a los ciudadanos y sostenido progreso social solidario.
Ante esa abrumadora mayoría que repetidamente ha rechazado el bloqueo y los pronunciamientos hechos por destacadas y reconocidas personalidades de toda la geografía mundial y de campos diversos del humano quehacer, nos preguntamos: ¿Hasta cuándo se permitirá el vulgar y descarado irrespeto a principios y valores universales y a normas de conducta internacional entre Estados?¿No es, acaso, tiempo ya de ponerle freno unitariamente, a los desmanes y prepotencia del imperio, con creatividad e iniciativas, como la de BLOQUEAR AL BLOQUEADOR, para que sienta en carne propia, el calvario que ha padecido –y padece- CUBA, la indomable, luchadora y revolucionaria, con su pueblo honesto, trabajador y solidario? ¿Quién se atreve? Hay que ponerle carme a la SOLIDARIDAD, es preciso dar un paso, otro y otro más y todos los que sean necesarios, para alcanzar logros intermedios, eslabones de la gran cadena que significará la construcción de un mundo diferente, en libertad, con justicia, paz y cultura amigable al ambiente y a todas las especies.A pesar del bloqueo durante 50 años, CUBA no se ha rendido –ni se rendirá- y con férrea voluntad y coraje, con los escasos recursos que tiene y el apoyo de naciones amigas, la dirigencia de la heroica Revolución Cubana ha hecho maravillas en todos los sectores, que generosamente comparte con países y pueblos de todo el planeta.
Pero es necesario advertir que el criminal bloqueo ha frustrado su desarrollo, al perder recursos millonarios, los cuales, pudieron ser invertidos en numerosos proyectos de crecimiento sostenible. Además, las criminales sanciones originalmente impuestas e incrementadas a lo largo de los años, han violentado derechos fundamentales de los ciudadanos, entre otros, a la salud, a la alimentación, a la educación y la cultura.Hay que ponerle fin al bloqueo más criminal de la historia de la humanidad, contra la insobornable Patria cubana. Al respecto, consideramos que los votos favorables de los países decentes constituyen un mecanismo que debe sustentar y conducir a mayores acciones colectivas, solidarias, con creatividad y renovados bríos, porque el bloqueo es una infamia y el bloqueador está a punto, junto a sus aliados bélicos y mercaderes de la muerte, ponerle epitafio definitivo a la tierra, al ambiente, al ser humano y a todas las especies, aunque ello signifique su propio e irreversible suicidio.Al respecto, cabe señalar ejemplos concretos de esa auto destrucción: La monstruosa crisis económica-financiera, a costa de sus propios contribuyentes, que derramó, con efecto de dominó, por todo el mundo. Además, la naturaleza también les cobra su cuota mortal, por su carrera mercantilista imparable, entre otros fenómenos, Katrina y el corredor de tornados sembrado en su epidermis.“Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales, se acerca a la muerte espiritual”. Martin Luther King (1929-1968). Y material, agregamos.Por ello, urge que todos los países miembro de las Naciones Unidas apoyen, el próximo 26 de octubre, como efectiva y solidariamente lo hacemos como ente socialmente comprometido, el proyecto de resolución presentado por Cuba ante la Asamblea General, mediante el cual exige el cese inmediato de la unilateral medida de bloqueo, infame acción imperialista que ya dura 50 años, y el pleno respeto a la soberanía de la hermana Patria cubana.A BLOQUEAR AL BLOQUEADOR ¿QUIÉN SE ATREVE?El autor es Periodista y Escritor, miembro de Aapebcap, REDPA y Prensa Universitaria Internacional (PUI).Panamá, 23 de octubre de 2010.
El accidente minero utilizado por los poderosos como imagen de su respeto a la vida
Rómulo Pardo Silva
www.malpublicados.blogspot.com
Los trabajadores de una mina en Chile oyen crujidos de las rocas durante varios días, uno confidencia a su familia que teme morir aplastado; antes le ocurrió a otro y recién un compañero perdió una pierna al caerle una roca. Acuden a dos ministros pero están más interesados en la producción y el empleo. Esa mañana los ruidos se hacen más fuertes y piden permiso a la gerencia para salir. Se les niega. Tres horas después se produce un derrumbe que los deja atrapados a setecientos metros de profundidad.
El gobierno asume los difíciles trabajos para rescatarlos. Después de estar casi 70 días sepultados, tiene éxito y saca a los 33.
Un objetivo de los políticos en la operación es presentarse a través de los medios como defensores de la vida y la seguridad de los trabajadores a cualquier precio.
Ocultar con una propaganda edificante la realidad de que los poderosos propietarios extraen su opulencia a costa de la explotación de la vida, la infelicidad, la ignorancia, la enfermedad, las carencias, el engaño, de los otros. Que perpetúan su consumismo de lujos usando la guerra, el golpe de estado, la desaparición, la tortura, las leyes.
Los empresarios, dueños y capataces de la prensa dominante, iniciaron paralela a la tragedia una campaña de lavado de su violencia permanente.
La dramática operación de salvamento fue seguida a nivel global porque así lo ordenaron los mismos poderes fácticos que ocultan sufrimientos diarios como la pobreza, las víctimas de las guerras, la expoliación del medio ambiente, las enfermedades y muertes evitables. Era útil hacerlo como al contrario hubiera convenido ocultarlo de haber ocurrido en un país independiente de su dominio. Así se explican los cientos de periodistas mandados al desértico lugar.
El presidente chileno para demostrar su fuerte compromiso social incluso manifestó su intención de bajar personalmente a rescatarlos. Piñera sin embargo eludió impuestos con los que el estado hubiera podido solucionar graves problemas populares. Siendo uno de los magnates del país debía pagar más de doscientos millones de dólares de impuesto por las suculentas ganancias que obtuvo con la venta de sus acciones, pero se los quedó contratando abogados que hicieron arreglos con la ley.
En Gran Bretaña la reina Isabel elogió la operación humanitaria cuando forma parte de la máquina de poder que invade y asesina musulmanes en Irak y Afganistán. Mientras en su país se sufrirá el mayor recorte en décadas al gasto público y medio millón de personas serán despedidas, la monarca se beneficiará con financiamiento público de millones de libras esterlinas extra al año.
La canciller democratacristiana Merkel de Alemania se mostró sensible por lo que sucedía en el lejano Chile. Sus militares en Afganistán fueron responsables del ataque de aviación que mató a unas cien personas, entre ellas niños y mujeres, cuando recibían combustible de un camión cisterna arrebatado por los talibanes a la OTAN. Ella manifestó xenofobia hacia los trabajadores musulmanes que sirven a la economía alemana diciendo: "Nosotros nos sentimos vinculados a los valores cristianos. Quien no acepte esto, no tiene cabida aquí".
En el imperio Obama también se hizo parte de la satisfacción de haberse impedido la muerte de los mineros. Envió treinta mil soldados más a la invadida Afganistán. Cuando Wikileaks publica documentos secretos de los militares norteamericanos que se refieren a sesenta y seis mil muertos civiles, a torturas, ejecuciones, crímenes de guerra, cometidos directamente o por medio de sus subordinados iraquíes, su secretaria de estado condena esa revelación mientras blinda los crímenes con silencio. Su administración decidió el golpe de estado en Honduras que ha desencadenado acciones terroristas antipopulares. Sus aviones bombardean diariamente familias pakistaníes y tropas especiales realizan asesinatos selectivos. Mantiene la prisión arbitraria a cinco defensores cubanos. Su estado protege a Posada Carriles que hizo estallar en vuelo un avión de pasajeros. Bloquea a Cuba con el objetivo de volver a someterla.
Los oligarcas y sus empleados bien pagados se han vestido de humanistas que celebran la salvación de 33 vidas de trabajadores que de lo contrario nunca les hubieran interesado. Son los que no entrevistan a ninguno de los más de mil millones de hambrientos crónicos.
El capitalismo estructuralmente es cruel, censor de la información y propagandista sistemático. Adapta cada hecho a sus intereses y lo hizo con el accidente.
En el Wall Street Journal, el diario más representativo de la bolsa neoyorquina, al día siguiente del rescate se pudo leer: "El capitalismo salvó a los mineros", fue una "victoria fenomenal del capitalismo de libre mercado".
Desde palacios, mansiones, bolsas y empresas todavía se escuchan aplausos, brindis con champaña, elogios entre iguales, invocaciones religiosas. Los barones declaran que la vida de todos es lo más importante. Pura hipocresía y cinismo.
Contacto romulo.pardo@gmail.com
¿Es un heredero de Goebbels el que determina en qué medida fracasa Cuba?
Estados Unidos lucha contra su peor crisis desde la Gran Depresión, pero algunos editorialistas de los principales periódicos practican la negación de su realidad y en su lugar enfocan el “fracasado sistema socialista” de Cuba.
Me pregunto si estos artífices de la opinión que se especializan en fomentar ilusiones, amonestar a enemigos y divulgar estudios en la secreta Escuela de Propaganda Joseph Goebbels –creada por el tristemente célebre nazi después de su muerte. Alguien debe haberles enseñado cómo desviar la atención del público de la esencia de la
realidad norteamericana.
Un ejemplo apareció en un editorial de The Washington Post, A diferencia de Estados Unidos, “los gerontocráticos gobernantes de Cuba se enfrentan a la peor crisis económica en décadas. La producción de alimentos disminuye, la más reciente zafra azucarera fue la peor en un siglo, y solo los miles de millones en subsidios del errático Hugo
Chávez de Venezuela mantienen al país a flote”.
Ciertamente Cuba se enfrenta a una crisis económica terrible, pero en vez de comparar la miseria de la isla con sus vecinos caribeños y centroamericanos, el articulista utiliza las dificultades de Cuba para dar una lección: “¡Ja! Vean de qué manera el socialismo ofrece libertad, pero conlleva la inseguridad para su pueblo”.
La declaración no expresada de que Estados Unidos disfruta de libertad y éxito económico puede ser un tanto engañosa –o una desvergonzada negativa. Por ejemplo, Estados Unidos actualmente tiene más presos políticos en Cuba (Guantánamo) que el gobierno cubano. Estados Unidos ni siquiera ha acusado a muchos de ellos; ni les ha ofrecido garantías de procesamiento que se remontan a la Carta Magna. Además, los recientes ataques del FBI contra grupos pacifistas y musulmanes estadounidenses ponen aún más en duda las declaraciones de nuestras
grandes libertades. Pero oigan, tenemos una prensa libre que se especializa en atacar a los países malvados como Corea del Norte, Irán y Cuba, no a los buenos como Arabia Saudí y Kuwait.
Cuba, por ejemplo, se enfrenta a graves problemas de deuda interna, pero el editorialista del Post olvida comparar la deuda norteamericana per cápita (¿cuántos billones?) con la de la isla. Ni tampoco cita estadísticas acerca de los niveles de hambre, gente sin hogar y pobreza infantil de nuestro exitoso país ni las compara con las del fracasado modelo de Cuba.
Como sabe cualquiera que haya visitado Cuba, la mayoría de sus 11 millones de habitantes tiene pocas posesiones y los alimentos son escasos. Pero no reportan haber visto niños hambrientos o enfermos ni a alguien sin fácil acceso a los servicios de salud. Pregunten a los sin casa y hambrientos de cualquier gran ciudad acerca del acceso a la
medicina o a los alimentos y oirán hablar de dificultades que los cubanos ni siquiera imaginan.
Ni la gente tampoco ve a todos los sin casa que piden limosna en la calles de Cuba o que se acuestan por la noche sobre cartón en las aceras porque no tienen hogar.
En 2010, en el muy exitoso Estados Unidos –y todos saben cuán prósperos nos ha hecho nuestro modelo— solo 37 millones de personas depende de la ayuda gubernamental en alimentos y, según un estudio del Centro de Investigaciones y Acción de los Alimentos en febrero, casi una de cada cinco personas –18,5 %-- “reportan haber pasado hambre en el último año, un aumento desde el 16,3 % reportado a inicios de 2008. Los hogares con niños tuvieron mayores probabilidades de experimentar el hambre (casi la cuarta parte reportó haber sufrido hambre el año pasado”.
Adicionalmente, un estudio de Alimentando a Estados Unidos determinó que el 70 por ciento de los centros de alimentación de emergencia reportaron “uno o más problemas que amenazan su capacidad para
continuar operando”. ( http://www.
El Post ridiculizó a “los hermanos Castro” por “tomar una serie de medidas parciales y fintas políticas con la esperanza de remendar a su régimen sin tener que cambiarlo... el anuncio de que 500 000 trabajadores cubanos –10 por ciento de la fuerza laboral estatal—serían despedidos de sus empleos”.
Los despidos son de la gente que el presidente Raúl Castro describió como “superfluos”, o sea, los que están en nómina pero no contribuyen en realidad con su labor, mientras que Cuba sufre de una carencia crítica de trabajadores en la agricultura y la construcción. El editorial del Post no menciona el número de desempleados en Estados Unidos: oficialmente 14,9 millones, aunque hay estimados de hasta 23 millones, más del doble de toda la población de 11 millones de Cuba. (8 de octubre de 2010, Buró de Estadística Laboral.)
La diferencia entre las dificultades económicas de Estados Unidos y de Cuba, como deja en claro el editorialista del Post, estriba en la intención maliciosa. Mientras que nuestro gran pueblo sufre las consecuencias del flujo y reflujo naturales (mucho tiempo de reflujo) del Libre Mercado de Dios, los cubanos sufren los malos efectos de la
“estrategia de los Castros”.
Tras el engaño de “liberar lentamente a los prisioneros políticos y enviarlos al exilio”, está la “esperanza (de Fidel y Raúl) de que la administración Obama responda y que una ola de turistas norteamericanos arribe con muy necesitados dólares”.
Sí, los cubanos necesitan desesperadamente los dólares, pero en la nación más rica de la Tierra una de cada seis personas debe escoger entre comprar alimentos u otras necesidades básicas.
El editorialista del Post defiende con indignación la política EE.UU.-Cuba –embargo y prohibición de viajar a Cuba— porque eso ha hecho sufrir a los cubanos. Pero con toda seguridad el editorialista del Post ocasionalmente debe pasar por el cercano Parque de la Plaza McPherson. ¿No ha notado a las decenas de gente sin hogar que viven
allí con sus escasas pertenencias? ¿O quizás tienen lo que se merecen –a diferencia de esas “inocentes víctimas de los hermanos Castro”?
Después de leer un editorial como ese, siento deseos de gritar: “Viva Goebbels”.
Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política.