José Blanco
Sergio Sarmiento le echa encima a la realidad de la educación superior mexicana (ES) unos cuantos datos con los que crea un frankestein sin relación con lo concreto de este nivel educativo.
En "Educación y dinero" (Reforma 13/12/06) ha vuelto a crear un monstruito con unos cuantos datitos. Por la lectura de sus artículos sobre ES, por alguna entrevista televisiva que alguna vez me hiciera sobre el tema, me queda claro (como dice Sarmiento en todos sus artículos), que sobre el asunto lo ignora todo. Parlotear con ligereza es producto de su íntegro desconocimiento de la historia de este nivel educativo. Las formas mismas de decir al escribir sobre la ES desvelan muy claramente cuán lejos está del tema.
"Los rectores de las universidades se unieron para exigir más dinero..." Los rectores no se unieron para exigir dinero. Los rectores y directores de 145 instituciones (IES) públicas y privadas están permanentemente unidos, asociados, en la ANUIES, con un programa de trabajo anual. La ANUIES, y más precisamente, su Consejo Nacional (el órgano permanente de dirección de la asociación), mantiene coordinación con la SEP, y con las Comisiones de Educación y de Ciencia y Tecnología, de la Cámara de Diputados (a veces también con SHCP), para la formulación del presupuesto anual de las instituciones públicas (las privadas socios de ANUIES no tienen vela en este entierro aunque se mantienen igualmente informadas).
Sergio Sarmiento maneja sus datitos de una forma harto negligente e incompetente. Es inútil compararnos con los países de la OCDE en gasto educativo en términos del PIB. Estime Sarmiento lo que ocurre cuando el indicador que se utiliza es el PIB por habitante: nuestro gasto resulta muy inferior al de los países asociados a la OCDE. O medir el gasto educativo, como lo hace Sarmiento, como proporción del gasto público, es una trampilla para niños: México tiene un gobierno pobre, con un ingreso fiscal equivalente a una cuarta parte del de los otros países de la OCDE. El gasto educativo que realizamos, por supuesto, no puede aparecerle a Sarmiento sino como muy elevado, precisamente porque es una rebanada importante de un pequeño pastelito.
Sarmiento sabe hacer otras trampas, o bien ignora cómo se usan los indicadores. Efectivamente, como dice nuestro personaje, entre 1995 y 2003 el gasto en educación superior creció 67 por ciento frente a 49 por ciento destinado a los niveles precedentes (todos los niveles y no, como él dice, primaria y secundaria). Lo que no dice es que el número de estudiantes en ES aumentó 48 por ciento y en los niveles anteriores sólo 13 por ciento en ese lapso. La consecuencia fue que el gasto por estudiante en ES se incrementó solamente 13 por ciento mientras que en los niveles anteriores lo hizo en 32, casi 2.5 veces más. La conclusión, como es evidente, es exactamente la contraria a la que arribó el agudo análisis de Sarmiento, por no tener presente la dinámica demográfica.
Lo anterior, sin considerar que aquí y en China, el costo por estudiante de ES equivale varias veces al costo por estudiante de los niveles básicos. Anote el señor Sarmiento, además, que desde el inicio de los años ochenta, la ES es cada vez más intensiva en capital. ¿Tiene él alguna idea, aunque fuere remota, de lo que cuesta la investigación en la UNAM usando un acelerador de partículas, una supercomputadora Alpha Server SC-45 o el complejo telescópico de San Pedro Mártir, por poner unos cuantos ejemplos entre cientos de ellos? ¿Se puede imaginar entonces que ello conlleva un aumento del gasto, no obstante lo cual la mayoría de las universidades públicas siguen siendo pobres?
¿Sabe Sarmiento que en dólares ajustados por la paridad del poder de compra, a México le cuesta 19 mil 747 dólares cada egresado, mientras que la media de la OCDE es de 43 mil 30 dólares, que a Suiza le cuestan 93 mil 869 dólares cada egresado, o 75 mil 221 a Suecia, de acuerdo con exactamente la misma fuente que él usó para sacar sus datitos (Education at a Glance 2006)? Su idea de que la ES en México cuesta mucho está totalmente fuera de lugar. Lo cual no significa que haya mucho por hacer en materia de eficiencia de gasto en las IES mexicanas.
Por supuesto, Sarmiento desconoce que la población 20-24 años creció a una tasa media anual de 3.9 por ciento entre 1970 y 2005, mientras que la población escolar de ES lo hizo a un ritmo de 6.3, pasando la cobertura de 9.5 a 20.8 por ciento en el mismo lapso: esto no habría podido ocurrir si el gasto en ES no hubiera crecido concomitantemente. Con todo, la nuestra sigue siendo una cobertura sumamente baja. Por su parte la población adulta (25-64 años) con ES es de 16 por ciento en México (con bachillerato sólo ¡7 por ciento!), mientras la media de la OCDE es de 25 por ciento, España, 26; Japón, 37; Canadá, 44. En otros términos, es obvio que requerimos educar mucha más gente, y que su apreciación sobre las posibilidades de absorción por el mercado está perfectamente errada (ocasión habrá para aclararle este punto).
Buen ejercicio el de José Blanco para hacerle entender a Sarmiento lo errado de sus conclusiones y, sobre todo, porque mucha gente cree que este individuo tiene más de dos dedos de frente, sin embargo, para muchos otros lo que diga o deje de decir Sarmiento es totalmente irrelevante pues conocemos sus serias limitaciones intelectuales y de conocimientos.
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