lunes, julio 27, 2009

EDITORIAL. Del hambre y la energía atómica.

Año 8, número 3058
Lunes 27, julio del año 2009

“En un país bien gobernado, decía el muy ilustre Confucio, debiera de dar vergüenza la pobreza; de igual manera que en una nación mal gobernada debiera dar vergüenza la riqueza”.

El caso de la India, milenaria y fabulosa nación que está resurgiendo en el plano internacional, que hoy se enorgullece de ser la sexta nación del mundo que cuenta con submarinos nucleares.

Capaces de transportar una docena de mísiles con cabezas atómicas. Cuando “contar con una bomba (o con una docena, como lo es el caso) no les garantiza ninguna seguridad”; como bien dijera la secretaria de Estado norteamericano, Hillary Clinton, refiriéndose al también milenario Irán, al que amenazó con armar a sus vecinos si continúa con su programa nuclear.

La india, que hace 60 años luchaba por reintegrarse como nación y recuperar su dignidad, hoy es de primer mundo (¿?) a la par de los EEUU, Rusia, China, la Gran Bretaña y Francia, que son las únicas otras cinco naciones del mundo que tienen submarinos de ese tipo.

Pero a pesar de tener la India la empresa con más empleados en el mundo (el sistema ferroviario, que literalmente es de fábula) y de ser la nación que tiene la industria cinematográfica más grande que existe; sin contar con que el hombre más rico del mundo es de esa nacionalidad, aún no han podido acabar con la pobreza extrema (con la miseria) y evitar que diariamente muera gente de hambre o de enfermedades.

¿Será que los Dioses de allá son como el de aquí que solo ve por los ricos? ¿Será realmente como para enorgullecerse el tener un submarino nuclear, cuando la gente se muere de hambre?

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