viernes, septiembre 15, 2006

La alegría y la tristeza

Sique
Fotos: Seb Tal

El último día que Andrés Manuel López Obrador despide la luz del día en el Zócalo de la Ciudad de México dirigiéndose al pueblo en la Asamblea Permanente fue de buenas noticias: en plena libertad sin vallas, tanquetas o antimotines celebraremos el grito de Independencia; a Alejandro Encinas, un gobernante capaz que no ha caído ante las presiones de la reacción y ha sido respetuoso de las manifestaciones populares, se le donará la campana de la libertad del movimiento para que dé el grito de Independencia con todos los mexicanos que nos reunamos en la Plaza de la Constitución.



Nos quedamos para disfrutar los últimos momentos de los campamentos que comenzaban a desmantelarse y a moverse para dar lugar a la celebración.

La gente iba descubriendo los esqueletos de sus viviendas, las familias que un día llegaron para quedarse hasta no obtener una respuesta a sus demandas de justicia pasa a otra etapa con esperanza.

Todavía hay algunos que se detienen ante un televisor que les informa mediante un video lo que ha pasado, lo que está pasando, para que configuren con conocimiento su destino.

La últimas pláticas, un tanto nostálgicas, después de haber convivido en la lucha a diario, viene la despedida pero se inicia una lucha más madura, más estructurada que continuará pero de distinta manera porque en 48 días de resistencia han aprendido mucho,
han madurado como nunca.

Trabajan afanosamente, desarmando para volver a armar en otro lado, pero siempre con el mismo afán de contribuir a una causa noble y justa para todos.

Otros esperaban, tristes, pensativos, que nos deparará el mañana. Quizás no quisieran irse, hay nostalgia, cuesta trabajo dejar este lugar con la incertidumbre de si habrá valido la pena el sacrificio y de qué vendrá después.

Cuánto caminé por esos pasillos enlonados que se están desnudando pero que aún guardan el vocerío de Obrador, Obrador, Obrador... cuántas vivencias, cuánta lluvia, cuántas emociones, cuánto frío, cuánto enojo, cuánta alegría, cuánta esperanza y cuánto porvenir...

Las carpas iban cayendo, había gente sentada junto a sus pertenencias, cosas que quizás no tenían cuando llegaron, porque ese día decidieron quedarse así, como estaban, AMLO había preguntado "¿Nos quedamos?" y después de unos segundos de sorpresa habían gritado "¡Siiiií!" y así se quedaron con lo puesto, en una expresión de entrega total a sus ideales de libertad y justicia.

Esta gente es el motor, lo mero principal como diría AMLO, para que todos trabajemos porque ya no se puede soportar que sigan siendo explotados y humillados, nunca más, no lo permitiremos. Familias que se van a sus lugares de origen con la esperanza de que sus hijos disfrutarán de un México distinto, más justo, en el que tendrán oportunidad de educarse, de trabajar y de ser tratados con la dignidad que toda esta gente buena merece.
Ahora habrá patria para todos.

Globos, elotes, esquites, sombreros, quesadillas, buñuelos, camotes, plátanos, algodones, espectáculos callejeros, puestos de sombreros y las luces del Zócalo iluminado con colores y motivos nacionales daban alegría al ambiente.

La bandera ondeaba, muda testigo de la historia, observa a los héroes de este nuevo capítulo.


Fue una fiesta en la que las familias paseaban conviviendo con los fundadores de la nueva República, queríamos disfrutar hasta el último momento de esta etapa en la que hubo compromiso, solidaridad, unión en la lucha y sobre todo, calor humano.



Sí, nos preparamos para la fiesta, mañana es día de celebración y pasado seguirá la fiesta, porque cuando un pueblo ha despertado y está dispuesto a defender sus derechos de libertad y justicia, hay celebración y hay fiesta.

Nos vemos mañana en el grito por la Independencia.

¡VIVA LÓPEZ OBRADOR! ¡VIVA LA CONVENCIÓN NACIONAL DEMOCRÁTICA!
¡VIVA MÉXICO! ¡VIVA MÉXICO! ¡VIVA MÉXICO!

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