domingo, agosto 10, 2008

el derecho a la felicidad de todo un continente

Ricardo Andrade Jardí

Mientras nuestro usurpador pirata intenta hacer como que hace e insiste con la política trasnacional de desmantelar lo poco que queda del Estado mexicano, al sur del continente americano se anuncia, con tambores de guerra, que el imperialismo afila sus garras para condenar a Bolivia nuevamente a la explotación y la miseria; alcaldes “demócratas” que instan a las fuerzas armadas a “derrocar al presidente indio”, electo mayoritariamente por su pueblo, incluso bajo las reglas burguesas y clasistas de “las democracias latinoamericanas”.
El imperialismo despliega su inmoralidad corrupta y compra las mediocres voluntades de los adiestrados políticos y oligarcas, que se sienten amenazados ante la justicia de los siempre oprimidos, sobre los cuales han levantado su confort imbécil, sin importarles nunca el dolor de los otros, de los miles de seres humanos, que su estupidez ha provocado
En Bolivia, la Bolivia de Evo y sus “indios”, como despectivamente los llaman los otros “indios”, los “demócratas” oligarcas que, ciegos ante la realidad, viven la fantasía de alcanzar el inalcanzable sueño del “americano estilo de vida”…
En esas andinas tierras que vieran morir al Che, se encuba el futuro de la América toda; en la Bolivia de Morales, se decidirá, en las próximas horas, la suerte del continente.
La agresión imperialista contra el LEGITIMO gobierno de Evo Morales es una agresión contra todo latinoamericano, contra todo el continente, pero es también una agresión contra una forma de vida, que, pese a todo, ha sabido romper con 500 años de inercias explotadoras y opresivas para decir: ¡Basta ya!, para decidir el camino de su felicidad, auque no tenga permiso.
En Bolivia, hoy lo que está en juego es algo más que una forma de gobierno. Es mucho más que una limitación geográfica y que la manipulación de tales o cuales recursos naturales. En Bolivia, lo que el imperialismo y todos sus lacayos intentan es acabar con el derecho a la felicidad de todo un continente.
El llamado golpista, de los separatistas alcaldes, contra el gobierno de Evo Morales, es un llamado fascista a destruir la voluntad popular de los pueblos. Nadie debe ignorarlo ni, menos aún, permitirlo.
Todos los latinoamericanos tenemos la obligación ética y moral de defender, más allá de nuestras simpatías, la legitimidad de un gobierno popular, que cuenta con el respaldo mayoritario de su pueblo; tenemos la obligación también de denunciar toda política golpista que intente seguir imponiendo peleles administradores de la transnacional “Democracia Corporation S.A.”, que el imperialismo nos exporta. Es el derecho a la felicidad de todo un continente y el futuro que les heredaremos a nuestros hijos lo que nuestro grito defiende. Nuestro silencio, en cambio, significa condenarnos y condenar a millones de seres humanos al fraude eterno, a la explotación inhumana, a la miseria de siempre: a la esclavitud neocolonialista.
En la Bolivia de hoy, se escriben las páginas de nuestra historia, no debemos abandonar el derecho y la razón en la lucha que asiste a Evo y sus “indios”. ¡Bolivia somos todos! ¡Latinoamérica entera es Bolivia!

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