viernes, agosto 03, 2007

Política de albañal en Los Pinos

Miguel Angel Velázquez

Ahora se trata de decir, a gritos, que el gobierno federal puso, con razón, el tema de los trabajos en el drenaje profundo en la agenda del Gobierno del DF que había, y fue recientemente, omiso en el problema.

Para justificar los gritos de alarma, y crear un clima de terror propicio a sus fines, se habló, inclusive, de inundaciones con aguas negras, desde el Zócalo hasta el aeropuerto, problema que teóricamente sí podría ocurrir.

Y eso, la tal inundación, tendría como causa el descuido que, principalmente durante el sexenio que terminó, tuvo lugar en el sistema de drenaje. Pero nada más falso. El gobierno federal y sus jilgueros tendieron, como es su costumbre, el velo mediático de las medias verdades, o de las mentiras completas, para sustentar el terror.

La agresión, que así debe llamarse a la preocupación mediática de Calderón por la ciudad de México, expresada en las constantes descalificaciones hacia la gestión de Andrés Manuel López Obrador, el trauma que nunca ha podido superar, y, desde luego, hacia el gobierno actual, que le recuerda constantemente el sitio que le impuso la historia y la elección pasada, no dejan duda de que cualquier arma, la mentira, en primer lugar, habrán de utilizarse para confundir las voluntades dubitativas que aún subsisten.

El caso es que, para bien o para mal, quien puso el tema de los problemas que enfrenta el sistema de drenaje de la ciudad sobre la mesa fue, ni más ni menos, el propio gobierno de la ciudad, que advirtió no un descuido u omisión hacia el problema, sino el desgaste natural de los tubos de desagüe, y, eso sí, la falta de inversión que requiere una empresa de tal magnitud, que un gobierno acotado en la recepción de los beneficios económicos que por ley debería haberle otorgado el gobierno federal, no pudo realizar.

No obstante, el gasto para el sistema de drenaje incluyó, por ejemplo, la construcción de cuatro plantas de bombeo, que son las que hoy impiden, hasta cierto punto -nadie podría contra un destre natural-, que la ciudad se inunde.

Y cosa curiosa, el sábado 1º de abril de 2006, el entonces jefe de Gobierno de la ciudad de México, Alejandro Encinas, inauguró las obras de entubamiento del Gran Canal, que en su fase final costará unos 700 millones pesos.

Después de poco más de un año, el 27 de junio de este 2007, Felipe Calderón llegó al mismo lugar a inaugurar la misma obra, en donde, según se dijo, la inversión sería de 200 millones. Es decir, la otra parte, 500 millones, ya se había gastado en el entubamiento que ya se ha realizado.

Total, el golpe se construyó a partir de una media verdad -"la ciudad puede sufrir inundaciones"- y una súper mentira -"el Gobierno del DF descuidó el sistema de desagüe"-, con lo que la idea era dañar la gestión de Marcelo Ebrard, y de paso causar miedo e incertidumbre entre la ciudadanía.

Lo mismo sucedió con el asunto de la deuda. Calderón trató de sembrar terror entre la gente con un discurso en el que habló de no muy buenos manejos financieros por parte de las autoridades de la ciudad de México, y condicionó a la administración citadina al cumplimiento de tres puntos, que a ojos de todos eran, cuando menos, correctos.

Lo que no dijo el gobierno de Calderón es que cada una de esas supuestas cláusulas habían sido parte de lo que la Secretaría de Finanzas del Distrito Federal había propuesto como candados para que no hubiera sospechas en cuanto a el destino de los ahorros que se obtendrían.

Como se ha podido ver, afortunadamente la ciudad no se ha inundado, y los trabajos que se iniciaron en el gobierno pasado siguen adelante con la administración actual, aunque las mentiras que inundan la política que sale desde Los Pinos huelen peor que las aguas negras del Gran Canal.

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