jueves, agosto 28, 2008

A MIS AMIGOS Y AMIGAS

Aunque un poco tarde Desde esta pequeña tribuna cibernetica felicitamos a Don Fausto Fernandez Ponte

Amig@s:

¡Saludos fraternales y solidarios! Como les informaron mis dilectos amigos Edwin Cepeda y Corona y Manuel Hernández Granados (y, luego, en Diario de Xalapa, Lupita Mar, a quien además considero mi brillante discípula periodística), el H. Ayuntamiento de Veracruz me declarará "Veracruzano Distinguido" en sesión solemne de Cabildo.

Tal designación no tendría mayor trascendencia si no fuere por el hecho de que jamás me imaginé que mis coterráneos tuviesen por subrogación de sus autoridades formales una alta opinión de mi trabajo o mi trayectoria de 57 años como periodista, oficio que yo empato sin eufemismos con el de educador, partiendo de la premisa que educar con arreglo a paradigmas devenidos de nuestra propia experiencia histórica como nación en desenvolvimiento o desarrollo formativo sincrético. Esa experiencia histórica es rica y, a la vez, trágica, plena en logros y malogros.

Educar, pues, para tomar conciencia y, por tanto, liberarnos de las ataduras de la ignorancia y los prejuicios, los dogmatismos y las supercherías e intolerancias ideológicas, políticas, sociales --raciales y culturales-- y económicas, y entendernos así, ya como parte de nuestro proceso de liberación, entre nosotros mismos en lo fundamental.

Y lo fundamental es, primero, conocer nuestra historia --sabemos, como bien dijo Fidel Castro, quién es el Mickey Mouse, pero desconocemos quién fue Hidalgo (o Morelos o Juárez o Flores Magón o Zapata o Lázaro Cárdenas o Rubén Jaramillo u Othón Salazar o Demetrio Vallejo incluso)-- y, segundo, comprender al Hombre, al Universo, al Mundo, a la Naturaleza, a los demás mexicanos en un diorama transgeneracional, desde los antiguos Olmecas, Teotihuacanos, Aztecas y Mayas, que nos ha conducido a lo que somos hoy, como nación en proceso de cincelación étnica y cultural, psíquica y de su cosmovisión. Vivimos filosófica e históricamente en una circunstancia capsular de cosmicidad; es decir, de pueblo cósmico, como habría dicho José Vasconcelos.

Pero nuestra cosmicidad está todavía en formación; no somos una nación transplantada de Europa a lo que es hoy México, como ocurre en Estados Unidos o Canadá, sino una nación que no abandona aun el vientre materno y añoramos, en nuestra superyo histórico, la mar amniótica y el anclaje del cordón umbilical asentado en el lecho oceánico de la matriz.

Pero nos avergonzamos de esa mar amniótica y del anclaje umbilical porque está hecho de componentes identitarios indígenas. Somos indios, pero no queremos serlo. Por ello desconocemos nuestro pasado: no quereos saber de dónde vinimos y, por lo mismo, no sabemos hacia dónde vamos.

Por eso no queremos vernos retratados en los indios de México. Preferimos vernos en los espejos identitarios de la cultura impuesta. Ésta fue antes castellano española; hoy es estadunidense (y otra vez española).

En esa circunstancia --no desechemos a Ortega y Gassett-- confirma precisamente que los periodistas tenemos ante sí ese enorme reto de educar para tomar conciencia y en esa secuencia liberarnos. Aceptar que el componente catalizador importante de nuestra búsqueda de identidad cósmica está en nuestro pasado. Millones de mestizos somos, en realidad, indios transfugados de nuestro propio ADN.

Pero, como si nos miráramos en los espejos oscuros de Tezcatlipoca, no nos identificamos con ese pasado, excepto por sus obras materiales espectaculares --cabezas colosales, pirámides, arte, símbolos, calendarios más exactos que el Juliano, etcétera--.

Pero no abrevamos en las moralejas de las instituciones sociopolíticas y socioeconómicas de los pueblos indios más desarrollados, que privilegiaban el esfuerzo colectivo y cancelaban la ambición particular perversa a expensas de los demás, los egoísmos y la insolidaridad, y lo monopolios y acumulaciones excesivas de propiedad privada en detrimento de la propiedad social.

Nuestro pasado antiguo y reciente está lejos de lo ideal. No se trata de idealizarlo, sino de abrevar en lo honestamente rescatable y aplicable a nuestro ser identitario. Fortalecería nuestra identidad colectiva.

Lo aquí descrito son reflexiones que tienen que ver con la definición del periodista como educador para crear conciencia y liberar al hombre de otros hombres, de la explotación de los más por unos cuantos --los menos--. Ello es posible mediante nuevas técnicas periodísticas, principalmente la relativa a los géneros supuestamente asépticos de la noticia, el reportaje, la crónica, el artículo de fondo o ensayo, la columna, etcétera. Si el periodista conoce la historia del pasado distante o reciente y posee las herramientas del historicismo y la filosofía, aun el más elemental, puede identificar los componentes del contexto dentro del cual se registran hechos y sucedidos. Pero en los géneros se descontextualizan hechos y sucedidos.

Se confunden los componentes coyunturales del contexto con los esenciales, los estructurales. Los periodistas debemos tomar conciencia de ello como ingrediente indispensable para educar.

Ignoro si el Ayuntamiento de Veracruz tenga noticia al detalle de mi modo de pensar --que se manifiesta en mi trayectoria de casi seis décadas como periodista--, pero asumo el hecho de que como representante formal de mis coterráneos se disponga a declararme "Veracruzano Distinguido", y lo interpreto como reconocimiento a las premisas de mi modo de ser como educador.

No conozco personalmente al Presidente Municipal ni a ningún miembro del Cabildo, por lo que no podría tener una opinión de cada uno de ellos, y apenas acabo de conocer a la Regidora décima tercera Perla Lozano, quien propuso al Cabildo este reconocimiento y logró su aprobación.

Doña Perla es una distinguida maestra --educadora-- y mujer poseedora de una enorme sensibilidad social y, según pude registrar, también sensibilidad política. Es miembro del partido político Convergencia que, a su vez, es parte del Frente Amplio Progresista. Hago la salvedad pertinente de que por convicción no milito en ningún partido político, pero ello no me despoja de mi condición de ciudadano político o politizado, pues así como entiendo que la función central del periodismo es la de educar, también estoy convencido de que el periodismo es dirección política y social. Como decía José Alvarado, el periodista es un político que busca las verdades de la realidad bajos las piedras, los árboles y los ríos.

Quiero compartir este reconocimiento con mis amigos todos, muchos de los cuales son, como yo, periodistas y, para citar a Marco Aurelio Carballo, narradores. Los periodistas narramos; somos, pues, por definición narradores de hechos y sucedidos; agregaría yo que somos exégetas de la realidad, atributo el cual no suele agradar al poder.

Extiendo una invitación ecuménica a mis amigos a asistir, si ello es materialmente posible, a esa sesión solemne del Cabildo de una ciudad tan cargada de historias como Veracruz, el jueves 21 de agosto a las 20 horas, en el Salón de Cabildos del Ayuntamiento, Palacio Municipal. Será muy honroso para mí ver al mayor número posible de mis amigos en esa ceremonia.

Les reitero mis saludos y mi adhesión incondicional a los valores solidarios de la amistad, que es una fuente de energía que, en mi experiencia propia, es asombrosamente tangible y de efectos que si no fuere yo un iconocastla contumaz atribuiría a lo sobrenatural.

Muchas gracias, otra vez, por leer esta misiva y por su paciencia.

Les abraza,

Fausto Fernández Ponte

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