jueves, enero 04, 2007

La revolución de la conciencia. 10. La ira

Sique

Comenzamos deliberadamente con la ira, para mantener esta reflexión cercana a la del amor en el apartado 8, por lo que a continuación se expone.

Como se mencionó de acuerdo al punto de vista psicoanalítico, el instinto de vida se manifiesta a través del impulso amoroso; por otra parte, el instinto de muerte se manifiesta a través del impulso agresivo; ambos, por tanto, inherentes a la naturaleza humana.

Las manifestaciones del impulso agresivo no son necesariamente destructivas o mortíferas, es la función que le damos lo que lo hace constructivo o destructivo. El ser humano requiere del impulso agresivo para vivir y sobrevivir, es decir, también puede estar al servicio de la vida y del amor. El bebé tiene que revolcarse en la cuna y a veces desgañitarse para que le den de comer, está defendiendo su vida.

El sentimiento agresivo es una emoción natural sin que ello necesariamente tenga una connotación negativa.
Nada mejor que tener un componente agresivo que complemente al amoroso en el trabajo, por ejemplo, o en la defensa de los valores.

Del impulso agresivo pueden derivarse varios sentimientos, entre ellos, la ira, el enojo, el coraje...

En el diccionario de la Academia de la Lengua Española, la ira está definida como:

1. f. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.
2. f. Apetito o deseo de venganza.
3. f. Furia o violencia de los elementos.
4. f. pl. Repetición de actos de saña, encono o venganza.

Salvo la primera definición que es neutra, las tres siguientes tienen una connotación negativa en tanto señalan venganza, violencia, saña y encono que prácticamente serían perversiones del impulso agresivo que proviene ya sea de una inmoralidad o de un sentimiento no liberado con oportunidad. Si uno reprime su agresividad natural entonces ésta queda en nuestro interior y se pervierte de manera que cuando sale provoca daño.

Según el mismo diccionario, enojo significa:

1. m. Movimiento del ánimo que suscita ira contra alguien.
2. m. Molestia, pesar, trabajo. U. m. en pl.
3. m. ant. agravio (ǁ ofensa).

Y, coraje:

1. m. Impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, valor.
2. m. Irritación, ira.

Estas definiciones resultan muy interesantes porque si bien enojo y coraje tienen un componente de ira en alguna de sus definiciones, existe una diferencia sustancial: el antónimo o contrario de enojo es agravio (ofensa). Y la primera definición de coraje se refiere a la valentía. Esto nos da una pauta de la cual se hablará más adelante.

Vayamos como se prometió a la causal de la ira. Según se mencionó en el apartado 9, la ira deviene como todos los pecados capitales de un sentimiento de carencia. ¿Cuál es la carencia que está detrás de la ira? Es la sensación de falta de poder para modificar lo que nos altera. La impotencia de no tener algo "material o espiritual, real o imaginario".

La carencia que está tras la ira es la falta de poder.

Sin embargo, tras las definición de enojo existen otro tipo de implicaciones de los cuales se deduce su causal.
El enojo está relacionado con un agravio, es decir, es un sentimiento que se suscita a partir de una ofensa. No implica una carencia sino la observancia de una injusticia o una violación a los principios éticos. Así mismo sucede con la palabra coraje, la cuál paradójicamente no implica una carencia sino por el contrario una cualidad positiva: 1. m. Impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, valor, es decir, valentía.

Ahora ya podemos distinguir entre ira y enojo o coraje.

Uno puede y debe enojarse o sentir coraje ante una injusticia o ante un acto represivo... Tiene que haber una congruencia entre la realidad y nuestro juicio de valores éticos, esto nos lleva frecuentemente e irremediablemente al enojo o al coraje.

Cuando nos dicen: "Pero, no te enojes", a veces es necesario contestar, por ejemplo: "¡Pero cómo chingados no me voy a enojar, si están matando inocentes!". Es perfectamente natural y hasta sano enojarse ante determinadas cosas y no hay que inhibir o reprimir ese sentimiento, es mejor que salga, ya sea verbalmente, por escrito o mediante el trabajo productivo. Si nuestros hijos, familia o congéneres son víctimas de una injusticia o han atentado en contra de sus derechos es muy natural que nos enojemos. Tenemos que decirlo, denunciarlo y realizar actos que corrijan la injusticia.

Es perfectamente natural que nos expresemos con enojo porque eso es lo que sentimos, utilizamos a veces la burla o el humor negro para darle salida, al menos de momento, a un sentimiento cuya causa no tiene una solución a corto plazo sino que toma tiempo resolverla. A veces es necesario decir groserías, gritar, llorar o escribir cartas para desahogarnos, sin embargo, debemos estar conscientes que esa medida es sólo temporal y como medida de emergencia pues sentimos que nos estalla en el alma, pero que se necesitan acciones más consecuentes con lo que deseamos modificar.

En ocasiones las televisoras editan un momento en que AMLO habla agresivamente ante las injusticias que se cometen en nuestro país como si eso fuese algo negativo y con el objeto deliberado de mostrarlo como un hombre "impulsivo", lo cual es erróneo. Congruente con sus principios, él tiene que expresar su enojo ante la inmoralidad de las autoridades, no podría ser una expresión amorosa como si fuese algo de lo cual nos regocijemos.

La ira, sin embargo, sería la salida pervertida y desproporcionada del sentimiento agresivo que no cuenta con un yo racional que la conduzca por la vía de la solución a aquello que nos enoja o desagrada. La ira permite que perjudiquemos a los otros, violentemos una situación ya de por sí conflictiva, es decir, y como bien lo dice Santo Tomás, es un pecado capital porque da origen a otros males, a actos perjudiciales, o a "vicios" mayores. La ira no es una impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, no es valor, sino su contrario, la carencia de valentía.

Entonces, por primera instancia tendríamos que analizar si lo que sentimos es ira, o bien, enojo y coraje. Si sentimos agresividad porque debemos trabajar, cumplir con nuestras responsabilidades, colaborar, o porque queremos imponernos y violentar a los otros, o porque no nos dejan defraudar, robar, asesinar: es ira. Si sentimos agresividad porque se están cometiendo injusticias, abusos, robos o asesinatos, entonces es enojo y coraje.

Seguramente Ulises Ruiz fue víctima de la ira por no poder controlar y reprimir con mayor encono las protestas de Oaxaca, Fecal debe haberse puesto iracundo por no poder llevar a cabo una tersa toma de protesta después del fraude que cometió,... ¿Cuáles son las consecuencias? La represión y la imposición a la fuerza.

Es evidente la sensación de falta de poder de Fecal cuando la intenta compensar a través de las fuerzas armadas. Es víctima de la ira, y como se ha dicho, cuando no se tiene autoridad (poder) moral porque la conducta da muestras de no contar con valores éticos resulta altamente peligroso, la ira, ese "vicio", produce vicios mayores: represiones, injusticias, y para ser literales, alcoholismo.


Los oaxaqueños, sin embargo, lo que experimentaron fue enojo o coraje ante las injusticias de las que han sido objeto, los mexicanos sentimos enojo o coraje de ser engañados y traicionados con el fraude electoral.

Las consecuencias son otras, en vez de que los oaxaqueños o quienes nos indignamos por el fraude hubiéramos tomado las armas y hubiéramos atentado contra la integridad física de los demás, optamos por pensar cómo mejor nos liberábamos de estos sentimientos combatiendo sus causas. Organizar una resistencia civil pacífica es una forma moral de liberar el coraje: la impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, que provoca la injusticia, y luchar de manera constructiva y creativa para subsanar o corregir esa inmoralidad.

Solamente está justificado atentar contra la integridad física de otro cuando es en defensa de nuestra vida o de alguien indefenso.

No estamos de acuerdo, en este caso, con la versión religiosa que contrapone la "virtud" de la "paciencia" para combatir la ira: "sufrir con paz y serenidad todas las adversidades". Aunque la paciencia sea un forma de tolerar la frustración, disentimos de la idea de que hay que "sufrir con paz y serenidad todas las adversidades". Consideramos que esta es una conducta pasiva que no combate las causas por las cuales se cometen arbitrariedades; creemos que, por el contrario, esta visión es la que paradójicamente ha perpetuado la violencia en el mundo, la que exacerba la explotación y la injusticia, el deseo de quienes quieren dominar a otros. Si las personas se someten a la violencia, ésta sigue generándose de manera irracional. Se tiene que poner un hasta aquí con firmeza atendiendo a la inteligencia y a la ética.

Dentro de la versión del Diccionario de la Lengua Española paciencia está definida como: 1. f. Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Tampoco en este caso la paciencia puede ser el antídoto a la ira porque la capacidad de padecer o soportar algo no puede darse sin alteración, interna o externa. La alteración se da naturalmente y no debe reprimirse si se quieren evitar males mayores; la cuestión es que esa alteración no vaya en perjuicio de nadie sino que modifique conductas que coadyuven al beneficio de todos, a la construcción de formas y contenidos que mejoren las condiciones de vida del ser humano.

Lo que sí habría que considerar es el índice de tolerancia que es recomendable tener en el caso del enojo y el coraje; nos referimos específicamente a la tolerancia a la frustración. No deja de ser frustrante el no poder cambiar las condiciones de injusticia de un momento a otro, tampoco es fácil aceptar las provocaciones o las agresiones que injustamente lanzan contra uno, pero en aras de la inteligencia sabemos que responder a la violencia con otra agresión sería perjudicial para el éxito de la lucha que se ha de librar para progresar y por ello debemos tolerarlas, de momento, y no caer en estas provocaciones, como bien lo recomienda AMLO.

En resumen, cuando tengamos un sentimiento agresivo, lo que tenemos que hacer primero es investigar en nuestro fuero interno si es ira o enojo o coraje. Segundo, si es ira, convencernos de que no estamos atendiendo a nuestros principios éticos y que si queremos revolucionar nuestra conciencia debemos transformarnos, utilizar esa energía para generar el cambio. Si es enojo, optar por una forma tolerante e inteligente de subsanar el agravio al que hemos sido sujetos, y si es coraje aprovechar ese ánimo de valentía para luchar en contra de las injusticias que a diario se cometen ante nuestros ojos; crear, trabajar y solidarizarse para conseguir una paz verdadera.

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