viernes, junio 27, 2008

Línea ágata

Juan R. Menéndez Rodríguez

“Cuando un Pueblo se exalta es difícil calmarlo; pero cuando está tranquilo es difícil saber
cuándo va a exaltarse”.-

Jean de La Bruyère

(Escritor y moralista de origen francés; fue uno de los primeros escritores en servirse del estilo literario, desarrollando una frase rimada en la cual los efectos de ruptura son preponderantes. Este estilo invita a la lectura del texto en voz alta, otorgando a esta actividad un estatus de juicio moral).

No sé cuántos mexicanos, amable y estimado lector, se han sentido abrumadoramente confundidos en medio del “debate” a la reforma petrolera. Los ciudadanos de a pie, por ejemplo, nunca son invitados a entender, pero en esta ocasión en particular perciben más claramente el interés del Gobierno federal --éste usurpado hoy, en plena y perversa época neoliberal, por un grupo de mafiosos de la política y mercenarios del gran capital, liliputienses de mente y espíritu-- de confundir hasta inhibir por completo su participación en la discusión nacional.
Si a esto le sumamos la complejidad legal, técnica, política y económica del caso Pemex, y el discurso de algunos personajes de la izquierda, el resultado es bastante desalentador: muchos ciudadanos prefieren sumirse en la felicidad foxiana del “no oigo, no veo”.
Molesta, de sobremanera, que el Gobierno espurio no sea claro y continúe manteniendo la falacia de que su reforma energética no es privatizadora. Por supuesto que lo es, ya basta de confundir aún más al Pueblo de México. Su cobardía en el lenguaje sólo está aletargando la discusión. Si finalmente están convencidos de los beneficios de que la transportación, el almacenamiento y la distribución de hidrocarburos y derivados pasen a manos privadas extranjeras y nacionales, ¿por qué seguir mintiendo?, ¿por qué cascar las palabras hasta romperles el significado?
El Gobierno usurpador adjetiva de urgente la apertura de Pemex a la inversión extranjera. Asegura catástrofes inmediatas de no aprobarse su reforma; promete más escuelas, hospitales, pensiones, si autorizamos esa inyección de capital extranjero. Lo que FeCal no dice es que Pemex, de hecho, opera con contratos a favor de empresas extranjeras. Entre junio de 2003 y marzo de 2007, la siniestra empresa norteamericana Halliburton obtuvo 65 contratos de Pemex Exploración y Perforación para perforar pozos petroleros. En total, Halliburton ha acumulado 160 contratos por un valor superior a los 2 mil millones de dólares con Pemex.
A pesar de los excedentes anuales de Pemex, casi el 90 por ciento de su inversión se realiza por el sistema de Pidiregas, esto es, se realiza desde bolsillos privados. Mientras en 1997, el financiamiento por Pidiregas era de 0.6 miles de millones de dólares, en 2007 fue de 13.8 miles de millones de dólares, mientras que la inversión no privada decayó en los mismos años, de 3.6 a 0.1 miles de millones de dólares.
Pero ¿no era precisamente la inversión extranjera la que nos salvaría de la quiebra petrolera? Georgina Kessel Martínez, Secretaria de Energía, presentó un diagnóstico petrolero nada alentador, pero en el que ya participaban todas estas inversiones.
La deuda por Pidiregas de Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad ha crecido de manera desproporcionada, incrementándose en un solo año aproximadamente un 166 por ciento y pasar de 15 mil 977 millones de dólares en 2003, a 42 mil 560 millones de dólares en 2004, hasta llegar en 2007 a 62 mil millones de dólares.
Con estos datos podemos dibujar un retrato de nuestro futuro de aprobarse la reforma energética de FeCal: nos visitarán empresas de todo el mundo para terminar de ahorcar a la paraestatal y, como hasta ahora, no veremos resultados claros, las ganancias se las llevarán los inversionistas o las ocultará el Gobierno espurio para presionarnos a vender a modo de remate “los saldos” de la Nación.
Otro engaño del Gobierno usurpador ha sido el subsidio a la gasolina. Amenazaron con liberar el precio del litro a precio real si la reforma no era aprobada. La Secretaría de Hacienda declaró que había subsidiado el diesel y la gasolina con 54 mil 827 millones de pesos, pero una investigación seria y acuciosa reciente reveló que el desembolso tan sólo fue de 4 mil 427 millones de pesos.
El Gobierno espurio empobrece el debate energético, miente sistemáticamente, esconde información e intenta confundir a la población en general. Y es que, amable y estimado lector, es la ciudadanía misma la que puede elevar el nivel del debate en tanto se involucre, dude, pregunte y forme su criterio.

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