Sique
La envidia es uno de los sentimientos humanos que se ha analizado ampliamente en textos psicoanalíticos, sin embargo no voy a recurrir a ellos, sólo voy a apuntar a la definición más simple, la del diccionario: 1. tristeza o pesar del bien ajeno, 2. deseo de algo que no se posee.
Decía Unamuno que "la envidia era la lepra de España" y los mexicanos no nos quedamos atrás en tan nefasto sentimiento. La envidia es el único de los pecados capitales que en ningún momento produce el más mínimo placer. Es un sentimiento destructor tanto en lo que se refiere al sí mismo como a los que rodean al envidioso.
En Cuauhtémoc Cárdenas:
No voy a ahondar mucho en razonamientos para apoyar la tesis de la envidia que Cuauhtémoc le tiene a López Obrador porque es tan evidente que sólo se necesita un poco de sentido común para detectarla. Y no es que haya una cerrazón a admitir críticas a las actuaciones de AMLO, es natural que cometa errores y que haya puntos de vista que difieran de las decisiones que toma. Sin embargo, la forma en que se plantean las diferencias, las alianzas que se obtienen y las consecuencias que esto conlleva es lo que delata la envidia que difícilmente puede ser confundida con discrepancias. Sería perfectamente válido que Cuauhtémoc disienta de algunas de las decisiones de AMLO, pero si esto no fuese producto de la envidia, las dirimiría con él, con su grupo y al interior del partido y no las ventilaría principalmente a la prensa internacional; es claro que lo que pretende es destruir y no construir. Si sus diferencias no fuesen por envidia no se aliaría con el partido de la derecha, lo cual es absolutamente contradictorio con la postura de izquierda que enarbola y si no fuese la envidia lo que lo corroe no se empeñaría en señalar todos los errores que según él comete AMLO sin referirse en lo más mínimo a los horrores del PAN y sus compinches en donde hay mucho más tela de donde cortar. Si sus diferencias no fuesen por envidia no lo habrían destruido ante la opinión pública de la mayor parte de la población que ha llegado a abuchearlo multitudinariamente en una plaza pública. Si sus diferencias no fueran una consecuencia de la envidia no estaría intentando destruir a su propio partido que nunca había ocupado el lugar que ahora tiene en la política mexicana ni procurando divisionismo a partir del veneno que ha sabido enquistar en parte de sus seguidores. Como se mencionó anteriormente la envidia destruye. A él lo ha destruido y ahora vamos a ver que tan venenosa es, cuando vertida a su alrededor empieza a crear un divisionismo que ni el PAN había logrado conseguir. En referencia al señalamiento de que "la envidia es la lepra de España" podemos discernir que es contagiosa, y es contagiosa porque cuando surge un envidioso, las víctimas proclives a ese sentimiento ven una puerta de salida a la envidia que antes no habían podido liberar y toman ese camino para justificarla con las mismas racionalizaciones como puede ser el caso del diputado Francisco Santos Arreola, aunque él puede más que de envidia, haber sido víctima de la codicia.
En muchos (no todos) de los que se oponen a Imaz
En función de muchas notas que han salido de quienes se oponen al nombramiento de Imaz dentro de la Comisión de Resistencia Civil puede detectarse envidia. El común denominador arguye que Imaz estuvo involucrado en actos de corrupción con Ahumada vistos en un video transmitido por Televisa cuando se inició la campaña de desprestigio contra AMLO. Nadie puede negar que esas imágenes lograron el impacto que esa televisora deseaba conseguir con sus transmisiones. Sin embargo, no se transmitió con el mismo interés periodístico el hecho de que éste fuese procesado, ni en qué se sustentó la sentencia que lo exoneró. Imaz ha sido un activista político destacado, el envidioso siente bonito cuando alguien que ha sobresalido cae en desgracia, no importa que tanto se incline la balanza en razón de sus virtudes cuando se siente envidia se es poco proclive al perdón. Algo que delata el sentimiento de envidia de algunos de estos juicios es que junto al ánimo de linchamiento se exponen argumentos de que hay muchos que son mejores y hasta se refieren al "yo que me he partido la madre por el movimiento", nada más falta agregar "por qué a mi no me tomaron en cuenta" ("deseo de algo que no se posee", según definición de diccionario), lo cual desvirtúa la supuesta intención de que dentro del movimiento haya pura gente pura. El deseo "quítenlo a él y pónganme a mi" delata al supuesto juez imparcial.
Como se mencionó antes, la envidia es un sentimiento que destruye. Salvaguardando la autocrítica como un sentimiento que no destruye sino que construye, la crítica hacia la postulación de Imaz de quienes esgrimen que se han desilusionado porque no están de acuerdo y no les escucharon y quienes ahora merman sus esfuerzos en pro del movimiento y pretenden dejarlo, les pregunto ¿no es esto destructivo? ¿no tendrá su postura crítica una dosis de envidia?
Aquellos a quienes la envidia no tamiza sus juicios podrán informarse de quién es Imaz en "La Nochecita..." de Jaime Avilés en La Hora del Pueblo y en la entrevista que Julio Hernández tendrá con Imaz en la Tele de la Jornada, y quizás así puedan otorgarle el perdón y apuntar sus cañones más hacia la horripilante corrupción que hay del otro lado: el Gober precioso, Ulises Ruiz, Gamboa Patrón, Elba Esther Gordillo, Ramírez Acuña, Roberto Hernández, Estrada Cajigal, Manuel Espino, Abascal, Fox, Fecal, Molinar Horcasitas, Fernández de Cevallos, Camilo Mouriño, Josefina Váquez Mota,... y tantos y tantos, esas sí son palabras mayores.
La envidia tiene remedio. Primero, hay que reconocerla, luego, asumir que es un sentimiento que destruye, luego, voluntad de erradicarla lo más posible, luego, ponerse a trabajar para conseguir lo que uno no posee; y luego cultivar más el amor y la compasión, siendo ésta uno de los sentimientos más bellos y gratificantes del ser humano.
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