Hace unos días recibí un comentario a mi texto sobre La revolución de la conciencia. 4. La verdad, el cual reproduzco:
Compañero aunque esta bien su trabajo, sin ánimo de molestrar creo que a veces "abarata su pluma", en el partado 5 se olvida usted de la suspensión de la incredulidad de la que habkla ampliamente el sr. Humberto Eco. Ahora bien, empieza usted on un concepto filosófico y termina con una semiológico sobre la verdad, no es que el planteamiento sea incorrecto pero si se puede prestar a confusiones en un público-lector no familiarizado.
Por último l@ felicito por su labor y lo espero para que comente en los blogs donde a vece me da por publicar, simplezas al lado de su trabajo.
Le dejo unas ligas para que las revise y mas adelante podamos platicar.
Agradezco infinitamente que me haya dado su punto de vista y su amabilidad, sobre todo, porque me da la oportunidad de aclararme a mí misma el sentido que tienen estas reflexiones.
Confieso que toda mi vida he tenido apego a lo ordinario, a lo común, me producen fobia las elites, cualquiera que ésta sea. Siento rechazo a todo aquello que represente un espacio para las cúpulas, sean éstas las que se generan por cuestiones económicas o intelectuales. Esto me ha traído algunos problemas pero estoy consciente que serían mayores si permaneciera más del tiempo que a veces me es necesario convivir con ellas.
El compañero tiene razón, mis reflexiones no están sustentadas en teorías filosóficas, ni linguísticas, ni siguen un orden metodológico... Se basan en la experiencia profesional de muchos años con mis pacientes, en la observación de las personas que me rodean, en el sentido común y en la buena voluntad y no quise consultar más que a mi propia conciencia. Sin embargo, por lo general, he sido enemiga de los libros de superación personal, me parecen simples recetas que con un interés comercial, distraen a la gente del verdadero cometido que supone mejorar las afecciones psicológicas y la forma de vivir porque no se sustentan en conocimientos filosóficos, psicológicos y éticos, ni en teorías o metodologías. Quizás resulte contradictorio, y por eso he navegado en una y otras aguas.
También tiene razón en que "abarato mi pluma". Sé que el comentario fue figurativo pero me gustaría analizarlo siguiendo el método de consulta del significado del diccionario, barato significa:
1. adj. Dicho de una cosa: Vendida, comprada u ofrecida a bajo precio. 2. adj. Que se logra con poco esfuerzo.
En efecto mis textos los ofrezco a bajo precio, no hay que pagar por ellos, ni atender a alguna biblioteca, cualquiera (que tenga internet) puede acceder a ellos con poco esfuerzo.
3. m. Venta de efectos que se hace a bajo precio con el fin de despacharlos pronto.
Sí tengo una necesidad de "vender" mis ideas respecto a la revolución de la conciencia a bajo precio con el fin de que la gente acceda a una vía para llevar a cabo una transformación del sí mismo y pronto la situación en el país realmente cambie; aunque sé que esto es una pura ilusión, porque los cambios se dan muy lentamente aun a nivel personal, siento que hago mi parte.
Desde el punto de vista figurativo, comprendo que podría elevar el nivel de los textos pero siento que ello serviría para que la gente en general los rechazara de inmediato, insertos como estamos en una cultura de la frivolidad que las televisoras insisten en propagar y que deviene de la postmodernidad hago todo lo posible porque no sea mucho el esfuerzo que los lectores tienen que hacer. De por sí las cuestiones que tratan puede que no sean susceptibles del agrado de muchos lectores en tanto se señalan sentimientos, pensamientos y conductas que muchas veces no satisface reconocer en nosotros mismos, peor sería si lo elevo a un nivel que no esté vinculado con su cotidianeidad. O quizás, por el contrario, esto los haría más gratos o interesantes pero entonces perderían el objetivo que me incita a escribirlos, que la gente voltee al sí mismo y lleve a cabo una introspección que le permita evaluarse a sí misma y dar pie a un cambio verdadero.
Si bien no poco ha sido vivir tantos años dedicada a asistir a la gente para resolver sus problemas psicológicos, ni el sufrimiento experimentado en la observación del malestar de la humanidad y el mío propio por no atender a las afecciones del alma apoyándose en la conciencia de nuestros actos y en los valores, no me interesa vender caro mis conocimientos, ni siquiera sé si valen mucho o poco, son lo que tengo, ni que éstos sólo lleguen a las elites de intelectuales que manejan profundos conceptos insertos en la filosofía del lenguaje y la semiótica. Creo que por lo general esos conocimientos llegan a confundirse con el delirio, lo cual permite que sus autores tomen una gran distancia entre éstos y sus vidas personales reales. No saben cómo aterrizarlos al nivel concreto de la vida. Cansada estoy de ver teóricos e intelectuales cuyas vidas personales son desastrosas: filósofos que se suicidan, psicólogos que llevan una vida miserable, psicoterapeutas a quienes se les suicidan los hijos y mujeres feministas que después de una conferencia sobre género salen de prisa para irle a servir la comida a sus esposos.
Una de las cuestiones que más me ha interesado sobre los discursos de Andrés Manuel López Obrador ha sido la sencillez de su lenguaje, la espontaneidad y la comunicación que establece con sus oyentes a todos los niveles. Así quiero comunicarme con la gente sobre lo que pienso que podría hacerse para mejor la calidad de nuestra vida y para ser más fuertes anímicamente hablando.
Una de las ventajas de los blogs ha sido precisamente que se han abierto espacios para que la gente común se exprese, para que nos comuniquemos a un nivel en el que podamos entendernos sin mayor esfuerzo, desafortunadamente cada vez más estos han querido "profesionalizarse" abriendo espacios a los expertos y cerrándose a las experiencias concretas y sentimentales de la gente común.
Creo que parte del éxito que ha tenido el blog del Sendero del Peje está en el lenguaje, no sólo común, sino visceral de su autor Víctor Hernández que con toda libertad dice lo que piensa y lo que siente hasta con groserías sin importarle quien pueda sentirse ofendido pero que traduce buena parte de lo que muchos sienten pero no se atreven a decir. Un "chinguen a su madre, pos qué" es muy sabroso porque expresa un sentimiento auténtico con el que nos identificamos sobre todo en estas épocas en las que hay muchos que deberían irse a "chingar a su madre", sin que esto represente un insulto para las mujeres sino la convención de una agresión verbal muy merecida en estos casos.
De cualquier forma, me parece interesante y por ello lo agradezco el comentario que me señala esta tendencia a no seguir un discurso que obedezca a una cierta metodología y las ligas que me recomienda me son muy útiles para otros trabajos que quiero hacer y que desafortunadamente nadie en el mundo, a reserva de los expertos podría entender y quizás ni ellos puesto que las profundas e intricadas teorías del conocimiento llegan a ser tan subjetivas que como mencioné anteriormente se convierten en estructuras delirantes, aunque gozosas, y dudo mucho que sus distintas interpretaciones mantengan gran cosa de lo que sus autores quisieron decir, menos lo que yo quiero significar.
Me gustaría mucho platicar con ANTI-YUNQUE (seudónimo del lector que me escribió) porque me parece una persona inteligente y preparada, desgraciadamente cuando respondí el correo me lo devolvieron porque devenía del anonymous-blog. Si acaso le quedaron ganas de volverse a conectar a este blog, a estas primarias reflexiones y lee el presente texto, mucho le agradecería se comunicara conmigo pues quisiera consultarle unas cuestiones en las que quizás me pueda asesorar.
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