martes, diciembre 05, 2006

¿Predominio de las ideas o de la fuerza?

Javier Flores

México siempre ha sido un país surrealista. Un presidente toma posesión en medio de golpes y empujones en un Congreso invadido por fuerzas militares y policiacas. Su presencia ante los representantes populares dura apenas unos minutos: "Tomas protesta y te vas". En las calles, mítines y manifestaciones en su contra, y en favor de otra figura, a la que llaman presidente legítimo. Por más que unos y otros se enojen, esta es nuestra realidad. Es una fotografía de lo que somos... Pero ha llegado la hora de pasar a otra etapa. Ha llegado el momento de gobernar. ¿Cómo le vamos a hacer? Nadie lo sabe con certeza.

Pero en medio de la incertidumbre, lo único seguro es que lo que será México en los próximos años depende de todos. Unos desde el poder formal, otros desde la oposición, y algunos más desde lugares diferentes a éstos. Lo anterior tiene, en mi opinión, una ventaja: una incesante confrontación de ideas acerca de lo que es mejor para nuestro país. En el mejor escenario, el rumbo que tomen las políticas públicas dependerá de este debate, de ofrecer los mejores argumentos. En el peor, será el resultado de una imposición por la vía de la fuerza. Esta es la disyuntiva en la que nos encontramos.

O actuamos como una sociedad civilizada, moderna, del siglo XXI, o regresamos a la triste etapa de las dictaduras latinoamericanas, en la que tendremos que esconder y forrar nuestros libros de ciencia con papel periódico, como teníamos que hacerlo en los años 60, con la literatura considerada subversiva. Este es el verdadero dilema al que nos enfrentamos. Sostengo que el futuro de nuestro país, en cualquiera de los dos escenarios, depende de todos, pues las ideas nunca podrán ser silenciadas.

Pero parecería una discusión ociosa, pues el mundo no está para el retorno de las dictaduras. Creo que Felipe Calderón hizo una lectura equivocada durante su reciente visita a Estados Unidos. Llegó a aquél país cobijado por unos bombazos en distintas sedes simbólicas en la ciudad de México, y regresó, después de reunirse con George W. Bush, con un discurso antiterrorista, cuando lo que realmente estaba pasando allá era algo distinto: Los demócratas, barrían con los republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado.

A pesar de esta realidad, Calderón se alineó con Bush, lo que puede considerarse un reflejo de la tradicional vocación panista de ser hombres alfombra del gobierno estadunidense en turno, lo que revela las enormes limitaciones en sus análisis. Esto para no hablar de lo que pasa en Latinoamérica, o en la Comunidad Europea, regiones en las que evidentemente soplan otros vientos.

Puede proponerse que en la conformación de su gabinete, Felipe Calderón estuvo guiado por su alineación con George W. Bush y no con los demócratas. Pero para que nadie crea que se trata de un lugar común, también creo que en la integración de su equipo hay otra lógica. Un gobierno con una legitimidad dudosa, tiene dos caminos: adoptar parte del programa de sus opositores y tratar de unificar a la población y gobernar para todos, o imponer sus políticas por la fuerza. Yo creo que todavía no sabe qué hacer y mucho menos sabe qué puede hacer.

Quiero poner un ejemplo. En la secretaría de salud se nombró a José Angel Córdova Villalobos, a lo que ya me referí en un artículo publicado la semana pasada. Se trata de alguien que ha estado totalmente alineado a las políticas del Vaticano y al gobierno de Bush, en el campo de la salud sexual y reproductiva. Es el primer mensaje de Calderón sobre este tema, pero resulta que el mundo va para otro lado. Invito a Felipe Calderón y a su secretario de Salud a confrontar sus ideas arcaicas y anticientíficas con las realidades nacional y mundial en el campo de la salud sexual y reproductiva.

Hace algunas semanas, una de las más prestigiadas revistas médicas, The Lancet, lanzó una iniciativa, que consiste en una serie de estudios y una campaña precisamente sobre este tópico. Uno de los artículos publicados en el número del 4 de noviembre de 2006, se titula crudamente: "Salud sexual y reproductiva: Un tema de vida o muerte"

Desde una perspectiva científica, los trabajos publicados en The Lancet muestran que el concepto de salud reproductiva, desarrollado desde la reunión de El Cairo en 1974 (que incluye no sólo el control de la natalidad, sino todos los aspectos de la salud reproductiva, incluida la salud sexual), es sumamente importante en el mejoramiento de la calidad de vida de mujeres, niños y de las comunidades. Los trabajos ponen el énfasis en dotar a las mujeres de autonomía sobre su vida sexual y reproductiva, un tema tabú para las sociedades más atrasadas del planeta.

Los estudios que se publican abordan la conducta sexual de adolescentes en el mundo, la planificación familiar, el aborto inseguro y las infecciones sexualmente transmitidas. En uno de los trabajos, el realizado por Ana Glasier y sus colaboradores, se muestra que el sexo inseguro ocupa el segundo lugar entre los factores de riesgo para el surgimiento de enfermedades, incapacidad o muerte en los países pobres, mientras para las naciones desarrolladas representa el noveno lugar. Se trata así de un problema de vida o muerte para nosotros.

La pregunta es si las políticas públicas en México serán el resultado del debate abierto sobre estos temas, o predominarán el silencio y la hipocresía, y con esto el sacrificio de miles de vidas humanas, algo que además tendría que imponerse por la fuerza. No lo sabemos.

Como quiera que sea, hay que advertir, desde ahora, que muchos mexicanos no permitiremos, de ninguna manera, ese sacrificio basado en la ignorancia.

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